Ha llegado la hora del «momento humano» en el desarrollo organizacional
Bilbao Mentoring Conference 2017 se cerró con una frase «el mentoring ha venido para quedarse», y con esta misma frase ha comenzado la edición del 2018 Congreso Internacional de Mentoring en Bilbao. Laila El Qadi, la presentadora del Congreso, me hacía esta pregunta para dar paso al discurso de nuestra Directora Ejecutiva, como responsable científica del congreso ¿El mentoring ha venido para quedarse en el mundo de la empresa?
Y con la respuesta a esta pregunta comenzó su intervención: sí el mentoring ha venido para quedarse, es más diría que ya está instalado en el mundo de la empresa, y está comenzando a instalarse en otros ámbitos: social, educativo, deporte, como hoy descubriremos en Bilbao Mentoring Conference.
Y esto está ocurriendo porque el mentoring permite el desarrollo organizacional a partir del desarrollo personal y profesional de las personas, liberando todo su potencial para transformarlo en talento, y permitiendo que este talento se una a otros talentos con el objetivo de lograr metas comunes. Como dijo hace ya algunos años Edward Hallowell ha llegado la hora de instaurar en las organizaciones el «momento humano», que como el mismo señala es un encuentro psicológico auténtico que solo se produce cuando dos personas comparten el mismo espacio físico y, además, ponen en dicho momento toda su atención emocional e intelectual.
El mentoring es una herramienta perfecta para propiciar «momentos humanos de calidad» en las organizaciones, porque en cada sesión de mentoring se produce mucho más que una transferencia de conocimientos y experiencias, se produce un incremento del autoconocimiento, una mejora en la autorrregulación emocional lo que produce mayor bienestar emocional, una reestructuración cognitiva, el estímulo de la creatividad, un incremento de conocimientos y recursos, una mejora en las habilidades relacionales que contribuyen al bienestar y éxito social, además de ser un potente catalizador de la motivación y la inspiración. Por ello, el rol del mentor no debe limitarse al de consejero y experto, sino que debe explorar otras dimensiones (acompañante, indagador, explorador de opciones, impulsor, conector, modelo de comportamientos) que permiten un desarrollo neurocognitivo más profundo y completo en las personas, lo que sin duda redundará en las organizaciones en las que participan.
En nuestro modelo de mentoring los conocimientos, experiencias y capital social del mentor son la base del rol de mentor, pero para propiciar momentos humanos de calidad que faciliten e impulsen el desarrollo del talento necesitamos, además, que nuestros mentores se entrenen a conciencia en las habilidades de la inteligencia conversacional y relacional, solo así serán capaces de crear y proporcionar momentos humanos de calidad para otros dentro de las organizaciones.
Existen evidencias científicas de que un déficit de momentos humanos daña la salud emocional de una persona, por lo que no nos debería extrañar que la ausencia de momentos humanos produzca disfunciones organizativas: desmotivación, desvinculación, desempeños deficientes, respuestas repetitivas y muerte de la creatividad, falta de alineación, pérdida del sentido de cohesión entre compañeros, decrecimiento y pérdida de la confianza mutua, falta de cooperación. Con este clima laboral la insatisfacción hace su aparición y, con ella, la disminución del compromiso y el rendimiento. La fuga del talento está acechando a la vuelta de la esquina y esto hoy en día supone la muerte organizacional.
La digitalización, la globalización, la internetlización nos han aportado muchos beneficios pero están destruyendo los momentos humanos, pues cada vez son más escasos, y ello está afectando a capacidades humanas tan importantes como la atención, la empatía, la confianza, la conversación y la relación. El filósofo y pensador Zygmunt Bauman (Poznan, Polonia, 1925), padre del concepto de «modernidad líquida» y autor del libro «Sobre la educación en un mundo líquido», en una reciente entrevista en el Diario El Pais señalaba «Hemos perdido el arte de las relaciones sociales«, porque hemos sustituido el calor de un encuentro humano auténtico, por un fugaz, distante y superficial encuentro virtual, o un encuentro real con prisa.
Las personas necesitamos el contacto humano para sobrevivir, somos seres sociales, somos mamíferos, necesitamos el contacto con el calor de la piel de nuestro semejantes. Lo necesitamos para mantener vivo nuestro cerebro y para que siga latiendo con fuerza nuestro corazón. Los momentos humanos nos llenan de energía, generan entusiasmo, aportan color a nuestra vida, nos regeneran, nos fortalecen y nos hacen más resilientes. Además, los efectos positivos de un momento humano resuenan en el tiempo, mucho más allá del encuentro. Tras un momento humano de calidad las personas involucradas en él comienzan a generar ideas, a ver las cosas desde otro punto de vista, a hacerse nuevas preguntas y encontrar nuevas respuestas, a descubrir nuevos matices en si mismos y en los demás, a contemplar otras realidades. En cada momento humano se estimula nuestra actividad cerebral y nuestra neuronas comienzan a crear nuevas autopistas para el aprendizaje.
El mentoring se revela como la metodología perfecta para instaurar en las organizaciones la cultura del momento humano, y lograr con ello que las organizaciones se gestionen a través de conversaciones, aprovechando la conexión del talento para co-crear nuevo conocimiento y para agilizar el aprendizaje.
Hoy en el marco de este congreso tenemos la oportunidad de propiciar muchos momentos humanos llenos de calidez y calidad, donde conectar lo mejor de nuestras fortalezas para generar nuevas ideas, nuevas perspectivas, nuevos aprendizajes, Aprovechémolos y pongamos en práctica nuestra inteligencia conversacional y relacional, el futuro nos lo agradecerá.
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