Continuamos con la colaboración en la Revista Capital Humano, a través del espacio cedido a EMCC SPAIN, con un artículo de nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel, bajo el título «Activando las Mentes del Futuro». 

El artículo aparece publicado en la edición de Julio, Nº 366, Sección Crecimiento profesional y aborda la temática y objetivos del 1º Congreso sobre Coaching y Mentoring para España y Latam, organizado por EMCC SPAIN.

«En tiempos convulsos y de crisis surgen las mejores oportunidades para reinventarnos juntos. Necesitamos activar nuestra responsabilidad colectiva e individual y esforzarnos por comprender qué está pasando a nuestro alrededor para tomar decisiones que nos ayuden a construir un mayor bienestar para todos.

Cuando las demandas y expectativas del entorno exceden de las capacidades de sus ciudadanos para abordarlas es necesario construir puentes para facilitar el tránsito de mentalidad necesario para adaptarnos. Las relaciones de coaching y mentoring son el contexto en que se puede operar este tránsito de forma fluida, desde la seguridad, la confianza, el aprecio, la consideración empática, la aceptación incondicional positiva, el reconocimiento mutuo y la significatividad.

La asignatura pendiente, la materia clave de nuestro cv vital y social, en la era que nos toca vivir, es construir el sentido de la experiencia diaria para aprender de forma inteligente, ágil y efectiva, lo que guarda relación con la capacidad selectiva, interpretativa, ejecutiva y constructiva. Las mentes del futuro necesitan sincronizar e integrar en la experiencia diaria el sentir, pensar y actuar, necesitan comprenderse mejor, comprender a los demás, al mundo que les rodea y las relaciones de interdependencia que se dan entre todo ello, necesitan saber armonizar propósitos, capacidades, expectativas, conocimientos y roles.»

Si quieres leer el artículo completo puedes consultar en este enlace .

Muy agradecidos a EMCC SPAIN y la Revista Capital Humano por esta colaboración, que nos permite seguir difundiendo y compartiendo los beneficios del coaching y el mentoring. Si quieres ahondar sobre la aportación de estas dos prácticas y metodologías para afrontar los cambios y retos futuros, te invitamos a que nos acompañes en el 1º Congreso EMCC SPAIN que se celebrará los días 14 y 15 de Octubre del 2021 y en el que participará como ponente nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel, junto a David Clutterbuck, Julio Olalla, Damian Goldvarg y Beatríz Valderrama. Puedes realizar tu inscripción en el siguiente enlace. 

Uno de los criterios que se utilizan para determinar el tipo de trabajo de investigación que un antropólogo debe llevar a cabo es saber si lo que pretende con ello es más bien entender o explicar (distinción útil a efectos de determinar las herramientas de investigación más adecuadas). Esta distinción me parece enormemente relevante, ya que en la conversación de las sesiones de mentoring ambas cuestiones deben de estar necesariamente presentes. En este sentido, tengo claro el rol -predominante- que ha de cumplir cada parte: el mentor ha de entender el discurso del mentee para que éste, finalmente, logre explicarse hasta el punto en que lo que tenía que decir, haya sido finalmente dicho. La paradoja de esto es que el mentee al explicarse logra finalmente entender-se, lo cual cierra un proceso en el que la comunicación interpersonal alcanza los parámetros más áureos posibles.

Es ocasiones (frecuentes) entender implica indagar sobre aspectos que retrotraen al pasado del mentee. Indagar sobre los antecedentes pudiera parecer lo propio de una curiosidad malsana, en el sentido que podemos dar a la actividad de un entomólogo que se obsesiona por diseccionar las vísceras de los animales objeto de su investigación, pero cuando el mentor hace algo así, está asimilando la perspectiva desde la que el mentee habla, intentándose ponerse en el origen de la mirada, para inmediatamente después saber hacia dónde ésta es proyectada. Es una relación muy parecida a la que el antropólogo establece entre la cultura por un lado, y las creencias y actitudes por otro. Y lo hace, precisamente, aplicando esquemas propios del método experimental (ejerciendo la cultura como variable independiente y las creencias y actitudes como variable dependiente). Esa relación de causa-efecto ha de ser, por supuesto, establecida también por el mentor, pero en este caso sustituyendo la cultura por aspectos tan variopintos como las experiencias laborales anteriores o los elementos definitorios de la estructura organizativa en las que se desenvuelve y que condicionan el trabajo del mentee.

Este asunto del conocimiento de las “VI” (cuando estás actúan como claros limitadores) en el trabajo del mentor es terreno abonado para un amplísimo -y a veces parece que interminable- debate. Así es, periódicamente asisto a digresiones sobre si el mentor ha de introducirse en el terreno de la intervención psicológica. Tengo claro que no, pero sí puede y debe retar al mentee a que sea capaz de validar prejuicios y sesgos que le bloquean o directamente le impiden avanzar. Esa petición de validación tiene una capacidad de desactivación nada desdeñable, porque en abundantes ocasiones pone al mentee ante la evidencia del desajuste entre su conversación interior (por ejemplo) y lo que realmente ocurre “ahí afuera”. Y ocurre que a partir de ese análisis se hace consciente de la fuerte carga distorsionadora que pueden arrastrar sus valoraciones.

Todo esto nos lleva al rol del antropólogo como testigo objetivo de la realidad a la que aluden los entrevistados (y que también es escuchada durante el trabajo de campo). Es decir, a la confrontación entre la interpretación de la realidad que hace el mentee y los hechos objetivos con lo que es necesario confrontarla. Evidentemente, y es necesario decirlo, este tipo de tarea es posible llevarla a cabo en un programa de mentoring organizacional con mentores “de la casa”, pero es difícil de llevarla a cabo en otros procesos de mentoring en los que el profesional no comparte experiencia organizacional con el mentee. Como ya he dicho otras veces, si no se confronta las aspiraciones del mentee con las condiciones y posibilidades que el entorno ofrece, como profesionales empezamos a comportarnos como auténticos embaucadores. ¿Qué hacer entonces? Evidentemente, se ha de obtener información suficiente sobre la realidad de esa organización, si no se dispone de ella. Y así como hace el antropólogo, el mentor deberá de representar mentalmente el grado de adecuación entre las expectativas de, por ejemplo, la carrera profesional del mentee con los procesos de promoción abiertos y las vacantes futuras previstas (dentro un horizonte temporal manejable, por supuesto).

Hay otra cuestión donde ambas disciplinas ponen su acento y es en el asunto de la tan traída y llevada empatía. En la formación de un antropólogo es un asunto que también se aborda. Al profesional de la antropología se le invita a no dejarse llevar por un falso señuelo: el de que cuanto más empatice, más logrará entender. Al contrario, el antropólogo entiende plenamente cuando, una vez que ha estado “calzando los mismos zapatos” de los sujetos, abandona de nuevo esa posición y regresa a su posición inicial, para tomar distancia y generar la correspondiente reflexión (una reflexión que habrá de volcar en el correspondientes soporte documental, no nos olvidemos). Ya sabe entonces desde qué perspectiva habla el sujeto de estudio. Por su parte, esa distancia permite al mentor como antropólogo generar el efecto de refracción necesario, es decir, ser “aquello otro” (y no aquello mismo) que el mentee necesita para ser lo más genuino posible en sus respuestas, pudiendo encontrar en el mentor alguien que le ayuda a desenroscar los nudos gordianos de su discurso pero, y este es el quid, a medida que van apareciendo como parte del curso natural de los acontecimientos. Ello busca, además, que su presencia genere la menos distorsión posible en el comportamiento del mentee. Esa es la dimensión del reto: estar plenamente pero sin generar la más mínima entropía en el ánimo del mentee.

En este sentido, un buen profesional del mentoring aprende a desentrañar una letanía implícita en el discurso del mentee, y es la que más o menos viene a decir lo siguiente: Necesito que me escuches, para que al escucharme, yo pueda explicarme enteramente (lo cual en el caso del antropólogo sería algo así como: quiero que me dejes comportarme como lo hago habitualmente, sin que tu presencia me condicione). Ese “quiero que me permitas terminar” es, quizás, una de las más compulsivas necesidades de todos los seres humanos. Necesaria cura de humildad para un mentor que ha de abrazar, incondicionalmente, esa dimensión instrumental de su trabajo. Completar y redondear un argumento -y por ende un discurso- es fundamental para el mentee porque, en caso contrario, medio decir puede ser equivalente a no decir nada.

Evidentemente esto aleja -y mucho- a la antropología -y al mentoring- del mero conductismo. El universo de significados que una persona inviste a sus actos son fundamentales para entender el conjunto de acciones que está en disposición de poder llevar a cabo en el futuro, porque esos significados se nutren de valores, por ejemplo, y los valores expresan lo deseado. Así que, gracias a su identificación, el mentee se proyecta hacia ese futuro, vinculándolo a su deseo y a las recompensas que espera encontrar en él.

Dejo para el final una cuestión que considero constitutiva y característica de todo buen mentor. Recojo para ello enfoques defendidos desde el estudio de la antropología como ciencia social por autores como BertauxHastrup y Hervik y también termino yo de explicar enteramente lo que ya avancé con anterioridad. Si el mentor -como el antropólogo- no quiere perder su identidad, su independencia y su sitio (y me gusta especialmente este último término) y, por tanto, la capacidad para analizar racionalmente el proceso, ha de poseer un potente y sólido conocimiento de sí mismo. ¿Con qué objetivo? Para saber cómo situarse ante sus interlocutores y saber apreciarlos no desde (mi) para sino a partir de (su) desde, sabiendo mantener el quizás más difícil equilibrio: aquel que reduce al mínimo la influencia de sus propios prejuicios y agenda personal y mantiene al mismo tiempo la independencia que le hace ver con nitidez lo que realmente está sucediendo.

Autor: Lucas Ricoy

Mentor Acreditado Escuela de Mentoring

 

(Foto cortesía de Jordan Madrid)

Emprendí con 24 años recién cumplidos y vengo de una familia de empresarios/as. Desde los 24 años me vincule al mundo asociativo empresarial porque me parecía la forma más rápida de aprender sobre como gestionar una empresa: aprendiendo de otros, conversando con otros, observando a otros que ya lo eran y tenían más experiencia que yo en ese ámbito y rol. Durante muchos años estuve muy implicada en el asociacionismo empresarial y confieso que en algunos aspectos imbuida por el ambiente y por su lenguaje, un lenguaje que tiende a llevarlo todo a términos de mercado, productividad, producto, máquinas, dinero. Nunca me presente como empresaria porque nunca me sentí como tal, para mí tener una empresa, haberla creado, ser su propietaria, dirigirla era exactamente eso «tener una empresa», no ser empresaria. Será también porque para mí tener una empresa es una forma de canalizar mis proyectos, mis propósitos, no lo que soy. No es el que, es el como o la forma de recorrer el camino.

Te cuento todo esto porque siempre hubo algo con lo que no acaba de encajar en el mundo de la empresa, de una forma natural me fui distanciando de los eventos de networking empresarial, de las asociaciones empresariales y con el tiempo le puse nombre a esto que no encajaba y era el lenguaje, un lenguaje que como digo me parece que nos convierte en productos, en objetos, en cosas y nos deshumaniza. «Hay que saber venderse» es una de esas frases que se repiten y que generan rechazo en muchas personas, ¿realmente las personas tienen que venderse? ¿somos mercancía? Otra cosa distinta es que una persona que quiere obtener un contraprestación dineraria por lo que hace tenga que mostrar lo que hace y atraer la atención sobre ello y poder hacer ver que aporta el valor que el otro necesita y está dispuesto a pagar por ello. Pero ¿eso es venderse? ¿es la mejor forma de expresarlo? El lenguaje no es neutral, crea realidades y la pregunta es si quiero crear una realidad en la que soy un producto/mercancía o una realidad en la que soy un ser humano que con su talento aporta un valor que otros necesitan y, por tanto, contribuye con mi valor a aportar valor. Y con valor no me estoy refiriendo a valor monetario, que se traduzca en ello es otra cosa también. A algunos les podrá parecer lo mismo, a mí no. El lenguaje no es inocente, tiene intencionalidad, la de crear una imagen del mundo, de la realidad, de las cosas y de las personas. Desde luego yo no quiero que la imagen que se cree de mi sea la de un producto y mucho menos quiero que mi valor como persona o el valor de lo que hago esté supeditado al estándar del dinero, a cuanto gano, cuánto cobro o cuánto tengo. Lo cual tampoco significa que no pretenda ganar dinero con lo que hago. Dicho todo esto, soy consciente de que en muchas ocasiones yo misma caiga en el hechizo económico y mercantilista al expresarme, procuro también ser cada vez más consciente de ello y ser guardiana de mis palabras.

Nuestro lenguaje forma nuestras vidas y hechiza nuestro pensamiento. Albert Einstein.

El lenguaje al nombrar algo, destaca ese algo, lo hace real, sale de la oscuridad a la luz y es a partir de ese momento cuando se puede intervenir sobre ello. En función de lo que se muestre, es lo que se ve y es como se trata y de todo ello derivan los resultados. Si con el lenguaje utilizado estamos mostrando la idea de que somos un producto en lugar de una persona, nos tratarán como a productos, nos acabaremos mercantilizando.

Los productos se etiquetan, se les pone un nombre y una pegatina (u otro medio de etiquetado), donde se dice cuál es su composición. Al etiquetarlos los marcamos dentro de unos límites, son eso y no son otra cosa y tampoco lo pueden ser, porque esa etiqueta crea una certeza y una garantía de que lo que pone en ella es lo que es y no otra cosa y que, por tanto, el resultado que esperamos encontrarnos y conseguir es ese y no otro.

Dice Alenxandre Jollien, en su libro «El oficio de ser hombre» que cuando la persona desaparece bajo la etiqueta que le adjudicamos la reducción de nuestra mirada se convierte en un peso muy grande que magulla la personalidad y abre secretas llagas. La etiqueta puesta parece no poder despegarse y lleva implícita no solo atributos sino también efectos. ¡ Cuántos diagnósticos tajantes encierran, reducen y condicionan toda esperanza!

Utilizo con frecuencia este vídeo sobre un experimento real con 6 fotógrafos y el efecto de las etiquetas en la mente de las personas, en su comportamiento y en los resultados. Y lo utilizo, muy especialmente, cuando trabajo con personas jóvenes que acaban de finalizar sus estudios y buscan su primera oportunidad laboral relacionada con ellos. Siempre les transmito la idea de «sois más que un título», porque un título también se acaba convirtiendo en una etiqueta que nos impide mostrar otras muchas más cosas que somos y aportamos y, por tanto, impide a los demás ver más allá del título.

 

Las etiquetas nos impiden comprender el misterio que habita en cada persona. Alexandre Jollien

No desconozco el hecho de que etiquetar, en el sentido de clasificar, es una herramienta mental que el ser humano utiliza para reducir la complejidad que supone gestionar la amplitud de la realidad, para poder abarcarla mejor y con ello manipularla mentalmente como información para dar una respuesta, pero lo que es una estrategia no puede terminar convirtiéndose en una verdad absoluta, en un sesgo, porque entonces ya no sólo no nos es útil y nos limita, sino que nos perjudica y perjudica a otros. La simplicidad que aportan las etiquetas se acaba convirtiendo en simpleza y la simpleza reduce la riqueza de la diversidad, de la variabilidad, de la posibilidad del misterio, del descubrimiento, del asombro, de la sorpresa. Con ello estamos limitando la estimulación intelectual, el reto que supone descubrir algo nuevo antes no captado y el aprendizaje que genera tener que enfrentarnos a ello. Cuando trabajamos con personas lo fácil, lo rápido y lo cómodo es etiquetar, ahora bien, no es lo que más valor aporta a ninguna de las partes, a la relación y a lo que pretendamos lograr. Porque si me quedo en lo aparente me estoy perdiendo la oportunidad de imaginar, de explorar, de descubrir lo que puede haber más allá. Me estoy perdiendo la posibilidad de engrandecer mi pensamiento y mi vida.

«Vive la vida, vívela en la calle y en el silencio de tu biblioteca. Vívela con los demás, que son las únicas pistas que tienes para conocerte»Extraído del poema  incluido en «Por fuertes y fronteras» de Luis Alberto de Cuenca.

En la metodología que promuevo para acompañar los procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo de las personas y las organizaciones a través del mentoring, huimos de etiquetas, test y clasificaciones, lo que no significa obviar la existencia de unas tendencias en las personas que para su mejor comprensión y trabajo con ellas se ordenan en taxonomías o clasificaciones. Ahora bien, tenerlas en cuenta es usarlas como unas referencias o coordenadas que nos pueden ayudar a captar mejor y comprender a las personas para acompañarlas, pero nunca a etiquetarlas. Porque al etiquetarlas les impedimos expresarse en su totalidad y diversidad, en sus posibilidades de ser y de ofrecer otros registros, o mostrar otros prismas y destellos. Al etiquetarlas las limitamos, las encarcelamos.

 

El etiquetado deriva de una obsesión por la estandarización que es más propia de los productos fabricados en masa, todos perfectamente iguales en base al molde creado, un molde rígido inamovible, ideado y contruido por otros. Lo que no responde al estándar no es normal, no vale, se desecha. Este modelo de pensamiento acerca de lo que es normal y no es normal en base a que encaje en el molde previamente decidido como ideal, por no se sabe quien, nos reduce, nos limita, nos convierte en objetos estandarizados, elimina nuestra originalidad, nuestra autenticidad, nuestra esencialidad, nuestra libertad, sin contar sobre como influye en nuestra autoestima. Y claro está si no encajas en el estándar quedas excluido de la normalidad, estás fuera de los márgenes, acabas estando marginado, siendo excluido. Lo triste de todo esto es que, como dice Alexandre Jollien, «cada uno de nosotros somos un caso social único, un espécimen y ejemplar irrepetible, una deliciosa excepción» pero la excepcionalidad de cada ser humano, que es nuestra grandeza, acaba siendo nuestra tortura. No me extraña que el gran Ortega y Gasset dijera que «Ser un héroe consiste en ser uno mismo».

 

 

Siento que la influencia del etiquetado es tal en nuestras vida, que nos hemos convertido en yogures, ya no basta con ser yogurt, no basta con ser persona, tenemos que tener  sabores, cereales, semillas, fruta, bífidus activo, estar hechos con leche de cabra, oveja, vaca, sin lactosa, ser griegos, búlgaros, kéfir, es decir, tenemos que añadir apellidos, adjetivos, medallas, títulos…. No es que diferenciarse a nivel de lo que hacemos o podemos aportar esté mal, el problema está cuando todo eso está por encima de ser persona, de ser humano, nos hace olvidarnos de lo esencial y nos impide ver más allá de esas etiquetas. O nos impide conectar con lo que nos une y nos centramos solo en lo que nos diferencia. También nos reduce, porque si somos yogurt sin lactosa no lo somos con lactosa, y si lo somos griego no los somos búlgaro, y las personas más que ser estamos siendo, tenemos muchas posibilidades de ser. A lo que se añade que en muchos casos, al igual que ocurre con los yogures, el etiquetado que nos ponemos depende de las modas que crean otros, y de lo que otros (el mercado) dicen que tenemos que ser, lo cual nos acaba llevando a la esquizofrenia del cambio personalque suele acabar desembocando en «ya no se quien soy», «no se lo que quiero», «no se que hago aquí», «no encuentro sentido a lo que hago, a mi vida….».

Cuando organizamos nuestro mundo poniendo etiquetas a la realidad corremos el peligro de dejar de ver la realidad y solo ver las etiquetas. Y el gran peligro de las etiquetas es que cuando las ponemos o las adoptamos estamos atribuyendo a los demás y al mundo las características de nuestro mundo mental, con lo que acabamos viviendo atrapados y limitados en un mundo que no es real, sino construido por nosotros en nuestra cabeza.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring

Comenzamos  una  nueva colaboración  con la Revista Capital Humano, a través del espacio cedido a EMCC SPAIN, con un artículo de nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel, bajo el título «Alquimia Conversacional: el arte de catalizar cambios ágiles, efectivos y sostenibles. 

El artículo aparece publicado en la edición de Mayo, Nº 364, Sección Crecimiento profesional y aborda la práctica conversacional como herramienta estratégica de gestión empresarial.

Las organizaciones deben promover el desarrollo de la inteligencia conversacional de sus colaboradores, porque es garantizar la calidad y actualización de su talento, mejorar la calidad del pensamiento para optimizar los procesos de toma de decisiones y el aprendizaje de la experiencia, como herramienta para elevar el nivel de desarrollo competencial.

Para ello es necesario desarrollar las destrezas conversacionales que entrenamos en la metodología Integral Generative Mentoring y se describen en el último libro publicado por nuestra Directora Ejecutiva, «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional». Ediciones Pirámide 2019.  Así como dominar las tres dimensiones de las conversaciones transformadoras, la comunicación afectiva y efectiva y el proceso de la pirámide conversacional, todo lo cual se describe en el citado artículo.

En la alquimia conversacional se ponen en acción las famosas habilidades «Head, Heart, Hands», habilidades de pensamiento, emocionalidad y ejecución, que requiere el nuevo liderazgo, según un estudio realizado por Boston Consulting Group en el 2020 en más de 4.000 organizaciones. La alquimia conversacional es la habilidad clave para un liderazgo afectivo y efectivo.

Si quieres leer el artículo completo puedes consultar en este enlace .

Libro Mentoring

Muy agradecidos a EMCC SPAIN y la Revista Capital Humano por esta colaboración, que nos permite seguir difundiendo y compartiendo los beneficios de la inteligencia conversacional y relacional que promovemos a través de nuestra metodología Integral Generative Mentoring. Si quieres conocer más sobre ella, te invitamos a leer el libro «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional» de Mª Luisa de Miguel.

La religión ha tenido el papel de dar sentido, guía, soporte, seguridad e, incluso, esperanza e ideales nobles a la vida del ser humano. Ha tenido la misión de ser un sistema de creencias al que acudir en momentos de adversidad, sufrimiento, desestabilización y desesperanza.  Muchos han sido los autores (William James,  Freud, Jung, Gordon Allport, Erich Fromm, Viktor Frankl) que han sostenido que la religión cumple funciones fundamentales en la vida de las personas, como dar cobijo, esperanza, orientación y sentido existencial.

La palabra religión procede del latín «religare» que significar religar, es decir, volver a unir a conectar. La religión ha sido el vehículo para unir al ser humano con una divinidad, entendida esta como el símbolo de lo que trasciende al ser humano y, a la vez, forma parte de su esencia. Es una vía de conexión humana que transciende lo individual pero a la vez es universal. La necesidad de conexión, de vínculo es un instinto natural, innato. Erich Fromm nos recuerda, en «El Arte de Amar», que el ser humano tiene la necesidad de evitar el aislamiento y la soledad, la necesidad relacionarse con el mundo exterior, estar conectado con él.  Las personas tiene terror a la soledad, pero no a una soledad física, sino a una soledad existencial, es decir, a una existencia desconectada de los otros, del mundo, del significado último de la vida. Una persona puede estar sola físicamente hablando durante mucho tiempo y, sin embargo, estar conectada, vinculada con ideas, valores, principios o incluso normas o ritos sociales que le proporcionan un sentimiento de comunión y pertenencia. También puede vivir entre la multitud, rodeada constantemente de personas y, no obstante, sentirse sola, aislada, desconectada. Creo que lo que todos hemos vivido durante estos meses de cuarentena por el COVID-19 lo refleja perfectamente y explica rituales como salir a aplaudir en los balcones todos los días a las 20:00 horas.

Los efectos del aislamiento son tan devastadores, a nivel mental y emocional, que las personas huimos de la soledad. El problema es que esa huída es hacia afuera y no hacia dentro. Y cuanto más buscamos fuera compensar esa soledad (televisión, relaciones superficiales, rrss, adicción al trabajo) más nos vamos desconectando de nosotros, desligando de nosotros y más vacío y soledad sentimos. Y lo peor es que acabamos cayendo en manos de fanatismos, extremismos, populismos, radicalismos, nacionalismos porque todos ellos se basan en explotar la necesidad humana de estar conectados a algo, de ser parte de algo que nos da sentido e identidad. Necesitamos objetos de devoción porque ser devoto implica inclinarse con fuerza hacia algo, algo que nos hace sentir vivos, conectados, pertenecientes a, vinculados a. Hace no tanto la devoción se traducia en una vocación y una vocación era mucho más que realizar un trabajo era amarlo, era sentirnos unidos a él porque al hacerlo nos realizabamos, nos sentíamos parte del mundo, transcendíamos, sentíamos que estabamos dando lo que queríamos para encontrar nuestro lugar en ese mundo.

Con los años la devoción a un ideal, a una vocación, a una profesión, a unos valores se han ido transformando en la devoción al dinero, al estatus, al placer, a la imagen. Todos estos objetos de devoción son efímeros, caprichosos, cambiantes y lo que es peor cuanto más devotos somos a ellos más nos consumen y menos nos realizan. Hemos cambiado la fe por el apego, la creencia en ideales por la sumisión a las novedades o las modas. Nos hemos vuelto una sociedad descreída, sin creencias en las que confiar y sin confianza el ser humano se vuelve pasivo, dependiente, replegado en sí, se cierra y no se expande. No creemos en la religión, no creemos en la democracia, no creemos en las instituciones, no creemos en la ciencia (el recelo a las vacunas para el COVID es una muestra más de este descreimiento:la última encuesta del CIS nos cuenta que un 48,3% de los encuestados recela de la vacuna), no creemos en la sociedad civil como motor de cambio, no creemos ya en nuestros vecinos y no creemos en nosotros mismos. Pero como necesitamos creer, porque sin creencias, sin certezas el ser humano vive en la angustia, en la inseguridad pues acabamos creyendo en lo último que llega, lo que más nos impacta emocionalmente, en lo que creen los famosos influencers. El fenómeno de las fake news tiene bastante que ver con la falta de creencias sólidas, de criterios a los que agarrarnos para valorar, para decidir, para actuar. Esta falta de creencias, está pérdida de confianza en nuestros pilares tradicionales (linaje, religión, democracia , ciencia) nos ha dejado huérfanos de asideros  y la orfandad, el abandono, el desamparo se agudiza en situaciones de crisis en las que sentimos que además de la pérdida inmaterial nos enfrentamos a la pérdida material que nos ha estado sosteniendo (el puesto de trabajo, la posición social, el poder adquisitivo, la casa, el coche…) y ahora lo más importante la salud y la vida.

Tantos años mirando y buscando fuera nos ha hecho olvidar que, el ser humano, como señala Viktor Frankl, tiene la capacidad de crear sus propios fundamentales, es decir, crear supuestos últimos capaces de guiar y subordinar nuestra conducta a unos valores últimos, que pueden estar vinculado o no a una religión. Así, para una persona, su fundamental puede ser la religión católica o la budista, pero para otra puede ser la familia, los hijos, el amor, la libertad, la justifica, la protección medioambiental, la ayuda a los más necesitados, etc. Esos valores fundamentales últimos responden a preferencias esenciales que nos orientan en la vida y a la necesidad universal del ser humano de tener una orientación, un fin al que dirigir su vida, que le da sentido a la misma. Ese fin se convierte en un  objeto de devoción, y lo relevante no es cual sea ese objeto o que sea uno un otro, sino si el mismo  contribuye al desarrollo del hombre, de sus potencias específicamente humanas  o si, por el contrario, las paraliza y las anula.

También Gordon Allport  decía que toda persona, esté o no religiosamente orientada, tiene sus propios supuestos últimos. Unos supuestos sin los que no puede vivir porque para él o ella son verdaderos, en el sentido de que son la verdad que quiere ver en el mundo y por eso le aportan certeza, seguridad y un sentido de conexión y de no aislamiento. A lo largo de la historia esos supuestos han sido proporcionados por el linaje (la familia, la pertenencia a un estamento social), la religión, la democracia. Esos supuestos nos aportan confianzafe, creer en algo estable y fuerte que nos ayuda a comprender el mundo, a vivir en él y nos proporciona la energía (lease motivación, voluntad) para actuar conforme a él. Esos supuestos son nuestras convicciones, que Carl Jung afirmaba necesitaba el ser humano para dar  un significado a su vida y encontrar un lugar en el universo, porque todo ello le aportan paz, tranquilidad, bienestar y felicidad a la persona.

Creer en algo nos da fuerza y nos da seguridad, si en lo que creemos nace de nuestra esencia, de nuestros valores, de nuestro yo ideal y lo concretamos en algo que es realizable en el mundo exterior y aporta a otros, esa creencia se transforma en confianza, en energía creadora que nos impulsa a mejorar, a superarnos, a retarnos, a luchar y entramos en una dinámica de realización crecimiento y bienestar. El propósito personal es nuestra religión, es la causa de nuestra fe y nuestra confianza y, como desde muy pequeña me enseñó mi madre, «la fe mueve montañas».  Arquímedes dijo «dadme un apoyo y moveré el mundo» quizás ese apoyo trasladado al mundo existencial de la persona sea el propósito, porque toda persona con un propósito claro y conectada a él es capaz de movilizar lo mejor de sí misma y de los demás para conseguirlo.

La fuerza del propósito nace de su conexión con nuestros valores fundamentales, con la creencia de que el mundo debe ser justo, libre, compasivo, generoso, creativo y la forma que encontramos de hacer realidad ese valor: enseñando, siendo padres o madres, innovando, sirviendo en el ejercito, en las misiones, comunicando, haciendo reér, bailando, investigando, diseñando edificios. Cuando lo conectamos amamos lo que hacemos y hacemos lo que amamos y eso genera un compromiso que va más allá de la motivación, el placer, la satisfacción, el reconocimiento, el dinero que ganamos, etc. Actuar de acuerdo a nuestro propósito, con devoción a nuestra vocación, nos permite sentir que estamos ligados a él en cada acto que lo revivimos. La promesa de recompensa eterna, que antaño proporcionaba la religión, se sustituye ahora por la de transcendencia y legado.

Como cuenta Viktor Frank en su libro «El hombre en busca de sentido» los que demostraron tener mayor capacidad para sobrevivir en los campos de concentración, incluso en aquellas situaciones límite, eran los que estaban orientados hacia un futuro, hacia una tarea que les esperaba, hacia un sentido que querían cumplir. Eso es el propósito, nos hace resistir, nos hace ser fuertes, comprometidos, ligados a una causa movilizadora y estimulante.

En un momento en que nos sentimos desbordados, desmoralizados, desorientados es importante recuperar conceptos como el propósito y ponerlos en el centro de nuestra recuperación, nuestro fortalecimiento, nuestro desarrollo. Por ello, está emergiendo una idea de religión personalizada, en el sentido de capaz de dar respuesta a cada persona del significado último de su vida, teniendo en cuenta sus especiales características, condiciones genéticas, contextuales y sus propias categorías fundamentales. Esa religión personalizada es el propósito que se traduce en vocación y se materializa en visiones, misiones, metas, objetivos, acciones y resultados, y que puede a su vez conectarse con otros propósitos individuales a través de diversos mecanismos de organización social: movimientos activistas, organizaciones empresariales, benéficas, el servicio público.

Esta religión personalizada lejos de acrecentar el individualismo, la separación, el enfrentamiento puede ser un lazo de unión, una especie de ligazón entre necesidades personales y sociales, un mecanismo para autorrealizarnos y contribuir al bien común a la vez. El propósito puede ser la vía hacia un humanismo social.  Estaríamos hablando de construir una sociedad basada en las diferencias personales, con diferentes propósitos y religiones personales pero a la vez conectadas por lo que nos une como humanos, el deseo de realizar un propósito que da sentido a nuestras vidas y que a la vez nos permite conectar valores y fortalezas humanas. Sería una religión fraternal porque no nace de la imposición de una institución, un comité de representantes de la divinidad, sino de la libre elección de la persona que no solo la funda sino que la conecta con otras y lo hace en base a un conocimiento de causa, es decir, en base a un conocimiento de propósitos y su capacidad de unirse para lograr algo más grande: unir propósitos para crear lazos, para construir confianza y ganar seguridad sin perder libertad. Esta nueva idea de religión, esta nueva forma de unirse y conectarse será la fuente de un funcionamiento humano óptimo, de nuestra resiliencia y una antifragilidad, a nivel individual y social.

 

Cuenta Tarun Khanna, profesor de la Escuela de Negocios de Harvard y autor de “Contextual Intelligence” que cuando era niño le decían  ‘debes estudiar algo práctico para que seas ingeniero, médico, contador. No vayas a ser filósofo o algo así’ y que, siguiendo ese consejo estudio, matemáticas en Estados Unidos con la idea de dedicarse a desarrollar programas informáticos y ganarse la vida. Sin embargo, dice que, en su carrera profesional, “ me he encontrado con que los problemas más difíciles de la sociedad no son los relacionados con la ciencia dura, los problemas más complejos tienen que ver con el comportamiento humano y con cambiar la mentalidad a la gente.

Para comprender las diferencias en el comportamiento humano derivadas de la diversidad, la multiculturalidad, del cambio sociológico constante es necesario desarrollar una forma de mirar multifocal. La inteligencia contextual te ayuda a desarrollar lentes más amplios para ver lo que ocurre ahí fuera, en la sociedad, a las personas, y cómo eso influye en las decisiones que tomas a nivel personal y organizacional y, lo que es más importante aún, que impacto tiene todo ello en nuestros resultados presentes y futuros. No es algo nuevo, el psicólogo Robert Stenberg, uno de los mayores expertos en el tema de la inteligencia, considera que la inteligencia contextual es una de las tres patas de una inteligencia exitosa y la define como la capacidad de generar conductas adaptadas al mundo real, lo que de una forma común viene a ser el “saber dónde estamos parados” y actuar en consecuencia. La inteligencia contextual es la que hay que activar cuando tenemos que adaptarnos al entorno para poder lograr nuestros objetivos. Como señala Stenberg es la inteligencia práctica, aplicada al mundo real, al día a día.

Quizás la pandemia que estamos viviendo ha sido una gran prueba de fuego para la inteligencia contextual, porque nos ha obligado a entender los límites del conocimiento y la experiencia que teníamos para resolver problemas totalmente desconocidos y a tener que adaptar ese conocimiento, experiencia y habilidades a la nueva realidad para buscar formas efectivas de responder a ella. Esto es algo que ya nos había enseñado la globalización pues en ocasiones muchas ideas, negocios, herramientas, técnicas, estrategias, mensajes que utilizabamos en un contexto cultural no eran aplicables a otro. También nos lo ha ido enseñando el mundo de internet y las RRSS donde las imágenes, los mensajes han tenido que ser adaptados en estilos, longitud, frecuencias. No es lo mismo comunicarse en twiter que en facebok, instagran o linkedin.

La inteligencia contextual implica saber trabajar con información del pasado, presente y futuropues requiere integrar de forma eficaz 3 tipos de inputs:

  1. Conocimiento de eventos relevantes del pasado
  2. Control de las variables contextuales que afectan al presente
  3. Aplicación de la intuición sobre eventos futuro

No todo se tiene que cambiar, hay elementos del pasado que será necesario mantener para asegurar el cambio, además el pasado es una fuente de aprendizaje y conocimiento. El presente nos condiciona en cuanto a que es quien demanda una respuesta, una solución y, dependiendo de las características del contexto, las opciones serán diferentes, además de que la experiencia pasada y las soluciones anteriores pueden no ser aplicables a la nueva realidad. También debemos contemplar cómo la solución actual afectará al futuro, lo que implica intuir por donde evolucionará.

 

La inteligencia contextual es clave para saber adaptarse a los cambios, para responder a la diversidad, para gestionar la complejidad y para navegar en la interdependencia que propicia la globalidad. Como señalan Tony Mayo y Nitin Nohria, en el libro «En su tiempo», «El éxito en un tiempo y contexto determinado no garantiza el éxito en el futuro”, por ello, el desarrollo de la inteligencia contextual no solo es clave en el liderazgo sino también en el desarrollo del talento, para evitar su desactualización y obsolescencia y, por supuesto, en la toma de decisiones en cualquier ámbito y etapa de la vida. Otro ejemplo en este sentido lo hemos vivido en este último año con el teletrabajo y el desarrollo de un gran número de actividades de forma virtual. El mundo virtual es un nuevo contexto en el que las reglas del juego cambian. Sin ir más lejos la duración de las reuniones o los talleres formativos no pueden ser las mismas en el contexto físico que en el virtual, lo mismo ocurre con las formas de gestionar equipos, de ejercer el liderazgo, o de impartir la formación.

Cada uno de nosotros vive en dos realidades paralelas, la realidad del mundo exterior y la realidad de nuestro mundo interior. En esta última se aloja la interpretación que le damos al contexto y cómo nos afectan las interacciones y experiencias que tenemos en él. El autoconocimiento y el conocimiento contextual son las dos piezas clave para tomar decisiones sabias, que no solo nos permitirán responder a las demandas del presente sino también construir el futuro que queremos.  Además del autoconocimiento necesitamos cultivar la lectura contextual, detectando en cada momento oportunidades para lograr nuestros objetivos, aprender, innovar y mejorar; saberinterpretar los tiempos que se viven, estar al día y alineado con las nuevas tendencias y saber identificar las nuevas necesidades y demandas que aparecen para redefinir nuestras estrategias. La inteligencia contextual desarrolla el olfato para presentir oportunidades y evitar amenazas, obtienen una visión más amplia, profunda y de largo alcance, despierta la creatividad y educa una actitud vigilante del contexto para saber cómo actuar. Básicamente, la inteligencia contextual se fundamenta en la observación externa, lo que pasa a nuestro alrededor, y en la observación  interna, quiénes somos, qué queremos y qué podemos hacer. De ahí surge la capacidad de adaptación, de saber combinar de forma optima lo individual y lo contextual.

Con el resultado de lo observado o lo escuchado hay que analizar, por ejemplo, para determinar si lo que estamos captando en el contexto es una tendencia o una moda, porque las modas son pasajeras y temporales, pero las tendencias se quedan y son el germen de oportunidades de crecimiento futuro, individual y organizacional. Para identificar tendencias, además del análisis de datos, es necesaria la intuición, que nos permite extraer patrones, conectar elementos aislados que juntos dan lugar a una nueva vía de respuesta, a una nueva posibilidad, así como la imaginación para realizar planificaciones de escenarios posibles y diseñar planes b, c y d, para ganar en flexibilidad y capacidad de respuesta.

La lectura contextual debe ser empática, centrada en observar y escuchar con genuino interés al otro, especialmente a quienes son diferentes a nosotros por edad, sexto, cultura, ideología. Se trata de comprender más que de saber, de ser sensible a las formas de pensar de otros, a sus necesidades y circunstancias, a sus costumbres y rituales. Como señala Joseph NyeSin sensibilidad hacia las necesidades de los demás, el análisis cognitivo puro y la experiencia extensa pueden resultar insuficientes”. Esa sensibilidad se comienza a demostrar cuando adaptamos nuestro lenguaje, nuestros sentido del humor, nuestros rituales a los del contexto y las personas con las que estamos interactuando, como una muestra de acercamiento, de conexión. También cuando preguntamos y nos interesamos por conocer cómo son, qué quieren, que necesitan, en lugar de avasallar con lo que nosotros somos o hacemos e intentar convencer desde el minuto uno de que lo nuestro es lo mejor o de que tenemos la solución a lo que necesitan, sin haber dedicado tiempo a comprender en profundidad qué necesitan realmente. También es importante aclarar significados para trabajar sobre conceptos claros y no sobre interpretaciones, así como conocer cómo lo están haciendo ya, de que experiencia parten para construir desde ahí y no cortar el lazo de unión con el pasado. Si algo enseña la inteligencia contextual es que una misma palabra cobra significados diferentes, no solo en el contexto cultural sino en el contexto particular de cada persona. Las diferencias de significados no captadas son fuentes de muchos malentendidos, conflictos, pérdidas de tiempo y fracasos.

La inteligencia contextual forma parte de la «mentalidad mundana», que Henry Mintzberg considera una de las 5 mentalidades clave de un directivo y líder. Su desarrollo pasa por someterse a experiencias y relaciones diversas porque con cada nueva situación, con cada nueva persona se pone a prueba nuestra empatía, nuestra capacidad de captar las diferencias y saber gestionarlas, nuestra capacidad de negociar y saber adaptarnos a ella. También por trabajar la conciencia política, esa habilidad social de saber interpretar las corrientes emocionales de un colectivo, las relaciones de poder, las influencias, la red de relaciones, que se dan en los grupos y las organizaciones. Para su desarrollo puede ayudar buscar distintas ópticas de ver y resolver un problema o reto, acudiendo a diferentes profesionales, diferentes perfiles de personas, diferentes roles.

La inteligencia contextual es imprescindible para liderar personas diferentes, para gestionar organizaciones multiculturales y diversas, para gestionar las diferencias de forma integradora, para adaptar nuestro talento a los cambios y actualizar nuestras competencias, para comunicarnos de una forma empática con nuestro público y entorno haciendo llegar nuestro mensaje e influir de formar eficaz y para convertir al contexto en un aliado de nuestros procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo.

Transmitting learning through storytelling is an age-old tradition, which has regained prominence in recent years as a tool for the development of skills and competencies.

If we look back on our lives, we can probably recall a few situations where someone told us a story from which we learnt something. The moral of the stories they used to tell us when we were growing up served an educational and exemplary purpose.

When we listen to a story, our mind is more open, allowing for better listening and understanding, which enables a deeper and long lasting learning experience. This translates into an acceleration of learning and therefore reduces our resistance to change. Stories are a perfect ally when we are trying to awaken someone’s interest and inquisitiveness, which are essential prerequisites for continuous learning.

¿How does storytelling work in mentoring? Mentors are storytellers; it is through their stories that they allow their mentees to reflect, question, and reaffirm. These stories can be tales, jokes, films, anecdotes, but mainly personal stories, the mentor’s own experiences or those of other people, which help the mentee understand their own situation, solve a problem, make a decision or generate alternative actions or points of view.

Storytelling is an important part of the experiential learning that characterizes mentoring.

For stories to achieve the objective of contributing to someone’s personal or professional development, it is essential to select the right story, which must be relevant to the context, i.e. to the needs of the mentee, their personal situation, the challenges they are facing or the obstacles they wish to overcome. There should always be a moral of the story, which is the message that generates learning.

Mentor and mentee will discuss the story, exchange opinions, reflect: this process must allow the mentee to draw their own moral of the story. It must be the mentee who discovers the moral, because that is precisely where the learning happens. The message should not be explicit. This video provides an example of Storytelling in which there is an implicit message which connects with the viewers’ emotions and generates enduring memories.

 

Stories, by placing us outside of our own experience, allow us to contemplate situations as spectators, which provides us with the right distance to be able to see things differently, without feeling threatened. From that point we can then apply the lesson learned to our own situation. The same story does not hold the same meaning for two different people or in two different situations.

The internal process which takes place when we listen to a story could be described as follows:

• Putting ourselves in a situation outside ourselves allows us to generate an emotional distance. We relax and the blockages which generally prevent learning disappear.

• When we remove blockages, we stimulate an open mindedness which encourages reflexion from a safer place.

• Reflexion drives change, first mental or internal change, and then external changes or changes in our actions.

• For storytelling to be effective, stories need to be realistic and adequate to the recipient’s needs; they must be believable and able to connect emotionally. It is very important to observe the listener’s reactions and interpret their responses to adapt the story accordingly. Storytelling allows for two-way learning, because with each listener’s interpretation of the story, the narrator also acquires new viewpoints.

Stories are important in mentoring because they encourage change, they generate confidence, and they facilitate knowledge sharing and the transmission of values.

Change does not happen rationally, but emotionally. The driver for action is motivation, and it lives in our hearts. Stories don’t connect with our brain, they connect with our heart, and it is our heart which then sends the change message to our brain. Our mind opens when our feelings open.

Storytelling is part of what we call “conventional wisdom”, which seems to be reviled in this era of information and knowledge. What we call “old people’s tales” constitute an immense source of information and learning which we must make the most of throughout our lifetime. Conventional wisdom is inspired by stories told since the beginning of time, which have been transmitted through generations by very different people.

In this interaction continuum, stories are enriched with further teachings drawn from the different contexts and participants. They are a source of renewed knowledge. It would be interesting to study how people’s development and learning was influenced by growing up in an environment where younger generations frequently conversed with older ones, and listed to stories told by different people in different contexts.

The acquisition process for a person’s intellectual, cultural and social capital can be influenced by this type of experiences. One of the main objectives of mentoring is helping mentees grow their intellectual, social and cultural capital so that they can progress and develop personally and professionally, and reach their goals.

 

Author: María Luisa de Miguel | Sep 4, 2014 Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring.

Translation by: Lourdes Ruiz del Portal

Hace ya unos meses publique un post sobre la importancia de estar atento a las oportunidades y saber aprovecharlas. En el señalaba la necesidad de estar atento y abierto al entorno, a todo lo que pasa a nuestro alrededor. Cada oportunidad tiene un impacto importante en el desarrollo de nuestra carrera profesional.

La atención no es sólo importante para detectar las oportunidades, lo es aún más para saber evaluarlas, seleccionarlas y dejarlas pasar, porque no todo lo que aparece ante nuestros ojos con sus mejores galas es una oportunidad. No todos los proyectos que nos ofrecen son una oportunidad, no todas las colaboraciones van a derivar en una alianza de crecimiento, no todas las ideas son viables, no todas las propuestas encajan en el momento en el que estoy ahora.

Ver en todo oportunidades es una ceguera tan grande como no ver ninguna.

A veces detrás de esta compulsión a aprovecharlo todo esta la trampa mental de la actividad, que nos lleva  a hacer y hacer, sin pararnos a pensar en las prioridades, y en sí lo que hacemos nos acerca o aleja de nuestro  objetivo. No tener definida una estrategia, y bien clarificadas nuestras prioridades, también nos puede llevar a involucrarnos en todo lo que llega «por sí estuviera ahí» «por sí se me escapa el tren y ya no vuelve» o simplemente «por sí acaso».

Otras veces el impulsor de la personalidad «date prisa» revolotea por nuestra mente con mensajes del tipo: “siempre andas el último”, “el que da primero, da dos veces”, “si no eres rápido se te van a adelantar”, “si no eres rápido nunca conseguirás nada en esta vida”, y nos lleva a pensar que si no me abalanzo sobre todo lo que llega perderé la oportunidad.

La parálisis por el análisis es tan nefasta, como la inercia sin rumbo por falta de él.

¿Te atreves a poner a prueba tu nivel de consciencia sobre tu relación con las oportunidades?

Te reto a realizar una Auditoría de Oportunidades:

1.-¿Qué proceso seguiste para escoger las oportunidades que te han llevado a estar donde estas hoy o a los proyectos en los que estas involucrado? Descríbelo bien, cómo, cuándo, dónde y de quien surgió la oportunidad. ¿Qué valoraste para tomar la decisión? ¿Tuviste en cuenta los pros y los contras? ¿lo que ganabas y lo que perdías?  ¿Si la oportunidad te acercaba o alejaba a tu meta?

2.- ¿Si pudieras volver atrás qué harías? ¿qué oportunidades escogerías y cuales dejarías pasar? ¿Cuales crees que combinadamente de forma estratégica hubieran logrado resultados más satisfactorios o más rápidos?

No te dejes atrapar por la trampa de la disonancia cognitiva, no caigas en la ilusión de creer que tu decisión fue tomada cuidadosamente o que fue una intuición acertada. No te aferres a justificar que fue una decisión para no asumir que quizás te equivocaste. No obvies que quizás no quisiste ver los contra y tomaste la decisión en base solo a los pros. No culpes a las circunstancias externas de las consecuencias no deseadas de tu decisión. No racionalices ahora lo que no racionalizaste en su momento.

Las personas tendemos a comprometernos con el error cuando nos sentimos responsable de él, y nos mantenemos en él justificándolo en vez de asumir que tenemos que cambiar de direccion, aprender de él y dejarlo pasar. No caigas en la trampa de la persistencia, que no es lo mismo que la perseverancia.

3.-¿Cuales son los resultados que has obtenido con las oportunidades que elegiste? ¿Estas realmente satisfecho con ellos? ¿son los que habías visualizado o deseado cuando elegiste la oportunidad? Si los resultados no te convencen, ¿a que se debe? ¿en cuantas de tus respuestas están factores externos? ¿Qué responsabilidad tienes tu en todo ello?

4.– En el aquí y ahora, ¿qué oportunidad que elegiste en el pasado mantendrías y cual dejarías de lado?

Si estas sintiendo una ligera o profunda sensación de incomodidad, cierto enfado y rigidez corporal, tranquilo no pasa nada, estas saliendo de tu zona de confort. Ya estas preparado para aprender nuevas estrategias y nuevos hábitos en la identificación y selección de oportunidades.

Las oportunidades deben estar alineadas con nuestra razón y nuestra emocion

Las oportunidades deben estar alineadas con nuestra razón y nuestra emocion

Para mi el saber detectar y elegir las oportunidades adecuadas tiene dos principios fundamentales:

– un profundo autoconocimiento personal y una clara focalización y definición de la meta que quiero alcanzar. Estos son los dos faros que nos guían a la hora de priorizar las oportunidades para decidir cual nos aleja o nos acerca a nuestra meta y cual encaja o no encaja con nuestra esencia.

– una férrea disciplina en la evaluación de las oportunidades, que pasa por indagar, diría incluso hasta diseccionar la naturaleza de la oportunidad (de donde o de quién viene, que carga lleva, a donde lleva, que oculta) y su vinculación con otras oportunidades, con la meta, y con el momento.

Además de estos principios puedes poner en práctica los consejos, preguntas y herramientas que te propongo a continuación:

1.- Resiste con todas tus fuerzas la tentación de entregarte en brazos de la primera oportunidad que te corteja.

2.- Pon el foco en el largo plazo, y no en el corto plazo, para valorar las mejores oportunidades

3.- Ata tu entusiasmo a la hora de decidir y pide ayuda a «tu yo realista» y «tu yo crítico». Aplica la estrategia de Walt Disney.

4.- La oportunidad ¿me acerca o me aleja de mi meta? ¿Cuanto? ¿Cómo? ¿Cómo lo se?

5.- ¿El esfuerzo que supone compensa lo que voy a obtener?

6.- ¿Lo que voy a ganar compensa lo que voy a perder o dejar atrás?

7.- ¿Esta oportunidad me posiciona estratégicamente para captar otra que me acerca más a mi meta?

8.– ¿Puedo considerarla una inversión de futuro? ¿Como lo he medido?

9.– ¿Tengo en este momento los recursos necesarios para poder aprovechar adecuadamente esta oportunidad? Si no los tengo, ¿puedo conseguirlos en un tiempo que no haga inviable la oportunidad?

10.-¿Es el momento para mi de esta oportunidad?

Confieso que estoy en un momento en el que tengo ante mi probablemente una de las grandes oportunidades de mi vida, y que estas reflexiones que comparto me ayudan a no paralizarme y a no precipitarme. Por eso me gusta compartirlas, porque creo que si me ayudan a mi, también pueden ayudar a otros. Son las mismas que muchas veces trabajo en los procesos de Coaching y Mentoring con mis clientes, y también confieso que cuando le tocan a uno mismo no resultan tan sencillas.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring

En un mundo dinámico, complejo y en constante evolución, como el que nos está tocando vivir, el talento se desactualiza con facilidad, pues muchas de las competencias que hemos aprendido, entrenado y dominado en una parte de nuestra vida académica y profesional se quedan obsoletas en pocos años. Es bastante probable que lo que están aprendiendo los estudiantes en los diferentes niveles educativos hoy en día esté totalmente desfasado y descontextualizado en el momento en que comiencen su andadura profesional. Quienes acumulan muchos títulos y experiencia, algo muy valioso años atrás, lo saben mejor que nadie porque gracias a ellos un día fueron competentes y muy empleables, pero hoy si no han sabido aprender competencias digitales, por ejemplo, o no han sabido desarrollar la flexibilidad y adaptación al cambio, todo esos títulos y experiencia les van a servir de poco. Un ejemplo muy actual podemos verlo en los profesionales de la formación que no han sabido pasar de la formación presencial a la virtual.

La obsolescencia del talento es un hecho cada vez más frecuente. Según un informe de Randstad publicado en 2018, más de la mitad de las empresas han sufrido cambios significativos en su funcionamiento que han derivado en una obsolescencia competencial en un 30% de los casos. De hecho la obsolescencia profesional es uno de los 8 miedos que más abunda entre los profesionales, lo cual no nos debe extrañar con la amenaza de la pérdida de empleos que cierne sobre nuestras cabezas como consecuencia de la automatización.

La solución para evitar la obsolescencia del talento es aprender a aprender de forma más ágil y efectiva, la famosa learnability y learning agility. Ambas implican aprender a autodirigir nuestra aprendizaje para adaptar nuestro talento a las demandas del entorno en cada momento. Algo que debemos comenzar a educar desde la infancia. Recientemente se ha publicado la noticia de que el Gobierno promueve un nuevo curriculum escolar más corto, menos enciclopédico, más flexible y más centrado en las competencias básicas y los aprendizajes esenciales, que contribuya a preparar al alumnado para un mundo que cambia muy rápido y en el que las personas deben seguir formándose a lo largo de su vida. Quizás sea el momento de ir más allá e incorporar el aprendizaje de las metacompetencias en el curriculum académico, entendiendo por metacompetencias aquellas competencias de orden superior, es decir, están más allá de las competencias, que contribuyen al desarrollo de las competencias más específicas de una forma más rápida, consciente, efectiva y adaptada al entorno.

El listado de las metacompetencias es diverso, depende de los autores consultados. El común denominador de todas ellas, lo que hace que sean «meta», es que se trata de un conjunto de conocimientos, habilidades y actitudes que nos ayudan a aprender nuevas competencias o a incrementar nuestro nivel de desarrollo, es decir, a actualizar de forma constante nuestro talento, responder al mundo cambiante y evolucionar de forma óptima. Las metacompetencias son competencias multifuncionales, transferibles de un contexto a otro, representan habilidades cognitivas superiores, pueden ser aprendidas, son multidimensionales y producto del conocimiento y la experiencia.

En base a mis investigaciones y experiencia a través del mentoring considero que nuestros niños y jóvenes  y, a lo mejor también los no tan jóvenes, deberían ser educados en el desarrollo de las siguientes metacompetencias, que son claves para optimizar los procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo a cualquier edad y en cualquier ámbito de la vida, lo que redunda en el mejor desempeño de nuestros diferentes roles y en el desarrollo de las diversas habilidades y competencias asociadas a ellos:

1.- Autoconocimiento: el germen de la confianza en uno mismo. Estoy pensando en un autoconocimiento surgido de la introspección y la retrospección, que utiliza las experiencias con fuente de aprendizaje. Esta metacompetencia trabaja la consciencia, el cuestionamiento y la aceptación y nos permite conocer cuáles son nuestros valores, nuestras tendencias emocionales, nuestras necesidades, nuestras motivaciones, nuestras creencias, nuestras fortalezas y debilidades y nuestro potencial para utilizarlo en la formulación de metas, toma de decisiones y aprendizaje. El autoconocimiento basado en la reflexión sobre la propia experiencia refuerza la autoeficacia, uno de los pilares del capital psicológico de las personas. 

2.-Formulación de metas-autoconcordantes: establecimiento de metas conectadas con el propósito personal, el conocimiento de uno mismo y las posibilidades del entorno, que se transforman en objetivos a más corto plazo para hacer que todo encaje y que nuestros logros sean un vehículo de realización personal. Con esta metacompetencia se trabaja la orientación a objetivos, el enfoque a progreso, el optimismo, la proactividad,  además de ser uno de los pilares del pensamiento y aprendizaje estratégicos y una fuente de automotivación muy importante.

3.-Empatía contextual: sería una variante de la inteligencia contextual, pero poniendo énfasis en ver el entorno no sólo como lugar físico y desde un punto de vista lógico o analítico, sino como un lugar en el que interactúan personas que son parte importante de nuestros logros y aprendizaje. Se trata de saber convertir al entorno en un aliado de nuestro aprendizaje y desarrollo, empatizar con él para tener en cuenta sus necesidades, sus demandas, su diversidad, sus límites y oportunidades y en base a ello conectarlo con nuestras metas y aspiraciones para encontrar la mejor fórmula para lograrlas. La empatía contextual nos ayuda a tener múltiples lentes de pensamiento, el primer paso para desarrollar la creatividad.

4.-Creatividad: poder ver las situaciones, los retos desde diferentes perspectivas, pensar fuera de la caja, generación de opciones y alternativas que amplíen nuestras posibilidades para lograr nuestras metas y tomar mejores decisiones. Buscar nuevas fórmulas y estrategias para hacer las cosas, sobre todo cuando nos encontramos con tesituras tan nuevas y complejas que aplicar lo de siempre no sirve de nada.  Una de las preguntas más potentes que dispara la creatividad de una forma estratégica y conectada a objetivos es ¿Qué es lo mejor que puedo hacer en este momento con lo que hay, lo que soy y mis objetivos?

4.- Toma de decisiones: La vida y lo que somos es el resultado de las decisiones que tomamos y estamos dejando que esas decisiones las tomen otros o que estén tan influenciadas y dirigidas por lo externo que hemos dejado de sentir que son nuestras. Para tomar buenas decisiones hay que contar con la información adecuada, entre ella nuestro propio conocimiento y el del entorno, saber analizarla, reflexionar sobre cómo nos afecta y cómo afecta a nuestros objetivos, a nuestro futuro y no sólo a nuestro presente. Utilizar el pensamiento crítico, que como ha dicho recientemente Jose Antonio Marina en una entrevista, es nuestra mejor vacuna ,así como la creatividad para seleccionar los mejores cursos de acción. En una decisión confluyen lo emocional y lo racional, lo lógico y lo intuitivo, el pasado, el presente y el futuro, el yo y el nosotros, nos jugamos mucho en cada decisión que tomamos para no otorgarle a este proceso la importancia que requiere. La educación debe prepararnos para ser arquitectos de decisiones efectivos.

 

5.- Autodominio: la capacidad de autorregularnos para lograr nuestras metas a través de nuestras acciones, lo que implica el autocontrol emocional, el ejercicio de la voluntad, la automotivación, la flexibilidad y capacidad de adaptación, la agilidad emocional.  En definitiva saber gestionar los estados anímicos, los impulsos y los recursos propios de forma flexible y consistente y utilizar estrategias como la planeación y el monitoreo de procesos cognitivos y afectivos, ligadas  a aspectos relacionados con la administración del tiempo, del esfuerzo y de búsqueda de información. El autodominio es el germen de la perseverancia y la resiliencia.

6.- Aprender de la experiencia: cada experiencia que vivimos es una fuente muy valiosa de aprendizaje sobre nosotros, sobre los demás, sobre el entorno, sobre mis estrategias funcionales y disfuncionales en el logro de objetivos. El aprendizaje de la experiencia requiere usarla como recurso, como información, como fuente de conocimiento y trabajar con ella analizándola, preguntándola, evaluándola, y utilizar todo ello para la resolución de problemas, el aprendizaje, el desarrollo de habilidades, etc.  Supone tener el hábito diario de practicar la reflexión crítica de nuestras acciones, nuestros resultados y sus efectos para mejorar y seguir avanzando. El aprendizaje de la experiencia utiliza la metacognición y desarrolla la autoeficacia. Como dijo Joseph Nye  “En algunas situaciones, los ‘conocimientos de la calle’ son mucho más importantes para el éxito que los conocimientos de la escuela” El aprendizaje de la experiencia desarrolla una mentalidad ágil.

7.- Gestión  de lasrelaciones: el mundo, la vida es un sistema de relaciones. La relación es la unidad básica del funcionamiento social, sin buenas relaciones es muy difícil lograr nuestros objetivos y tener éxito en la vida porque necesitamos a los demás para crear, para avanzar, para lograr metas. La gestión de las relaciones implica trabajar la inteligencia relacional y conversacional porque la comunicación es el pilar de las relaciones (negociación, cooperación, trabajo en equipo, influencia, liderazgo, etc.) y en cada conversación que tenemos nos estamos jugando mucho en nuestro futuro. Los demás son nuestros aliados en la vida y debemos aprender a construir relaciones de confianza, aprendizaje y crecimiento mutuo para desarrollarnos plenamente y ser felices.

El desarrollo de estas metacompetencias es una desarrollo multidimensional porque trabaja a nivel emocional, intelectivo, social y ejecutivo. Este tipo de desarrollo potencia a su vez la capacidad de autorigir nuestro aprendizaje y nuestra vida, ser líder de uno mismo en definitiva.Las metacompetencias reseñadas tienen como fundamento el concepto del desarrollo psicológico óptimo,puesto que están relacionadas con las 6 dimensiones del mismo a nivel individual más la dimensión social. Esto supone que no solo se aprende a aprender y se incrementan los niveles competenciales de la persona sino que se hace experimentando satisfacción con la vida y bienestar personal y social. 

Desarrollar estas metacompetencias prepara a las personas, sea cual sea su edad ,para enfrentarse a todo tipo de retos, aprender nuevas competencias, responder a las diferentes situaciones de la vida personal y profesional: un nuevo puesto de trabajo, una nueva clase sin tus amigos, el paso de la educación secundaria a la universidad, un examen, la prueba de la EBAU o EvAU (la famosa selectividad), tu primera entrevista de trabajo, la realización de un proyecto en equipo en el ámbito educativo o profesional, aprender un nuevo rol, el de padre o madre mismamente. Existe evidencia científica que corrobora que las personas con alto nivel de desarrollo metacompetencial son personas que autodirigen sus procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo para el logro de metas.

Educar sin desarrollar estas metacompetencias nos aboca a ser personas dependientes que necesitan se dirigidas desde afuera, de ahí a la manipulación hay un paso muy pequeño, y a la adicción y la compulsión lo mismo. Se publicaba esta misma semana en los medios un artículo bajo el título «Lo que enseñó el covid a la escuela: Los alumnos tienen «excesiva dependencia» del profesor» y añadiría que de sus padres y, lo que es peor aún, de internet y las redes sociales. Cuándo son más adultos y comienzan a trabajar esto se reproduce en el desarrollo profesional: no toman iniciativa, no toman decisiones, no se responsabilizan, no saben fijarse objetivos ni trabajar por objetivos, necesitan que los motiven en lugar de saber automotivarse. Es más, creo que muchos de los fracasos universitarios se producen más por una falta de desarrollo metacompetencial que por falta de capacidades intelectivas para estudiar y aprobar los exámenes o las prácticas. Educar en metacompetencias es desarrollar la inteligencia exitosa de la que habla Stenberg. La educación no puede seguir a espaldas de esta realidad.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring

Autora «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional» Ediciones Pirámide 2019

Necesitamos aprender a crear sentido en un entorno VUCA caracterizado por la volatilidad o cambio constante, la complejidad, la ambigüedad y la incertidumbre, porque sino corremos el peligro de quedar atrapados en una maraña de información, en una duda constante acerca de lo que es verdad y lo que no lo es, lo que es útil o no, lo que es relevante o no y lo que necesito o es superfluo para mis objetivos.

Los cambios cada vez son más rápidos con lo que necesitamos poder responder a ellos de forma más ágil, sin embargo, el maremágnum de información al que nos enfrentamos para tomar decisiones, su diversidad en cuanto a fuentes de procedencia, soportes, canales, etc., y, su ambigüedad, nos acaba complicando la vida y generándonos una gran incertidumbre. No tenemos tiempo para poder analizar toda esa información, dudamos de a cuál atender y a cuál no, nos encontramos, no solo con informaciones totalmente contradictorias o que se desdicen las unas a las otras, sino también con numerosas fake news. 

En el siglo pasado tuvo gran calado la frase atribuida a Frances Bacon «la información es poder» y en aquel entonces era cierto, siempre que supiéramos usarla adecuadamente, porque el acceso a ella no estaba al alcance de todos. Aunque hoy en día siguen existiendo nodos de información vedada o privilegiada, el problema no está tanto en el acceso a la información sino en su selección y aplicación. En la actualidad el gran reto es transformar los datos en información y ésta en conocimiento para su aplicación a la situación concreta en la que estamos inmersos y que nos impele a tomar una decisión, dar una respuesta, resolver un problema, aportar una idea. Aún diría más, el gran reto en la era de la complejidad es desarrollar la sabiduría, que va más allá del conocimiento.La cuestión es: ¿sabemos diferenciar la información valiosa de la que no lo es? ¿sabemos identificar la que es relevante para nuestra decisión y la que no? ¿sabemos contrastar la veracidad de una informacion? ¿sabemos crear sentido a partir de las situaciones, la información disponible y nuestros objetivos?

Según el Institute for the Future (IFTF) for the University of Phoenix la educación mediática será una de las competencias profesionales clave en los próximos años, junto con el pensamiento innovador y adaptativo, ser capaz de tomar decisiones con sentido, la gestión del conocimiento y la transdisciplinariedad, entre otras. Para todas ellas, por cierto, es necesario partir de una buena educación mediática, que en un sentido amplio consiste en desarrollar la capacidad de analizar, evaluar, contrastar, reflexionar crítica y creativamente la información que utilizamos para realizar tareas, proyectos, informes, escribir, opinar, tomar decisiones, dar conferencias, impartir cursos, etc.

Si bien la educación mediática ha surgido en el ámbito de la educación impulsada por la UNESCO y se centra mucho en el análisis de información procedente de las redes sociales, buscadores en internet y medios de comunicación, considero que se trata de una competencia clave en cualquier ámbito y, especialmente, en el profesional y en el mundo organizacional, además de aplicable a todo tipo de información, incluida la que recibimos en cursos, conferencias, libros, conversaciones con otras personas, artículos, etc. La información y los mensajes que recibimos desde cualquier fuente o canal mediatizan nuestro pensamiento, nuestras decisiones y nuestras acciones, por tanto, mediatizan nuestra vida. La educación mediática nos ayuda a desarrollar lo que en la metodología INTEGRAL GENERATIVE MENTORING llamamos mediación consciente y crítica para evitar dejarnos llevar de una forma inconsciente y acrítica por las opiniones, consejos, ideas, puntos de vista de los demás, y construir nuestro propio criterio, significado y sentido. La educación mediática utiliza un modelo pedagógico basado en las preguntas sobre lo que vemos, escuchamos y leemos. Un modelo que puede ser aplicado incluso a nuestro propio discurso, algo que hacemos los mentores en la sesiones de mentoring con nuestros clientes. Hasta tal punto es importante esta competencia que se la considera crucial para lograr el empoderamiento personal, la reactivación de la sociedad civil y el empoderamiento de la ciudadanía en el actual contexto comunicativo.

 

Por ello me gustaría compartir contigo algunos consejos para comenzar a desarrollar la educación mediática y aprender a ser un filtro informativo efectivo. La habilidad base será realizar preguntas a la información que recibes sea en una conversación, un comentario en RRSS, una conferencia, la televisión, radio, prensa, un artículo en un blog, un libro, etc.

1.- ¿Quién?:  De quién te llega y quién es su autor. ¿Quién aporta o traslada la información habla en primera persona o en tercera o por boca de otros? A veces utilizamos la tercera persona o el plural nosotros ocultando nuestra autoría o nuestro posicionamiento para que quede diluido entre la masa, o bien nos incluimos en ella para atribuirnos parte de la autoría de otros.

Es importante conocer si de quien recibo la información es su autor, habla por boca de otros o reproduce mensajes de otros y en este caso de quién. Y todo ello para pasar a preguntarnos ¿Qué credibilidad tiene la fuente de la autoría de la información? ¿De donde procede esa credibilidad? ¿En qué está basada? Si en un curso de formación estoy hablando de liderazgo lo estoy haciendo desde la experiencia personal de haber liderado equipos o desde haber leído varios libros, y en este caso, de qué autores. La credibilidad no es la misma y la utilidad de la información tampoco.

No olvides que ninguna información o mensaje es neutral, todos hablamos desde un posicionamiento ideológico, que es nuestro mapa del mundo, nuestros valores y creencias y esto nos sesga a la hora de obtener información, de interpretarla, de procesarla, usarla y  transmitirla. En el ejemplo anterior, no es lo mismo hablar del liderazgo desde un mapa del mundo del «lider nace» a un mapa del mundo «el líder se hace» o «lider puede ser cualquiera» o para ser «líder hace falta carisma». Asegúrate de preguntarte siempre e indagar quién te aporta la información y desde donde habla quien habla, es decir, desde que valores, creencias, puntos de vista, enfoques, etc.

2.-¿Para que? ¿Cuál es el propósito de esa información o mensaje? Sobré qué, quiénes o para qué quiere influir. Como señalaba en un artículo de hace años en este blog, no solo es imposible no comunicar sino que es imposible no influir. 

La influencia es una carretera de doble sentido influimos y nos influyen, el quid de la cuestión es hacer ambas de forma consciente y responsable. Si no queremos ser influidos inconscientemente, es decir, mediatizados y dirigidos, tenemos que aprender a cuestionar la información que utilizamos y los mensajes que recibimos, incluidos los que nosotros mismos generamos.

En este punto es importante preguntarse, además de por el propósito, por el beneficio e interés de la información o el mensaje. ¿A quién beneficia seguir el mensaje o utilizar esa información? ¿A qué intereses responde? Esa idea que a menudo nos venden que ser tu propio jefe te hace feliz para incentivar el emprendimiento ¿realmente es así para todos? Si quien te lo dice se dedica a vender cursos para emprendedores quizás esté más interesado en su felicidad que en la tuya. ¿En qué datos se apoya la afirmación?

3.-¿Cómo me ha llegado?: No es lo mismo una información sobre las claves para ser feliz publicada en facebook, por no se sabe quien o se sabe pero mejor sería no saberlo, que la publicada en una base de datos científica o en el blog de una persona experta en el tema. En el cómo incluiría el cuándo me ha llegado, porque a veces los contextos en los que se genera y transmite determinada información nos influyen más de lo que creemos. Cada vez que se genera o crea una necesidad social aparecen los mensajes para reforzarla. El ejemplo del fomento del emprendimiento y la felicidad es recurrente cada vez que se producen crisis en las que la amenaza del desempleo o las oleadas de reducciones de puestos en grandes empresas están a la vuelta de la esquina.

Pregúntate si sólo es lo que quieres oír, lo que quieres ver o te ayuda a ver otras cosas que quizás necesites contemplar. Ser tu propio abogado/a del diablo y conocer la influencia de los sesgos cognitivos que nos generan puntos ciegos, te serán de gran utilidad

4.-¿Cómo se ha generado? : es decir de qué fuentes bebe la información, ¿cómo son de fiables y rigurosas? ¿en que datos y hechos se basa?, ¿cómo están de contrastados o comprobados?, ¿como son de aplicables a la situación que describe?, ¿cómo están documentados,? ¿cuál es su estadística?

Somete la información a las 3 pruebas, que la filósofa Susan Sontag utilizaba para refutar argumentos, algo que ponemos en práctica en la metodología de mentoring que enseñamos en nuestras certificaciones.

-Encuentra la inconsistencia, es decir, la falta de lógica o conexión entre la situación y la conclusión. Algo bastante frecuente en muchas opiniones, artículos y mensajes que nos encontramos en rrss, blogs, conferencias, etc., en los que a partir de una experiencia personal o de un sólo hecho se deriva una conclusión general, o cuando afirmamos algo como un hecho sin basarlo en datos reales o con datos insuficientes o erróneos. El anterior ejemplo de «ser tu propio jefe te hará feliz» pude ser un ejemplo muy básico pero muy ilustrativo.

-Encuentra el contraargumentoes decir, la información o hechos que refutan la idea, afirmación u opinión que estas manejando. Este ha sido uno de mis grandes aprendizajes cuando realice mi trabajo de suficiencia investigadora. Mis borradores revisados contenían unas cuantas bofetadas de contraargumentación por parte de mis dos directoras de tesis. Cada vez que escribo me acuerdo de ellas y busco el contraargumento.

Ejemplos: A raíz del confinamiento podrás encontrarte miles de artículos, mensajes en rrss, entrevistas en tv y radio acerca de los beneficios del teletrabajo. ¿Y los perjuicios, desventajas o pérdidas?; Una afirmación que te puedes encontrar en múltiples artículos es que «las emociones negativas afectan negativamente a tu rendimiento», sin embargo, grandes obras de arte, importantes cambios sociales han surgido de la tristeza o la ira, por poner un ejemplo.

Casi todo tiene una doble cara o visión, procura no olvidarlo y búscala siempre.

-Encuentra un contexto más amplio, no te quedes en lo específico, lo personal, lo cultural, lo inmediato. Intenta ver todo el panorama.  La dexcontextualización es peligrosa para el pensamiento, el aprendizaje y la toma de decisiones. Cada vez es más frecuente la utilización de fotos descontextualizadas, es decir, que no se corresponden con el titula o texto de la información. Por ejemplo, una foto compartida en redes sociales, durante los meses más difíciles de la pandemia, de decenas de ataúdes alineados indicaba que se trataba de muertos por coronavirus en Italia; aunque ciertamente se trataba de una foto tomada en Italia, databa en realidad de octubre de 2013, cuando decenas de inmigrantes subsaharianos fallecieron ahogados mientras intentaban alcanzar las costas de Lampedusa.

En este sentido cuidado especialmente con quedarte solo en el título o dejarte deslumbrar por la seguridad, contundencia, emocionalidad, energía, intensidad, atractivo o influencia de quien lo dice. O cuidado con trasladar afirmaciones, mensajes, propuestas o soluciones, sin una lectura contextual adecuada, de un campo a otro. Puedes aplicar las claves de la contextología que explicaba en este artículo a la búsqueda, filtrado, uso y aplicación de la informacion.En un mundo en que la imagen es poderosa y el «mensaje tweet» la norma, el peligro de la descontextualización está por todas partes.

5.- ¿Qué no dice y por que?:  Esto es clave para detectar la propaganda, la censura y la tendencia así como las razones de su utilización. ¿Qué información se está excluyendo? ¿Que mensaje, opinión o punto vista no se está teniendo en cuenta? Lo ya citado en torno a las noticas sobre las ventajas del teletrabajo y la ocultación de sus perjuicios, sirve de ejemplo para este caso.

Podría haber muchas más preguntas, lo importante es empezar a hacerlas pues es la única forma de transformar el consumo de información en un proceso activo y crítico, que nos sirva de filtro para evitar la manipulación, la tergiversación, la estupidez y la mediocridad. La creación de un criterio propio para tomar decisiones se construye a través del acceso a una amplitud y diversidad de fuentes de información y la selección y análisis crítico de las mismas a través de las preguntas. Así se desarrolla la educación mediática, una capacidad que gana en agilidad con su entrenamiento constante. La educación mediática provee herramientas para ayudar a las personas a analizar mensajes de manera crítica, ofrece oportunidades para expandir nuestras experiencias con la información, desarrollar sus capacidades creativas creando nuestros propios mensajes, encontrando nuestra propia voz.

Si vas a hacer caso a una información, si la vas a tener en cuenta, si vas a dejar que entre en tu vida, si la vas a usar o la vas a transmitir o compartir que sea con conocimiento de causa. La educación mediática te ayuda a desarrollar un criterio propio que te servirá de filtro para decidir, actuar y guiar tu vida con conocimiento de causa.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring

Autora libro «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional» Ediciones Pirámide 2019

Estamos viviendo tiempos convulsos, llenos de incertidumbre y miedo. Toda la situación derivada de la enfermedad del coronavirus  (COVID-19) está elevando los niveles de estrés y disminuyendo la capacidad de resistencia de las personas. El temor y la ansiedad respecto a la enfermedad pueden resultar abrumadores, el distanciamiento social puede hacer que las personas se sientan aisladas y solas y surgen emociones de tristeza, aburrimiento, las restricciones en cuanto a movilidad y encuentros generan rabia, impotencia.

El virus no solo ha amenazado nuestra salud física, sino que también ha causado estragos en el bienestar emocional y mental de las personas en todo el mundo. Los sentimientos de ansiedad, impotencia y dolor están aumentando a medida que las personas se enfrentan a un futuro cada vez más incierto, y casi todos han sido afectados por la pérdida. Es importante que cuidemos de nuestra vida, de nuestro bienestar y de nuestra estabilidad emocional. Es tiempo de recuperar nuestro poder y nuestra energía y de fortalecernos Para ello te propongo practicar cada día 9 actitudes empoderantes:

1.- Hazte presente en todo momento: expresa tu voz en cada palabra, en cada gesto, en cada acción. Una voz que nace de un encuentro profundo con uno mismo, del autoconocimiento, la comprensión y la aceptación de quien eres y qué quieres, de la formulación de un propósito que se convierte en tu brújula para cada día. 

Se consciente de cómo estas actuando, cómo estás comunicando, como estás impactando, de qué haces y para qué lo haces y cómo está alineado con tus valores y con tu propósito. Para estar presente debes aprender del pasado, proyectarte al futuro y vivir en el presente. Cuando experimentas debes estar plenamente consciente del momento, con todos tus sentidos y atención en ese instante, con tus emociones y tus pensamientos en el aquí y ahora. La mente debe viajar al pasado después de experimentar y antes de hacerlo para aprender, y al futuro antes de actuar para visualizar, para inspirarse, para planificar y anticipar. Mientras actuamos debemos estar en el presente.

Cuando actúas desde ahí adquieres poder personal y los demás lo perciben, confían en ti, te respetan, te buscan porque les das seguridad y confianza y esto retroalimenta tu energía.

2.-Ejerce de soberano sobre tu tiempo: pregúntate cada día a que quieres dedicar tu tiempo y concentra tu atención en ello, evitando las distracciones. La regla de los 3 objetivos diarios es un arma poderosa a la vez que sencilla. Escribe al inicio del día 3 objetivos (insisto 3, ni uno más ni uno menos) que quieres lograr ese día, porque son importantes para ti, te ayudan a cumplir con tu propósito vital, te acercan a tus metas y te hacen sentir bien. Reserva el tiempo que necesites en tu agenda para ello y protégelo de cualquier ladrón. Sumérgete en las tareas que te ayuden a cumplir esos objetivos hasta lograrlos. El resto del tiempo dedícalo a otros compromisos, tareas, descanso, o lo que consideres. Si cumples con esta regla todos los días sentirás que llevas el control de tu vida y que es una vida con sentido. Si necesitas aligerar agenda y priorizar te recomiendo la herramienta matriz de Eisenhower.

Se consciente de como estás repartiendo tu tiempo y sobre todo con quién, si vives atrapado en el impulsor complace, ten cuidado de rodearte de personas que huelen tu necesidad y deseo de complacer porque acabaras presa de sus demandas, posponiendo una y otra vez tus necesidades y objetivos, claudicando de ser el soberano de tu tiempo.

3.-Conviértete en creyente, creyente de ti mismo, cultiva la fe en tus posibilidades, tus sueños, tus recursos. No te hablo de una fe a ciegas sino de una fe a ciertas. Una fe basada en tu historia personal, en tus logros, en tus fortalezas. La herramienta diario de logros te puede ser de gran utilidad para apuntalar tu confianza e incrementar tu fe, sobre todo en los momentos de duda.  Las dudas no solo nos impiden hacer, nos impiden ser, pues cada vez que dudamos dejamos de ser aquello a lo que aspiramos, limitamos nuestra grandeza. 

Cuando dudes pregúntate ¿qué has hecho ya en tu vida que no sabías o creías que podías hacer? ¿cuáles son tus fortalezas personales y cómo te han ayudado a lograr otros retos? ¿por qué merece la pena seguir creyendo que si es posible? ¿cómo puedes ampliar tus opciones para lograrlo?

4.-Actúa, Actúa y Actúa: no esperes a que te autoricen a empezar, a encontrar el momento perfecto, a que alguien venga a salvarte. Tomar el control de nuestra vida es decidir y actuar. Si quieres ser feliz, si quieres demostrar tu talento, si quieres aprender, cualquier cosa que deseos sentir, experimentar o lograr en la vida requerirá acción. El primer paso es el más difícil y solemos posponerlo y posponerlo y, con ello, estamos posponiendo nuestra vida, nuestra felicidad, nuestra realización. Para activar tu motivación visualiza la recompensa y para apuntalar tu voluntad exterioriza el compromiso, estas son dos de las 7 estrategias para acabar con la procrastinación que puedes utilizar para comenzar a ponerte en marcha.

5.- Mantén tus compromisos: vigila los momentos de bajón, de frustración, de desmotivación, impaciencia, desesperación o estrés, son oasis donde brota la infidelidad a nuestra causa, a nosotros mismos, a la palabra dada y a los compromisos adquiridos. Cuando nos obsesionamos por tener, por llegar, es fácil caer en la tentación de recurrir a atajos, a lo fácil, a lo divertido y olvidarnos de lo importante, lo que nos hacer ser quien somos, lo que nos distingue y lo que nos lleva a cumplir con nuestro propósito y  a vivir en nuestros valores. 

Cuando faltamos a nuestros compromisos quebramos la confianza en nosotros mismos y la que los demás depositan en nosotros. Sin confianza el mundo se torna oscuro, receloso, sospechoso. Antes de decir si, asegúrate de que si quieres hacerlo, si puedes hacerlo y si merece la pena hacerlo. Pregúntate ¿en quién me convierte esto que voy a hacer?

6.-Pon amor en todo lo que haces pues lo hará crecer: amar es entregarse, entregarse a una causa, a una misión, a una vocación, a un trabajo, a una actividad, a una relación. Entregarte es darte por completo, poner todo lo que eres, toda tu pasión, tu consciencia, tu atención, tu mimo, tu tiempo, tu energía en lo que haces.  Cuando esto ocurre creas cosas únicas, momentos únicos que encierran todo el valor de lo que eres y aportas. El amor desata una energía creadora y expansiva que nos eleva, nos hace crecer y florecer como personas y todo lo que no rodea se nutre e ello.

7.- Piensa en grande:No te pongas límites y piensa en grande.No te digo que no existan límites o que no seas consciente de ellos, simplemente que te los crees, que no te auto-limites. Pensar en grande te ayudará a superarlos, a ampliarlos, a bordearlos, o a diseñar nuevos caminos cuando esos límites sean infranqueables.El mayor límite que tenemos es la estrechez de miras y de pensamiento y, a veces, llevamos tanto tiempo viviendo con ellos que nos hemos vuelto miopes. Descarga tu mochila de todo lo que te pesa y limita, aligera tus cargas, conéctate con lo que te emociona y te eleva, se muy selectivo con tu atención y busca referentes, ejemplos y modelos de personas que te inspiren. Todo ello te ayudará a que tu energía esté al 100% y a alcanzar la excelencia personal.

8.-Descansa: vivir con pasión, con entrega, con presencia, consciencia, grandeza y comprometidos también consume energía, por eso es importante saber parar, desconectar y recuperarla. La vida no es un frenesí continuo, es un fluir elegante y equilibrado entre actividad y descanso. Descansar es una actividad productiva, significativa y enriquecedora que debemos practicar de forma activa y consciente para recuperar nuestra estabilidad emocional y nuestra paz mental. El descanso, la desconexión es especialmente importante en los tránsitos de una tarea a otra, de una actividad a otra, de un rol a otro, de una etapa a otra de nuestras vidas.

Te encomiendo la lectura del libro “Descansa” de Alex Soojung-Kim Pang que, través de diferentes historias de personajes relevantes, experiencias personales y estudios científicos, nos propone diversas actividades para fomentar el descanso activo en nuestras vidas: caminar, paradas, dormir, ejercicio, juego, periodos sabáticos, vida sosegada, siesta.

9.- Celebra el final de cada día: Cuando completamos un día lleno de acciones conectadas con nuestros objetivos y metas nos llenamos de energía, de orgullo, de satisfacción, experimentamos una sensación de poder y control sobre nuestra vida. Para ello es necesario dedicar un tiempo al final del día a hacer examen de conciencia, a revisar lo que hemos hecho y como nos hemos sentido con ello. ¿Hemos logrados nuestros 3 objetivos? Revísalos y táchalos, celébralo, date algún premio cada día por cumplir con tus propios compromisos. ¿Quién he sido hoy? ¿Qué he logrado? ¿Cómo me siento? ¿Qué he aprendido? ¿Qué he experimentado? ¿Qué tengo que agradecer? Puedes aprovechar para escribir unas pequeñas reflexiones juntos a tus 3 objetivos cumplidos, con ello cerraras el ciclo de tu experiencia. Cerrar ciclos es importante para adquirir consciencia de nuestro progreso y evolución, para experimentar satisfacción con el pasado y esperanza sobre el futuro. Además, las reflexiones nos proporcionan un feedback excelente de cómo estamos viviendo nuestra vida, si nos sentimos bien o no con lo que hacemos, si estamos avanzando en el sentido que nos habíamos marcado. Si las cosas no han ido bien, la reflexión nos ayudará a extraer aprendizajes y significados, que nos harán más fuertes y sabios para comenzar mañana de nuevo.

Si has perdido tu energía, tu fe, tu confianza, tu esperanza, si te sientes agotado, triste, desmotivado, frustrado y necesitas recuperarte en Aquavitacoaching podemos acompañarte para que puedas vibrar con la vida de nuevo.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring

Autora libro «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional» Ediciones Pirámide 2019