Ejercer el papel de ment@r requiere entrenamiento, y no confundir los papeles, no se trata de hacer magia, de ser un/a amigo/a, de mandar. En este documento te damos algunas pistas de que papeles no debes adoptar si quieres ser un/a buen ment@r.

Chip. R. Bell hace un repaso sobre el papel del mentor en su libro “El Gerente como Mentor” señalando que ser Mentor no es representar una obra de teatro, y que el papel debe ser claro y serio. Exige entrenamiento previo, y la mejor manera de empezar, en por uno mismo.

Si queremos ejercer como mentor@s, comencemos por focalizarnos en una habilidad interpersonal o destreza específica que consideremos puede ser clave para nosotros como mentor@s o en nuestra vida personal y profesional, y realicémonos las preguntas poderosas, tomemos conciencia de nuestro comportamiento, realicemos una labor de introspección, analicemos nuestra conducta, y démonos feedback, para mejorar en el desarrollo de esa habilidad. También podemos someterla a la consideración de otros/as para obtener una mejor información, hay que saber descender y ascender, para poder acompañar a otr@s en el camino de descender y ascender.

A menudo l@s mentor@s pueden equivocar los papeles, por no tener claro lo que es el mentoring, o cual es el objetivo, que siempre será prestar el mejor apoyo y ayuda a nuestr@ mentee. A veces la mejor ayuda, no es la más grata o la más fácil de recibir, y podemos caer en la tentación de agradar, complacer, impresionar, en vez de realmente producir un aprendizaje, mejora y avance en nuestro mentee.

Chip R. Bell, habla de algunos personajes que interpretan equivocadamente l@s mentor@s:

Ο El mago: siempre haciendo magia, deslumbrando, impresionando. Su meta es ser el dios de la sabiduría, el gurú. Al final solo conseguirá que su mentee necesite continuamente su aprobación para avanzar y para sentirse seguro.

Ο El cómico: Confunde la diversión con el aprendizaje, reuye las situaciones complejas, piensa más en caer bien que en realmente ayudar a su mentee. Acaban convirtiendo las reuniones en “pasar un buen rato” pero no lograran avances.

Ο El motivador: Continuamente retando, intensificando la emoción, llevando al límite. En su menta está “hacer, hacer” “más, más” “adelante, adelante”. No deja espacio a su mentee para que interiorice el cambio, que comprenda los porqués de su propio comportamiento y cambio. Este estilo no deja sedimentar los aprendizajes y a largo plazo se esfuman.

Ο El sargento: Ejercen autoridad y mando, y consiguen que la gente se mueva por presión pero no por convicción. Falta compromiso y verdadera implicación en el aprendizaje por parte del mentee.

Ο El compañero: Confunde confianza con amistad. Un ment@r para desempeñar bien su papel no debe convertirse en amig@ de su mentee. La confianza debe estar basada en la coherencia, la transparencia, la apertura, la honestidad.

Por otra parte, el hacernos amig@s de nuestr@s mentees durante la relación puede afectar a la evaluación de la relación, porque esta se basará más en lo afectivo que en lo intelectivo

Las relaciones de mentoring finalizan, otra cosa es que la relación continúe más allá del mentoring por decisión de ambas partes y en base a unas nuevas reglas. Para algunas personas esta situación es difícil y no saben como gestionarla.

Hay que celebrar el fin de una relación, como se celebra el de una obra, con aplausos. Se trata de un rito de tránsito hacia una nueva etapa, que hay que pasar, y hay que marcar. No debemos olvidar que probablemente hayamos vivido durante el proceso de mentoring una gran intensidad de emociones y aprendizajes, y conviene dar paso a un periodo de reflexión, de descenso. Hay que dejar a nuestr@ mentee que camine sol@, que pueda recordar sesiones, momentos, ideas, que repase mentalmente. Dejarle que se libere, que sea el/ella mismo/a. Es el comienzo de una nueva obra.

 

La empatía consiste en aprender a ponerse en el lugar del otro, conectar con sus sentimientos y con la forma en que vive las situaciones, entendiendo sus deseos y sus miedos. Consiste en estar centrado totalmente en el otro, escuchándolo a un nivel racional y emocional, percibiendo su lenguaje verbal y no verbal. Esto implica olvidarme de mi, detener mi diálogo interior, estar totalmente atento a lo que me dice y no pensar en lo que le voy a decir yo o lo que le voy a preguntar a continuación.

Te proponemos algunos ejercicios para mejorar tu empatía:

1.- Deja de escuchar durante 5 minutos y fíjate en otras cosas.

Olvídate del significado de las palabras y atiende al resto de la información: capta el tono de voz, observa la postura corporal, la mirada, la expresión facial en su conjunto, los gestos, aprecia los silencios, déjales espacio para que surjan y se mantengan.

2.- Intenta imaginar lo que mueve a otra persona (elige a quien quieras) a hacer lo que hace y cómo lo hace.

Piensa en las dificultades que puede tener en su día a día, en cuales pueden ser sus miedos.

Un ejercicio que puede ayudarte en este sentido es leer guiones de teatro concentrándote en un personaje y buscando en el texto lo que hay más allá de las palabras: los miedos que se esconden, las emociones que están a flor de piel, la historia personal, experiencias previas.

3.-Pregunta mostrando interés y deja espacio para que se abra y simplemente recibe.

¿Cómo estás? ¿Qué tal te ha ido estas ultimas semanas?

Acompaña estas preguntas de un lenguaje no verbal que demuestre interés y cercanía. Gira tu cuerpo hacia ella ofreciéndole toda tu atención. Mírale a los ojos y con interés, pero sin esperar nada.

4.- No le expongas tus opiniones sobre lo que te dice.

No se trata de lo que tú piensas, se trata de lo que ella cree o siente. Evita expresiones del tipo “Tu problema es que…”, “Ya te dije que”, “Sabía yo que iba a pasar esto” “Creo que lo que te pasa es que”

5.-Parafrasea y reformula su mensaje para conectar con la emoción que crees pueda estar experimentando.

“Así que no has obtenido respuesta después de dos semanas… “Cómo te sientes al respecto”.

Con ello se sentirá más comprendido y lograrás que pase de hablar de hechos a hablar de emociones. Y esa es la clave de la empatía

6.- Practica durante varias veces al día la técnica de “sal de tus zapatos para ponerte en los de los demás”.

Busca personas con las que más difícil te resulte ser empático, comprenderlas, o entenderlas, que te generen más rechazo, y esfuérzate durante unos 15-20 minutos por entenderlos, por buscar lo que en PNL se llama la intención positiva que hay detrás de toda acción y conducta para el que la lleva a cabo.

Según este principio de la PNL cada persona realiza siempre la mejor conducta posible en función a los datos de los que dispone (sus creencias, sus valores, la realidad en la que opera, sus experiencias, su educación, sus principios, sus hábitos).

Un ejemplo de conducta que podría se calificada como negativa por una gran mayoría, y que está incrementándose en nuestro tiempo es el aislamiento social deliberado. No salir de la casa por miedo, durante una larga temporada, puede parecer obsesivo o incluso tonto para algunas personas, sin embargo, la intención positiva que está detrás para esa persona es protegerse del mundo externo que la amenaza en forma real o imaginaria. Por lo tanto la conducta absurda, para algunos, es valiosa para esa persona.

Ponte a lo largo del día en los zapatos de varias personas, busca su intención positiva, comprende su situación, sus miedos, las emociones que experimentan, sus luchas internas. Al cabo de un mes te sorprenderás a ti mismo haciéndolo de forma casi inconsciente. Habrás logrado mejorar tu empatía.

Si quieres empezar a practicas la empatía te lo vamos a poner difícil, aquí te dejamos un video que va a poner a prueba tu capacidad empática y tu habilidad para buscar la intención positiva.

El mentoring es una relación entre dos personas, el mentor y el mentee, que se basa en la comunicación interpersonal. Por eso es imprescindible que las dos partes de la relación estén sintonizadas, que se comuniquen en la misma frecuencia.

En eso consiste crear el rapport, en crear una relación en la que exista confianza y cooperación entre ambas partes, para que la comunicación sea fluida, transparente, ausente de juicios, distorsiones, interpretaciones y malos entendidos.

A través del rapport transmitimos a la otra parte de la relación que nos interesa, que lo aceptamos, que valoramos lo que nos dice y que nos lo diga, que le acompañamos en sus pensamientos, sentimientos y acciones, sin juzgarle.

La creación del rapport está enfocada a sintonizar en tres dimensiones de la comunicación: a nivel de contenido, a nivel de emociones y a nivel de motivaciones.

Para SINTONIZAR a nivel de CONTENIDO es preciso prestar atención a los términos y palabras que utiliza nuestro interlocutor, a fin de determinar cúal es su canal sensorial y de representación dominante (visual, auditivo o kinestésico):

a) Si la persona con quien nos comunicamos es predominantemente “visual”, tiende a pensar en “imágenes”, es decir, percibe y representa la realidad preferentemente en imágenes. Por lo tanto en su comunicación utilizará términos o palabras que tienen que ver con lo que ve: hablará de formas, de colores, de tamaños, etc. Tendrá expresiones del tipo “me imagino…” “lo veo” “evidentemente”

Para crear rapport con este tipo de personas hay que utilizar su mismo lenguaje y utilizar términos en su mayoría que aludan al sentido visual: imagina, piensa en una escena, hazte una imagen de esto, mira, focaliza.

b) Si la persona es más bien “auditiva”, utilizará con frecuencia términos o palabras que tienen que ver con lo que escucha: oí, escuché, me dije a mí mismo, me suena, tengo un run run en mi cabeza…
Para sintonizar con este tipo de personas tendremos que utilizar palabras que tengan relación con el sentido del oído: escucha lo que me paso en una ocasión que, te suena a,sintonizas con, oyes lo que,

c) Si la persona es más “kinestésica”, utilizará frecuentemente términos que tienen que ver con las sensaciones, con las emociones y sentimientos, con el movimiento, con lo que toca o huele, con el cuerpo: siento que, me huele a, me genera mala impresión, me genera rechazo, me dio un vuelco cuando, me impresiona, noto que..

Con estas personas para sintonizar hay que emplear palabras que aludan a sensaciones, emociones: ¿cómo te sientes? ¿Qué percibes? ¿Qué notaste?

Para SINTONIZAR a nivel de EMOCIONES hay que utilizar nuestra respiración, nuestro cuerpo, nuestro lenguaje no verbal, nuestro paralenguaje, para acompasarlo con el de nuestro mentee:

– Igualando el ritmo de la respiración para conseguir conectar con sus emociones más profundas.

La respiración también se puede utilizar para crear un cambio en el estado de ánimo de nuestro mentee, si viene muy agitado y nervioso, sintonizaremos con su respiración para luego ir acompasándola hacia un ritmo más lento que le permita recobrar el sosiego, pero siempre siguiendo su ritmo sin alterarle ni realizar cambios bruscos.

– Igualando la velocidad, el volumen, el énfasis y el ritmo de la voz (paralenguaje)

– Igualando las posturas corporales (si ladea la cabeza o el cuerpo hacia un lado u otro, su postura especialmente hombros, brazos, piernas y pies), igualando algunos gestos y expresiones faciales, todo ello sin parodiar ni imitar, realizándolo con elegancia y sutileza.

En este video se puede ver un ejemplo de acompasamiento de posturas y gestos corporales

Para SINTONIZAR a nivel de MOTIVACIONES hay que escuchar a un nivel más profundo que el mero significado de las palabras, hay que buscar dentro de la conversación lo que nos une a nivel de motivaciones, lo que compartimos a nivel de sueños, pasiones, más allá del contenido descriptivo de la conversación. En toda conversación hay varios niveles de contenido: los datos y hechos, las emociones, los significados, las motivaciones, los valores. Busca siempre en las conversaciones con tu mentee cual es el nivel donde confluís y compartís y escucha y conversa desde ahí para crear la sintonía con el.

En este video se explica como lograr la sintonía a nivel de motivaciones.

Todo ello está generando una comunicación a nivel inconsciente entre ambas partes de la relación que queda grabada y registrada, consiguiendo un anclaje para las próximas sesiones y encuentros que facilitará el proceso de creación de confianza y apertura que es imprescindible en toda relación de ayuda.

La motivación es un estado interno que se activa para dirigir y mantener la acción para conseguir metas o fines determinados. Es el impulso que mueve a la persona a realizar determinadas acciones y persistir en ellas hasta lograr el objetivo deseado. La motivación es un proceso que pasa por varias fases:

1.- Detecto una necesidad que quiero cubrir (lo que me falta) o un deseo que quiero lograr (lo que quiero). Se produce un cambio a nivel interno y focalizo la meta.

2.-Se activa la energía necesaria para emprender las acciones necesarias para conseguir la meta. Se produce un cambio externo que se concreta en acciones.

3.-Mantengo en el tiempo esas acciones y se van concretando en comportamientos y conductas, a medida que voy revaluando la conexión entre acciones realizadas y resultados obtenidos y como me conducen hasta la meta.

4.- Logro de la meta. Resultado. Cumplimiento de expectativas.

Uno de los primeros objetivos del mentor en una relación de mentoring es indagar sobre lo que motiva al mentee, y que tipo de motivación es la que tiene, pues cada persona tenemos motivaciones distintas y estilos de motivación diferentes:

a) Motivación acercamiento:

Caracteriza a las personas que quieren lograr algo positivo, como por ejemplo : Un aumento sueldo, Recibir elogios.
Tienen una imagen clara y precisa de lo que quieren conseguir, una visión general, que se sitúa delante de ellos y a partir de ahí van desmontando en piezas esa imagen, dando los pasos necesarios para conseguir el objetivo.

Van de lo general a lo concreto.

b) Motivación alejamiento:

Caracteriza a las personas que quieren evitar algo negativo, por ejemplo, Un despido, no recibir críticas. Son personas a las que les resulta más fácil contestar lo que no quieren que lo que quieren.
Van de lo concreto a lo genera, proceso constructivo. Suelen necesitar muchos detalles para hacerse una idea o imagen. Se sitúan detrás en vez de delante.

El mentor para detectar cual es el estilo de motivación de su mentee puede observar su manera de expresarse o emplear preguntas basadas en motivación de acercamiento y/o alejamiento alternativamente para detectar a cuales responde mejor su mentee.

Muchas de las motivaciones tienen que ver con nuestros valores, con lo que realmente valoramos en la vida, pudiendo clasificar estos en 4 grandes grupos.

a). Motivación de logro.– Es el impulso que tienen algunas personas de superar retos y obstáculos para alcanzar metas. Una persona impulsada por el logro desea desarrollarse, crecer y avanzar en la escala del éxito. El logro es importante por sí mismo, no por las recompensas que le acompañan. Generalmente estas personas son aplicadas cuando tienen la percepción de que serán reconocidas por su esfuerzo, cuando existe un riesgo moderado de fracaso, y cuando son retroalimentadas de manera específica respecto a un desempeño anterior.

Con este tipo de personas funciona muy bien el reconocimiento de logros, avances y resultados como estrategia motivadora.

b). Motivación de afiliación.- Las personas con este tipo de motivación buscan fomentar relaciones sociales con la gente. Las personas motivadas por afiliación tienen mejor desempeño cuando se les atiende, se les presta atención, se les aprecia, cuando tienen la oportunidad de trabajar con otras personas, en equipo, de colaborar. Valoran mucho las relaciones y las emociones.

Las personas con motivación de afiliación necesitan sentirse parte de, estrechar lazos, compartir momentos, conversar y que se les muestre aprecio. Por eso es importante reforzar con ellos la dimensión de acompañante del rol de mentor y la de conector.

c). Motivación por la competencia.– Son personas que prestan especial atención a realizar trabajos rigurosos, y de alta calidad. Suelen buscar la perfección en los trabajos que realizan, dan más importancia a la tarea o el proceso que al resultado.

Para motivarles adecuadamente hay que aportarles un feedback muy específico sobre las competencias y habilidades que han demostrado en la ejecución de sus acciones, siendo muy descriptivos en el cómo lo han hecho, más en el qué han hecho o qué han obtenido.

d). Motivación por el poder.– Se trata de personas movidas por el deseo de impactar o influir en los demás, de ser visibles. Las personas motivadas por el poder desean causar un impacto y suelen estar dispuestas a correr riesgos para lograrlo.

Para motivarlos es necesario hacerles ver lo que obtienen a nivel de repercusión social

 

¿Qué viento dirige mi vida que me arrastra a la deriva? J.Manuel Opi Lecina

¿Te has preguntado alguna vez por qué a pesar de todo lo que haces no consigues tus metas? ¿Has sentido alguna vez que otros se te adelantan, que te esfuerzas mucho y no consigues nada o que has perdido muchas oportunidades?

¿Te gustaría saber las respuestas? Es hora de que te pares a reflexionar qué es lo que te hace pensar, sentir y actuar como lo haces. Detrás de la respuesta estará el impulsor de tu personalidad.

Los impulsores de la personalidad explican la fuerza que tienen una serie de creencias en nuestros pensamientos, en cómo nos comportamos y en cómo nos relacionamos con los demás, todo lo cual se traduce en nuestros resultados y en nuestro bienestar.
Su origen se debe a Taibi Kahler y Hegdes Capers, enmarcados en la corriente del Análisis Transaccional, quienes los llamaron inicialmente mini-guiones de vida. Su tesis es que estos mini-guiones condicionan como vivimos nuestra vida y esto influye en el guión de lo que hacemos en nuestra vida.

Se les conoce como guiones o programas porque son mensajes que tenemos fuertemente arraigados en nuestro inconsciente. Son creencias adquiridas desde la niñez. La forma en la que nos han transmitido estos mensajes, y cómo los hemos asimilado e interiorizado enmarca nuestra realidad, y desde ese marco actuamos y nos relacionamos.

Te presento a los 6 impulsores de la personalidad que pueden estar limitando el desarrollo de tu potencial:

1.-SE PERFECTO, no se puede fallar: ¿Te suenan estos mensajes revoloteando por tu cabeza?
“Las cosas se han de hacer bien, cueste lo que cueste”, “sólo hay una forma de hacer las cosas: bien”, “las cosas o se hacen bien o no se hacen”, “las cosas o están bien hechas o mal hechas, no hay punto intermedio”, “lo más importante es que esté perfecto”, “tienes que ser el mejor, no puedes fallar”.

Las personas bajo este impulsor suelen tener dificultad para acabar proyectos, para tomar decisiones, suelen emplear mucho más tiempo del necesario en hacer las cosas, lo que les impide cumplir objetivos, y ser eficaces y eficientes. Suelen sufrir parálisis por el análisis, pues quieren tener todos los detalles controlados, tener toda la información. Nunca consideran que algo esta terminado porque siempre puede revisarse otra vez para que este mejor.

2.-COMPLACE, los demás siempre primero: ¿Te resultan familiares estas frases?
“No se puede ir de independiente por la vida, te quedarás solo”, “lo más importante es que los demás se sientan a gusto”, “no seas egoísta y ayuda cuando te lo piden”, “que te cuesta complacerle, nunca sabes cuando podrás necesitarlo”, “no lleves la contraria porque te mirarán mal”, “No seas egoísta, primero hay que pensar en los demás”

Las personas en las que domina este impulsor piden permiso para todo y esto les resta autoridad y respeto. Suelen anteponer las necesidades de los demás a las suyas, y esto hace que se dediquen a realizar cosas para otros en vez de llevar a cabo las acciones que les conducen a sus objetivos. Se suelen cargar de trabajo por querer decir si a todo el mundo, sin dar prioridad a su tiempo y sus objetivos.

3.-ESFUÉRZATE, al menos lo habrás intentado y eso es suficiente: ¿Te suena haber oído algo como esto?
“En esta vida lo que no cuesta esfuerzo no merece la pena”; “No lo conseguirás, pero inténtalo”, “solo con esforzarte ya tiene su mérito”, “lo importante es intentarlo, sino lo consigues no pasa nada, porque te has esforzado”

Quienes tienen este impulsor en un nivel alto son personas que viven para el hacer. Su sentimiento de valía y competencia se asienta sobre estar siempre haciendo algo, ocupados y activos. Sin embargo suelen hacer muchas cosas por el mero hecho de hacer, sin priorizar, sin criterio, sin vinculación al objetivo y en muchos casos sin pensar en el sentido que tiene hacerlas. No planifican las actividades, se ponen objetivos poco claros y suelen querer hacer muchas cosas que luego no pueden cumplir. Para ellos el mérito está en intentarlo y esforzarse aunque el resultado sea mediocre y esa es la medida de valoración que tienen sobre los proyectos y las personas.

4.-DATE PRISA, hay que hacer las cosas rápido: ¿Oyes o has oído esto con frecuencia?
“Date prisa”, “siempre andas el último”, “el que da primero, da dos veces”, “si no eres rápido se te van a adelantar”, “Si no eres rápido nunca conseguirás nada en esta vida”; “Siempre te tenemos que esperar”

Las personas bajo este impulsor viven con el temor de no poder terminar las cosas a tiempo, por lo que se apresuran más, y normalmente cometen errores. Suelen ser personas que siempre van aceleradas, que no se conceden tiempos de reposo entre tarea o acciones, van de una a otra casi sin terminar. No suelen revisar nada de lo que hacen por lo que no detectan errores a tiempo. Piensan que si no se abalanzan sobre todo perderán alguna oportunidad.
Cometer errores por ir deprisa les hace tener que rehacer los trabajos varias veces, lo que supone pérdidas de tiempo que les impiden hacer otras cosas más importantes.

5.-SÉ FUERTE, ser débiles es de cobardes: ¿Recuerdas haber escuchado estos mensajes?
“Llorar es de debiles”, “no me seas quejica”, “Si cedes te comen”, “Hay que conseguirlo, sea como sea”, “A mí que no me vengas con llantos”

Si tienes fuertemente arraigado este impulsor probablemente seas una persona aconstumbrada a ocultar las emociones, sobre todo las que puedan significar debilidad: miedo, tristeza, ternura. Para ti pedir ayuda es un símbolo de debilidad, si bien es probable que seas condescendiente en ayudar a otros pues tu eres el fuerte. A veces estas personas tienen dificultad para trabajar en equipo ya que quieren imponer sus criterios y puntos de vista.
Suelen ser personas autosuficientes que se cargan con mas trabajo del que pueden y a quienes les cuesta delegar, lo cual puede acarrearles problemas de salud, así como no cumplir con todo lo que asumen o hacerlo de forma poco excelente.

6.-TEN CUIDADO, el mundo es peligroso: A menudo sientes que te susurran cosas como
“No te fíes”, “Antes de actuar piénsalo dos veces”, “Fíjate antes de hacer las cosas”, “y si sale mal”, “Mira bien lo que vas a hacer”

Las personas con un nivel alto de este impulsor tienden a ser excesivamente cuidadosas y recelosas. Se preocupan por todo en exceso, ven peligros por todas partes. Cualquier fallo o error, y cualquier revés es para ellos transcendental y puede suponer el declive de todo. Esto les lleva a ser indecisas, a procastinar, a no pasar a la acción. Les cuesta colaborar y compartir porque no se fían y piensan que se van a aprovechar de ellas.

¿Ya has descubierto tu impulsor? Si necesitas ayuda suscríbete a mi blog y envíame un mensaje solicitando un test de impulsores de la personalidad.

Todo en la vida es energía, sin energía no hay vida, nada se mueve y todo se muere. Gestionar nuestra energía de forma impecable es la mayor garantía del éxito de un proceso de mentoring.

Podemos tener el mejor coche, el último modelo, el más caro y con las mayores prestaciones del mercado, de nada nos sirve sin el combustible, sin la energía. Un coche sin combustible no se mueve, no puede cumplir su función, se convierte en un recurso inútil y sin valor.

Lo mismo nos ocurre a las personas, podemos tener muchísimo potencial, conocimientos, o unas altísimas capacidades, por si solas de poco nos van a servir, se van a quedar en simple potencial y nunca se convertirán en talento, si no disponemos de la energía necesaria para desarrollarlas, para pasar a la acción, para perseverar, para volverlo a intentar cada vez que no logramos lo que queremos o que los obstáculos nos parecen demasiado grandes. El talento requiere de práctica, esfuerzo voluntad y perseverancia, y estos brotan de nuestra energía.

El pasado 30 de Octubre estuve en Bilbao inaugurando en VII Programa de Mentoring que promueve el Ayuntamiento de Bilbao. Cuando me plantearon dar una conferencia para inaugurar esta nueva edición del Programa de Mentoring, enseguida pensé en la gestión de la energía, porque fue uno de los primeros descubrimientos de mi experiencia como mentora.

Allá por el año 2002 comencé mi aventura con el mentoring. Me iba temprano de la mañana para Luarca y regresaba para Avilés a las 9 de la noche, después de intensas sesiones de mentoring con empresarias. Cuando por fin me sentaba en el asiento del bus que me llevaba de regreso a casa, me sentía agotada y a la vez plena, satisfecha, llena de vitalidad y con una sonrisa de oreja a oreja. Dormía en mi viaje de vuelta como una niña después de un intenso día de juegos.

Y fue esa experiencia, que duró un par de años, la que me hizo pensar que había algo más allá de la energía física. Que existía una energía vital, esa fuerza motriz que activa nuestra motivación, nuestros estados emocionales positivos, nuestra pasión, nuestro entusiasmo, nuestro compromiso y nuestra inspiración. Esa energía que fluye a borbotones cuando hacemos aquello con lo que disfrutamos, aquello que nos apasiona, que conecta con nuestro propósito en la vida, y que pone en juego nuestro mejor talento.

Esa energía que también sufre bajones y bloqueos cuando nos inunda la negatividad, la queja, las culpas, cuando nos apresan nuestras creencias limitantes, o nos vampirizan las personas tóxicas.

La energía física y la energía vital no siempre van de la mano. Si hay algo que me gusta mucho hacer, estaré haciéndolo durante horas, sin preocuparme del tiempo, de hecho perderé la noción del tiempo, entrare en estado de flujo. Es probable que acabe agotado físicamente pero sin embargo tendré una energía vital desbordante. Por el contrario, si haces cosas que no te suponen esfuerzo, pero que te aburren, no te gustan, o son más un “tengo que” que un “quiero que” , probablemente tu energía física este igual que al empezar tus tareas pero tu energía vital estará bajo mínimos al final del día.

La energía es imprescindible para llevar a cabo todo lo que nos proponemos, para vivir una vida con significado, una vida satisfactoria, estimulante y enriquecedora. La energía es la llama que alimenta la relación de mentoring, la que hace que funcione, que sea efectiva y una relación potenciadora del aprendizaje. La mejor forma de generar esa energía es conectando con aquello que más significado tiene para nosotros, lo que nos hace sentirnos más realizados, con lo que más disfrutamos y lo que mejor sabemos hacer, aquello que es más apreciado por los demás.

Puede ser conocer gente nueva, aprender de negocios o sectores distintos al mío, poner a prueba mis habilidades, ayudar a otros a desarrollarse, conversar, intercambiar experiencias, estar en contacto con gente más joven que yo. Todo vale, lo importante es descubrir como puedes vivir a través del mentoring esas cosas que más te gustan, como puedes sentir en el mentoring esas emociones positivas que te hacen experimentar tus pasiones. Para conectar con tu energía vital en el mentoring la pregunta que tienes que hacerte es ¿cómo puedo hacer que el mentoring tenga significado para mi, que me enriquezca, que me nutra? Sólo descubriendo este significado descubriremos la fuente de nuestra motivación para hacer mentoring y podremos poner toda nuestra energía en el proceso.

Para un mentor hacer mentoring tiene que tener un significado propio, personal e intransferible, algo que le enganche tanto que este esperando que llegue la próxima sesión. Conectar con ese significado es conectar con nuestra energía vital. Sólo si sabemos vincularnos con esa energía, y sabemos administrarla y gestionarla, podremos aportar a la relación de mentoring motivacion, entusiasmo, compromiso e inspiración.

Motivación para estar conectados en todo momento a la relación y hacer despertara la motivación de nuestro mentee.

Entusiasmo para alimentar la motivación del mentee, para activar su energía, para que de lo mejor de sí. Cuando desaparece el entusiasmo las personas se desconectan de sus mejores cualidades, disminuye su confianza y afloran las emociones negativas. El talento no fluye.

Compromiso para sostener la relación en el tiempo, para implicarnos al máximo con nuestro mentee y lograr que él lo haga también.

Inspiración para elevar las aspiraciones y los objetivos de nuestro mentee, para impulsarle a visualizar nuevos retos y posibilidades, para despertar su creatividad.

Una de los mayores consumos y desgaste de energía se producen en los tránsitos de rol, en ese limbo temporal en el que pasamos de ejercer un rol a ejercer otro. Ser mentor nos exige salirnos de nuestros roles habituales para concentrarnos durante la sesión en un rol muy determinado, para el que en algunos casos no estamos suficientemente entrenados. Tenemos que pasar de dirigir a orientar, de monopolizar conversaciones a ser oyentes empáticos, de ordenar o instruir a preguntar al estilo de Sócrates, de solucionar a facilitar el aprendizaje.

En los tránsitos de rol se produce un gran desgaste de energía porque requieren cambios prácticamente inmediatos de formas de hacer y de estar. Imagínate cambiándote a toda prisa de vestuario para llegar a un sitio diferente al que estabas, con la prisa, la tensión, la preocupación por llegar a tiempo, bien, sin que se te olvide o despiste nada, y estando perfectamente presentable y preparado. Esto es lo que vivimos en un cambio de rol a nivel inconsciente:

primero sufro una fase de desestructuración, en la que abandono el traje desde el que estaba trabajando. Por ejemplo, dejo de ser directivo/a de mi empresa.

segundo, entro en la fase de liminalidad, esa especie de limbo en el que no sé si soy lo que estaba haciendo o lo que voy a hacer, me aferro a actitudes, creencias, habilidades de la fase anterior y quiero desarrollar las del nuevo rol. Se produce tensión, confusión, desencaje, resistencia. Aquí es donde se dan las mayores fugas de energía

tercero, comienzo la reestructuración, me adapto al nuevo rol, me pongo el nuevo traje y reestructuro todo mi saber ser, estar y hacer para adaptarlo a la nueva situacion.

La fase de liminalidad es la clave, porque si no le damos el tiempo necesario no estaremos preparados para ejercer el nuevo rol de forma exitosa, y se producirán contradicciones de forma inconsciente, aparición de actitudes, habitos y habilidades del anterior rol, conflictos y desajustes de comportamiento. Por ejemplo, si soy un directivo o directiva aconstumbrada a resolver, a tomar decisiones, presionado por el tiempo, de forma rápida y constante, es bastante probable que si vengo de un dia muy frenético de toma de decisiones rapidas y continuas, cuando mi mentee me plantee un problema en vez de tomarme el tiempo para preguntarle y ayudarle a que busque la solución, optaré por el consejo dirigido o directamente la solución, limitando su capacidad de aprendizaje, autonomía, proactividad, responsabilidad y creatividad.

No saber manejar los tránsitos de rol de forma consciente desata emociones negativas como la preocupación, el miedo, la culpa, el enojo, que se traducen en un bloqueo de nuestras mejores habilidades en cada rol, en la confusión inconsciente de roles y en conflictos entre roles:
– Conflictos de tiempo, sensación de que el ejercicio de un rol nos quita de tiempo para otro, que no podemos ejercer bien uno o ambos roles por falta de tiempo. Esto puede hacer surgir el enfado, la frustración, o la culpa.

– Conflictos de agotamiento, cuando las emociones negativas experimentadas en el ejercicio de un rol se transfiere inconscientemente al otro, nos sentimos agotados para ejercerlo

– Conflictos conductales, cuando desarrollamos conductas de un rol en el otro y esta transferencia de conductas es incompatible, poco deseada o efectiva. Esto genera sensaciones de incompetencia, que derivan en frustración, perdida de confianza, y seguridad.

Ahora bien si sabemos gestionar bien los tránsitos de rol, tomándonos nuestro tiempo para la fase de liminalidad, siendo conscientes del abandono de un rol y la entrada en otro, preparándonos con el tiempo suficiente para ejercerlo, el resultado puede ser un enriquecimiento entre roles:

– Enriquecimiento de desarrollo, cuando el rol de mentor proporciona habilidades, conocimientos, actitudes, comportamientos o puntos de vista que pueden ser muy beneficiosos para ejercer el resto de nuestros roles.
Quizás una de las mayores aportaciones de mi rol como mentora al resto de mis roles ha sido la habilidad para preguntar y la de dar feedback

– Enriquecimiento afectivo, cuando el rol de mentor genera un estado motivacional positivo (agradecimiento, gratificación, significado, generosidad) que se transfiere a otros ámbitos y facilita un desarrollo de habilidades más pleno y una actitud más positiva.

– Enriquecimiento capital psicológico, cuando el rol de mentor produce o aumenta recursos como la confianza, el sentimiento de logro, el optimismo, que redundan en otros roles y ámbitos de nuestra vida.

La clave para mantener nuestra energía en el proceso de mentoring está en saber desconectar de un rol para pasar a otro de forma consciente. Para ello 15 minutos de desconexión total pueden ser suficientes, olvidarnos del móvil, del mail, tomarnos un pequeño descanso, aislarnos para conectar con nuestro estado emocional y prepararnos para el nuevo rol. Reflexionar por escrito sobre como vamos a encarar el nuevo rol: comportamientos requeridos y no deseados, actitudes a gestionar, posibles reacciones a controlar, puntos críticos sobre los que elevar el nivel de consciencia.

La gestión de la energía influye en nuestros estados emocionales, y de estos depende que seamos mentores resonantes o disonantes, y que el aprendizaje de nuestro mentee sea significativo o no. En próximos post hablare de estos conceptos que también estuvieron presentes en mi conferencia en Bilbao.

Si quieres aprovechar al máximo un proceso de mentoring o coaching, tu aptitud y tu actitud son claves. Te invitamos a que conozcas desde donde debes partir para lograr tus objetivos, y como debes conducirte en un proceso de cambio.

“Solo se que no se nada” máxima de Sócrates que sigue teniendo hoy en día un significado fundamental para los procesos de cambio personal y organizacional.

Este es sin duda el punto de partida de la Actitud Estrella: DUDAR. Sí dudar, eso que nos gusta tan poco, que nos hace sentir tan mal, tan inseguros, tan incómodos, sobre todo ante los demás.

Dudar pone en marcha la curiosidad, el deseo de saber, de explorar otros puntos de vista, y esto siempre lleva a una ampliación del conocimiento: se genera un conocimiento basado en el análisis de distintas alternativas, en la valoración de la situación o el problema desde distintos enfoques. Interesarme por lo que los demás opinan, por cómo ven las cosas, creando un diálogo constructivo, ayuda a la reflexión que es lo que nos da un conocimiento más sólido.

Dudar, significa empezar de nuevo, partir de cero, es como volver a la niñez, sin contaminaciones, sin prejuicios, sin esas creencias limitadoras que vamos adquiriendo en el devenir de nuestra vida, y que tanto influyen en nuestra actitud, sin que seamos conscientes de ello. Necesitamos volver a sentirnos niños/as, estar más abiertos al mundo, verlo como un campo de juegos, en el que experimentar nuevas opciones, en el que aprender sea divertido.

Dudar implica volver la mirada hacia nuestro interior, a buscarnos para conocernos mejor. Es dentro de nosotros donde están todos los recursos y todos los límites que nos pueden hacer avanzar o paralizarnos en nuestro desarrollo. Siempre estamos buscando fuera las causas de nuestros fracasos, o los apoyos para echar a andar, cuando todo el poder del cambio está en el desarrollo de nuestras habilidades. Nadie mejor que uno mismo sabe lo que le hace disfrutar y lo que no, lo que hace bien y lo que hace mal.

Daniel Goleman hablan de la “conciencia de uno mismo” como competencia emocional clave: reconocer nuestras emociones y como influyen en nuestro comportamientos, nuestras fortalezas, nuestra debilidades, para adquirir confianza y seguridad en lo que hacemos y como lo hacemos.

“Sólo soy capaz de controlar aquello de lo que soy consciente. Pero aquello de lo que no soy consciente me controla a mi”(John Whitmore, 2002).

El autoconocimiento o conciencia de uno mismo es la base del liderazgo, del desarrollo de cualquier carrera profesional, porque es la competencia emocional sobre la que se asientan el resto de competencias emocionales y el desarrollo de las habilidades que el mundo de hoy en día nos exige.

A través del trabajo de incrementar nuestro nivel de consciencia, ya estamos en disposición de ver las cosas desde otra perspectiva, puede que hayamos descubierto cosas de nosotros mismos que desconocíamos, que no nos gustan, que nos cuesta aceptar, pero están ahí, y puedo verlas como una oportunidad de mejora, pues ahora las conozco y se que puedo trabajar con ellas, me condicionan pero no me determinan.

Démonos permiso para verlo de otra forma, en la distancia emocional que es siempre más clarificadora, y encontraremos formas de convertir la debilidad en fortaleza y la amenaza en oportunidad.

Ahora es el momento de marcar el rumbo, de identificar a donde queremos llegar, que queremos alcanzar, definiendo nuestros objetivos y nuestras expectativas. Somos nuestro mejor proyecto y por eso debemos trabajar día a día en él, practicando todo lo que aprendemos, reflexionando sobre nuestro comportamiento y sus resultados, y no dejarnos llevar jamás por el desaliento.

“Lo que parece diferenciar a quienes se encuentran en la cúspide de su carrera de aquéllos otros que, teniendo una capacidad similar, no alcanzan esa cota, radica en la práctica ardua y rutinaria seguida a lo largo de años y años” (Daniel Goleman,1995)

La perseverancia es una actitud maestra, que depende del entusiasmo y la tenacidad frente a todo tipo de contratiempos, de creer en nuestro proyecto, en nosotros mismos, y en nuestro poder hacer. No triunfan los que no lo intentan, o los que lo intenta y fracasan y no lo vuelven a intentar, solo triunfan los que son capaces de levantarse cada vez que caen.

Cambiar, nos resulta doloroso, costoso, angustioso, porque salimos de esa zona de confort en la que nos sentimos seguros, cómodos, pero probablemente no realizados. Los que sientan que están haciendo cosas sin sentido, que están desaprovechando su potencial, que no han logrado lo que buscan, que no disfrutan con lo que hacen, deberían pararse a pensar en cambiar de rumbo, porque si no es probable que terminen en el mismo sitio en el que están.
La aptitud estrella para el cambio es ser flexible, estar abierto a nuevas ideas, nuevos entornos, nuevas personas, que no conozco pero puedo llegar a conocer, o que conozco pero puedo ver desde otro paradigma. Es adaptarse a lo nuevo, pensar de forma diferente, aceptar otras creencias, otros valores en los demás, sin sentirme amenazado, sin perder mi identidad, que no es fija, se construye día a día. Encontrar oportunidades y conexiones en las diferencias, y no problemas y oposiciones.

La actitud maestra es no dejar de buscar, en un libro, en una película, en una reunión, en un cliente, en un/a compañero/a de trabajo, en el parque. Cualquier lugar y cualquier persona son una fuente de aprendizaje. Como dice Paulo Freire el ser humano está inserto en un permanente movimiento de búsqueda. Cuando deja de buscar muere.

A través del coaching y el mentoring puedes iniciar un proceso de cambio que te llevará a incrementar tu creatividad, desarrollar tu potencial, ejercer el liderazgo y todo lo que te propongas, porque el coaching te ayuda a tener las actitudes estrella y maestras necesarias para conseguir tus metas.

Cuando nos separamos del vientre materno para comenzar un camino individual, en ese instante en el que nos dan nuestra primera palmadita en el “culete”, nos están impulsando a buscar nuestra misión en el mundo, nuestro sentido de vivir. Y esa misión está conectada con nuestro talento.

La misión es el encargo que tenemos por el simple hecho de ser personas. Venimos al mundo para cumplir una misión y cada uno tiene la suya propia. Algunos esto lo ven como un problema, pues ese encargo no viene con instrucciones, ni indicaciones. Para mi esta es la grandeza del encargo, el tener que descubrirlo, el poder elegir, el poder equivocarse.

¡Qué fácil sería, que con la palmadita nos dejaran una nota que dijera: tú has nacido para ser emprendedora! ¿Pero, acaso tendría sentido que lleguemos dotados de mente, corazón, alma y cuerpo para no tener que descubrir que hacer con ellos? ¿Qué nos quedaría si no podemos decidir si canto, bailo, emprendo, si tengo mayores cualidades para el ritmo que para el cálculo?

Si las competencias emocionales no son genéticas sino aprendidas, si las habilidades se desarrollan a lo largo de nuestra vida, si el cuerpo va cambiando con el paso del tiempo y la mente va evolucionando con la adquisición de conocimientos, experiencias y con las emociones vividas, ¿qué sentido tendría que viniéramos al mundo sabiendo que vamos a ser emprendedores? Si así fuera, lo razonable, en términos de pura eficiencia, sería que naciéramos ya con todo lo necesario para ser emprendedores y que no tuviéramos que hacer nada para serlo.

Entonces, ¿por qué llegamos con todo por hacer? Porque uno de nuestros mayores atributos y derechos es la libertad, entendida como posibilidad de hacer, de ser, de elegir, de desarrollar, de crear, de decidir. ¿Y por qué un encargo? Porque aquí estamos de paso, pero no para pasar, y porque no tiene sentido transitar por el mundo sin un propósito, sin un para qué. Porque nadie compraría una máquina para dejarla parada en cualquier lugar del planeta, sin usarse, sin producir. Y si alguien lo hiciera, diríamos que está loco, es un despilfarrador, un insensato, y alguna cosa más.

Porque si llegamos con unos dones, huéspedes que habitan nuestra mente, nuestro corazón, nuestro cuerpo y nuestra alma, será para hacer algo con ellos y ponerlos en valor. Aquí empieza la búsqueda, ¿cuales son mis dones?, ¿que puedo hacer con ellos?, ¿cómo los voy a emplear?, ¿qué da sentido a mi vida?, ¿cual es mi propósito?, ¿cual es mi misión? ¿qué me apasiona?

Detrás de todas estas preguntas hay un norte que nos guía: los demás, porque lo que traemos y lo que hacemos con ello, no solo es para producir valor para nosotros sino para la sociedad en su conjunto. Jose Antonio Marina nos dice que la inteligencia utilizada solo en beneficio propio es una inteligencia fracasada. La inteligencia no compartida, no usada en beneficio de la comunidad es una inteligencia limitada, que no se amplia, que no multiplica.

Por eso la misión es un encargo de servicio a los demás, que comienza con la ardua tarea de saber en qué consiste, para qué estamos en este mundo, qué es lo mejor que podemos hacer por los demás, no tanto pensando en lo que necesiten, si no en lo que nosotros podemos aportar de una manera única, diferente e irrepetible.

¿Pero cómo descubrir cual es mi misión? Mira con aprecio dentro de ti y busca aquello con lo que disfrutas, aquello que cuando lo haces fluyes, el tiempo se para, no sientes resistencia, sientes emociones agradables, tienes una gran energía, estás motivado, experimentas sensación de libertad y autenticidad. Ahí, están tus dones, tus fortalezas, tu potencial, tu talento, pregúntales qué pueden hacer, cómo lo van a hacer, imagínate como será lo que conseguirás, qué veras, qué oiras, qué sentirás. Centra toda tu atención y energía en ello, porque todo aquello en lo que nos centramos crece.

La excelencia se logra desarrollando las fortalezas, no subsanando o compensando las debilidades.

Nuestra misión personal siempre va a estar alineada con aquellas actividades que nos hacen sentir mejor, porque sentimos que las hacemos bien, porque vemos que los demás las valoran, las aprecian, las identifican algo destacable de nosotros, porque el resultado que logramos lo sentimos como propio, como algo que hemos creado, aunque sea una simple sonrisa.

Nunca es tarde para encontrar tu misión, ponte en marcha y no pares hasta conseguirlo, hay mucha gente que te está esperando. A veces la tienes delante y no la ves, no siempre se trata de dejarlo todo y cambiar de forma de vida, puede ser que simplemente tengas que mirar de forma diferente lo que te rodea y encontrar la misión en lo que ya haces. Si necesitas ayuda puedes contar con el acompañamiento de un coach o un mentor, aunque tu mejor mentora es tu intuición, esa brújula interna que si la escuchas, confías en ella y aprendes a usar, siempre te lleva a buen puerto.

Continuamos en nuestra empresa de seguir descubriendo las trampas mentales que atrapan nuestra atencion y nos desvía del logro de nuestras metas.

En mi anterior post os he hablado de las trampas de la persistencia, el exceso y la fijación.

Ahora toca dedicarse a echar el lazo a las trampas de “Debería haber hecho”, la Procastinacion, la Multitarea y la trampa de la Actividad.

1.-La trampa del “debería haber hecho” o la trampa del lamento: continuar ocupándonos, lamentándonos, preguntándonos, por una situación pasada sobre la que no hay nada que hacer, por una decisión tomada que ya no tiene vuelta atrás, por un problema que ya no se puede resolver, por un proyecto o plan que ha fracaso y sobre el que ya no se puede hacer nada.
Ejemplo: contratamos a alguien para realizar un trabajo y al poco tiempo nos damos cuenta que no era lo que buscábamos, que no funciona y que la relación tiene que concluir. Y una y otra vez nos preguntamos por qué lo hicimos, por qué no me di cuenta de que no cumplía todos los requisitos el perfil, por qué no entreviste a más personas, por qué no evalue mejor los pros y contras…

Todo ese tiempo dedicado a formular y responder “por qué” es un tiempo perdido, porque nos está alejando de tomar la decisión de reemplazar a esa persona o de buscar soluciones a la situación que actualmente tenemos. Nos estamos enfocando en el problema, en vez de centrarnos en buscar la solución.

Con la trampa del lamento no solo derrochamos el tiempo sino también nuestra creatividad, al invertir nuestros pensamientos en cambiar un pasado que es inmutable, en lamentarnos y preguntarnos por todo lo que “deberíamos haber hecho”, en vez de crear opciones para construir un futuro mejor.

Detrás de esta trampa mental están sentimientos de culpa y vergüenza muy arraigados en nuestra cultura occidental, y especialmente en la latina. Estos sentimientos nos atan al pasado para buscar un perdón y una redención, que para nada ayuda a aprender, ni a actuar en búsqueda de soluciones, ni a lograr cambios.

2.- La trampa de la procastinación: cuando hemos decidido hacer algo y no somos capaces de pasar a la accion y ejecutarlo, encontrando mil excusas para justificar no hacerlo y porque no lo hemos hecho , y mil actividades alternativas en las que emplear nuestros esfuerzos que para nada nos acercan a nuestra meta.

Ejemplo: quiero poner en marcha mi blog en 1 mes y para ello necesito escribir 10 artículos antes de esa fecha. Van pasando los días y no tengo ninguno porque estoy esperando a que me visite la inspiración, a encontrar los títulos o temas perfectos sobre los que escribir, el momento del día en que este más tranquila, etc, etc, etc. Faltando 1 semana me pongo a escribir los 10 artículos que no he escrito durante el mes, y claro no me da tiempo y surge la angustia. No los puedo hacer todo lo bien que podría porque ya no hay tiempo, y al final solo tengo 5 artículos y mi blog no se puede poner en marcha.

Detrás de la procastinacion está el miedo que nos produce una tarea porque creemos que no tenemos actualmente la capacidad suficiente para realizar. También esta el impulsor de la personalidad “los demás siempre primero” que nos arrastra a decir si a todo lo que nos piden los demás sin pensar en nuetros intereses y objetivos. El establecimiento de objetivos que no estan conectados con nuestras verdaderas motivaciones tambien acaba desembocando en la procrastinacion.

La procrastinacion se alia muchas veces con la trampa del lamento, pues despues de haber procrastinado suelen surgir sentimientos de culpa que nos llevan a preguntarnos una y otra vez porque hice esto en vez de aquello o porque no hice lo que tenia planeado hacer. Asi entramos en un circulo vicioso que nos atrapa nuestro tiempo, pensamientos y energia.

3.-La trampa de la Multitarea: cuando hacemos varias cosas a la vez que requieren nuestra atencion consciente.

Ejemplo: Mientras estoy atendiendo una llamada de un cliente, estoy enviando un mail, o un whastapp, o navengando por internet.
Mucha gente todavía cree que hacer muchas cosas a la vez es efectivo y que significa tener una gran capacidad de trabajo, y sin embargo diversos estudios científicos demuestran que la multirarea produce estrés, reducen la efectividad y afectan negativamente a nuestras capacidades cognitivas. ¿Sabes cuanto te está constando la multitarea? Te invito a que lo compruebes con un pequeño experimiento.

Es imposible prestar atencion consciente a dos cosas a la vez, pues la atencion no es divisible. Lo que hacemos con nuestra atencion en la multitarea es, o bien mantenerla en una de las tareas que estamos haciendo y pasar el resto a atencion inconsciente, o bien pasar intermitentemente nuestra atencion consciente de una tarea a otra. Tanto uno como otro conduce a errores, nos impide disfrutar de lo que hacemos, nos impide aprender y además supone un consumo ingente de energía.

Detrás de esta trampa esta el deseo por ganar tiempo al tiempo, creyendo que haciendo dos o mas cosas a la vez ahorramos tiempo, cuando ocurre lo contrario. La impulsividad también es otra causa de la multirarea, pues nos lleva a veces a no saber posponer nuestra dedicación a algo que nos resulta mas agradable que lo que estamos haciendo. No tener claras las prioridades también es una causa de la multitarea.

4.- La trampa de la Actividad: cuando hacemos y hacemos, sin pararnos a pensar en las prioridades y en sí lo que hacemos nos acerca o aleja del objetivo. Hacemos según van llegando las cosas, sin darles un orden, una prioridad y una importancia. Hacemos por hacer, por inercia, porque incluso necesitamos estar siempre haciendo.
Ejemplo: Estoy leyendo un informe que necesito para asistir a la reunión de por la tarde y llega un mail, que no es importante, y lo atiendo, dejando el informe. Luego me pasan una llamada y la atiendo, luego entra una colaboradora a comentarme una duda y la atiendo. Después de todo esto me acuerdo que no hice una llamada ayer y me pongo a hacerla, y así sucesivamente. Llega la hora de la reunión y no tengo leído el informe porque me dedique a hacer otras mil cosas.

Las razones de este comportamiento son no tener claras las prioridades, no saber decir que no, una adicción a probar todo lo nuevo que llega o nos proponen,porque todo nos aburre al poco tiempo de comenzarlo y tenemos que pasar a una nueva rocas. Una fuerte compulsión a la acción sin reflexión es también frecuente en las personas atrapadas en la actividad, que además suelen tener la creencia que pararse a pensar es perder el tiempo.

Estas son algunas de las trampas mentales que te impiden avanzar en tus objetivos, en próximos post iré contándote algunos trucos para liberarte de ellas y mantenerlas a raya.

La ausencia o presencia de un mentor es un factor determinante en el éxito o fracaso de una persona. Es lo que distingue a las personas que marcan la diferencia. Si Carlo Magno, Juan Pablo II, Antonio Machado, Margaret Thatcher, Henry Kisinger, Oprah Winfrey, y Mark Zuckerberg lo necesitaron , ¿por qué no vas a necesitarlo tú?

¿Por qué necesitas un mentor o una mentora?

¿Eres bueno o buena en tu trabajo pero no has obtenido los logros deseados? ¿Crees que tu carrera está estancada o no está en el lugar que te corresponde? ¿Trabajas mucho, te esfuerzas, lo intentas una y otra vez pero las cosas no salen todo lo bien que tu quieres? ¿No entiendes algunas de las cosas que te pasan profesionalmente? ¿Sientes que no estás teniendo éxito? ¿No sabes qué hacer o por dónde comenzar? ¿Haces mucho networking y no obtienes resultados?

¿No ganas el dinero que te mereces? ¿Tu proyecto empresarial no acaba de despegar?
Seguramente has asistido a muchos talleres cursos, conferencias, congresos y hasta algún Master. Seguro has leído un montón de libros para mejorar tu desarrollo profesional, tus habilidades, para emprender con éxito, para gestionar y dirigir tu empresa. Incluso puedes haber sido de los afortunados o afortunadas que ha participado el algún programa de asesoramiento, apoyo, entrenamiento, acompañamiento o similar. También puede que hayas recibido múltiples consejos bien intencionados de diversas y diferentes personas.

Y aún así, a pesar de todo este esfuerzo, sientes que algo no va, que algo te falta, y que tus metas cada día parecen más lejos. ¡ Qué no cunda el pánico! No está todo perdido, todavía tienes una oportunidad. La respuesta a todas estas preguntas es “Búscate un mentor o mentora profesional“, alguien que te guíe, que te oriente, que te ayude a maximizar todo tu potencial. Alguien que impulse tu carrera hacia el lugar en el que quieres estar. Un mentor o mentora te ayudara a desarrollarte hasta tu máximo nivel, invirtiendo en tu capital personal

Hay cosas que no se aprenden ni asistiendo a cursos, ni leyendo libros, sino a través de la experiencia, de las enseñanzas de la vida, de la dura lucha en la arena empresarial. Y este tipo de saber, sólo puede dartelo alguien que tiene una sólida trayectoria profesional en el mundo de la empresa, y una preparación específica en la métodologia del Mentoring.

Daniel Goleman en un reciente artículo señala que lo mejor de tener un mentor es poder aprender de los errores que él cometió en el camino. Los mentores representan una gran oportunidad para escuchar como se forja una carrera profesional, para establecer contactos y relaciones, y son el campo de entrenamiento perfecto para practicar la comunicación y las interacciones cara a cara. Además te posibilitan tener otras perspectivas y visiones, y ampliar tus marcos de referencia.

¿ En qué te puede ayudar un mentor o una mentora profesional?

1) A desarrollar todo tu potencial y que verdaderamente se convierta en talento
2) A definir y desplegar tu auténtico estilo de liderazgo
3) A gestionar tu tiempo de forma que tú seas su soberano
4) A desarrollar las habilidades emocionales y sociales que son necesarias para el éxito empresarial y profesional: autoconocimiento, empatía, conciencia política, gestión de las relaciones, autorregulación emocional, capacidad de influencia, negociación, comunicación, confianza, iniciativa..
5) A potenciar tu marca personal y profesional
6) A ser estratégico en tu pensamiento, en tus relaciones, en tu comportamiento y en tus decisiones
7) A ser más consciente de tus experiencias y sus resultados, a reflexionar y aprender de tu experiencia y de la de otros. A proporcionar te autofeedback y convertirte en tu propio maestro de aprendizaje.
8) A gestionar tu energía, que es la fuente de tu motivación, de tu productividad y de tus resultados
9) A hacer contactos, crear una red de relaciones, y establecer alianzas claves para el crecimiento de tu proyecto empresarial o profesional
10) A mejorar la gestión de tu empresa en el área económica, comercial, de producción, y especialmente la gestión y desarrollo de tu personal
11) A definir claramente tus objetivo y metas, a focalizarte en ellos, a priorizar, y a saber detectar y aprovechar oportunidades que te llevan a alcanzarlos
12) A ser consciente y deshacerte de tus bloqueos, de todo lo que te impide avanzar y lograr el éxito que deseas: creencias limitantes, impulsores de la personalidad, trampas mentales….
13) A crear tu propia infraestructura de conocimientos, ayudándote a saber distinguir la información que es útil y relevante y la que no, dónde y cómo conseguirla, y cómo interpretarla y usarla. A mantener tu atención en lo que es importante y no distraerte.

Y mucho más, te lo aseguro, por experiencia propia como mentora y como mentee. Ahora bien, para que el Mentoring sea realmente efectivo son necesarias dos cosas: un verdadero compromiso de cambio, aprendizaje, mejora y trabajo por tu parte, y que te asegures de que eliges un mentor o una mentora profesional, con experiencia, solvente, y que sea ejemplo de lo que tu quieres conseguir.

¿Cómo reconocer a un buen mentor o una mentora?

1.- Un mentor o mentora es alguien que previamente ha recorrido el camino que queremos recorrer. Es una referencia por su profesionalidad y buen hacer. Es un ejemplo de comportamientos (liderazgo, comunicación, gestión del tiempo, estrategia) y resultados (reputación, contactos, clientes, éxitos, posicionamiento en el mercado, relevancia pública), de como se hacen y se logran las cosas.

Lo más conveniente es que tenga 10 años o más de experiencia que tú en el ámbito en el que operas. No tiene que ser en el mismo sector de actividad, porque lo que más valor tiene en un mentor no son sus conocimientos en un campo dado, sino su experiencia en la dirección de una carrera profesional o de una empresa.
Asegúrate de que sus logros no han sido regalados, o son ficticios, que se deban al esfuerzo, la habilidad y la superación personal, sino tendrá poco que aportarte. Y huye de las flores de un día, esas carreras meteóricas que no soportan el paso de los años.

2.- Tiene la experiencia necesaria para guiarte en esos momentos de indecisión y duda a la hora de tomar las decisiones importantes y estratégicas para lograr tus objetivos. Sabe transmitir esa experiencia, adaptándola a tus características personales, tus necesidades y tus capacidades. Sabe aconsejar sin dirigir, te hace reflexionar, cuestionarte, ir más allá. Te dará un feedback preciso, y no se andará con rodeos cuando la retroalimentación no sea positiva. Despertará tu propia sabiduría.
Es en este punto donde la formación como mentor o mentora marca la diferencia. Además de una amplia experiencia en la dirección, gestión y desarrollo de otras personas.

3.- Sabe escuchar a un nivel profundo, haciéndote sentir atendido, comprendido, entendido, respetado, acompañado. Te transmite confianza y cercanía, y un genuino interés por ayudarte a progresar.

4.– Es un hábil interrogador al estilo Sócrates, sabe provocarte con sus preguntas, sacar de ti lo que ni tu mismo conoces. Un buen mentor o mentora se distingue más por las preguntas que hace que por las respuestas que da, o los conocimientos que transmite.
Preguntar en el Mentoring es todo un arte.

5.- Posee una amplia red de contactos y relaciones en el ámbito en el que tú desarrollas tu actividad. Te puede presentar a personas muy valiosas para tu carrera, te puede recomendar, te da acceso a múltiples recursos y oportunidades que por ti solo tardarías años en conseguir. Y no sólo eso te ayudara a aprender a crear, hacer crecer y cultivar tu propia red de alianzas.

6.- Baja a la arena, te demuestra en acción como hace las cosas, para que tu puedas observarle y también cuestionarle y darle feedback. Si utiliza mapas mentales para trabajar la toma de decisiones lo hace contigo, si tiene un sistema de archivo y clasificación para gestionar la información te lo enseña y te ayuda a utilizarlo. Comparte contigo sus trucos, recursos, técnicas, herramientas. Tú luego ya decides cuales usas y como.

7.– Está dispuesto a aprender de ti y contigo. Esta abierto a la experiencia y a la crítica constructiva. No se cree que lo sabe todo, que está de vuelta, o que tu no le puedes aportar nada. Y esto sólo es posible si se trata de una persona realizada, segura de sí misma, sin frustraciones, y con el ego por lo menos domesticado.

Si sientes que en una sesión de Mentoring estáis presentes tú, tu mentor o mentora y su ego, es mejor que termines esa relación. Los tríos no suelen salir bien, siempre acaba alguien desatendido.

Y por último, que no te cuenten cuentos. Un mentor o mentora no es un facilitador, ni formador, ni consultor, ni coach, ni asesor por mucho que sepa y por mucha experiencia que tenga. Y tampoco es un empresario o empresaria, o cualquier profesional del ámbito que sea que tenga mucha experiencia.

Que te aporten conocimientos y experiencias está bien, pero sino se trabajan a la vez aspectos personales de actitudes, habilidades y motivaciones, habrás contado con una buen ayuda probablemente, pero no con un proceso de Mentoring. Si sólo se centran en el desarrollo de actitudes y habilidades como lo hace un COACH, pero no te aportan conocimientos, recursos, experiencias y contactos, el desarrollo no es global. Tú decides lo que quieres y lo que necesitas.

Ahora que ya sabes lo que un mentor o mentora profesional puede hacer por ti, ¿qué más necesitas para lograr lo que quieres? ¿A que estas esperando para buscar el tuyo? Es tu pasaporte para la excelencia.

Los/as mentores/as son contadores de historias, y a través de las mismas transfieren experiencias, conocimientos, valores, a sus mentorizados/as. Las historias son una fuente de aprendizaje experiencial que permite generar el cambio en los/las mentees, ese cambio que es necesario afrontar para impulsar su desarrollo y lograr las metas que se proponen.

Si echamos la vista atrás, seguramente podremos recordar alguna situación en la que alguien nos contó una historia, real o ficticia, de la que extrajimos un aprendizaje. Las moralejas de los cuentos que nos leían en la infancia tenían ese objetivo ejemplarizante y educativo. El aprendizaje a través de historias que nos cuentan es una técnica muy antigua, que actualmente se está recuperando como herramienta para el desarrollo de competencias.

Cuando escuchamos una historia, nuestra apertura mental es mayor, lo que permite escuchar y comprender mejor, y la retención del aprendizaje es más profunda y duradera. Todo ello se traduce en una aceleración del aprendizaje y por tanto en una menor resistencia al cambio. Las historias son una alianza perfecta para conseguir despertar el interés y la curiosidad, una actitud básica para el aprendizaje contínuo.

¿Cómo funcionan las storytelling en el mentoring? Podríamos decir que el/la mentor/a es un/a contador/a de historias, que a través de ellas permite a su mentorizado/a reflexionar, cuestionarse, reafirmarse. Estas historias pueden ser cuentos, un chiste, una película, una anécdota, pero sobre todo son historias personales, experiencias del propio/a mentor/a o de otras personas, que pueden servir al mentorizado/a para comprender su situación, para resolver un problema, para tomar una decisión, o para generar alternativas de pensamiento o visión. Las storytelling son una parte importante del aprendizaje experiencial que caracteriza al mentoring.

Para que las historias cumplan el objetivo de contribuir al desarrollo personal o profesional, es necesario escoger la historia adecuada, que sea aplicable al contexto, es decir, a las necesidades del mentorizado/a, a su situación personal, a los retos que se plantea o las trabas que desea superar. Siempre tiene que extraerse de ellas una moraleja, que es el mensaje que impulsa el aprendizaje.

Sobre la historia mentor/a y mentee discutirán, intercambiarán opiniones, reflexionarán: de este proceso debe surgir la moraleja para el mentee, debe ser él quien la descubre, porque esa es la revelación del proceso de aprendizaje. No debe explicitarse en el relato

Las historias al situarnos fuera de nuestra experiencia, nos permiten contemplar la situación como espectadores, lo que nos da el punto justo de distancia para poder ver las cosas de otra forma, sin sentirnos amenazados, atacados. Desde ahí podemos transferir la lección extraída a nuestra propia situación. La misma historia no tiene el mismo significado para dos personas distintas o en dos situaciones distintas.

El proceso interior que se genera al escuchar una historia, podríamos describirlo de la forma siguiente:

  1. 1)  Al colocarnos en una situación fuera de nosotros permite un distanciamiento emocional, nos relajamos y las situaciones de bloqueo que suelen impedir el aprendizaje desaparecen
  2. 2)  Al producirse el desbloqueo, se genera una apertura mental, que permite el paso a la reflexión desde una zona de mayor seguridad
  3. 3)  La reflexión impulsa el cambio a nivel mental o interno y luego a nivel externo o de la acción.

Las storytelling para se efectivas deben ser contadas con realismo y adecuarse al destinatario de las mimas, deben ser creíbles y conectar emocionalmente. Es muy importante observar la reacción del oyente, interpretar sus mensajes de respuesta a la historia para ir adaptando la narración. Es más el aprendizaje es de doble vía porque con la interpretación que cada oyente da a la historia, el narrador también aprende nuevas ópticas sobre la misma.

Las historias son importantes en el mentoring porque ayudan a impulsar el la acción para el cambio, a generar confianza, a transmitir valores, a compartir conocimientos.

El cambio no se genera desde lo racional, sino de lo emocional, el impulso para la acción es la motivación, y vive en el corazón. Las historias no conectan con nuestra cabeza, conectan con nuestro corazón y es este el que luego envía el mensaje de cambio a nuestro cerebro. La mente se abre cuando se abre el corazón.

Las storytelling forman parte de eso que siempre se ha conocido como “sabiduría popular” y que parece estar denostada en la era de la información y el conocimiento. Lo que llamamos “batallitas” de nuestros mayores, son una fuente inmensa de aprendizaje que debe ser aprovechada a lo largo de toda nuestra vida. Esa sabiduría popular se nutre de historias contadas a lo largo del tiempo por diferentes personas, y a diferentes personas. En este continuo de interacción, se va enriqueciendo la historia con aprendizajes que aportan los distintos contextos y participantes. Son una fuente de nuevo conocimiento. Sería interesante estudiar como ha influido en el desarrollo y aprendizaje de las personas, haber crecido en un ambiente en el que se permitía a los más pequeños conversar con los mayores, y escuchar historias contadas por personas diferentes y en ambientes diferentes. La adquisición de capital intelectual, cultural y social de una persona puede estar influenciada por este tipo de experiencias. Uno de los objetivos del mentoring será ayudar a los mentees a aumentar su cifra de capital intelectual, social y cultural, para que puedan progresar y desarrollarse personal y profesionalmente y alcanzar sus retos.

 

La forma de preguntar produce efectos distintos y por tanto resultados diferentes en las personas. Salir del problema, buscar soluciones, mirar al futuro en vez de continuar pérdidos y bloqueados en la situación que nos encadena.

Formular o hacer preguntas cerradas libera a la personas de tener que pensar. Hacer preguntas abiertas las obliga a pensar por sí mismas. John Whitmore

Con un acto de conciencia , de mí misma ahora mismo, me doy cuenta de cosas de las que no lo era hasta este mismo momento. Me hago consciente.Párate ahora mismo y escucha que oyes, mira que ves, que sientes y descubrirás cosas de las que hasta entonces no estabas siendo consciente.

Uno de los conceptos claves en Mentoring y Coaching es la conciencia; la conciencia me permite conocer qué está ocurriendo a mi alrededor y qué esta sucediendo en mi interior.Este conocimiento me capacita, me permite manejar lo que ocurre, mientras que aquello que desconozco me controla a mi. Elevar la conciencia, es uno de los objetivos de un buen proceso de coaching y mentoring, y ésto generalmente lo podemos hacer con preguntas. Y existen distintos tipos de preguntas. El objetivo de este artículo es reflexionar e identificar algunos patrones que podemos encontrar en las preguntas que recibimos y que realizamos.

Para ello vamos a trabajar con un enfoque básicamente practico.Nuestro objetivo es analizar la efectividad de los diferentes tipos de preguntas.He aquí dos situaciones típicas que todas o seguro que la mayor parte de las personas hemos vivido:

• Tenemos un problema. •

¿Cómo reacciona nuestro entorno cercano? Seguramente que con la sana intención de ayudarnos a superarlo, nos recuerda continua y constantemente que tenemos ese problema , y ésto lo hace de manera inconsciente con sus comentarios, sus preguntas, su comportamiento…y está ahí ,encima nuestro continuamente, en el problema, en el problema….

• Una persona amiga tiene un problema.

¿Cómo nos comportamos nosotros para ayudarla a superarlo? ¿es posible que acabémos liándola más en el problema con nuestras preguntas, nuestra preocupación,……? Sí, y es posible que esta persona siga ahí en su problema cada vez más liada, más dentro, más cerrada,… sin encontrar por donde avanzar.

¿Qué tipo de preguntas podemos utilizar, podemos hacer para ayudar en estas situaciones?

Pensemos en un tema , no hace falta que sea un tema muy complicado …pensemos en algo «ligero » para empezar nuestras prácticas. Nuestro objetivo es encontrar una posible solución a este problema que hemos seleccionado. Si ya tienen el tema sobre el que quieren trabajar definido, comiencen a hacerse preguntas ( si me permiten sugerirles una opinión…¿Sí?, gracias. Apunten las preguntas que se hacen en un papel).

Dense un tiempo y apunten todas las preguntas que se les ocurre con el objetivo puesto en encontrar esa solución; tambien pueden practicar este ejercicio en parejas o en pequeños grupos, alternando los roles ( el cliente elige el tema sobre el que quiere trabajar y el coach  o mentor hace las preguntas; 10-15 minutos en cada rol está bien para comenzar la práctica).

¿Qué tipo de preguntas hacemos? ¿Son preguntas que nos mantienen en el problema? ¿Son preguntas que nos lanzan hacia adelante, hacia la solución?.

En este punto he practicado el siguiente ejercicio en grupo, me resulta muy interesante y deseo compartir los resultados obtenidos en una de las ocasiones en que participé.

PRIMERA PARTE

  • Selecccionar voluntariamente una persona que quiera trabajar, ser preguntada, sobre un tema real que le preocupe,un objetivo a alcanzar,….
  • Seleccionar un grupo de personas que , preferiblemente, no tengan experiencia, conocimiento, práctica,….acerca de Coaching o técnicas de realización de preguntas efectivas.
  • El resto del grupo deberá tratar de identificar los patrones comunes en las preguntas que hacen estas tres personas seleccionadas.

    Tema a trabajar propuesto en el grupo: Aceptar la enfermedad crónica de una persona cercana.
    Estos son algunos ejemplos de las preguntas que se hicieron por el grupo inicial de trabajo seleccionado ( tres personas):

    • Edad de la persona enferma.
    • ¿Cuál es su relación con esa persona?
    • ¿Estás hablando de una enfemedad crónica, reversible….?
    • ¿Cuando le diagnosticaron la enfermedad?
    • ¿Cuál es el punto que no puedes aceptar?
    • ¿Estos límites son tuyos o se pueden ir superando?
    • ¿Qué es lo que te preocupa? ¿Crees que no estás siendo capaz?
    • La frustración que estás sintiendo….
    • ¿Crees que realmente no lo estás acompañando?
    • Vuelvo a repetir: ¿qué es lo que te asusta?
    • ¿Cuáles crees tú que son tus límites?
    • ¿Crees qué podría haber alguna ayuda de algo o alguien?
    • ¿Has estudiado esta ayuda de quién podría ser:amigos , familiares…?¿Te sientes mejor con esta ayuda?.

• ¿Esta ayuda te puede acompañar en un proceso personal? Te favorece ¿no?. etc etc etc

SEGUNDA PARTE

Veamos otro tipo de preguntas posibles. Aquí el ejercicio igualmente consiste en encontrar los patrones comunes de este segundo tipo de preguntas.Después de observar tus respuestas anteriores me gustaría preguntarte:

  • ¿Qué es lo que tú quieres?
  • ¿Cómo vas a reconocer en el momento que sientes éso que tú

    quieres?

  • ¿Qué cosas cambiarán en tu vida cuando llegue ese momento?
  • ¿Como por ejemplo?
  • Y esa ( paz, tranquilidad, alegría, tristeza, pena….lo que haya dicho

    que va a sentir)cómo se va a manifestar?

  • ¿Quién más se va a beneficiar de ese estado?
  • ¿Hay algo similar en tu vida que se haya resuelto satisfactoriamente
  • ¿Cuál va a ser el próximo paso que tú vas a dar para alcanzar éso

    que tú quieres?.

  • Exactamente, ¿cómo lo vas a hacer?.
  • ¿Qué puedes hacer a partir de este momento que no hayas hecho y

    que te lleve a ese estado?.

  • ¿Quién crees que te puede aportar éso?.¿Cómo lo podrías saber?.
  • ¿Cómo lo vas a hacer?
  • ¿Cuándo?

    Antes de continuar con el análisis de los patrones comunes en cada grupo de preguntas, podemos preguntarle a la persona cómo se ha sentido en cada parte del ejercicio y con cada grupo de preguntas.Esta es una de las respuestas que he recibido :

    «Con las preguntas de la primera parte, repito y repito y repito y doy detalles de algo que ya sé……».

    Es interesante observar el diferente lenguaje corporal de la persona entrevistada en cada fase, este es otro punto en que no entraremos por ahora.

Quiero ahora resaltar algunos puntos. Cuando oímos un problema y tratamos de ayudar a encontrar una solución, generalmente, nos enfocamos en una serie de preguntas clásicas:

1. Diagnosticar: Creemos que parte de la ayuda es conocer los detalles.¿Para qué recogemos esos detalles?.¿Qué le aportan a la persona entrevistada? Parecemos expertos diagnosticadores cubriendo una ficha tipo,recogiendo los detalles QUE PARECE que necesitamos conocer PARA DAR UNA SOLUCIÓN; Diagnosticar no genera buenas conversaciones, conversaciones que ayuden

2. Entender: Muchas veces hacemos preguntas para entender y conocer el problema, repasamos las preguntas y vemos que muchas no aportan nada, sólo tratamos de entender el problema y éso realmente no lo necesitamos. La persona que necesita nuestra ayuda repite y repite la misma información que ya conoce, sin avanzar hacia ningún objetivo más que el nuestro propio de conocer algo que no necesitamos conocer.

Es diferente que la persona necesite contar algo, a que yo necesite oirlo.

3. Enjuiciar:cuandohacemospreguntascerradas,éstosignificaqueyahemos hecho un diagnóstico de la situación, ya estamos enjuiciando, ya le hemos puesto nombre a las emociones que siente nuestro cliente, parecemos expertos conocedores.

4. Preguntas limpias: cuanto menos sepamos sobre un tema, más puros, más limpios y menos intoxicados estaremos para hacer preguntas puras, que no orienten ni aconsejen, estando además, menos influenciados por nuestro dialogo interior y por las posibles soluciones que se nos ocurran.

5. Mapa del cliente: Trabajamos en el mapa del cliente y no en el nuestro, con preguntas como

«¿Ésto te hace sentir mejor?», estamos en nuestro mapa.
Sin embargo, con preguntas tipo: ¿Cómo te sientes?,¿Cómo te hace sentir?, así estamos en el mapa del cliente, no juzgamos , no prejuiciamos.

6. Pasado: Solo es necesario ir al pasado  a recoger recursos que tiene la persona, a descubrir logros para reforzar la autoeficacia. Así las preguntas correctamente planteadas han de ser tipo :
¿Hay alguna experiencia similar en el pasado QUE TE HAYA AYUDADO?

La clave está en que estoy diciendo que Ya hay algo similar que has hecho bien, tráelo , úsalo ahora, conviertelo en recurso ahora.
Nada más del pasado. Ahí no vamos a resolver ,ni a indagar ….a nada;éso que si es válido en determinadas disciplinas o terapias…no lo es en coaching

Es diferente preguntar:

  • ¿Hay alguna situación similar en tu pasado?

¿Hay alguna situación similar en tu pasado que te haya ayudado?

Haga la prueba, piense en algo que le preocupe, en algo que quiera resolver , hágase las preguntas y después contácteme y dime ,
¿Qué ha sentido en cada caso?.

Si ha hecho ya su resumen de los patrones comunes en cada tipo de preguntas podemos compararlos y comentar los aspectos que desee.

PRIMER GRUPO: preguntas enfocadas al problema

SEGUNDO GRUPO: preguntas enfocadas a la solución.

  • Cerradas
  • Dan consejos, orientan.
  • Son preguntas que se hacen sobre el

    problema.

  • Presente diagnosticadoras: Edad,

    situación ….

  • Consejos a terceras personas y a

    problemas de terceras personas. (Le dijiste, le preguntaste , le pediste…)

  • Abiertas
  • Incitan a explorar sus propios recursos
  • Son preguntas que se hacen sobre la

    solución.

  • Presente descriptivas: Cuál es la

    situación ahora; Qué es lo que está

    pasando ahora.

  • Futuro: Se visualiza el resultado y las

    consecuencias de alcanzar éste.

  • Pasado: Obtener recursos.

 

Para finalizar, una pincelada para resaltar cómo en el segundo grupo de preguntas se ha terminado con tres preguntas claves en un proceso de Coaching y Mentoring:

  • QUÉ… El Plande Acción inmediato
  • CÓMO…  Los Recursos para llevarlo a cabo
  • CUÁNDO…, El compromiso de accióN