La semana pasada tuve la suerte de clausurar un programa de Mentoring para el desarrollo directivo en un grupo multinacional con sede en Madrid. Las conclusiones que arroja el informe de evaluación, que elabore, no pueden ser más satisfactorias.
Pero los resultados cuantitativos no son nunca lo más importante en un programa de mentoring, al menos para mi. Hay que ir mucho más allá en la evaluación, por eso yo utilizo muchas y diversas fuentes cualitativas de obtención de información, y así es como se puede comprender la gran potencialidad del mentoring y sus beneficios.
Y así también es como te encuentras con regalos maravillosos que te dan los y las participantes en los programas, y como descubres nuevos aportes del mentoring a las organizaciones, en los que antes no habías ni pensado.
Y esto es lo que me encontré yo una vez más al realizar la evaluación de este último programa en el que he participado. La frase más repetida por mentoras y mentees es que el programa había sido para ellas “un lujo y un regalo”.
Lo que yo les quise transmitir en la jornada de clausura del programa es que para mi también había sido un lujo y un regalo participar en él, y que si le pudiera dar forma a ese lujosos regalo sería el de un collar de perlas: auténticas, únicas y con ese brillo y sonido especial que sólo tienen las cosas que se cultivan con mucho mimo y cariño, que es el que han puesto ellas en el desarrollo de este programa, en cada sesión de mentoring y en cada encuentro de trabajo grupal.
Cada una de las participantes es una perla, como lo han sido también sus palabras y frases llenas de sabiduría, entusiasmo, ilusión y pasión que nos han ido aportando a lo largo del programa. Comparto alguna de esas perlas:
“Como mentora he adquirido consciencia de la importancia de dedicar
tiempo a la gente de la organización. Es la inversión más rentable personal y profesionalmente que se puede hacer”
Otra mentora señala que “el programa ha sido una oportunidad excelente para enviar un mensaje muy poderoso a toda la organización, de como debe ser la forma de liderar y dirigir a las personas”
Estas y otras muchas perlas de frases han quedado grabadas en mi memoria y han hecho que una vez más haya vuelto a renacer mi pasión por el mentoring, gracias a la pasión e implicación que he percibido de las participantes.
Lo que yo he vivido y visto, que coincide con lo que mentoras y mentes verbalizan en sus cuestionarios de evaluación, es que todas han crecido juntas como personas y profesionales, gracias a la generosidad por compartir conocimiento y experiencia de las mentoras, y a la humildad para aprender y mejorar de las mentees. Juntas han creado una relación de apoyo, ayuda y crecimiento que sin duda será ejemplo para otras personas de la organización en el futuro.
Este es el tipo de relaciones que son valiosas para las organizaciones, y no deberíamos olvidar que una organización es un sistema de relaciones que se crea en base a las conversaciones que se generan entre las personas que las conforman.
Tanto mentoras como mentees consideran, que tras el programa de Mentoring, la compañía cuenta con profesionales más seguras, decididas, con más perspectiva, con más capacidad de análisis y más habilidad para resolver problemas. Con personas más positivas, más motivadas, más comprometidas y más preparadas para asumir nuevos retos profesionales.
Y todo ello se plasma magníficamente en una frase, pronunciada por una de las mentees, que se ha convertido en el lema de esta experiencia y en la bandera con la que encaran el futuro. Un lema que sin duda encierra toda la esencia de lo que proporciona el Mentoring a las personas y las organizaciones.
“Creer que se puede = CONFIANZA, querer que se pueda= VOLUNTAD y COMPROMISO, quitarse los miedos sacarlos pa fuera = OPTIMISMO, pintarse la cara color ESPERANZA, tentar al futuro con el corazón”
Un corazón que se ha hecho más fuerte y más lleno de energía, gracias al desarrollo de numerosas competencias emocionales que han experimentado a lo largo del programa: autoconocimiento, autorregulación, confianza en sí mismas, motivación, empatía, liderazgo, gestión de equipos, por citar algunas.
Pero sobre todo, y esto es lo que para mi ha sido todo un descubrimiento, todas han desarrollado una fortaleza, que en estos tiempos de cambio, incertidumbre, prisa y presiones, se revela como fundamental: LA RESILIENCIA. Esa capacidad de resistir, de no dejarse vencer, de crecerse ante las dificultades, de sobreponerse y adaptarse a los cambios con serenidad y entereza. Esa capacidad de seguir adelante a pesar de los obstáculos y reveses que nos da la vida.
Yo he visto nacer y crecer esa resiliencia en las participantes del programa a lo largo del mismo, y he sentido como con ello crecía su amor propio. He visto como la relación de Mentoring que se ha creado entre cada mentora y mentee ha sido la fuente de inspiración y el soporte de esa resiliencia, y como han adquirido la consciencia de la importancia de crear este tipo de relaciones en la organización para contribuir a que sea una organización más resiliente con personas más resilientes.
Las personas, como las perlas, a veces solo necesitamos de alguien externo a nosotros que activé nuestros mejores recursos naturales para mostrar al mundo toda nuestro brillo y grandeza. Esa es la grandeza del Mentoring: crear perlas de una belleza y pureza tal, que las convierte en gemas fuertes y resistentes a cualquier adversidad.