¿Qué sería de la vida sin encuentros? ¿Qué sentido tendría? ¿A donde nos llevaría? Siempre he creído que el resultado de mi vida es la sucesión de una serie de encuentros. Encuentros con personas, encuentros con situaciones, encuentros con ideas, encuentros con preguntas, encuentros con el silencio. En definitiva encuentros.

Y los encuentros hay que ir a buscarlos, propiciarlos, dejar que te busquen, que te atraigan, que te sorprendan, que te acurruquen. Otras veces, solo hay que dejar que te encuentren, que te sorprenda y aprovecharlos e, incluso, algunas otras que simplemente pasen y se terminen. Elegir bien los encuentros es parte del resultado de nuestra vida y de nuestra felicidad. Los buenos encuentros hay que saber reconocerlo y cultivarlos, mimarlos, disfrutarlos y deleitarse en ellos. Son los encuentros los que nos hacen crecer como personas, avanzar, virar el rumbo, permanecer. Son los encuentros los que dan plenitud a nuestra vida, si sabemos aprovecharlos bien y extraer de ellos todo el sentido y significado que tienen para nuestra vida. 

Una vida rica y plena está llena de encuentros, encuentros que nos conecta con nosotros, con los otros, con el mundo, y con la vida. Encuentros que nos transforman. Por eso me gusta compartir esos encuentros que me inspiran, me llenan de aprendizajes, me expanden , me conectanpara mostrar las oportunidades, aprendizajes y transformaciones que generan los encuentros.

Cuando digo que mi vida es el resultado de una sucesión de encuentros es porque con cada uno de ellos llega algo nuevo que  buscaba o se va algo que ya no cabía en ella, muchas veces sin ni siquiera saberlo antes. Porque con cada encuentro he conocido a alguien que ha traído grandes cosas a mi vida, porque de cada encuentro se ha creado otro, enriquenciendo mi vida de experiencias, de vivencias, y de sabiduría.

La vida son encuentros, son momentos en los que las almas de las personas se tocan, y engendran nuevas ilusiones, nuevas posibilidades, nuevos caminos. Encontrarse es crear, es despertar, es renacer. En cada encuentro ponemos una parte de nuestra esencia, y recibimos parte de la de otros. De cada encuentro volvemos con algo nuevo, con una nueva fuerza y energía. En cada encuentro estamos germinando la semilla del cambio y la transformación. Con cada encuentro abrimos espacios, nos regalamos tiempo, y hacemos fluir conversaciones para construir juntos algo nuevo, el mundo que queremos. Un mundo nacido de encuentros que transforman la realidad.

Dentro de los encuentros, siempre reservo un lugar especial para los encuentros conmigo misma, que son tan importantes, enriquecedores y transformadores, como los que mantenemos con otros. Siempre aprovecho varias épocas del año para realizar una especie de retiro social y profesional, para dedicarme más a reflexionar, meditar, hacer limpieza en mi vida, reordenar, renovar. Es el tiempo en el que hago auto-mentoring, en el que me escucho, me ayudo, me pregunto con más intensidad. Y todo ello porque creo firmemente que para ayudar a otros hay que saber ayudarse a si mismo, que para escuchar con profundidad a otros, hay que saber hacerlo con uno mismo, que las mejores preguntas que hacemos a otros para ayudarles a crecer, son las que vienen susurradas por las que nos hemos hecho a nosotros mismos. Crear encuentros transformadores para otros a través del mentoring requiere saber crear esos mismo encuentros para uno mismo.

Este último año ha sido intenso, lleno de encuentros transformadores, de nuevas personas que llegan a mi vida, nuevos proyectos, nuevos retos, nuevos horizontes. El 2022 terminó con uno de los que más me gusta, porque participé en su gestación allá por el año 2016 y porque hacia 2 años que no disfrutaba debido a la pandemia:  V Edición de Bilbao Mentoring Conference 

 

En el 2023 se avecinan nuevos e interesantes encuentros, que esperamos contarte desde nuestra web en la Escuela de Mentoring. Todo ellos dirigidos a continuar con la idea de propiciar una Revolución Reflexiva a través del mentoring, tal y como compartí en la inauguración de Bilbao Mentoring Conference 2022.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring.

 

Ser mentor es un camino de largo recorrido en el que deben estar muy alineados el ser, el saber y el hacer, porque no se trata solo ponerse delante de una persona y darle consejos acerca de lo que tiene que hacer o no hacer para lograr lo que quiere. Es mucho más, ser mentor es adquirir un compromiso con el desarrollo personal y profesional de otras personas.

El «ser» representa la esencia de un mentor, lo que le define, y no tiene nada que ver con su forma de hacer, con su experiencia, con su conocimiento, sino con su propósito, su compromiso, con los valores que ejemplifica al hacer mentoring, con su actitud ante las personas a las que guía. 

El «saber» es el conocimiento que nos permite comprender y acompañar con efectividad los procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo de otros, pues sin él nuestras buenas intenciones y disposición a veces puede causar más mal que bien en las personas. 

El «hacer» son las habilidades que hay que desarrollar y poner en práctica para contribuir de la mejor forma posible al desarrollo de otros.

Los mentores somos caminantes, peregrinos que recorren un camino acompañando a otros a desarrollar todo su potencial para lograr sus metas y realizarse como personas, ya sea como emprendedores, como profesionales independientes, como directivos,  profesores, logrando su primer empleo, mejorando el que tienen, tomando una decisión importante en sus vidas, etc.

No todo el mundo ejerce como mentor por los mismos motivos y estos cambian mucho el tipo de mentor/a que somos. A lo largo 22 años de experiencia dedicada al mentoring he formando a más de 6000 mentores, en diferentes lugares del mundo y con diferentes perfiles, y he visto muchas y diversas motivaciones para ser mentores: dinero, prestigio, obligación, admiración, reconocimiento, marca personal, diferenciación, necesidad de demostrar cuanto se, cuán experto soy, necesidad de tener seguidores e imitadores, deseo de contribuir, interés por desarrollar a otros…

El camino de ser mentor se puede recorrer por diferentes motivaciones, pero solo hay una que marca la diferencia y que te lleva a ser un mentor/a excelente: un genuino interés por invertir en el desarrollo de otros para que puedan lograr sus metas y realizarse; disfrutar el éxito de otros como si fuera el propio, sin apropiarse de él, lo que llamo “Felicidad Indirecta”, la misma que experimenta un sherpa, pues su satisfacción no está en el número de veces que ha logrado personalmente llegar a la cumbre del Everest, sino en el número de veces que ha ayudado a otros a alcanzar la cima.

Por eso como buenos peregrinos no debemos perder nunca nuestro norte, nuestro santuario: acompañar a otros para que logren por sí mismos sus metas. No debemos perderlo o cambiarlo por el reconocimiento, el prestigio, la popularidad, la fama, el estatus, porque en el momento que lo hagamos, no solo dejaremos de ser mentores, sino que estaremos limitando el desarrollo de otros. 

Ser mentor y acompañar a nuestro mentee durante todo el proceso de mentoring es una experiencia de aprendizaje que te reta, te cambia y te transforma, porque aprenderás de tu mentee, sobre ti mismo, sobre las personas, sobre las relaciones y sobre la vida. 

El “ser”: la esencia de un mentor/a excelente

1.- CREYENTE: Un mentor es un creyente. Cree firmemente en que todas las personas tienen un potencial a desarrollar y una inclinación natural a hacerlo. Otra cosa distinta es que conozcan o no ese potencial, tengan más o menos, sepan como desplegarlo o que esa inclinación natural esté bloqueada o desentrenada. 

Creemos que las personas son lo suficientemente inteligentes para encontrar las respuestas por sí mismas, no necesitan que otro se las de. Creemos que el talento no brota siempre por sí solo, a veces hay que despertarlo, activarlo y ofrecerle las oportunidades adecuadas para desarrollarlo.

2.- SERVIDOR:  Un mentor excelente lo es por vocación, tenemos una inclinación natural a  acompañar a otros a superarse, a desarrollarse por sí mismos. Esto es lo que nos ayuda a no dirigir, a acompañar orientando, respetando la individualidad de aquellos a quienes acompañamos, sin imponer nuestros puntos de vista, nuestra manera de ver y hacer las cosas. Aceptamos de forma incondicional a nuestros mentees y nos adaptamos a ellos, a sus características personales, a su forma y ritmo de aprender, respetando sus decisiones y no tratando de influirlas o cambiarlas. Somos un instrumento al servicio de su desarrollo.

3.- APRENDIZ ETERNO: estamos siempre abiertos a la experiencia, por mucha que tengamos nos enfrentamos a cada actividad, a cada situación y al propio proceso de ser mentor con una mentalidad de principiante. No nos quedamos instalados en nuestra atalaya de conocimiento, sino que pisamos la arena para aprender de la experiencia de ser mentor, de nuestros mentees y  de cada sesión de mentoring. Acudimos a ellas como si fuera la primera, sin prejuicios, sin juicios, sin ideas preestablecidas, sin plan, sin herramientas o preguntas predeterminadas, abiertos a escuchar lo que el mentee trae en ese momento, lo que necesita para seguir avanzando y ayudarle desde ahí. 

Esto requiere saber lidiar con la incertidumbre, saber tolerar la frustración de no entender lo que le pasa al mentee y como ayudarle, de no encontrar la pregunta adecuada, de no saber si el mentee ha avanzado o no en su objetivo desde la anterior sesión, de no saber que me voy a encontrar, además de muchísima paciencia y flexibilidad.  

El mentoring no es una práctica estructurada, estandarizada y rígida, no es un proceso en el que en se sabe de antemano en cada sesión qué hacer y cómo, porque cada persona necesita cosas diferentes, tiene circunstancias y problemas distintos, ritmos y estilos de aprendizaje diversos y objetivos muy personales a lograr. Ser mentor te pone a prueba: muchas veces, no sabrás cómo hacer la pregunta más adecuada, cuándo intervenir y cuándo no, qué pasa entre las sesiones, cómo va a llegar el mentee a la siguiente sesión; otras, te encontrarás con mentees que les cuesta abrirse, que dudan mucho, que no saben que quieren, a los que te cuesta seguirles el hilo de la conversación y pondrán a prueba tu capacidad de adaptación, de pericia y de paciencia. 

4.- HERMANO: El mentoring es una relación de hermano a hermano, de ser humano a ser humano, sin jerarquías, sin relaciones asimétricas o de poder, sin «yo sé y tu no», o «yo sé más» (porque soy más mayor, tengo más experiencia, he tenido mucho éxito en la vida, o tengo 3 master en las mejores universidades del mundo). La humildad y la empatía son importantes características de un mentor, que se traducen en escuchar para conocer y comprender al mentee, sin juicios, respetando quién es, aunque no nos guste y no estemos de acuerdo con él. 

Cuando nos hermanamos las personas se abren y eso es lo que permite aflorar el talento para poder desarrollarlo. Desde la hermandad tu actitud es la de estar ante otro ser humano que es experto en sí mismo, que sabe lo que quiere y cómo conseguirlo, le podrá faltar información, podrá estar bloqueado, dudar, pero una vez que todo esto se despeje sabrá como lograr sus objetivos.  

5.- RESONANTE: la resonancia amplifica y prolonga el impacto de las palabras, las acciones, las sensaciones y los aprendizajes. Hace que tus actos (una pregunta, una palabra, una frase, una forma de hacer) se mantengan presentes, a pesar de la distancia, y sigan sirviendo como fuente de aprendizaje a tu mentee, porque le resuenan una y otra vez en su cabeza, como si estuvieran flotando en el aire y no se pudieran despegar de ellas. La resonancia propicia aprendizajes significativos, esos que nunca se olvidan y afloran en los momentos vitales y decisivos, convirtiéndolos en uno de sus mejores recursos para el cambio y el logro de metas.

Para resonar necesitamos tener una presencia plena y consciente en las sesiones de mentoring, estar solo centrados en nuestro mentee, sin diálogo interno, sin distracciones, sin interrupciones, escuchando con atención plena, actuando con autenticidad, honestidad y congruencia. Solo así evitaremos que nuestras emociones, creencias, juicios y prejuicios intoxiquen la relación, sesguen la visión que tenemos del mentee y condicionen la forma de guiarlo adecuadamente, según sus necesidades. Un mentor tiene que tener un alto grado de autoconocimiento y de consciencia interior y exterior, implica saber convivir y estar a gusto con el silencio, desconectarse de todo lo ajeno al rol de mentor antes de cada sesión y durante la misma. 

6.-INVERSOR: invertimos en el desarrollo de otros, en potenciar la inteligencia de las personas a las que acompañamos para que logren metas por sí mismos, no les hacemos el trabajo, no les decimos qué tienen que hacer o cómo hacerlo.  

La diferencia entre invertir o intervenir, para resolver o salvar, se traduce, en la mayor parte de los casos, en preguntar en lugar de opinar o responder, en escuchar más que en hablar. Lo contrario genera dependencia. Si rescatamos, solucionamos o respondemos por otros ¿qué pasará cuando no estemos ahí para hacerlo? ¿cómo resolverán o decidirán? ¿cómo aprenderán a encontrar sus propias respuestas, a crear su propia sabiduría?

Invertimos cuando ayudamos a reflexionar a nuestros mentees para que tomen decisiones, cuando no influimos en ellas, cuando no evitamos o impedimos que las tomen, cuando creemos que nos son son adecuadas o les van a generar problemas. Invertimos cuando estamos ahí para ayudarles a aprender de los errores cuando se equivocan, porque lo contrario lo privará de ese aprendizaje o le desposeerá de la propiedad de su éxito. De la misma forma que un entrenador de fútbol no salta al campo para tirar un penalti porque cree que su jugador lo va a fallar, los mentores no intervenimos en las decisiones de nuestros mentees, no resolvemos sus problemas. Nuestro rol y responsabilidad es entrenar, no jugar.

Todo ello se traduce en que más del 60% de la conversación en una sesión de mentoring debe ocuparla el mentee, las ideas, las decisiones , las acciones deben surgir del mentee. El mentor debe saber practicar una generosidad inteligente: no hacer, ni dar lo que el mentee puede hacer o conseguir por sí mismo; no hacer, ni dar más de lo que el mentee hace o aporta. 

Aunque tengamos la respuesta, no debemos darla. Si lo hacemos se pierde el momento didáctico, la oportunidad del aprendizaje significativo del mentee. Los mentores debemos ser socráticos: hacer la pregunta y dejar que surja la respuesta. Con la respuesta resolvemos, tiramos el penalti y marcamos el gol. Con la pregunta ayudamos a que el mentee aprenda a encontrar sus respuestas, a resolver sus problemas, a tirar penaltis y marcar goles. Nuestra función es pasar la pelota a quien tiene que marcar el gol. 

Un mentor es un inversor porque invierte en el autoconocimiento, autoconfianza, autoreflexión, automotivación, autofeedback de su mentee, activando sus recursos para que puedan producir resultados de forma independiente. Invertimos nuestra inteligencia en potenciar la del mentee, invertimos en su habilidad para resolver problemas y saber evitarlos en el futuro, para incrementar su capacidad de dirigir su propio aprendizaje, su desarrollo y su vida. 

7.- INSPIRADO E INSPIRADOR: un mentor es una fuente de inspiración porque despierta en su mentee las ganas de superarse, de experimentar, de probarse, de arriesgarse a apostar por lo que quiere y esto solo es posible a través del ejemplo, la coherencia y la credibilidad. 

Para inspirar a otros hay que estar inspirado. Una persona inspirada está conectada a sus fuentes de valor y energía: su propósito, sus valores, sus sueños, sus batallas personales para conseguirlos (con éxitos y fracasos), sus pasiones, sus emociones y su  legado. Cuando estamos inspirados contagiamos energía, resonamos y esto sirve de impulso al mentee para comprometerse con su meta. 

8.- LIBERTADOR: somos aceleradores de las carreras profesionales de otros porque les ayudamos a liberar todo su potencial, a desarrollarlo y usarlo para lograr sus metas. Lo hacemos creando un contexto de seguridad psicológica y reto, que facilita el pensamiento, estimula la creatividad, incentiva el atrevimiento intelectual y despierta la motivación Todo ello contribuye a un ciclo virtuoso de experimentación-reflexión, que que permite expresar ese potencial, ponerlo en acción, obtener resultados y convertir la experiencia en aprendizaje para seguir mejorando y creciendo.   

Brindamos ocasiones para poner en acción el talento diferencial de cada persona, conectándolo a las oportunidades que lo hacen posible y haciendo visibles sus logros y contribuciones. Ayudamos a eliminar los bloqueos (internos y externos) que les impiden desarrollarse: miedos, vergüenzas, dudas, creencias limitantes, falta de oportunidades, falta de información, de opciones, contextos inadecuados….. 

Un libertador del potencial deja espacio para pensar, expresar y hacer, para contribuir, reflexionar, parar y repensar, evitando la tendencia a ocupar la conversación con nuestras opiniones, ideas o sugerencias. Esto implica cambiar la proporción entre escuchar y hablar, para que otros puedan tener el espacio de compartir lo que saben, así como saber sostener los silencios para dejar pensar y atreverse a expresar. 

9.- ALQUIMISTA: un mentor sabe como ser un catalizador del cambio del mentee, ayudándole a transformar su negatividad en positividad, sus dudas en claridad, su inseguridad en confianza, su inacción en acción. Lo hace estimulando su pensamiento a través de una conversación reflexiva: primero escucha con atención para comprender que es lo que quiere exactamente el mentee y dónde está teniendo dificultades para lograrlo, reformula y enmarca el tema de la sesión y realiza preguntas provocadoras para guiar un proceso de toma de decisiones sólidas. Preguntas que obligan al mentee a pensar y repensar, a concretar, a aportar evidencias, cuestionar suposiciones, a mirar las cosas desde otro punto de vista, a ponernos en el lugar de otros. 

Ser un alquimista conversacional supone darse cuenta que nuestra mayor contribución es hacer preguntas que favorezcan un pensamiento de calidad. Que nuestra experiencia y conocimientos no solo sirven para transmitirlos, sino también para hacer buenas preguntas. 

El “saber” para acompañar con rigor y responsabilidad

Querer ayudar a otros a desarrollarse no significa poder hacerlo y hacerlo bien. A veces querer no es suficiente, el deseo de ayudar puede ser muy perjudicial si se ejecuta en forma inadecuada, por eso hay que saber como escuchar, como preguntar, como influye la manera de conversar en el desarrollo de las personas, saber dar feedback, aconsejar neutralmente o identificar cuando aportar ideas y cuando no. 

Antes de ponerte a ejercer como mentor, por mucho que te motive, pregúntate: ¿estoy suficientemente preparado? ¿mi experiencia es suficiente para acompañar a otros? ¿necesito cambiar algo en mi forma de relacionarme con las personas, en mi forma de conversar? ¿qué necesito saber para hacerlo bien? En líneas generales como funcionan los procesos de pensamiento, toma de decisiones, aprendizaje, cambio y desarrollo de las personas, cómo impactan las relaciones y conversaciones que mantenemos con ellos y como influyen los contextos, en los que interactúan, en todo lo anterior. En un plano más concreto, conviene tener siempre presente algunas claves:

-Que el pilar de cualquier proceso de aprendizaje, cambio y desarrollo es el autoconocimiento. Por eso los procesos de mentoring deben comenzar siempre por propiciarlo en el mentee a través de la indagación apreciativa y estratégica: Qué quiere, de dónde surge ese querer, que tiene y qué necesita para conseguirlo, dónde están sus mayores dificultades para lograrlo. Al hacerlo no sólo incrementareis su mayor recurso, sino que le estaremos conociendo y eso nos permitirá guiarlo mejor. 

-Que el desarrollo humano no es solo una cuestión intelectual, las emociones juegan un papel muy importante. Tenemos que saber ayudar al mentee a gestionarlas. Para cambiar el comportamiento primero hay que cambiar el pensamiento y antes la emoción. 

-Que las creencias tienen una influencia muy grande en nuestro comportamiento y nos pueden tanto limitar como potenciar. Hay que saber detectarlas y trabajarlas en favor del mentee y no se transforman con charlas motivacionales, masterclass, consejos e instrucciones, sino con preguntas, mucha escucha, paciencia, intuición y creatividad. 

-Que la idea “la gente no cambia porque no quiere” esforzarse, no está motivada, etc. es limitada y limitante. Las personas a veces no cambian porque no saben que tienen que cambiar (falta de consciencia), sienten que no pueden hacerlo (falta de autoeficacia) o no saben como hacerlo (falta de conocimiento, perspectiva, ideas, opciones) o no encuentran un motivo suficientemente importante para ello, un motivo que compense el esfuerzo, el tiempo y la pérdida del cambio. Cada una de estas causas del no cambio se trabaja de forma diferente. 

-Motivación no es igual a compromiso: las personas quieren, desean o necesitan muchas cosas y distintas pero se comprometen con muy pocas, porque el compromiso requiere una decisión de dedicar nuestro tiempo, energía y esfuerzo a lograr algo y ninguno de ellos es ilimitado. Cuando alguien se compromete elige invertir su tiempo y esfuerzo en un objetivo, renunciando a dedicar tiempo y esfuerzo a otras cosas. Nuestra función no es motivar, es ayudar a nuestros mentees a autorregularse motivacionalmente para lograr sus metas, a fortalecer su voluntad y su compromiso con ellas. 

-Que las mejores herramientas en el mentoring no son el CANVA, los objetivos SMART, los test u otras recetas prefabricadas en serie. Las mejores herramientas son el mentor, la relación y la conversación. Aparquemos esa obsesión por conocer herramientas, utilizar la última más innovadora, ocupar las sesiones con ellas; recordemos que una herramienta es un medio no un fin, un medio para facilitar el pensamiento del mentee, no para facilitar la labor del mentor. Los mentores no somos mecánicos, somos artesanos. No seguimos un manual de instrucciones que nos dice que botón apretar en cada momento, preguntamos, escuchamos, observamos y nos dejamos guiar por la persona a la que acompañamos.

El “hacer” para pasar de ser un mentor natural a ser un mentor intencional y efectivo. 

Si de verdad quieres ser un mentor que invierte en el desarrollo de otras personas para que logren sus metas y sean felices, a quien primero tienes que mentorizar es a ti mismo. Las primeras acciones de un mentor deben estar encaminadas a conocerse, a ser consciente de cuáles son nuestras tendencias naturales en las relaciones con las personas, a la hora de dirigir, liderar, trabajar en equipo, ser padres o madres y cómo de alineadas están con lo que significa ser mentor.

-¿Sueles microsupervisar a tus colaboradores o a tus hijos? Porque también lo voy a hacer con el mentee.

-¿Tiendes a acaparar las conversaciones? ¿Hablas más que escuchas? ¿Interrumpes? porque también lo vas a hacer en la sesiones de mentoring 

Una vez que conozcas tus tendencias trabaja sobre ellas para cambiar aquellas que no estén alineadas con el comportamiento  de un mentor excelente. 

La efectividad en el mentoring depende de pasar de ser un mentor natural a uno intencional, lo que implica ser un “aprendedor eficaz” de forma permanente. Aprender de cada proceso, de cada sesión y de cada relación con los diferentes mentees con los que trabajamos para ir interiorizando y desempeñando los comportamientos óptimos como mentor. Casi todos ellos están relacionados con habilidades de la inteligencia relacional para crear relaciones con engagement y la inteligencia conversacional para ser un alquimista conversacional: 

1.- Escuchar y observar con empatía

2.- Preguntar para facilitar el pensamiento y la toma decisiones

3.-Estimular la creatividad y ampliar las perspectivas para ampliar opciones

4.- Aportar conocimientos, recursos, experiencia de forma neutral e inteligente

5.- Retar para impulsar la acción y la experimentación.

6.- Visibilizar el talento del mentee y conectarlo con aliados estratégicos.

7.- Ser modelo de comportamientos para inspirarlos a ser cada día mejores y contar con referencias de cómo hacer las cosas para lograr metas.

Todas ellas son las que entrenamos y desarrollamos en nuestra Certificación Internacional en Mentoring, basada en nuestra metodología Integral Generative Mentoring, que te convertirán en un mentor excelente.

Continuamos nuestra colaboración  con Sintetia, el portal de divulgación para mentes inquietas, con un artículo en su sección de Economía bajo el título “Entrena tu voluntad: el antivirus de la impulsividad».

 

El cambio constante nos genera incertidumbre, la cual nos hace sentirnos inseguros, como esta sensación nos desagrada la queremos evitar a toda costa. La forma de hacerlo es experimentando el placer de la gratificación instantánea, por eso nos hemos vuelto impacientes ante la presencia de cualquier malestar y, en paralelo, impulsados a eliminarlo y enganchados a todo aquello que lo sofoque.

Como cada vez necesitamos consumir más para estar bien y satisfechos, trabajamos más para poder obtener el dinero con el que comprarlos e, incluso, nos endeudamos para hacerlo.Si no tomamos el control mediante el ejercicio de nuestra voluntad, lo ejercerán otros sobre nosotros: los que se enriquecen a costa de nuestra impaciencia, impulsividad y adicción a la satisfacción inmediata.

La voluntad motivada en el propósito es el árbitro de nuestra vida, ordena el juego de necesidades y deseos. Permite elegir cuáles atender y cómo en cada momento. Se basa en las metas en curso, en lugar de abalanzarse sin pensar ante cualquier promesa de placer inmediato y fácil que se nos presente. Para elegir hace falta un criterio sólido. Este lo proporciona el propósito personal, traducido en metas y objetivos que ayudan a realizarlo. La voluntad se motiva, se fundamenta en una causa que da sentido a todo: el propósito. Por eso cuando elige lo hace con conocimiento de causa y no de forma impulsiva y sin sentido.

Te invitamos a leer el artículo completo publicado en el mes de Enero en Sintetia. Deseamos que lo disfrutes y estaremos encantados de contar con tus comentarios.

 

 

 

 

 

Si te interesa ahondar en cómo fortalecer tu voluntad y vivir una vida más conectada a tu propósito te recomiendo mi último libro «La Alquimia de la Motivación: como motivar la voluntad para vivir conectado a tu propósito». Ediciones Pirámide 2022.

 

La felicidad no es algo que sucede, no depende de los acontecimientos externos, es una condición vital que cada persona debe preparar, cultivar y defender individualmente» Mihály Csiksgentmihalyi.

Cuando somos felices nos sentimos bien con nuestra vida, nos sentimos plenos, involucrados, satisfechos, disfrutando, sin pensar en el pasado o el futuro, sin dedicar tiempo a lo que tengo o no tengo, a lo que me falta o no me falta, con energía. Fluimos con la vida, con las experiencias diarias que nos regala. Captamos el sentido de la vida y apreciamos el sentido de nuestra vida.

Como cada año he tenido la oportunidad de acompañar a muchas personas a lograr sus objetivos a través de procesos de mentoring. Unas llegan con un objetivo profesional bien definido, otras buscan saber qué les pasa, buscan algo que les falta y no saben qué es, qué nombre ponerle. Por el camino van definiendo su objetivo y dando los pasos para lograrlo, pero lo más importante de todo es que termina el proceso aprendiendo a fluir con su vida.

Todos estos años dedicada al mentoring y a acompañar a personas para que logren sus metas, me han enseñado que el objetivo último es siempre el mismo, aunque una gran mayoría lo ha olvidado. El objetivo es vivir la vida que queremos y como queremos. Es hacer realidad nuestro mundo ideal en el mundo real. Y es curioso que, en todos los procesos que he acompañado, se repita siempre al finalizarlos el mismo mensaje, con distintas palabras pero igual significado: «es que ahora hago las cosas a mi manera» «ahora siento que mi vida me pertenece» «he aprendido a llevar la vida que me hace feliz y es más fácil de lo que pensaba»…….

Muchos de ellos se sorprenden cuando al inicio del proceso, una vez nos vamos conociendo y comparten conmigo sus inquietudes y objetivos, les hago siempre la misma pregunta ¿Cómo quieres que sea tu vida? ¿Qué cosas quieres en tu vida y cuales no? ¿Qué cosas te gustan, con que disfrutas, que no quieres hacer, que te desgasta? Soy consciente que son preguntas que dejan en blanco a muchas personas, desconcierta e, incluso, bloquean, así que les invito a realizar un trabajo de retrospección vital, y les pido que realicen una autobiografía por etapas desde los 0 años hasta la actualidad, describiendo en cada una de ellas «Qué hacían» ¿Con qué soñaban? ¿Qué era verdaderamente importante para ellos?

Muchos regresan a la siguiente sesión un poco escépticos, comentándome que han escrito poco, que no le encuentran sentido a lo que han recordado, que no ven nada especial. Yo les dejo, les pido que me cuenten lo que han escrito, voy cogiendo notas e identificando en el relato las 3 fuentes de poder que nos hacen fluir en la vida: valores, anhelos y las mejores experiencias
 

Se trata de una herramienta basada en la indagación apreciativa que identifica patrones de flujo vital, que han estado presentes en diferentes momentos de nuestra historia personal,  que son la fuente de energía y poder que necesitamos para crear y diseñar la vida que nos hace felices. A través de las preguntas les hago tomar consciencia de los patrones que se repiten, tanto los que les hacen fluir como los que no, en las distintas etapas de su vida. De esta forma, se dan cuenta de que sí han disfrutado de momentos de flujo y felicidad en su vida y así descubren cuáles son los ingredientes necesarios para poder volver a experimentarlos. Ahora solo queda diseñar el plan de acción para ir incorporándolos poco a poco en el presente e ir desalojando de su vida otros, que no  les aportan y les restan energía y vitalidad.

La claridad con la que suelen marchar tras esta sesión es algo que merece la pena experimentar. Es una vivencia emocional tan fuerte que queda grabada en la memoria, y aunque en el día a día cueste romper con los patrones ya adquiridos, la fuerza de esta imagen y esta experiencia es tan potente, que se convierte en una fuente de fortaleza, energía y motivación para afrontar con éxito todo el proceso de transformación.

Todos tenemos sueños y deseos sin realizar (anhelos), que nos mueven y nos inspiran.Todos tenemos unos valores que nos guían en la vida y hacen que esta tenga sentido y todos vivimos experiencias diariamente, que nos sirven para aprender qué nos hace felices y qué no. El juego de estos 3 poderes es nuestra fuerza vital, la clave está en llenar nuestra vida de experiencias que integren nuestros valores, nuestros sueños y nuestras fuentes de satisfacción.

A veces el entorno, la sociedad, los objetivos, la prisa, la presión, el dolor o las malas experiencias nos van alejando de nuestros valores y nuestros sueños, hasta el punto de que los perdemos de vista y dejamos de sentirlos, pero están ahí y duelen cuando no pueden ser realizados. En este estado de cosas, cuando le preguntas a una persona por sus sueños y valores muchas veces no sabe contestarte ,porque se ha desconectado de ellos, otras no quieren hacerlo porque le duele pensar en ellos y les frustra no haberlos hecho realidad. Por ello, utilizo esta herramienta de la autobiografía, pues a través de la narración de sus experiencias vitales tengo la oportunidad de indagar sobre sus valores y sus sueños y ayudarles a identificar en que experiencias estuvieron presentes y en cuales no.

De esta forma no hay que diseñar acciones nuevas, hacer cambios drásticos, plantearse objetivos superdefinidos, solo hace falta recordar con que experiencias hemos fluido en el pasado, que ingredientes tenían y prepararse para cocinarlas en el presente con los mismos ingredientes. Trabajamos siguiendo el enfoque apreciativo sobre lo que ya ha funcionado para hacerlo crecer. Esta perspectiva aporta mucha seguridad y confianza a la persona, además de grandes dosis de esperanza, optimismo y motivación.

A partir de aquí todo el proceso se centra en mejorar la calidad de las experiencias diarias, haciendo que en ellas estén presentes los sueños y valores identificados en la autobiografía. Nuestras experiencias dependen de la manera en la que utilizamos nuestra atención, y esta está dirigida por nuestros valores y nuestros sueños. Una vez tenemos estos bien definidos y focalizados, la misión se centra en entrenar y mantener a raya nuestra atención, y no permitir que se distraiga, manteniendo viva la imagen de la vida que queremos construir. Cualquier acción, decisión, proyecto, relación, situación, experiencia, etc., que no integre los valores y sueños identificados y los ingredientes que  generan experiencias de flujo, debe quedar fuera de nuestra atención y de nuestra vida.

A medida que vamos incorporando a ella los  ingredientes de nuestras mejores experiencias vamos experimentando mayor disfrute, mayor sentido. Así renovamos nuestra motivación para seguir incorporando nuevas conquistas y, poco a poco, sin darnos cuenta, estamos creando la vida que queremos y comenzamos a fluir con ella.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring

El título de este artículo puede resultar aparentemente fácil, sin embargo, es toda una declaración de intenciones y todo un ejercicio de inteligencia. Hasta el punto que podríamos hablar de un talento para la felicidad, que vendría a ser algo así como lo que expresa Jose Antonio Marina “la inteligencia que elige bien sus metas”.

Toda nuestra vida se dirime entre dos grandes metanecesidades: por una parte,  la supervivencia y, por otra, la felicidad, entendida como realización personal, eudaimonía. Las personas necesitamos respirar, comer, beber para seguir viviendo físicamente hablando, pero también necesitamos sentirnos bien, para que nuestra vida tenga sentido. No hemos venido al mundo solo para respirar, hay algo más que dota de sentido a nuestra existencia y supervivencia: satisfacer la necesidad de realizarnos, de ser lo que somos, de aportar lo que tenemos, lo que queremos dar. Ese sentirnos bien, tiene más que ver con la plenitud, el equilibrio, que con el simple placer o complacencia. Y ese sentirnos bien es muy personal, muy particular, es decir, la manera  en que cada persona se siente bien es diferente, porque la realización personal, es eso, personal, diferente, única e intransferible.

Creo, además, que esa necesidad de realizarnos está conectada con los demás, pues al realizarnos contribuimos a la realización de otros, nos unimos a los otros. Según Erich Fromm, el mayor miedo del ser humano es la soledad, en el sentido de separatividad, es decir, sentir que no pertenecemos a nada, que no estamos conectados con nada. El instinto de pertenencia es junto con el de supervivencia otro de los instintos básicos, lo que revela que la existencia no es individual es social, que nuestra realización personal no se satisface si no está conectada con nuestros semejantes.

A modo de resumen podríamos decir que nos sentimos vivos, emocionalmente hablando, cuando nos realizamos y al realizarnos nos conectamos con los demás. Así sería como el ser humano logra la homeostasis física y existencial.  El equilibrio físico se logra cuando tengo sed (necesidad) y bebo. Ahora bien, el equilibrio, llamémoslo emocional o en palabras de W. B. Cannon, equilibrio psicológico, se logra cuando satisfacemos necesidades de tipo emocional o psicológico: autosuficiencia, autoestima, conexión, pertenencia, afecto, amor, vinculo emocional, seguridad, diversión, y un largo etc.

La vida es, por tanto, una búsqueda constante del equilibrio dinámico entre nuestras necesidades y su satisfacción, y la forma en que tenemos de lograrlo es nuestro comportamiento, pues actuamos para colmar nuestras necesidades y alcanzar con ello nuestro equilibrio vital. Con la dificultad añadida de que en la satisfacción de nuestras necesidades tenemos que tener en cuenta como afectamos al equilibrio de los demás, puesto que, dado que el instinto de pertenecía es también una necesidad, a veces atender nuestras necesidades en detrimento de las ajenas puede acabar resultando insatisfactorio. El ansiado equilibrio requiere de altas dosis de negociación entre diferentes necesidades, que muchas veces son incompatibles entre si. El equilibrio es, por tanto, todo un ejercicio de malabarismo, donde nuestras herramientas principales serán el diálogo, la elección, la acción, y la evaluación-aprendizaje sobre los resultados. Diálogo entre nuestras diferentes necesidades, entre estas y las de los demás, y diálogo sobre los resultados de nuestra elección para aprender a elegir mejor en el futuro.

En cierta forma, el arte del equilibrio vital es el arte de la diplomacia, o lo que es lo mismo la capacidad de defender, proteger, satisfacer nuestros intereses (necesidades) frente a otros, dentro de una relación de concordia, amistad, y conexión. En definitiva, lograr satisfacer nuestras necesidades sin perder la conexión, sin separarnos del otro, que tiene también sus necesidades, las quiere satisfacer, y pueden no coincidir con las nuestras.

Cada día, sentimos diferentes necesidades, es más a lo largo de un mismo día podemos sentir varias: afecto, autosuficiencia, control, etc. Muchas de ellas incompatibles entre sí. Cuando sentimos una necesidad nuestro organismo busca instintivamente satisfacerla y, para ello, establece una meta, un objetivo, aquello mediante lo cual va a lograr aplacarla. En cuanto tenemos el objetivo, el objeto de nuestro deseo que va a saciar nuestra necesidad, ese deseo mueve nuestras acciones hacia la consecución de la meta. Comenzamos a movernos en su dirección y a actuar. El equilibrio solo se logra si este circuito se cierra satisfactoriamente. Y aquí está el quid de la cuestión de toda la felicidad humana, en el sentido de sensación de bienestar y satisfacción. Si no elegimos bien la meta, el objetivo, estamos condenados a la insatisfacción. Pero la cosa no es tan simple, porque en la elección de la meta se incluye también las aciones para lograrla y porque para elegir bien la meta es preciso, no solo, ser conscientes de nuestras verdaderas necesidades, sino también saber priorizarlas adecuadamente en cada momento.
Quiero compartir contigo gráficamente lo que sería vivir dentro de un circuito satisfactorio que aporta equilibrio dinámico y, por tanto, felicidad, y lo que sería vivir dentro de uno insatisfactorio. Así como, mostrarte en que fases del circuito puede aparecer la insatisfacción, o visto de otra forma más positiva, en qué fases debes trabajar para lograr que la satisfacción este presente a lo largo de todo el circuito.

Para comprender el circuito de la satisfacción humana y su relación con la felicidad es preciso clarificar previamente algunos conceptos. Cuando hablo de satisfacción no hablo de una sensación de placer puntual y efímera, sino de un estado de energía o emocionalidad positiva (alegría, paz, amor propio, confianza, seguridad) y de plenitud (realización, sentido y significatividad), que tiene unos efectos más duraderos en el tiempo. Una energía que nos ayuda a seguir queriendo lograr nuestro equilibrio vital y que nos aporta la confianza y la perseverancia para hacerlo. Cuando hablo de necesidades me refiero a necesidades que están conectadas con nuestros valores y motivaciones personales, y con la necesidad de realizar nuestro potencial. Hablo de necesidades como el sentimiento de competencia, de diferenciación, de justicia, de libertad, independencia, afecto, seguridad, y otras tantas, que más o menos compartimos los seres humanos, pero cuya intensidad y priorización varía de unos a otros. Esto es precisamente lo que nos hace diferentes, y lo que hace diferente la vía o el camino de nuestra realización/satisfacción personal y, por tanto, las metas y el camino que elegimos para ello.

Llegados a este punto se hace preciso aclarar otras cuestiones acerca de cómo hacer conscientes las necesidades, de cómo elegir bien las meta, y las acciones que nos ayudarán a alcanzarlas.

-Consciencia sobre las necesidades: para ser consciente de nuestras necesidades debemos conocer quienes somos realmente, qué nos importa, cuales son nuestros valores, nuestras verdaderas motivaciones,  aceptarlas y quererlas. La consciencia y el autoconocimiento son la clave para reconocer al instante cuándo nos visita una necesidad, o poner orden entre todas las que experimentamos. Por ejemplo, detrás de la necesidad de reconocimiento, mucha veces no aceptada, se esconde una necesidad de autoestima. El problema surge cuando me marco como objetivo lograr un premio (los me gusta y halagos de las redes sociales, hoy funcionan como los premios) o un puesto, o un proyecto, para satisfacer mi necesidad de reconocimiento, y lo logro, pero la satisfacción dura el tiempo que dura el halago o el reconocimiento, y luego viene la insatisfacción, especialmente, cuando el esfuerzo empleado para lograr el proyecto, excede con mucho del momento de gloria experimentado con el halago. La razón de la insatisfacción es que el proyecto me ha dado el reconocimiento pero mi verdadera necesidad es la autoestima, el amor hacia uno mismo, y esa no me la ha satisfecho el proyecto o el premio. La consecuencia es que al sentir la insatisfacción, mi organismo se activa de nuevo en busca del equilibrio, y como sigue sin ser consciente de la verdadera necesidad a satisfacer, repite el circuito ya conocido del placer, búsqueda de otro proyecto, relación, objetivo que me aporte el reconocimiento lo antes posible, y así quedamos atrapados en el circuito de la insatisfacción, que a medida que se repite y se perpetúa en el tiempo va dando origen a emocionalidades negativas de rabia, frustración, desesperanza, etc.

-Elección adecuada de metas: para elegir adecuadamente una meta, lo primero es ser consciente de la verdadera necesidad a satisfacer, porque solo son adecuadas las metas que satisfacen dichas necesidades. El siguiente paso, es que puede haber varias metas a elegir y varias necesidades a satisfacer, con lo que priorizar aquella que es más importante para mi en el momento vital en el que estoy, y que además mejor satisfacer mi necesidad, es la clave para asegurarnos la satisfacción. Para facilitarte el trabajo de elegir bien las metas, te dejo la herramienta «Objetivos con encaje» que utilizamos en la metodología Integrar Generative Mentoring.

-Elecciones de las acciones que me acercan al logro de la meta elegida: hay muchos caminos para llegar a la meta, elegir el más adecuado para mi y en cada momento es todo un arte, más teniendo en cuenta la variedad de alternativas que se nos pueden presentar, el sin fin de aparentes oportunidades que nos asaltan, la atracción por la novedad o lo último que tiene nuestro cerebro. Hay acciones que nos acercan y otras que nos alejan de nuestra meta, mantener nuestra atención y voluntad concentradas en las primeras es la clave para no comprometer nuestra satisfacción. Además, en la elección será importante volver a tener en cuenta si el camino elegido también satisface nuestras necesidades, y está en consonancia con nuestros valores, motivaciones, propósito y potencial, pues en caso contrario se nos estará escapando la satisfacción en cada esquina.

El circuito de la satisfacción, de la felicidad, de la vitalidad humana, es un proceso de autorregulación, de autogestión y de autodominio personal. Las emociones son la información que nuestro organismo envía para darnos el mensaje de que hay un desequilibrio o equilibrio. Así, las llamadas emociones positivas nos suelen informan de que estamos en un estado predominantemente satisfactorio, en equilibrio, y las denominadas negativas, en un estado de insatisfacción. A partir de aquí, será nuestra mente consciente la que tenga que hacer preguntas para descubrir la causa de nuestra insatisfacción, hacerla consciente y diseñar el plan adecuado para satisfacerla: elección de meta y acciones para satisfacerla, y auto-evaluación constante del encaje decisión-acción-resultado-satisfacción, para mantener el rumbo si es satisfactorio o cambiarlo sino no lo es. Eso, si procura preguntarle siempre a tu emoción para averiguar si estas viviendo en la satisfacción o no, y si está es ajustada o está disparada. La euforia es una emoción derivada de la alegría que puede ser origen de muchas insatisfacciones, especialmente, si decides una meta presa de ella.

La clave de un estado más o menos estable de felicidad, no está en estar todo el tiempo contento, divirtiéndose, sintiendo placer, sino en estar el mayor tiempo posible realizando nuestras metas en consonancia con nuestras necesidades, y que además ello nos permita estar conectados con los demás, especialmente, con las personas que realmente nos importan, que curiosamente son las que nos aportan algo que en cierta forma también satisface nuestras necesidades. Con lo que elegir bien nuestro ecosistema de relaciones, personales y profesionales, es en sí una meta que también influye en nuestra felicidad. Si quieres ahondar en el arte de ser feliz incluso en los momentos más duros de la vida, en esos en los que la tristeza y el dolor te inundan, te invito a leer mi libro «Vine a ser Feliz, no me distraigas. Bitácora de la Felicidad».  También recuerda que “no es feliz quien más tiene sino quien menos necesita”, porque este refrán popular encierra en sí mismo mucha sabiduría. Demasiadas necesidades, especialmente materiales o externas a la persona, suelen ser un mensaje de que dentro hay mucho vacío existencial.

suscriptores alquimiacoach

El apego al deseo y el sufrimiento es una gran fuente de infelicidad.

 

 

Si quieres aprender a elegir bien tus metas y vivir en el circuito de la felicidad te invito a conocer y practicar el arte de La Alquimia Motivacional: como motivar la voluntad para vivir conectado a tu propósito», que describo en mi último libro publicado por Ediciones Pirámide en Mayo 2022.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring.

«Cada palabra es una extraña isla

varias palabras son un archipielago

uno flota entre ellas y las piensa

y también las asume como propias

cada palabra viene con presagios

y con algún enigma entre sus letras

y por supuesto marcas indelebles

de los que alguna vez la pronunciaron

cada palabra pasa entre silencios

repartiendo demandas inocentes

dispuestas a colgarse en los oídos

de los protagonistas del paisaje

cada palabra viene con la historia

que le otorgó matices y sentido

sílaba a sílaba y bien ordenadas

con el acento donde corresponde

es una isla es claro es una isla

aquí me quedaré no se hasta cuado

y mientras tanto solo dejaré

que me acompañe la melancolía.»

Mario Benedetti

Somos guardianes de palabras, pues con ellas podemos crear islas, archipiélagos, territorios, realidades y mundos. Somos guardianes de palabras porque somos responsables de las que emitimos, de las que no pronunciamos y del mundo que estamos creando con ello.

Somos guardianes de palabras, de un inmenso mar  de palabras que lanzamos al mundo para poder vivir en él, para poder estar con otros, para poder crear con otros. En cada palabra que pronunciamos dejamos una huella, de nosotros depende la palabra que elegimos, el momento para decirla, la persona a la que va dirigida, la forma de unirla a otros palabras. De nosotros depende la huella que dejamos.

Todos somos guardianes de palabras y debemos ejercer este rol con consciencia y responsabilidad y, especialmente, los que nos dedicamos a trabajar con el lenguaje para acompañar a las personas en sus procesos de transformación y desarrollo, los que utilizamos la conversación como herramienta de aprendizaje y los que facilitamos la creación de islas de palabras para que otros puedan crear sus archipiélagos y conquistar sus sueños.

Como mentores nuestra misión es crear islas de palabras que sirvan de refugio a otros para reflexionar, para buscarse, para encontrarse, para reconocerse, para mirarse de otra forma, para despertar, para recuperar su poder creador, para volver a enamorarse de lo que son y, con todo ello, poder conquistar un  nuevo mundo, su mundo, el mundo que ellos quieren crear a su alrededor. Tenemos la responsabilidad de proteger, cuidar, cultivar esas islas de palabras, pues con ellas otros pueden encontrar el lugar donde quieren vivir.  Somos responsables de construir un mundo mejor a través de las palabras.

Con cada palabra que pronunciamos ejercemos o cedemos nuestro poder. No es lo mismo decir que «el mentoring me ha cambiado la vida», que decir, «yo he cambiado mi vida a través del mentoring». Lo primero supone otorgarle al mentoring un poder, que no solo no le corresponde, sino que arrebata el poder a sus verdaderos propietarios: las personas que con sus decisiones y acciones cambian su comportamiento, logran sus objetivos y crean una nueva realidad. Cuando decimos el mentoring, el coaching, un libro, u otra persona me ha cambiado la vida nos estamos desapropiando de nuestro logró y de nuestro poder y, lo que es peor, estamos otorgando el poder a otros, me da igual que sea el mentoring, un mentor, el coaching o la ultima tendencia de moda. El poder de cambiar la vida que queremos llevar es solo nuestro, no debemos cederlo, ni regalarlo, debemos ejercerlo y reconocernoslo.

El mentoring por definición ayuda a las personas a empoderarse, a ser conscientes de su poder y a ejercerlo, porque es suyo, no se lo da el mentoring,  ni los mentores. El lenguaje crea la realidad y la realidad que estamos creando con este lenguaje de «el mentoring te cambia la vida», «todos necesitan un mentor en su vida», es una realidad que no pone en el centro a las personas, si no al mentoring, es una realidad donde importa más vender que crear o dar. Este lenguaje no es el del mentoring, es el de la venta del mentoring, que pone al mentoring por encima de la persona, o lo que es peor, a los mentores y mentoras que lo vende como una mercancía. Si no somos consciente de cómo estamos contribuyendo a ello con nuestras palabras estamos perdiendo la perspectiva y, con ella, el sentido de una práctica que encierra muchos valores, más allá del negocio, la fama y otras veleidades.

Miriam Ortiz de Zarate en su libro «No es lo mismo» nos habla del poder de las palabras: “el lenguaje nos proporciona la capacidad de distinguir aquello que nombramos”, “cuando distinguimos algo nuevo, adquirimos un aprendizaje que amplía nuestra mirada y que, por tanto, modifica nuestra capacidad de acción”, “sólo somos capaces de observar aquello que podemos distinguir o separar en el lenguaje como algo diferente”Lo que se nombra tiene poder, posibilidad, lo que no se nombra no. Si el mentoring te cambia la vida, el poder lo tienen el mentoring y nuestra capacidad de acción no se ve ampliada, porque para cambiar siempre necesitaremos al mentoring. Ahora bien, si el mentoring me ha ayudado a cambiar mi vida, la perspectiva es muy distinta, puesto que yo he aprendido a como realizar cambios en mi vida, y como ya se hacerlo, puedo hacerlo en el futuro sólo,  porque lo he aprendido a través de un proceso de mentoring. Por eso me gusta tanto la definición que usamos en la Escuela de Mentoring sobre esta práctica: conversaciones que se transforman en decisiones, decisiones en acciones y acciones en resultados. La conversación la propicia el mentor/a, a través de la inteligencia conversacional, ahora bien, las decisiones y las acciones las realiza el cliente, el mentee.

Las palabras tienen el poder de describir la realidad y de transmitir nuestras emociones, de informar, de comunicar, de enseñarnos, de conectar, de despertar, de crear. El poder de las palabras es tan poderoso que pueden transformar la forma en la que percibimos la realidad, pueden emocionarnos, inspirarnos, descubrir matices que estaban ocultos. Lamentablemente también pueden socavar nuestra confianza, herirnos y herir, maltratarnos, encerrarnos, limitarnos.  Por eso, debemos tener cuidado en la elección de las palabras, en conocer bien su significado y su sentido, en emplearlas adecuadamente, en tener en cuenta no solo el mensaje consciente que pueden transmitir, sino también el mensaje inconsciente. Las palabras pueden abrir nuevas opciones y favorecer que una nueva realidad emerja.

Cada vez que vayas a pronunciar una palabra, piensa si es para dar poder o para quitarlo, piensa si vas a aportar claridad o confusión, piensa si estas ayudando con ella al otro, o estas curando tus propias heridas, piensa si engrandeces o empequeñeces, piensa si creas o destruyes, si amplias o reduces. Piensa en cada palabra que haces tuya porque detrás de cada una de ellas hay un ejercicio de amor por uno mismo y por los otros.  

Autora: Maria Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring

Ayer tuve el placer de realizar el discurso inaugural de la V Edición del Congreso Internacional de Mentoring «Bilbao Mentoring Conference» organizado por Bilbao Ekintza y de compartir con los asistentes la capacidad del mentoring para propiciar la revolución reflexiva que nuestra sociedad necesita.

Humberto Maturana nos recordó, poco antes de morir, a través de su libro “Revolución Reflexiva”, que la gran herramienta que tenemos los seres humanos es la reflexión: ¿cómo estamos haciendo lo que estamos haciendo? ¿qué resultados estamos obteniendo? ¿me acercan o me alejan de la persona que quiero ser, del logro de mis objetivos, del mundo que quiero crear?

A través de la reflexión sobre la experiencia, aprendemos a ser mejores personas, mejores profesionales, mejores líderes y mejores ciudadanos, porque el aprendizaje es la herramienta que mejora nuestra inteligencia y esta la que nos ayuda a tomar buenas decisiones y obtener buenos resultados. Por eso la principal labor de un mentor es escuchar y preguntar para provocar la reflexión en su mentee. Por eso el mentoring es una metodología que transforma conversaciones en decisiones, decisiones en acciones y acciones en resultados.

Y esto no deberíamos olvidarlo nunca, porque cuándo inundamos la conversación de mentoring con nuestros conocimientos, ideas, nuestra experiencia y nuestros consejos no estimulamos la inteligencia del mentee, no posibilitamos que se expanda, no le ayudamos a crecer personal y profesionalmente. La misión de un mentor no es deslumbrar con su inteligencia, sino alumbrar la de su mentee y eso solo es posible estimulando la capacidad de pensar por sí mismo, de encontrar sus propias respuestas.

Las conversaciones que abren espacios para la reflexión son aquellas que invitan a las personas a preguntarse sobre el propósito de sus acciones, sobre su causa y su fin y sobre las consecuencias de las mismas. Son conversaciones que potencian el factor PHR de las personas: PENSAR-HACER-REFLEXIONAR:

-Pensar: ¿Qué quiero lograr? ¿Cómo es la mejor manera de conseguirlo? ¿Qué voy a hacer al respecto?

-Hacer: Actuar con conocimiento de causa o propósito, en base a las respuestas dadas a las preguntas precedentes.

-Reflexionar: ¿Qué he logrado, qué he aportado, que he aprendido? ¿Cuál ha sido el impacto en otros o el entorno? ¿Qué puedo hacer mejor en el futuro?

Conversaciones que fomentan un “hacer reflexivo” frente a uno impulsivo e inconsciente. El primero nos hace experimentar nuestra humanidad, pues al igual que la razón de ser de un perro es ladrar, la de un ser humano es reflexionar, comprender, entender, pensar. El hacer impulsivo nos convierte en máquinas, robots o animales, nos desposee de nuestra libertad de elegir con conocimiento de causa y de nuestra responsabilidad por haberlo hecho, en definitiva, nos priva de ser personas.

El encuentro entre mentor y mentee debe dar espacio para esas conversaciones reflexivas, que no solo permiten mejorar la calidad de su pensamiento, decisiones, acciones y resultados del mentee, sino que también contribuyen a la actualización del talento del mentor, a la regeneración de su conocimiento con nuevas perspectivas. Además, son un gran ejemplo de colaboración y cooperación, de cómo lograr metas a través del compartir y no del competir. Una forma de vida que nos abre a la experiencia de aprender continuamente los unos de los otros, escuchándonos y reflexionando juntos para encontrar mejores respuestas a los retos personales y sociales que se nos presentan.

En el gesto de compartir una conversación, dice Remedios Zafra, hay una belleza que excede la del pensar, es la belleza de contagiarse de la sabiduría del otro, de contribuir a la inteligencia colectiva.

Estamos en una era de cambios profundos y retos complejos, en la que no va a ser suficiente nuestra capacidad de adaptación, será necesaria una revolución y, citando de nuevo a Maturana, sus únicas armas serán la reflexión y la conversación.

Por eso creo que los mentores y mentoras, los creyentes en el mentoring, los que lo practicamos día a día con convicción y responsabilidad, somos los mejores abanderados de esta revolución reflexiva que nuestra sociedad necesita.

Porque como dijo Platón, “El que piensa bellamente es una bella y excelente persona”, si ayudamos a otros a reflexionar y pensar bellamente estaremos contribuyendo a la excelencia personal, organizacional y social.

Bilbao Mentoring Conference es parte de este movimiento, un lugar para inspirar e impulsar la revolución reflexiva a través del mentoring.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring

Ultimamente muchas personas acuden a mi como mentora para encontrar su pasión, su vocación, el trabajo que les emocione, les entusiasme, les apasione. No sé si es por tanto mensaje «descubre tu pasión» ,» haz lo que amas y no trabajarás ningún día de tu vida»…. , por la crisis de la mediana edad, o por que este mundo va tan de prisa que es fácil desorientarse.

La cuestión es que a veces esa búsqueda puede resultar bastante frustrante y no siempre podemos dedicarnos a lo que nos apasiona, por mucho que algunos te aseguren que son su «curso de milagros» lo vas a lograr. Quizás sea más fácil  desarrollar tu pasión en ámbitos diferentes del trabajo y tener un trabajo que te permita disfrutar de tu pasión. No sólo hay un camino en la vida, suele haber varias alternativas para lograr lo que se quiere y, a veces, el truco está en saber combinarlas, alinearlas o hacerlas confluir para llevar la vida que quieres o que te permite ser feliz, que al final es lo que cuenta.

Yo creo que lo más importante realmente es vivir una vida alineada con tus valores. Y dentro de esa vida, sin lugar a dudas el trabajo ocupa un lugar importante, con lo que quizás la pregunta sea más bien ¿en qué medida mi trabajo está alineado con mis valores? porque si no es así y, año tras año, continuas en él, sufrirás un desgaste tan grande, una pérdida de energía tan constante y un vacío de sentido tan fuerte, que al final estarás totalmente desmotivado e insatisfecho, sin fuerzas, sin ganas, exhausto emocional y mentalmente y sin capacidad de disfrute.

Suele ser en esos momentos de ya no poder más, de ir al trabajo como si fueras a hacer «trabajos forzosos», en los que ya nada te emociona, te sorprende o te interesa en los que, de repente, surge la necesidad de encontrar la pasión, cuando lo que de verdad debes buscar o reconectar con los valores que te hacen ser la persona que quieres. Esos que has ido olvidando, relegando, cediendo, bordeando, día tras día sin darte cuenta, y que te han llevado a desistir de existir, a desistir de ser en plenitud.

Si estás pasando un momento así en tu vida, te voy a recomendar, justo creo todo lo contrario a lo que se suele leer en el universo internauta: olvídate de la palabra cambio y, mucho más aún, de los cambios rápidos, bruscos, disruptivos o grandilocuentes, porque lo que necesitas no es un cambio, no es encontrar otra cosa, otro trabajo u otra vida, para huir de la que tienes y cambiarla por otra. Lo que necesitas es realizar una auditoria y actualización de tus valores, solo desde aquí lograras una transformación verdaderamente significativa que te aporte bienestar y satisfacción duradera y plena.

Vivir una vida plena es vivir una vida en consonancia con tus valores, pues son la fuente de nuestra voluntad motivada, y, por tanto, de nuestra energía, nuestra fe, nuestra confianza y nuestro entusiasmo. La clave es conocer cuales son en cada momento y alinearlos con nuestros objetivos personales, profesionales o sociales. Así como examinar si nuestro entorno y los sistemas en los que vivimos (familia, amistades, empresa, etc.) son coherentes, o no, con ellos y nos permiten vivirlos.

valores

Si este post ha despertado tu curiosidad, te ha inquietado, te ha hecho pensar, replantearte cosas, te ha estremecido, enmudecido, o te ha hecho escapar alguna lágrima, en definitiva, si ha tocado algo en ti, quizás te interesa responder a estos 7 bloques de preguntas, que te ayudaran a saber si tu trabajo, tu vida o tus relaciones te están permitiendo vivir según tus valores:

1.- ¿Estoy siendo la persona que realmente soy o verdaderamente quiero ser? ¿Lo que hago en mi vida, mi trabajo, mi entorno me permite aportar mi potencial, mi talento, mis fortalezas? ¿Me he convertido en alguien que no me gusta, no reconozco?

2.- ¿Siento que he logrado o estoy logrando lo que realmente quiero en la vida? ¿Tiene sentido para mí lo que hago, la vida que llevo? ¿Qué estoy aportando a mi entorno?

3.- ¿Mis relaciones personales, familiares me están permitiendo vivir según mis valores? ¿Tengo el tipo de relaciones que realmente encajan conmigo, me hacen crecer y florecer? ¿Están limitando mi crecimiento, mis aspiraciones o mis sueños? ¿Están llevándome a ser una persona que no soy o con la que no estoy gusto?

4.- ¿En mi día a día mis decisiones me hacen sentir satisfecho y pleno? ¿El trabajo que desarrollo me genera conflictos con frecuencia o fluyo en él? ¿Siento resistencias, desajustes, sin sentidos en mi trabajo?

5.- ¿Qué hay en mi trabajo o en mi vida que me da energía o me emociona? ¿Cuándo lo experimento? ¿Qué experimento cuales son mis emociones?

6.- ¿Que he aprendido en este año en mi trabajo o en mi vida? ¿Qué aprendizajes me permite mi trabajo o la vida que llevo? ¿Qué experiencias de aprendizaje he tenido y cómo han impactado en mi vida en estos años?

7.- ¿Qué momentos de diversión y disfrute he experimentado en el último mes en mi trabajo, mi vida, mi entorno?

Si las respuestas han movido algo más en ti, quizás sea el momento de replantearte cosas y empezar a trabajar en tus valores, en como incorporarlos a tu vida, a tu día a día, o cómo diseñarla para vivirla conforme a ellos. A veces no se trata de cambiar de vida, sino de cambiar la forma en que la vivimos. 

El valor de vivir en tus valores en un camino de transformación hacia la plenitud. ¿Quieres sentirlo? ¿Quieres vivirlo? En la Escuela de Mentoring podemos acompañarte para lograrlo.

El sábado 26 de noviembre, se publico en la sección #frentealespejo, promovida por Caralin Group, una columna de opinión de nuestra Directora, Mª Luisa de Miguel, acerca de la felicidad, la toma de decisiones, el propósito, la motivación y la voluntad, al hilo de la publicación de su último libro «La Alquimia de la Motivación: cómo motivar la voluntad para vivir conectada a tu propósito.» Ediciones Pirámide 2022. 

Bajo el título «El mejor algoritmo de tu vida es tu propósito», Maria Luisa de Miguel nos comparte la necesidad de una vida más reflexiva, centrada en la conexión con nuestro propósito y en una toma de decisiones y un actuar alineado con él. Esta es la forma en que podemos «pasar de ser buscadores a productores de felicidad», como cita en su libro «La Alquimia de la Motivación».

Vivimos buscando la felicidad, creyendo que podemos comprarla, cuando la realidad es que cada uno de nosotros somos una fábrica con mucho potencial para producirla. Solo necesitamos ponernos al frente de ella y comenzar a tomar decisiones conscientes, deliberadas y autoconcordantes con lo que realmente nos importa en la vida, y no en base a lo que está de moda, lo que hacen o dicen los demás, lo que nos venden u otras razones externas.

Una vida feliz es una vida bien narrada, como diría Séneca; para lo cual necesita contar con un buen argumento que, como explico en mi último libro La Alquimia de la Motivación, nos lo proporciona el propósito personal. Nuestra existencia es una novela que escribimos día a día con cada decisión que tomamos. Algunas de ellas son sencillas e intrascendentes; otras más difíciles y complejas. Pero todas suman a la hora de construir una vida.

Si quieres leer la columna completa puedes hacerlo en el siguiente enlace.

Muy agradecidos a Caralin Group por haber contado con nosotros para su sección #frentealespejo y abrirnos su espacio de opinión para compartir acerca de la importancia de reflexionar sobre el propósito de nuestra vida como guía en la toma de decisiones.

Esta entrevista a Inaki Gabilondo, publicada en el Diario La Nueva España el 13 de Noviembre, es, en sí misma, todo un oráculo de sabiduría y aprendizaje y, además, una masterclass de mentoring.

He extraído de la misma algunas respuestas, que Iñaki Gabilondo comparte con su entrevistador, que considero tienen mucho que ven con lo que es la práctica del mentoring y lo que deben, y no deben, hacer los mentores y mentoras si realmente quiere potenciar el aprendizaje y el desarrollo de sus mentees.

1.- «Nadie consigue hacerse entender si previamente no ha entendido», lo que revela la importancia de la reflexión para tener claridad y orden mental y luego poder transmitir lo que realmente queremos y hacer más fácil el camino para entendernos y lograrlo.

Realmente el mentoring es una conversación reflexiva ,que guía el mentor para facilitar el pensamiento de su mentee. Una conversación que pretende ser un modelo de la conversación interna que nos ayuda a entendernos mejor, entender mejor a los demás, las situaciones, las experiencias y el mundo en general. Todo ello con el único fin de tomar mejores decisiones para lograr nuestras metas y realizarnos personal y profesionalmente.

2.-«Los historiadores tienen la ventaja de que observan la coyuntura con perspectiva, mientras los periodistas estamos inmersos en la coyuntura. Los historiadores tienen distancia y perspectiva y eso les da una gran dimensión a sus análisis.»

Esta respuesta revela la importancia de tomar distancia de nuestra propia experiencia y perspectiva, algo que nos cuesta mucho, por eso el mentoring funciona tan bien para facilitar los procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo: porque en frente tenemos a otra persona que nos ayuda a tomar esa distancia, que nos hace de caja de resonancia, que nos ayuda a ver las cosas desde diferentes puntos de vista, a través de preguntas que nos hace reflexionar, de historias que nos ayudan a ver otras opciones. Todo ello contribuye a que profundicemos en el análisis de nuestras experiencias y podamos ver en ellas más matices, más sutilezas, más detalles, para convertirlas en una fuente de aprendizaje.

Cuando estamos inmersos en el día a día es difícil levantar la vista y tomar perspectiva. Para tomar buenas decisiones es importante estar en la plaza pero también en el balcón, salirnos de la vorágine del hacer y el bullicio de la plazo y subir al balcón a reflexionar, a ver las cosas desde otra ángulo, con más perspectiva y visión. Cada sesión de mentoring debe ser una oportunidad para que el mentee suba al balcón de su vida y la contemple desde allí, para luego bajar a la plaza y actuar con más consciencia y reflexividad.

3.- «La gente no habla si no se siente escuchada. Ese periodista que lanza una pregunta, tú empiezas a responder y él enseguida se pone a ver su guion para ver cuál es la siguiente pregunta que tiene que hacer… es alguien que no escucha.»

En la metodología Integral Generative Mentoring hablamos de las preguntas al hilo, al hilo de las respuestas del mentee, que le van ayudando a degranar su pensamiento, a contemplarlo con más amplitud y profundidad, a clarificarlo. Por eso no hay guiones de preguntas, el mentoring es una conversación abierta a la experiencia, a lo que el mentee trae y dice en el aquí y ahora. Las sesiones de mentoring no se planifican, se acude a ellas con apertura, acogiendo lo que el mentee dice, escuchándolo con interés y profundidad para poder hacer preguntas de calidad que mejora su pensamiento, aprendizaje y toma de decisiones.

Para hacer preguntas al hilo es necesario escuchar con calidad y no estar pensando en la pregunta magistral que voy a hacer. Si hacemos preguntas desconectadas de las respuestas del mentee, este, en su inconsciente, detecta que no está siendo escuchado y no siente el deseo de seguir compartiendo. Cuándo esto ocurre no solo se interrumpe el flujo de una conversación, sino también el flujo del pensamiento.

4.- Cuando teníamos las respuestas, nos cambiaron las preguntas.

Es importante acudir y estar en la sesión de mentoring sin prejuicios, sin etiquetas, sin creer que sabemos lo que va a pasar, o cómo va a venir el mentee o lo que nos va a preguntar, de lo contrario perdemos la oportunidad de dejarnos sorprender, de dejarnos guiar por él, de que sea el quien realmente decida de qué hablar, que se muestre, que nos vaya revelando distintas partes de sí. Si no estamos dispuestos a cambiar las preguntas, a hacer preguntas al hilo, estaremos limitando el desarrollo de nuestros mentees.

Además, esto es lo que nos permite realizar preguntas provocadoras y generativas, que son aquellas para las que el mentee no tiene respuesta inmediata, porque no la sabe, la tiene que buscar, que crear, y al hacerlo está aprendiendo, actualizando su inteligencia, renovando su conocimiento sobre sí mismo y sobre el mundo.

5- «Todos los que he entrevistado sabían más que yo. Si tú has escrito un libro y vamos a hablar sobre él, es que sabes más que yo, ¿no? Bueno, pues mi obligación es leerme el libro, todo el libro, y luego hacerte preguntas. Eso se llama respeto.»

Un mentor tiene que estar convencido de que la persona que tiene enfrente es la mayor experta en sí misma. Que realmente sabe lo que quiere, sabe cómo conseguirlo, solo necesita que le hagan las preguntas adecuadas para que esa sabiduría salga a la luz y pueda usarla para tomar las decisiones adecuadas.

Nuestra obligación es escuchar, con suma atención e interés, el libro que todo ser humano tiene dentro, para hacer surgir de él su hilo argumental, su propósito, los personajes principales, los retos y los obstáculos, trabajando con todo ello para que la persona narre su mejor novela.

El mayor error que podemos cometer es creer que sabemos más que nuestro mentee, que sabemos lo que quiere, necesita o le conviene. Por eso el mentor que habla más que escucha y pregunta es un mentor que no respeta la sabiduría de su mentee.

Es el cliente quién sabe qué es lo que le afecta, hacia dónde dirigirse, cuáles son sus problemas fundamentales y cuáles sus experiencias olvidadas. A menos que yo necesite demostrar mi inteligencia y mis conocimientos, lo mejor es confiar en la dirección que el cliente mismo imprime al proceso.” Carl Rogers

6.- ¿Qué significa para usted que un presidente no esté dispuesto a responder preguntas? A sus preguntas, en este caso. «A mí me parece fatal. Pero eso no tiene que ver conmigo, tiene que ver con nuestros oyentes. O sea: Aznar no me despreció a mí. Aznar despreció a nuestros oyentes.»

Un mentor debe saber poner las cosas en contexto, ir más allá de lo aparente y sobre todo no tomarse las cosas a título personal. Sostener con humildad y empatía muchas respuestas de su mentee, que no espera, no le agradan, le incomodan o le hacen sentir mal. Hace poco menos de un mes, en una de las conferencias que impartí sobre mentoring, una de las asistentes me pregunto ¿ y que haces si tu mentee el primer día te dice que no cree que pueda aprender nada de ti? Le contesté «sostener la respuesta», acogerla y preguntarte ¿qué puede haber llevado a esta persona a creer que no puede aprender nada de mí? ¿realmente está hablando de mí o está hablando del aprendizaje en general o de malas experiencias anteriores con procesos similares de aprendizaje?

Estar centrado en tu rol, en la función que ejerces, en el «para que» de la misma, tener presente ¿a quién sirves? ayuda mucho a despersonalizar, contextualizar y ver las cosas desde otro ángulo, aquel que permite ser más empático y asertivo.

7.- ¿Cree que la opinión ha contaminado al periodismo? «Tal vez la sobredosis de opinión. Porque para un medio hacer opinión es más barato que hacer información. Tal vez por eso hoy el universo de los opinadores se ha extendido.»

Hace ya algún tiempo publique dos artículos sobre la equivocada idea de considerar el mentoring una mera transmisión de experiencia y de conocimientos. En uno, hablaba de la necesidad de hacer más preguntas y dar menos consejos y, en otro, de que una visión del mentoring y el aprendizaje basada en la transmisión de conocimientos es anacrónica y limitante.

Realmente opinar, decirle a otra persona lo que tiene que hacer, indicarle cómo lo harías tú, o cómo lo hiciste, es más fácil que escuchar con atención y profundidad para realizar las preguntas que le ayudan a obtener sus propias respuestas. Por eso, los mentores opinadores, expertos y consejeros proliferan por todas partes; por eso muchos buscan cursos rápidos, fáciles y sencillos en los que, con pocas horas y poco esfuerzo, obtener un diploma que los certifica como mentores; por eso pocos están dispuestos a pasar por un proceso de transformación en el que dejar de deslumbrar para aprender a alumbrar.

Sin embargo darle a otro las respuestas, por muy buenas que sean y muy basadas en la experiencia que estén, no amplia su inteligencia, la deja como está; no fomenta la autonomía sino la dependencia; no contribuye a regenerar el conocimiento, sino que lo mantiene donde esta.

Un mentor debe ser curioso, estar abierto a la experiencia de aprender en todo lugar, en todo momento y de toda persona. Para aprender hay que preguntar y reflexionar, conectar lo nuevo con lo antiguo, lo mío con lo tuyo. Hoy a mi Iñaki Gabilondo me ha dado todo una lección de mentoring a través del oficio del periodismo y su visión del mismo.

 

Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora Escuela de Mentoring

En 1999, la UNESCO encargó al filósofo francés Edgar Morin la tarea de identificar «Los 7 saberes necesarios para la educación del futuro», que fuero magistralmente expuestos por dicho autor en el documento del mismo nombre y editado por la Unesco. De la lectura del mismo se pueden extraer importantes aprendizajes y reflexiones que nos dan la pauta para guiar en el camino del desarrollo personal, profesional y social  en un mundo VUCA o BANI, como el actual: lograr la tolerancia a la incertidumbre y la impredecibilidad como paso previo a cualquier proyecto de desarrollo y crecimiento personal y social.

El mentoring puede contribuir a desarrollar esos 7 saberes del futuro:

1.- Pensamiento Crítico

Una de las tareas del mentor es ayudar a su cliente a diseccionar la realidad, y sus experiencias vitales, evitando que caiga en las trampas mentales del error y la ilusión, como las llama Edgar Morin.

La herramienta fundamental para desarrollar el pensamiento crítico son las preguntas, que cuestionan, que provocan, que amplían perspectivas, que amplifican la visión de la realidad y nos permiten salir de nuestro reducido mapa del mundo. Preguntas muchas veces incómodas, que incluso quedan sin respuesta en la sesión, pero que se instalan en la mente del cliente, iniciando un camino de reflexión que desemboca en insight reveladores que permiten afrontar el cambio. Sesión tras sesión se va abriendo paso la lucidez, se va saliendo de la caverna como diría Platón. 

Las preguntas revelan lo que es real y lo que es una pura proyección de nuestros deseos o miedos, descubren emociones agazapadas en nuestro inconsciente, que nos llevan una y otra vez a comportamientos erráticos, rompen las cadenas de nuestras creencias limitantes, que nos impiden ver las cosas tal y como son, y no tal y como las suponemos. Las preguntas nos enfrentan a nuestras estrategias de auto-engaño que nos hacen vivir en la ilusión de lo que queremos que sea, en vez de en lo que verdaderamente es, que nos lleva a responsabilizar al mundo y al otro de todos nuestros males en lugar de asumir nuestras responsabilidad, y a auto-justificar todas nuestras conductas, en vez de reflexionar y realizar auto-crítica sobre ellas.

2.- La Práctica de la Relevancia

El un mundo asediado por cantidades ingentes de información moviéndose a una velocidad de vértigo, el mentoring facilita la selección del conocimiento relevante, que es el único que podemos y nos interesa manejar y gestionar, porque es el único que aporta valor a nuestras vidas.

El mentor ayuda al cliente a comprender lo que pasa dentro de él y lo que pasa fuera, a seleccionar lo que es relevante y lo que no  para su existencia, y a concentrar su atención en ello, al mismo tiempo que puede tener sus sensores abiertos a todo lo que el mundo le ofrece. Esta habilidad es fundamental para saber detectar oportunidades en el entorno que nos facilitarán el logro de nuestras metas.

A través de las sesiones de mentoring el cliente amplia su foco de atención y análisis, pasando de centrarlo en el yo a contemplar la influencia del contexto, del sistema, y de las relaciones entre las partes

Cualquier información cambia de sentido según el contexto en el que se integra, no es lo mismo el amor en una pareja, que el amor entre padres e hijos, o el amor a Dios. Muchos clientes llegan frustrados porque su manera de liderar no funciona en su nuevo puesto de trabajo, sin ser conscientes de que su contexto ha cambiado, y que por tanto, su forma de liderar también requiere cambios. Como señala Claude Bastien  «la contextualización es una condición esencial de la eficacia (del pensamiento y por tanto del comportamiento» porque determina las condiciones de la integración de los comportamientos y también sus límites de validez.

3.- Despertar la Conciencia Holística

Probablemente el mayor regalo que puede ofrecer la práctica del mentoring sea el de despertar en la persona su conciencia del lugar que ocupa en el mundo. Descubrir el próposito, el para qué, es responder a las preguntas existenciales sobre ¿Quiénes somos?  ¿dónde estamos ? ¿ de dónde venimos? ¿ a dónde vamos ? y es a partir de estas respuestas, que adquirimos el sentido de nuestro ser y nuestra existencia.

Es la existencia del mundo, de la sociedad, lo que da sentido a nuestra propia existencia, y viceversa. La sociedad vive para el individuo, y éste vive para la sociedad. Es el mundo físico, social y cultural el que permite nuestra realización como personas, y a la vez somos nosotros los que lo construimos y mantenemos vivo día a día con nuestras acciones e interacciones.

Comprender cual es nuestro lugar en el mundo, descubrir nuestro propósito y nuestra misión, y desarrollarla a través de nuestra autonomía, nos hace tomar conciencia del valor que aportamos a la sociedad y de la necesidad de participar activamente en ella a través de nuestras obras, que son nuestras contribuciones a la construcción del mundo.

4.- Conectar la Diversidad

Tomar conciencia de ser parte del mundo y de tener una función en él, nos obliga a aceptar que los demás también tiene su lugar y su función, y que será diferente a la nuestra. Es más, estamos inmersos en un mar de diversidades individuales y tenemos que aprender a abrazarlas, a acogerlas, a conectarlas.

En los procesos de mentoring se produce siempre una ampliación de perspectivas, se favorece el desarrollo de la empatía, de la habilidad de ponerse en el lugar del otro, de ver el mundo como lo ven los demás, y no sólo como lo vemos nosotros. En un paso más allá, se comienzan a contemplar las diferencias como lo que son, una realidad que a veces nos aporta complementariedad, y otras simplemente reafirma, e incluso permite nuestra propia diferenciación. Dejar de ver las diferencias en términos de buenas/malas, mejores/peores, nos permite dejarlas de ver como un problema y mirarlas como una fuente de oportunidades. Perder el miedo a las diferencias nos abre al mundo, a una mentalidad más mundana, facilita la conversación y evita el conflicto, favorece la conexión de la diversidad en vez de su eliminación.

A mayor capacidad de conectar la diversidad, mayores posibilidades de ampliar nuestros círculos de relaciones y apoyos. Todo ello incremente nuestros recursos, fortalece nuestras resiliencia, y aumenta nuestras posibilidades y oportunidades de acción, y por tanto de realización personal y social.

Pasearse por la Incertidumbre

5.- Manejar la Incertidumbre

Como el propio Edgar Morin señala, «El siglo XX ha descubierto la pérdida del futuro, es decir su impredecibilidad». ¿Quién hubiera pensado que en el 2001 dos aviones se estrellaran intencionadamente contra las torres gemelas del país más poderoso del mundo, burlando todos los sistemas de seguridad, y desencadenando una crisis mundial? ¿Quién hubiera podido predecir la pandemia originada por el Coronavirus en el 2020? «El futuro se llama incertidumbre.»

Sin incertidumbre no existiría la sorpresa, ni el asombro, dos emociones positivas que amplia los marcos de nuestra mente, que nos invitan a evolucionar, a crecer, que  estimulan nuestra capacidad de aprendizaje como respuesta ante lo nuevo, nuestro crecimiento como personas. Si no existiera incertidumbre, no existiría la creatividad.

Una de las grandes habilidades de un mentor es retar y retar, muchas veces, significa enfrentar al cliente con la incertidumbre, paso a paso, escalón a escalón, para que se vaya entrenándose poco a poco a vivir con ella, a integrarla en su vida como el aire que cada día respira. En cada reto superado el cliente incrementa su nivel de confianza, de seguridad, de flexibilidad, de adaptabilidad y, reto a reto, aprende a convivir con la incertidumbre, a gestionar el cambio como algo natural. El reto bien trabajado ayuda a practicar el equilibro óptimo realidad-posibilidad. No se trata de ser realista o irrealista, se trata de ser realista de la complejidad, practicar el equilibro entre lo realista y lo posible, es decir, comprender la incertidumbre de lo real y la posibilidad de lo irreal (lo todavía invisible) en la realidad.

6.- Desplazar el saber hacia el comprender

Para manejar la incertidumbre, la relevancia, la diversidad, la conciencia holística y el pensamiento crítico, necesitamos de la sabiduría, que es el arte del equilibrio:

  • Equilibro entre precaución y riesgo, para que el análisis y la reflexión excesiva no nos lleve a la parálisis y la inacción, pero que tampoco la osadía, el optimismo irrealista y una impulsividad desbordada nos conduzcan a la deriva, la pérdida de norte, y el caos permanente.
  • Equilibro entre acción y contexto: una acción individual se torna incontrolable en cuanto a sus resultados cuando entra en el contexto, y puede dar lugar a logros no deseados, o a logros no imaginados. Valorar la influencia del contexto en los resultados de nuestras acciones nos ayudará a apuntalar mejor nuestros logros.

En los procesos de mentoring se trabaja el equilibrio, el desarrollo de la sabiduría. Las personas que acuden a nosotros para lograr el cambio que se les resiste, para recuperarse de una situación que les genera malestar, para alcanzar sus sueños, en líneas generales necesitan incorporar el equilibrio en sus vidas: el equilibro entre dar y recibir, entre el yo y el nosotros, entre su lado racional y su lado emocional, entre sus distintas necesidades, sus distintas tendencias de personalidad, sus diferentes valores……

La sabiduría no es saber, es comprender, que significa aprehender en conjunto, es decir, adquirir de un lado y de otro (acción y contexto, reflexión y acción, emoción y razón…) y crear un nuevo conocimiento más completo. Comprender necesita del autoconocimiento, la empatía y la conciencia social, en un todo integrado que nos lleva a la sabiduría.

7.- Desarrollar un Compromiso Social

Como partes de un todo más grande en el que tenemos parte, y que se ve afectado por nuestros actos, debemos ser conscientes y responsables de lo que decimos y hacemos, porque a través de nuestras palabras y nuestras acciones estamos construyendo un mundo, que será mejor o peor, en función de nuestra contribución.

En mi forma de hacer mentoring, está presente la idea de auto-liderazgo: que el cliente descubra y asuma el liderazgo de su vida, que se haga responsable del papel que ocupa en el mundo,  que sea consciente de como a través de el contribuye o no a la mejora de su entorno y, por tanto, de la sociedad en la que habita. Y no hablo solo de asumir las decisiones y las acciones que realizamos, sino de asumir las consecuencias de las mismas, y de las que no realizamos, porque en cada una de ellas nos retratamos y les mostramos al mundo la persona que estamos siendo, y esa es la que construye o destruye a su alrededor.

 

Si quieres comenzar a practicar los 7 saberes del futuro, en la Escuela de Mentoring te podemos acompañar. 

Dentro de la sección que la Escuela de Mentoring tiene en la Revista ORH, en el mes de Octubre, nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel publica un artículo sobre Learning Agility, bajo el título «Learning Agility: cómo desarrollar la metacompetencia para el éxito en la era del aprendizaje».

 

La capacidad de aprender es la competencia de moda, que no va a pasar de moda. La generación de conocimiento no conoce límites ni en su densidad ni en su ritmo y todos, organizaciones, instituciones, sociedades y personas, deben asumir que o aprenden rápido o serán incapaces de encontrar su sitio en el mundo. La learning agility se erige como el predictor de adaptación más certero, por encima del desempeño y la experiencia.

 

En el artículo la autora reflexiona sobre la importancia de esta metacompetencia para facilitar el desarrollo de otras competencias de forma más ágil y exitosa, así como sobre la necesidad de que las organizaciones inviertan en potenciarla y desarrollarla, aportando claves para ello: en qué consiste, como identificarla y desarrollarla y como desterrar ciertas ideas y prácticas muy arraigadas en la gestión del talento que impiden su despliegue.

Como demuestran diversas investigaciones el desempeño actual no es un buen predictor del éxito futuro: sólo 1/3 de los profesionales con alto desempeño, en su puesto actual, tiene potencial para tener éxito en una posición superior, lo que explica porque un 70% de las empresas no está satisfecha con sus procesos de promoción interna. La solución a estos problemas está en la learning agility, pues, como señala Robert Sternberg, es un mejor predictor del éxito futuro que el rendimiento presente, la inteligencia y las habilidades técnicas. La explicación está en que las personas con agilidad de aprendizaje tienen la capacidad de deshacerse de habilidades, perspectivas e ideas que ya no son relevantes y aprender otras nuevas que lo son.

Nuestra capacidad para aprender y adaptarnos continuamente determinará nuestro grado de progreso, evolución y éxito en un mundo tan agitado y turbulento como el actual. Apostar por identificar y desarrollar la learning agility es un imperativo para seguir creciendo y no quedar estancados. No nos podemos permitir seguir infravalorando el talento por no saber identificar bien el potencial y no saber desarrollarlo.

Si quieres leer el artículo completo  puedes consultarlo en el número publicado en el nº 181 de la Revista ORH Octubre 2022.  Te invitamos a suscribirte a la misma a través de este enlace y disfrutar de una amplia gama de contenido experto para la gestión del talento.