¿Sientes que te falta energía al acabar el día? ¿No entiendes por qué trabajas tantas horas y no tienes los resultados deseados? ¿Te sientes a veces confuso, alborotado, sin claridad de ideas, con dificultades de memoria o concentración? ¿Te cuesta recordar conversaciones recientes? ¿Sufres de mal entendidos?

Lo más probable es que estés siendo prisionero diario de tu diálogo interno y que no seas consciente de cuanto tiempo y energía te roba y cuanto te limita en la consecución de tus objetivos.

Hace aproximadamente un año impartiendo una formación en mentoring, una de las asistentes se lamentaba de que le costaba aprender más que a los demás y que le llevaba mucho tiempo leer los contenidos del curso, de lo cual concluía que era torpe, lenta y poco inteligente. Allí mismo le rebatí esa creencia, utilizando una de las herramientas más poderosas del mentoring: las preguntas.

Después de varias preguntas dirigidas a que adquiriera consciencia de como era todo el proceso que seguía cuando se ponía a leer, qué pasaba, qué escuchaba, llego a la conclusión de que realmente más del 50% del tiempo que pasaba delante de los contenidos del curso no lo empleaba en leerlos sino en generar un arduo debate con ella misma. Debate que no la llevaba a ninguna conclusión y que era una absoluta pérdida de tiempo y de energía, pues su contenido versaba sobre «no me va a dar tiempo a leerlo todo», «no voy a poder terminar el curso a tiempo», «seguro que mis compañeros ya lo tienen todo leído y se lo saben», «soy demasiado lenta», «me cuesta mucho estudiar», «siempre tardo más que los demás», y un largo etc. de similares características.

Lógicamente con este tipo de diálogo, además de tener ocupada la mente de forma inútil, estamos gastando energía y tiempo. Y lo que es peor, estamos generando un estado de ánimo negativo y una mala imagen de nosotros mismos, que nos va a llevar a quedarnos parados y no pasar a la acción.

¿Recuerdas la última conversación que has tenido? Cierra los ojos, respira e intenta recordar si estabas escuchando al que tenias enfrente o te estabas escuchando a ti mismo.

En muchas conversaciones de dos, realmente hay tres, cuatro o más  hablando. Cuando alguien nos habla a veces no escuchamos plenamente lo que nos dice, porque a la primera palabra, a la primera frase, se desata nuestro dialogo interior en el que está implicado todo un elenco de personajes que actúan en nuestra cabeza, que nos recuerdan cosas, y nos dicen lo que viene en su papel. Por eso cuando conversamos realmente no estamos escuchando al otro, practicamos una escucha egocéntrica donde nos escuchamos a nosotros mismos y a toda nuestra pandilla, formada por nuestros padres, la monja o fraile del colegio, el profesor/a del instituto, nuestros hermanos, la abuela, aquel compañero/a que nos sacaba de quicio, un novio o novia que nos marco, el jefa o jefa y muchos más. Y claro con toda esta verbena no hay quién se aclaré.  Además de no escuchar al que nos habla, es difícil distinguir entre tantas voces nuestra propia voz, por eso cuando respondemos o reaccionamos, quien lo está  haciendo realmente es un miembro de nuestra pandilla. Luego viene lo de «no me entiendes», «yo no dije eso», «no se porque te lo tomas así», «no se porque he actuado de esa forma», «me siento atacado», etc, etc, etc.

Si no quieres que tus conversaciones y encuentros se transformen en debates televisivos, donde todos hablan a la vez, y desde no se sabe donde, aprende a acallar tu dialogo interior, empieza a identificar cómo es de grande tu pandilla, quiénes la forman, qué papel juegan y para qué los necesitas realmente. Ponla en orden, a lo mejor alguno ya no tiene que estar en la pandilla, o no debe  tener tanto que decir, reparte tú los papeles y los diálogos. Tu eres el director y el guionista de tu vida, tu creas los personajes, repartes los diálogos y diriges las intervenciones.

El diálogo interior nos priva de consciencia y por tanto de la capacidad de aprendizaje, de acción y de disfrute, además de ser la causa de la falta de energía, de tiempo y de buenos resultados. Por tanto, empieza a indagar sobre el modo en que te hablas a ti mismo, y piensa si eres consciente de cuantas horas al día estas atrapado en tu diálogo interno. Si realmente quieres gestionar satisfactoriamente tu diálogo interno este es el camino:

1.-Registro: Saber realmente cuánto tiempo al día nos ocupa.

Hasta que no tengas la prueba evidente del tiempo exacto que pierdes con tus diálogos internos, no encontrarás la motivación suficiente para empezar a deshacerte de ellos. Seguirás creyendo que es algo que te pasa a veces y poco tiempo, cuando a lo mejor en total te come 2 y 4 horas al día. ¿Cómo averiguarlo? Llevando un registro durante al menos 2 semanas para tener una buena referencia temporal.

Lleva contigo una libreta apunta la fecha de cada día y vete registrando debajo de ella cada ve que aparezca el diálogo, la hora a la que empieza  y la que termina y el total de los minutos. Al final de cada día suma el total minutos, pásalos a horas, y haz lo mismo al final de la semana.

Y ahora, piensa en todas esas cosas que quieres y te apetece hacer, y que no realizas por falta d tiempo. Y piensa que podrías hacer con todo ese tiempo que durante la semana ocupa tu diálogo interior.

Como es posible que se te olvide o te de pereza lo de registrar, ponte cada 2 horas una alarma en el móvil. Cuando la oigas detente y toma conciencia de qué estás pensando en ese momento, y si ha habido algún diálogo interno hasta ese momento del día, cuánto ha podido durar, y regístralo.

2.- Consciencia: Saber quién habla y de qué nos habla, cuáles son los pensamientos que se repiten y a dónde nos llevan.

En la libreta que ya has empezado a usar, empieza a registrar ahora cada día durante 15 días, el contenido de tus diálogos, utilizado el modelo ABC de Albert Ellis:  Acontecimiento-Pensamientos-Consecuencias

– Acontecimiento: Escribe qué pasa, cuál es la situación o el acontecimiento que desata el diálogo interior, qué lo desencadeno.

– Pensamientos: Registra cuales son lo pensamientos que se desencadenan, que te dices a ti mismo. Si te suena a algo o alguien del pasado o del presente.  Si son tuyos o de quién son.

– Consecuencias: Escribe como te sientes tras ese diálogo, qué emociones experimentas, y qué actitud y comportamiento desarrollas.

Con este ejercicio podrás comprobar que situaciones se repiten cuando aparece tu diálogo interior, que pensamientos son los que están más presentes y que acaba pasando la mayor parte de las veces. Con todo esto podrás empezar a tomar medidas para liberarte de tu diálogo interior.

3.- Cuestionamiento: Pon en duda esos pensamientos que registras, cuestiónalos, desafiálos como si fueran de otro  ¿y si las cosas no fueran realmente como creo? ¿Qué pasaría si fueran de otra forma? ¿De qué otra forma pueden ser? ¿Cómo me sentiría si fueran de esa otra forma?

Si esto no es suficiente, y generas un diálogo pesimista puedes probar a usar la técnica del rebatimiento que plantea Martin Seligmam en su método ACCRR.

Si eres de los que vives en un diálogo interior que genera un mundo de fantasía, aunque las sensaciones puedan ser positivas es probable que tus resultados no sean satisfactorios y no logres tus metas. En este caso te puede venir bien trabajar la técnica de Walt Disney.

En todos los casos hazlo por escrito porque liberas más material inconsciente, y porque te haces más responsable de tus pensamientos, elecciones y decisiones.

4.-Externalizar las voces: Si quieres ser más contundente, pídele a una persona de mucha confianza que te lance esos pensamientos y creencias que se repiten y tienes registrados. Dile que haga de ti, que exagere. Y tú discútela todas esas ideas, pensamientos. Aporta argumentos en contra, evidencias, pruebas, ironiza, no tengas piedad.

Acaba con tu diálogo interior y terminara el combate

Acaba con tu diálogo interior y terminara el combate

«Las creencias que se discuten a conciencia tienen menos probabilidades de volver cuando una situación igual se presenté» Martín Seligman.

5.- Anclaje: Si tienes que actuar ya, y no tienes tiempo para realizar el proceso de cuestionamiento, utiliza un anclaje para detener tus pensamientos nada más aparezcan. Puede ser la imagen de un semáforo en rojo, o de un fuego, una señal de stop, decir una palabra como «basta», «fuera», «vete», «stop», o darte un pequeño golpe en la cabeza, la pierna, la mano, toques con un boli, chasquear los dedos, agarrar un objeto. Elige lo que mejor te funcione, será tu señal de «detente diálogo».

Para qué funcione tienes que practicar primero el anclaje para que luego salga instantáneamente.

-Busca una idea que te preocupe y que desata tu diálogo interior, y dale rienda suelta.

-Concéntrate en tus pensamientos rumiantes y siente como te molestan, te agotan, te ofuscan.

-Ahora elige la imagen, palabra o gesto que vas a usar como anclaje y úsalo, ponlo en práctica para detener tu diálogo hasta que lo consigas. Repite el proceso al menos 3 veces para dejar bien fijado el anclaje.

6.- Distracción: Otra estrategia, cuando no puedes cuestionar los pensamientos en el momento que aparecen, es distraer tu mente, dirigir la atención a otro sitio. Aquí te pueden ayudar varias opciones: fijar la vista en un objeto y concentrarte en él, tararear una canción, o escuchar una canción, escribir los pensamientos en una hoja y guárdala para discutirlos más tarde.

Concentrarte en tu respiración también puede ser una buena técnica de distracción. Intenta irte a un lugar tranquilo, cierra los ojos y toma lentamente el aire por la nariz, reténlo y luego expúlsalo aún más lentamente por la boca. Focalízate en la manera en que se mueve tu cuerpo con cada inspiración y expiración. Esfuérzate por hacer que cada inspiración y expiración sean siempre más largas. Con unos 10 minutos tendrás suficiente para despejar tu mente y recuperar la tranquilidad.

7.- Medidas preventivas: Todas las mañanas, nada más despertar escribe 3 páginas matutinas de pura inconsciencia ( no llevan más de 15 minutos) para liberar pensamientos que sino te asaltarán a lo largo del día.  Haz una hora de ejercicio diario, el que sea, vale caminar, libera la mente.  Al final del día termina con una meditación, Busca un momento para estar en paz contigo mismo, para tener silencio interior.  Puedes usar alguna meditación guiada para que te resulté más fácil.

Cuéntanos si estas estrategias te sirven para lidiar con tipo diálogo interior, comparte tus comentarios con nosotros.

 

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring

¿Eres demasiado soñador, y tu entusiasmo te impulsa por caminos sin destino? ¿Tu realismo te impide ver más allá? ¿Demasiada actitud critica te esta impidiendo hacer realidad tus sueños? Todo ello esta impidiendo que tu talento brille.

La mayor parte de nosotros actuamos interpretando uno solo de los tres papeles, bien porque hace muchos años nos lo adjudicaron y lo creímos, bien porque nos reporta un beneficio al que no queremos renunciar, bien porque llevamos tanto tiempo haciéndolo que creemos que es parte de nuestra identidad. Sin embargo el éxito de cualquier idea, proyecto, empresa, negocio, tarea o decisión requiere saber bailar con los tres.

El logro de tus metas pasa por desarrollar  el talento de combinar equilibradamente al soñador, al realista y al crítico:

-El Soñador es necesario para crear, para imaginar, para idear, para ir más allá de lo que ya existe, de lo obvio, de lo que todo el mundo ve. Se   sitúa en lo alto y en el futuro, vislumbrando la meta.

-El Realista es el que baja de las nubes y pisa el terreno, disecciona  la realidad, y analiza las posibilidades que esa realidad ofrece para realizar el sueño, ajustando éste a lo que puede ser en el presente. Transforma las ideas en productos concretos.

-El Crítico es el que anticipa los problemas, el que ve lo que puede fallar o salir mal, lo que falta, es el que hace aflorar a la realidad lo que muchas veces nos negamos a ver.

Walt Disney tenía una estrategia, que el llamaba imaginería, para convertir sus sueños en realidades, de la que surgieron muchos de sus personajes, películas y productos creativos. Esa estrategia consistía en tener un lugar o habitación distintos para hacer trabajar al soñador, al realista y al crítico. Nunca los dejaba trabajar juntos, cada uno trabajaba en un lugar distinto y especialmente reservado para él y en un momento específico del proceso estratégico.

Te invito a adentrarte en el mundo de Disney, y que me acompañes en este pequeño paseo por sus habitaciones, juntos descubriremos la magia para convertir tus sueños en realidad.  Para ello necesito que pienses en una situación de tu vida que tengas que abordar, un proyecto que quieras llevar a cabo, una tarea a realizar para la que necesites buscar ideas y/o soluciones. Es importante que la visualices bien, que la sientas y la oigas.

Ahora piensa en tres lugares distintos, o tres espacios distintos en un mismo lugar donde colocar al soñador, al realista y al crítico, sin que se estorben, se pisen o se encuentren. Tienen que ser espacios donde cada uno de ellos se sienta más cómodo para ejercer su función. Esos lugares los llamaremos simbólicamente habitaciones.

Casi lo tenemos todo para iniciar nuestro paseo. Una cosa más, e imprescindible en cualquier camino a realizar: nuestra mochila llena de recursos para ayudarnos en el proceso de llegar a nuestro destino. Cómo vamos a visitar lugares muy diferentes debemos buscar recursos en sitios distintos para ir bien preparados. Comencemos.

Un soñador, un realista y un crítico son tu mejor equipo

Un soñador, un realista y un crítico son tu mejor equipo

– Primero vamos a llenar la mochila del soñador. Piensa en una situación de tu vida en la que se te ocurrieron muchas y muy buenas ideas, en la que tus ideas solucionaron un problema, ayudaron a alguien, o bien creaste algo nuevo o diferente. Un momento en el que fuiste y te sentiste creativo.

Cuando tengas claro ese momento y su imagen sea nítida, dirígete a tu habitación del soñador con tu mochila, entra en ella y experimenta ese momento creativo de tu pasado. Identifica lo que hiciste y cómo lo hiciste, qué recursos empleaste, qué habilidades desarrollaste.

– Cuando tengas a tu soñador seguro de lo que hizo, es el momento de continuar viaje y visitar la habitación del realista. Aquí toca pensar en una situación en la que hayas sido reflexivo, analítico, hayas trazado un minucioso plan para llevar a cabo una idea o proyecto en base a la realidad que tenías. Recréate en ella y recuerda con precisión lo que hiciste y cómo, qué capacidades demostraste, qué estrategias empleaste.

– Si tú yo realista ya esta seguro, es hora de avanzar un poco más y adentrarse en la habitación del crítico. Busca en tu mochila de pensador crítico una experiencia pasada en la que realizaste un juicio constructivo, valorando los puntos fuertes y débiles de una decisión o proyecto, anticipando los problemas y los peros, aunque no te gustara verlos. Escucha lo que decías, las preguntas que hacías, las objeciones, siente ese momento, visualízalo, atrápalo en tu mente.

Después de este pequeño paseo ya tienes tu mochila llena de recursos para ser soñador, realista y crítico. Ahora es el momento de emplearlos en tu próximo reto. Busca un objetivo, un proyecto que quieras sacar adelante, una decisión a tomar y pon a prueba tu capacidad de hacer convivir a tus tres grandes aliados. Vamos a por ello:

1.- Entra con tu proyecto en la habitación del soñador y da rienda suelta a tu imaginación, tu fantasía, tus ideas y tu creatividad. Sin límites y sin censuras, sin juicio, ni análisis. Sueña, libérate. Cuando ya no tengas más que expresar, sal y pasa a la siguiente habitación. Si te quedas aquí vivirás de fantasías pero no alcanzaras tus metas.

2.- Ahora estas en la habitación del realista, aquí tienes que bajar a tierra, observar atentamente el presente y la realidad que tienes y pensar en cómo puedes hacer factibles tus ideas, planes y sueños en ella. Aquí las preguntas son muy importantes ¿con qué recursos cuento realmente? ¿Qué necesitaría para hacer realidad mi idea?  ¿Puedo conseguirlo? ¿Qué circunstancias tendrían que cambiar para poder llevar a la práctica mi proyecto? ¿Qué indicadores hay que me confirmen que es viable mi idea? ¿Qué tengo que hacer, cuándo, cómo? ¿Qué obtendré?

Esta visita tiene que terminar con un plan realista y detallado.

3.- Lleva tu plan a la habitación del crítico, te esta esperando para someterte al tercer grado. ¿Qué es lo que falta o falla en este plan?  ¿Qué problemas pueden surgir? ¿Qué no has tenido en cuenta?  ¿Qué puntos débiles tiene? ¿Puedes conseguirlo solo? ¿Si necesitas contar con alguien estarán dispuestos?  ¿En qué condiciones? ¿Qué efectos secundarios y/o a largo plazo puede haber?

Si tras visitar las estancias del realista y el crítico has descubierto cosas de las que no eras consciente, y que pueden hacer inviable tu proyecto, puedes volver a la habitación del soñador para generar ideas que puedan contrarrestarlas, y someterlas de nuevo al implacable examen del realista y el crítico, hasta que tu plan no tenga fisuras y realmente te permita alcanzar tus metas.

«Siempre me gusta ver el lado optimista de la vida, pero soy lo suficientemente realista para saber que la vida es un asunto complejo» Walt Disney

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring

Continuamos nuestra colaboración  con Sintetia, el portal de divulgación para mentes inquietas, con un artículo en su sección de management bajo el título “El liderazgo en la creación de contextos para trabajar»

Estamos demasiado acostumbrados a asignarle al liderazgo, y a las organizaciones, responsabilidades que son nuestras: la felicidad, la motivación, el empowerment, el aprendizaje o el desarrollo.

El liderazgo como corresponsabilidad: creo que debemos comenzar a operar con otra visión de las cosas y contemplar a los demás, a los líderes y a las organizaciones como cooperadores necesarios de nuestra felicidad, motivación, empowerment, aprendizaje y desarrollo.

La responsabilidad del líder consiste en crear contextos enriquecidos de trabajo donde las personas puedan hacer realidad su aprendizaje, desarrollo, motivación, empowerment y felicidad. Para ello debe desarrollar las seis dimensiones que forman parte del modelo de la Escuela de Mentoring para crear contextos enriquecidos de trabajo: el liderazgo inspirador, resonante, conectivo, desarrollador, alquimista y cooperativo.

 

Te invitamos a leer el artículo completo publicado en el mes de Mayo en Sintetia para conocer a fondo nuestro modelo de desarrollo de liderazgo, cómo lo estamos trabajando en diversas organizaciones, en qué consisten las 6 dimensiones (inspirador, resonante, conectivo, desarrollador, alquimista y cooperativo) y qué aportan a las personas y organizaciones donde se implementan.

En este enlace puedes acceder al artículo completo de nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel. Deseamos que lo disfrutes y estaremos encantados de contar con tus comentarios.

En nuestra web tenemos publicados varios artículos donde puedes conocer cada dimensión en particular de una forma más pormenorizada: liderazgo inspirador, liderazgo resonante, liderazgo conectivo, liderazgo desarrollador.

En las próximas semanas publicaremos nuevos artículos en los que abordaremos más en profundidad las dimensiones alquimista y cooperativa de nuestro modelo de de desarrollo del liderazgo.

Si quieres conocer como trabajamos en liderazgo en las organizaciones ponte en contacto con nosotros y te diseñaremos un programa a medida de las necesidades de tu entidad.

«El mapa no es el territorio» de Alfred Korzibsky, puede que sea una de las frases más repetidas en Programación Neurolingüística (PNL), pero no por repetida deja de tener una transcendencia enorme en nuestras vidas. Entender nuestras relaciones en términos de mapas de la realidad nos ayuda a tomar distancia, a no personalizar, a no convertir las relaciones y las conversaciones en una lucha de egos, a ampliar nuestras perspectivas y a engradecer nuestra comprensión. Comprender el mapa del cliente es la mejor brújula en el proceso de mentoring.

Ya lo apunto Ludwig von Bertalanffy en los años 50 en su Teoría General de Sistemas: la realidad es un todo muy grande que mi mente no es capaz de percibir en toda su extensión, lo que percibo de la misma es una parte de ella, esa parte a la que presto mi atención, y mi atención está dirigida por mis mapas mentales (programaciones). «Del gran pastel de la realidad, cada organismo vivo corta solo una rebanada» Jacob von Vexkuel. Esto explica porque a veces no puedo entender que otros no ven lo que yo veo, o no lo ven como yo lo veo. Nuestro mapa, o cómo percibidos y qué percibimos de la realidad, condiciona lo que pensamos, lo que decimos y lo que hacemos.

Veamos un pequeño ejemplo. Dos personas que van paseando por la calle se encuentran con la siguiente escena: una agresión física entre dos personas, en la que una de ellas, por su condición física se está llevando la peor parte y apenas puede defenderse. Uno de los observadores, sale corriendo de la escena alejándose lo más posible de ella sin mirar atrás; el otro, entra a separar a los contendientes. Si prescindimos de valoraciones, sobre que es más correcto o no, más defendible o no, y nos preguntamos cual es el mapa que hay detrás de cada comportamiento podemos encontrarnos con dos diferentes: el mapa del que huye probablemente solo contempla una realidad que identifica como «peligro» y por eso sale corriendo; en el caso del que entra a separar a los implicados en la pelea, la realidad que puede estar viendo es «injusticia» y por eso entra a separarlos. El hecho es el mismo, dos personas pegándose en la calle siendo una la que lleva la mayor parte de los golpes, lo que se ve desde afuera es diferente, uno solo ve peligro y actuar en consecuencia, y el otro solo ve injusticia y actúa en consecuencia.

Los mapas no son mejores o peores en si mismos, sino en función de los resultados que producen para su poseedor. Si esos resultados están alineados con sus objetivos, metas y propósitos, y le llevan a tener una vida satisfactoria y plena, el mapa del cliente es adecuado, efectivo u óptimo. Ahora bien, si el mapa conduce a resultados no satisfactorios, o nos impide lograr nuestras metas, será necesario cambiarlo, y eso requiere primero ser consciente del mismo y comprenderlo para luego transformarlo. Esto es lo que hacemos en un proceso de mentoring, trabajar el cambio desde el mapa del cliente (su modelo de ver el mundo), comprendiéndolo y aceptándolo, y ayudándole a tomar conciencia de su mapa y de las posibles limitaciones que puede estar generándole, buscando una apertura de opciones a nuevos mapas que repercuta en la obtención de mejores resultados.

Comprender el mapa del otro es un ejercicio de empatía que redundará en la calidad de nuestras conversaciones y relaciones. Comprender nuestro mapa nos ayudará a comprender otros mapas y a ser capaces de crear alternativas de entendimiento. La PNL nos permite ver cómo hemos configurado nuestros pensamientos y nuestras emociones (cual es nuestro mapa) y cómo nos comunicamos con nosotros mismos y con los demás. Para comprender el mapa del otro o el propio , hay que estar atentos al lenguaje, a cómo nos expresamos, es aquí donde la PNL nos aporta las herramientas para descifrar los mapas personales y poder comunicarnos efectivamente con ellos.

La PNL nos enseña que ante todo suceso externo que experimentamos, nuestro sistema de percepción filtra parte de esa experiencia real a través de omisiones, generalizaciones y distorsiones. Lo que decidimos omitir, generalizar o distorsionar de la realidad viene condicionado por nuestros valores, creencias, expectativas y metaprogramas. Todos ellos son los conductores de nuestra atención. Con la información filtrada creamos una representación interna del acontecimiento externo, que se transforma en pensamientos y emociones, con ellos decidimos y actuamos. Distintos mapas de la misma realidad generan decisiones y acciones distintas, y por tanto resultados distintos.

La frase de Albert Einstein, «Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo», quizás se salta un paso, «Si buscas resultados distintos, cambia el mapa». Porque para llevar a cabo acciones distintas no basta con saber qué acciones realizar, hay fuerzas que nos arrastran a seguir haciendo lo mismo, o a no poder perseverar en nuestros nuevos comportamientos. Esas fuerzas confluyen en nuestro mapa del mundo, por eso el cambio duradero requiere el cambio mental previo (el cambio de mapa), para luego pasar al cambio en la acción.

Si quieres resultados distintos, cambia el mapa

Quiero compartir contigo algunos ejemplos que he vivido en procesos de mentoring con mis clientes, en los que he he utilizado la PNL para hacer ver al cliente desde que mapa estaba actuando y a qué resultados le estaba llevando, así como a ayudarle a contemplar la realidad desde otros mapas que le permitían explorar otras alternativas de acción más satisfactorias para el logro de sus metas.

1.-Mapa construido en base a la omisión de parte de la realidad: Todos omitimos una parte de la información sobre las experiencias que vivimos y sobre la realidad que percibimos. Omitimos aquella información a la que no prestamos atención, porque no está dentro de nuestro mapa o porque no encaja en nuestro mapa. Por ejemplo, los optimistas tienden a omitir lo negativo y los pesimistas lo positivo. Omitir nos priva de datos que pueden resultar fundamentales para una comprensión más global de la situación, y por tanto, de tomar las decisiones correctas.

Hace ya casi 2 años o más, tuve un cliente con un mapa que omitía cualquier resultado negativo o no acorde a sus expectativas. Un optimista elevado a la enésima potencia. No lograba sus objetivos porque debido a que omitía los resultados no deseados, se fijaba constantemente expectativas muy altas, no basadas en la realidad (omisión de indicadores negativos o críticos) y cuando no los alcanzaba, se fijaba otros nuevos. Después de varios intentos, la frustración llamo a la puerta. Mi trabajo como mentora paso primero por comprender cual era el mapa del cliente, qué omitía y por qué, para luego desde la consideración empática hacérselo ver con evidencias y trabajar herramientas para que pudiera utilizar otros mapas, como por ejemplo la técnica desarrollada por Walt Disney para trabajar la creatividad y conocida como Imaginería, que yo utilizo también para los cambios de mapa.

2.-Mapa construido en base a la distorsión de la realidad: Consiste en realizar cambios en la realidad percibida, en la experiencia vivida. Normalmente lo hacemos para atribuir a factores externos nuestros resultados, imputar responsabilidades fuera de nosotros. Ejemplos como «Me hizo enfadar» cuando realmente quién se enfada soy yo, o «Me tiene manía» cuando realmente solo no estaba de acuerdo con lo que planteaste, etc.

Un cliente acude a mi para trabajar conflictos en sus relaciones laborales que le estaban impidiendo integrase en su nuevo puesto directivo, del todo pasamos a través de un mapa de relaciones a identificar en cuales había conflictos, o quería mejorar por no ser satisfactorias. Después de realizar el mapa de relaciones, con los resultados le pido realizar una rueda diagnóstico para valorar el nivel de satisfacción de 1 a 10 con las relaciones identificadas en el mapa. A partir de aquí, y en base al resultado de la rueda decide trabajar la relación con su superior jerárquico que es la que más le está limitando en hacerse con su nuevo puesto en la empresa. Y aquí es donde surge la distorsión: «Mi jefe me está dificultando la adaptación». Pregunta por mi parte, como mentora ¿En que médica está dificultándote tu adaptación? ¿Podrías ponerme un ejemplo de una situación concreta? Respuesta cliente: Me describe una situación en la que acude a su jefe para exponerle una serie de cambios que quiere realizar en una de las áreas de trabajo y le pide su opinión y su permiso para llevarlos a cabo (esto es una decisión de su competencia no de la de su jefe) y su jefe le contesta literalmente «procede como quieras, esto forma parte de tu trabajo y tengo plena confianza en lo que decidas». Para mi cliente esta contestación supone que su jefe no le escucha, no le toma en consideración, no le da su opinión y por tanto no sabe si lo está haciendo bien o mal, y un largo etc., de interpretaciones. Seguimos con las preguntas  ¿Que es lo que te ha dicho exactamente tu jefe? analizando cada predicado. ¿Que te está transmitiendo con sus palabras? ¿Quién tiene que tomar la decisión que has consultado a tu jefe? Yo, ¿A quién le estas pidiendo que la tome? A mi jefe ¿Que estás haciendo al pedírselo a tu jefe? Trasladar la responsabilidad, cargar a mi jefe con trabajo que me corresponde a mi….. A partir de aquí realizamos un ejercicio de cambio de posición perceptiva, para analizar la situación desde su mapa, el de su jefe, el de un observador externo y el de la relación. Resultado, compromiso de tomar autónomamente 10 decisiones concretas en los próximos 15 días, realizar un reporte a su jefe meramente informativo y preguntarle si es así como quiere que organicen su trabajo y relación, si necesita algo más o algo menos.

3.- Mapa construido en base a la generalización: Nuestra mente convierte la información concreta en general y la transfiere a situaciones similares. Por ejemplo, «Todo me sale mal» cuando realmente en el último mes de 8 actividades, solo 1 o 2 salieron mal, o «Nadie en mi equipo me respeta» cuando quizás sólo sean 2 personas del equipo frente a la gran mayoría que si le respeta. De esta forma perdemos el foco en lo que realmente es, y nuestras energías para el cambio se multiplican interviniendo sobre el todo cuando en realidad solo hay que intervenir sobre una parte en concreto.

En un proceso de mentoring, mi cliente quería dejar su trabajo porque ya no estaba satisfecho con él, porque según él «todo lo que hacía no le gustaba», le invité a que realizará un listado de todas las tareas que específicamente desarrollaba en su trabajo. Una vez realizadas le pedí que valorará de 1 a 10 su grado de satisfacción con cada una de ellas, siendo 1 nada de satisfacción y 10 máxima satisfacción. La conclusión fue que del total tareas desarrolladas en su trabajo, sólo 1 de ellas estaba por debajo del 5 de nivel de satisfacción. Es decir, lo que realmente no le gustaba al cliente era realizar una tarea en concreto de las 10-12 que suponían la totalidad de su trabajo. Por tanto, el foco paso de ser cambiar de trabajo porque no le gustaba lo que hacía, a cambiar una de las tareas a realizar, o bien ver la forma en que podía hacerse de forma más satisfactoria, delegarse, o eliminarse.

El mentoring te ayuda a lograr tus objetivos, a través de lograr cambios a nivel de pensamiento, emoción y acción, porque transforma conversaciones en decisiones, decisiones en acciones y acciones en resultados. Las conversaciones en el mentoring son transformadoras porque ayudan al cliente a integrar todo lo que falta en su interpretación de la experiencia, la realidad, y las situaciones. Eso es lo que hacemos en mentoring a través de las preguntas, permitiendo enriquecer la experiencia y el pensamiento sacando a la luz las eliminaciones, las distorsiones y las generalizaciones que hay en nuestra forma de expresar y comunicar nuestras experiencias y percepción de la realidad. Esto es elevar la consciencia, permitir al cliente en la traer aquello que está faltando en su relato, aquello que omite, que ha distorsionado o ha generalizado.

Cambia el mapa y cambiaran los resultados. ¿Te animas?

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring

Dentro de la sección, que la Escuela de Mentoring, tiene en la Revista ORH ,en el mes de Mayo, nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel escribe un artículo sobre Diversidad bajo el título «La cara oculta de la diversidad».

En el mismo reflexiona sobre el carácter de novedad que se la da a la diversidad cuando no es algo nuevo, es un hecho que ha estado siempre presente. Asimismo aborda la idea de que en materia de diversidad no es oro todo lo que reluce. Hay muchas sombras, muchas caras ocultas, muchos sesgos, muchos datos descontextualizados, poco analizados y desconectados entre sí, que pueden estar ocasionando más mal que bien.

Para que la diversidad sea un manantial de riqueza hay que intervenir sobre muchos factores, entre ellos  aprender a gestionar el miedo a la diferencia. Esto implica aprender a construir nuestra seguridad en base a nuestras características personales, valores y convicciones; sin necesidad de anular, desvalorizar, atacar o degradar las de los que son diferentes.

A lo largo del artículo se plantean las siguientes cuestiones:

  • Si la diversidad es un hecho que siempre ha existido ¿por qué nos cuesta tanto gestionarla?
  • Diversidad, miedo a las diferencias, complejidad y conflicto. ¿Qué tienen que ver nuestra forma de abordar los conflictos y nuestra forma de abordar la diversidad?
  • La diversidad sin inclusión no aporta beneficios
  • El paso de la diversidad a la inclusión no es automático requiere de consciencia, intención y acción.
  • La diversidad inclusiva no funciona como una simple capa de maquillaje

Si quieres leer el artículo completo y descubrir algunas de las posibles respuestas a estos interrogantes, puedes consultarlo en el número publicado en el nº 178 de la Revista ORH Mayo 2022.  Te invitamos a suscribirte a la misma a través de este enlace y disfrutar de una amplia gama de contenido experto para la gestión del talento.

Continuamos con la colaboración en la Revista Capital Humano, a través del espacio cedido a EMCC SPAIN, con un artículo de nuestra Mentora Acreditada, Ana Sanjuán bajo el título «El efecto multiplicador del mentoring para el liderazgo», publicado en la Edición de Mayo 2022.

En el artículo Ana Sanjuán plantea la necesidad de desarrollar  un liderazgo que sea capaz de optimizar los procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo de las personas en las organizaciones, un liderazgo multiplicador del talento y explica  el modelo de desarrollo del liderazgo de Escuela de Mentoring basado en 6 dimensiones (inspirador, resonante, conectivo, desarrollador, alquimista y cooperativo) y cómo potenciar la dimensión del liderazgo desarrollador a través de nuestra metodología Integral Generative Mentoring.

En un contexto caracterizado por la confluencia de grandes crisis globales (sanitaria, económica, bélica, social, medioambiental), que a su vez generan otras igual de importantes como la crisis de salud mental, la de confianza global, la de liderazgo o la crisis conocida como la Gran Renuncia, es más necesario que nunca que los líderes dominen las diferentes dimensiones, en especial, la desarrollativa.

La era de la incertidumbre, la complejidad y el cambio constante ha llegado para quedarse. Como señala la OCDE «Para sobrevivir, las personas, las empresas, y la sociedad necesitan aprender a la misma velocidad con que cambia el entorno; y para progresar deben hacerlo a más velocidad que el entorno». Necesitamos un liderazgo que sea capaz de optimizar los procesos de aprendizaje, cambio y desarrollo de las personas en las organizaciones, un liderazgo multiplicador del talento.

En la actualidad son necesarios los líderes que ejercen su rol teniendo en cuenta el crecimiento de las personas, los equipos, las organizaciones y la sociedad en su conjunto, además de modular su rol teniendo en cuenta las necesidades de todos ellos y las circunstancias de cada momento. En definitiva, necesitamos líderes que sepan desarrollar a otros y crear nuevos líderes. Para entrenar la dimensión desarrollativa del liderazgo y potenciar el ejercicio de un liderazgo fluido, que sepa moverse con naturalidad y eficacia en todos los estilos y dimensiones, la metodología del mentoring es una herramienta muy valiosa.

Si quieres leer el artículo completo y conocer como el mentoring puede contribuir al desarrollo sostenible del capital humano en las organizaciones puedes consultarlo en este enlace.

Las palabras y acciones de un líder provocan un gran impacto emocional. Diversos autores señalan que el clima emocional de las empresas depende entre un 50 y un 70% de las acciones del líder y que hasta un 30% de los resultados y rendimiento de un equipo se pueden ver afectados por el clima emocional. Esto supone una gran responsabilidad para el liderazgo y, por tanto, un ejercicio diario de consciencia, autorregulación emocional y reflexión para evitar proyectar malestar en las personas y procurar contagiar bienestar. La gran pregunta que tenemos que hacernos es ¿somos conscientes de cómo impactan nuestros gestos, palabras y comportamientos en nuestros colaboradores? ¿Cuántas veces reímos o sonreímos al día? ¿Cuántas miramos a los ojos en las conversaciones y cómo miramos?

Las emociones se propagan y se contagian cuando las personas están cerca las unas de las otras, cuando interactúan. Los psicólogos Howard Friedman y Ronald Riggio señalaron, hace ya más de 40 años, que incluso el lenguaje no verbal y los gestos puede afectar emocionalmente a otras personas: cuando tres extraños se sientan uno frente al otro en silencio durante un minuto o dos, el que es emocionalmente más expresivo de ellos transmite su estado de ánimo a los otros dos, sin que se hable una sola palabra. Y lo mismo ocurre en el día a día en la oficina, el lugar de trabajo, las salas de reuniones o las sesiones virtuales: de forma consciente o inconsciente todos percibimos y nos vemos afectados por el estado emocional de los otros. Caroline Bartel de la Universidad de Nueva York y Richard Saavedra de la Universidad de Michigan realizaron en el año 2000 una investigación con 70 equipos de trabajo en diversas industrias, descubriendo que las personas que se reúnen juntas por más de una hora terminan compartiendo estados de ánimo, tanto buenos como malos. Por tanto, es importante tomar conciencia de cuál es nuestro estado y  el del grupo y como líderes contribuir a crear estados emocionales que sean acordes a la situación y al objetivo a lograr respecto de la misma.

En definitiva, las personas resonamos emocionalmente, emitimos vibración emocional y está se extiende más allá del encuentro físico o virtual. Resonar es prolongar nuestro impacto más allá del momento en que se produce, es estar de forma permanente en la mente y los corazones de nuestros colaboradores. Si queremos crear climas emocionales expansivos del talento necesitaremos despertar en los demás sentimientos adecuados para ello, resonando en dicha frecuencia. Todo esto no es posible si nuestros mensajes, nuestras interacciones, nuestros gestos, nuestras conversaciones y nuestros comportamientos transmiten una emocionalidad inadecuada: apatía, frustración, enfado, vergüenza, irritabilidad, ansiedad o en disonancia con la que están experimentando los demás.

Las emociones positivas contribuyen a incrementar la conciencia de los recursos de los que disponemos para alcanzar un determinado objetivo, favorecen la creatividad y la toma de decisiones y nos disponen a la acción. Las emociones negativas nos ponen a la defensiva, nos bloquean, hacen salir a escena a nuestro ego, porque están evolutivamente pensadas para defender, proteger y sobrevivir. El ego es nuestro escudo, nuestra armadura de protección frente a las amenazas externas, es la que nos ayuda a resistir y defendernos de los golpes de la vida. Las emociones negativas secuestran nuestra atención y disminuyen nuestra capacidad de empatía y nuestra habilidades sociales.

Imaginate por un momento en una sala acristalada llena de gente amenamente conversando. De repente, se rompe uno de los cristales de la sala, formando un gran estruendo. ¿A donde se dirige nuestra atención? Hacia el lugar de donde viene el estruendo, ¿qué emoción se activa ante el caos, los cristales rotos, el tremendo ruido? El miedo, porque entramos en modo supervivencia, tememos por nuestra vida y toda nuestra atención se concentra en salir ilesos de la situación. ¿Qué probabilidades hay de que nos paremos a analizar serenamente la situación para determinar la realidad exacta del peligro? Muy pocas, si todo a nuestro alrededor es confusión, algún que otro grito, nerviosismo, personas quizás heridas. ¿Alguien será capaz de ser empático y pensar en los demás, ayudándolos a salir, a tranquilizarse?

Esa misma agresión y esa misma reacción experimenta nuestro ego cuando se ve atacado, por ejemplo, cuando alguien nos cuestiona, o no nos presta atención. Entramos en modo defensivo, porque el miedo se apodera de nosotros aunque no haya una situación de peligro real para nuestra vida. Nuestro ego se siente en peligro y reacciona ante una emoción negativa como el miedo, la vergüenza, o el enojo. Al defendernos cerramos puertas, instalamos barreras, nos atrincheramos en nuestra realidad y no dejamos entrar nada del exterior, neutralizamos cualquier entrada externa (ideas, emociones, sensaciones) porque las percibimos como amenazas. Con ello dejamos de escuchar, nos enfrascamos en un diálogo interno, dejamos de contemplar e incluso de sentir, perdiéndonos valiosísimas informaciones, puntos de vista, intercambios, experiencias. 

La resonancia negativa suele desconectarnos de los demás, porque nos atrincheramos en defender nuestro ego y nos limita la visión, y con ello la creatividad o la amplitud de mirada. Las emociones positivas, siempre que sean equilibradas y no excesivas como la euforia, por ejemplo, nos conectan, nos vinculan a los demás, generan relaciones e intercambios. Son expansivas y creativas. Pensemos en la risa o la sonrisa, que son el efecto de la alegría, y en como atrapan nuestra atención positivamente. Si llegamos a un mostrador para que nos atiendan una petición, y tenemos cuatro personas disponibles, dos de ellas con cara muy sería y otras dos sonriendo ¿a cuál nos dirigimos? ¿Cuál creemos que nos va a atender mejor?

Las emociones se mueven por una organización como los datos a través de la fibra óptica o la electricidad a través del cableado eléctrico. El liderazgo resonante no significa estar sonriendo todo el día, alegre y entusiasta, tiene más que ver con darnos cuenta del impacto de nuestro estado de ánimo en los demás y saber ajustar el mismo en consecuencia. Quien ejerce el liderazgo debe ser consciente de su emocionalidad, transitar hacia emociones más expansivas y ser muy preciso en su expresividad emocional, porque cuanto más abierto es un líder más resonante es. Esto implica que cuanto más expresa las emociones más rápidamente se producirá su contagio, tanto para las positivas como para las negativas. Un líder no puede gestionar adecuadamente la emocionalidad de la organización o del equipo si antes no lo hace con la suya.

Cuando el líder no sabe sintonizar, empatizar ni interpretar adecuadamente las emociones ajenas genera disonancia lo que es fuente de malestar. La disonancia es discordancia, falta de armonía, lo que da lugar a la desconexión. El liderazgo resonante sabe sintonizar con las emociones de sus colaboradores y encauzarlas en la dirección adecuada. Los líderes que son incoherentes porque sus actos no reflejan sus palabras y son incongruentes con los valores que predican generan disonancia, lo mismo que los que se revisten de una amabilidad fingida o los que vibran en una emocionalidad positiva cuando su entorno está vibrando en una negativa. Si el equipo está triste porque se siente derrotado ante la no consecución de un proyecto, no es aconsejable que el líder vibre en optimismo y entusiasmo. Deberá comenzar por acoger esa emocionalidad, dejar que se exprese, sostenerla y respetarla y desde ahí comenzar a transitar hacia otras emociones como la esperanza y la confianza.

Para resonar con la energía que necesita la otra persona, el equipo o la organización e inyectarla el líder necesitará estar conectado a sus fuentes de inspiración: propósito, valores, referentes, fortalezas. Gracias a todos ellos es como el liderazgo resonante ayuda a crear sentido en medio del caos y la incertidumbre y puede actuar como moderador emocional de los integrantes del grupo. Además de la energía de la pasión por aquello que nos inspira y nos motiva, para resonar hace falta también emoción y convicción. A la hora de comunicar es importante que el líder no lo haga solo desde el plano racional, utilizando hechos y datos, sino también emociones, palabras con carga emocional, historias y vivencias. Sin convicción, el mensaje no cala, no resuene. La emoción activa, mueve, capta la atención pero no perdura, por eso es importante hablar desde aquello en lo que creemos porque los sentimos y hemos reflexionado con profundidad sobre ello. Si no estamos convencidos de lo que expresamos no vamos a resultar creíbles y esto desconecta a las personas y rompe la resonancia. 

La resonancia amplifica y prolonga el impacto de las palabras, las acciones, las sensaciones, y los aprendizajes. La resonancia hace que dejes huella positiva en la mente, el corazón y el alma de las personas. Hacen que tus mensajes se mantengan presentes a pesar de la distancia, que su impronta permanezca viva a pesar del tiempo, que los aprendizajes que hayan podido provocar resuenen una y otra vez, como si estuvieran flotando en el aire. Es un sonido que vibra, que impulsa, que engrandece a las personas. Es un sonido que les penetra tan profundamente que se mantiene vivo dentro de ellas, transformándose en un aprendizaje propio y significativo, y eso es lo que hace que aflore en los momentos vitales y decisivos, convirtiéndolo en uno de sus mejores recursos para el cambio y el logro de metas.

Gestionar el cambio significa gestionar la emoción, lograr objetivos y acompañar a otros en su desarrollo para ello implica gestionar las emociones porque estas son energía que pide movimiento, son impulsoras de la acción. Las palabras, las instrucciones, los planes, las directrices no son suficientes. Si queremos lograr metas y cambios harán falta acciones y estas necesitan de las emociones adecuadas. La resonancia emocional del liderazgo es una pieza clave para acompañar el cambio en la dirección de los objetivos a lograr. Un ambiente de resonancia positiva fomenta la eficiencia mental y conductual de las personas. La resonancia de un líder es vital para hacer efectiva la responsabilidad emocional corporativa y construir organizaciones antifrágiles

¿Y tú, qué quieres como líder, sonar o resonar?  

 

El liderazgo conectivo es la tercera de las dimensiones de nuestro modelo de desarrollo del liderazgo y alude a la capacidad de construir relaciones y generar conexiones sólidas entre las diferentes personas de la organización. Con este tipo de relaciones se crea un capital social organizativo fuerte que favorece un clima de seguridad psicológica, fomenta el comportamiento prosocial, los comportamientos de ciudadanía organizativa, la cooperación, reduce los costes de transacción y apuntala el compromiso.

Para ser un líder conectivo hay que estar conectado al propósito personal, los valores, los referentes y las fuentes de inspiración. Solo estando inspirados y conectados a nuestra parte más significativa, auténtica y genuina podemos resonar positivamente. La resonancia es la primera vía de conexión con las personas, es invisible pero potente y genera una conexión permanente, incluso sin presencia física. 

La conexión en el liderazgo debe ser de 360º: a nivel personal (propósito, valores y principios guía), a nivel relacional con el resto de las personas de la organización y su entorno más próximo y a nivel sistémico y social, con la sociedad en la que vivimos y sus diferentes sensibilidades y necesidades. Un líder 360º maneja tres tipos de conocimiento: conocimiento sobre sí mismo, sobre sus emociones, motivaciones, conflictos internos, su ego, su necesidades, sus metas, su nivel de compromiso; conocimiento sobre las personas, sus diferentes motivaciones, talentos, valores, actitudes, patrones de comportamiento, emociones, influencias externas; conocimiento del entorno, en cuanto a demandas, límites, oportunidades, personas clave, historia, cultura, tendencias, información relevante, recursos, lo que se conoce como inteligencia contextual. Para conectar con nosotros mismos tenemos que practicar el autoconocimiento y la práctica reflexiva diaria sobre la experiencia, Para conectar con otros necesitamos abrirnos y ser empáticos, no juzgar, porque es la única forma de crear un clima de seguridad psicológica donde las personas se atrevan a hablar, opinar, proponer, cuestionar, relacionarse entre sí de forma cercana. 

Los líderes conectivos son capaces de conectar a las personas entre sí, sus ideas, sus conocimientos, sus necesidades, sus diferencias para promover la ampliación de perspectivas, el aprendizaje mutuo, la búsqueda de soluciones conjuntas que sean integradoras de diferentes sensibilidades, la innovación, la confianza mutua, la cooperación, el compromiso activo con el cambio y la creación de un capital social fuerte. Saben ser vehículo y canal para alinear propósitos individuales en una causa común, servir de nexo cohesionador de la diversidad y las diferencias. Son personas con la habilidad de conectar las aspiraciones con la realidad en la que deben ser realizadas. 

Lo contrario a la conexión es la desconexión, es decir, todo aquello que produce distanciamiento entre las personas. En el mundo que estamos viviendo la gente está más conectada que nunca, digitalmente hablando y, sin embargo, cada vez nos embarga una mayor sensación de soledad. La virtualización de la vida ha acrecentado la sensación de desconexión, de falta de vínculos sólidos con las personas y de pertenencia a algo más grande. Sin todo ello nos sentimos solos y aislados.  Sin saberlo en la era digital estamos viviendo un espejismo, creemos que estamos más conectados y más comunicados que nunca, cuando en realidad los vínculos son cada vez más líquidos, endebles, las conexiones menos auténticas y genuinas. A pesar de tanta interacción en redes sociales, mundos virtuales, teléfonos y pantallas, nos sentimos solos, porque tener contacto con una persona no es lo mismo que tener conexión con ella y lo que nutre al ser humano es el vínculo y la conexión, la relación cercana y profunda. 

La conexión reduce la incertidumbre, aporta seguridad, reduce los costes de transacción, aporta bienestar y amortigua el estrés. La desconexión mina la moral, la motivación y el compromiso. Por ello es importante que el líder invierta tiempo y esfuerzo en reducir los tres tipos de distancia que se producen en las organizaciones según Karen Sobel y Richard Reilly (2020): física, operacional y de afinidad. 

Dimensión de la distancia Tipos de distancia
Fisica -Separación geográfica: distintas sedes geográficas, distintas plantas, distribución de los espacios físicos.

-Distancia temporal: usos horarios diferentes, distintos horarios laborales.

-Distancia organizacional: entre departamentos, entre los distintos stakeholders.

Operativa -Distancia de comunicación producida por la falta de conversaciones sobre los temas significativos.

-Distancia generada por la multitarea y la carga de trabajo, que impide mantener conversaciones de calidad.

-Distancia de disponibilidad por falta de estructura tecnológica adecuada o escasas habilidades para el uso de la misma. 

De afinidad -Distancia cultural debida a la falta de valores compartidos, al desconocimiento o falta de comprensión y respeto de valores diferentes. 

-Distancia relacional por falta de desconocimiento e interacción con las otras personas.

-Distancia social ocasionada por las distancias entre las distintas posiciones en la organización

-Distancia de interdependencia por la falta de una sensación de futuro y destino compartido

Figura 1.- Tipos de distancia en las organizaciones (Sobel Lokeski, Karen y Richard R. Reilly, 2020). 

Para evitar la distancia y la desconexión entre las personas los líderes conectivos gestionan a través de conversaciones, basadas en una escucha empática, una comunicación apreciativa, un diálogo empoderante e integrador de las diferencias. El líder conectivo se caracteriza por invertir en empatía, confianza, comunicación apreciativa y transformadora, enriquecer los contextos relacionales y de trabajo y fomentar la colaboración a partir de una diversidad inclusiva. 

       LAS 5 PALANCAS DEL LIDERAZGO CONECTIVO

La empatía es, después de la resonancia, la mejor vía para conectar en las relaciones. Sin ella es difícil crear un clima de confianza donde las personas se abran a un nivel más personal y profundo. Sin apertura no hay posibilidad de conexión. Además, cuando las personas no se muestran abiertamente, manejan una agenda interior que es la que dirige su pensamiento y comportamiento y la forma en que se relacionan con otros. Esa agenda oculta acaba ocasionando muchos conflictos que crean más distancia y desconexión entre las personas.  

La falta de confianza suele ser una de las grandes disfuncionalidades en las relaciones, los equipos y las organizaciones. Aparece cuando falta apertura, cercanía y comprensión mutua en las relaciones. Es difícil que alguien se abra cuando no hay empatía, porque tenderemos a juzgar y eso ocasiona que las personas no interactúen de forma abierta, pues se sienten expuestas, juzgadas e, incluso, rechazadas. Si no hay confianza no hay apertura al hablar, opinar o proponer, no se producen conflictos ideológicos y se genera una armonía artificial, que deriva en la ocultación de opiniones e inquietudes, algo que socava el sentido de pertenencia y el compromiso. Ninguna persona se sube al carro, se compromete con un objetivo, cuando no ha podido exponer sus opiniones, no se siente escuchada o no siente que parte de ella ha sido tenido en cuenta a la hora de fijar dicho objetivo. Tendemos a creer que el consenso es compromiso, cuando en muchas ocasiones dicho consenso no es tal, es artificial, porque la personas implicadas no han expresado lo que realmente quieren o piensan, no han opinado, cuestionado o aportado ideas, porque no se han sentido confiadas para hacerlo. Al final parece que todos estamos de acuerdo pero es un sí con la boca o la cabeza pero no con el corazón y la convicción. Es un sí sin compromiso lo que deriva en que no se traslada en acción, no se materializa, no produce los cambios o resultados deseados. Es un sí desconectado de la persona, del objetivo y del equipo o grupo. 

Para construir confianza y conexión la comunicación, las conversaciones, son el recurso más poderoso. Una comunicación que debe estar basada en una escucha global, profunda, empática y ausente de egos. El líder conectivo no se escucha a sí mismo, sino al otro y no solo para saber, para obtener información o para conocer, sino también para comprender más allá de los datos y las palabras. Practica una escucha emocional y trascendente que es la que permite llegar a conectar verdaderamente con una persona, con lo que le afecta, le importa, le motiva, tiene sentido y significado personal para ella. 

Si realmente queremos logra el compromiso de las personas con un cambio, un reto o un objetivo debemos escucharlas de forma trascendente para encontrar sus motivos personales para el cambio, para actuar y lograr el objetivo, el sentido que tiene para ellas. Solo desde ahí se puede movilizar la energía y convicción para actuar comprometidos. 

Para cultivar una mayor calidad en nuestra escucha y ser capaces de escuchar de manera global y profunda  será necesario tener en cuenta estos siete factores:

1.-Evitar las distracciones: relajarse para bajar el nivel de diálogo interior, nuestra impaciencia, velocidad y ritmo propio del hacer, ya que la escucha es una habilidad de ritmo lento y más contemplativa que ejecutiva; apartar cualquier elemento externo que pueda desviar nuestra atención de nuestro interlocutor (teléfono, ordenador, papeles); escuchar con presencia, intención, atención, concentración y consciencia; evitar forzar la conversación para llevarla por los derroteros de nuestra agenda interna, nuestro diálogo interior, para ello lo mejor es realizar preguntas al hilo y abiertas. 

2.-Evitar hacer suposiciones, lo que requiere olvidarse de querer predecir lo que el otro va a decir a continuación, interpretar significados y enjuiciar para centrarse más en realizar preguntas al hilo de las respuestas de nuestro interlocutor, dirigidas a clarificar significados y a concretar para evitar las generalizaciones, distorsiones y sesgos. 

3.-Fijarse en las repeticiones: cuando las personas repiten frases o palabras están revelando su verdadero interés, lo que realmente les importa o afecta. 

4.-Dejar que las emociones emerjan y fluyan en la conversación y saber acompañarlas: cuando las personas expresen emociones intensas, tenemos que acogerlas y sostenerlas con serenidad y ecuanimidad, evitados reacciones viscerales e impulsivas o un secuestro amigdalar. Tampoco debemos restarle importancia a las emociones que surgen, invalidarlas o no atenderlas, evitando que se produzca su canalización y cambiando el rumbo de la conversación. Las emociones son energía que está pidiendo movilizarse, es importante permitir su desahogo, sostenerlas y transitar por ellas. Lo mejor es realizar preguntas neutras como  ¿que hace que esto sea tan importante para ti? ¿qué hace que esto te genere enfado o rabia?

5.- Conversar con la mirada: recordando el poema de Mario Benedetti, «todavía creo que nuestro mejor diálogo ha sido el de las miradas. Las palabras, consciente o inconscientemente, a menudo mienten, pero los ojos nunca dejan de ser veraces”. Para conectar con los demás, empatizar con ellos, comprender mejor todo lo que están expresando es importante mirarles a los ojos, porque los ojos hablan de forma sincera, auténtica y desde la profundidad del ser. Cuando alguien frunce el ceño, mira hacia abajo, hacia arriba, cuando se le iluminan los ojos, cuando se le abren más de lo normal, cuando miran de un lado a otro, nos está diciendo mucho más de lo que sus palabras pueden expresar. Observar con mirada empática forma parte de escuchar,  el lenguaje corporal es una parte muy importante de cualquier conversación, expresa un mensaje interior y profundo de la persona. 

6.- Adoptar una mente de principiante: si realmente queremos escuchar debemos abrirnos a la experiencia del encuentro, de la conversación, como si fuera la primera vez que hablamos con esa persona, como si no la conociéramos. Solo así podemos evitar contaminar la misma con ideas preconcebidas, suposiciones, experiencias previas. De esta forma estaremos más preparados para dejarnos guiar por lo que surja en ella para ampliar la mirada, la mente, las posibilidades, incluso la propia identidad y la percepción sobre el otro. 

7.-Hacer preguntas enriquecedoras: las buenas preguntas suelen ser sencillas y utilizar las palabras qué y cómo, son al hilo de las respuestas de nuestro interlocutor y recogen parte de sus palabras. Son preguntas que permiten ver más allá, encontrar puntos de conexión, respuestas nuevas, crear nuevas posibilidades, encontrar soluciones en conjunto, en definitiva co-crear y enriquecernos como personas mutuamente. 

El líder conectivo debe aprender a conversar escuchando más allá de esas palabras y captar el estado mental y emocional de las personas para poder modular sus interacciones de manera apropiada y alineada al mismo. De esta forma podrá mantener conversaciones ausentes de sesgos y proyecciones, para centrarlas en la búsqueda de cómo alinear propósitos, objetivos, intereses, sensibilidades, necesidades, motivaciones e ideas diferentes y crear un entendimiento mutuo. Un líder conectivo no conversa sólo para saber, para intercambiar opiniones o ideas, para dar instrucciones, conversa para crear significados mutuamente compartidos y generar una visión integrada del propósito, visión y misión de la organización. 

Las conversaciones son cruciales para que el líder esté conectado con lo que pasa a su alrededor, para ampliar su perspectiva de la organización, de lo que realmente está pasando en ella, de los problemas a resolver y las aspiraciones a canalizar. Solo a través de conversaciones basadas en la confianza, la empatía y el aprecio se produce verdadero aprendizaje organizacional. Este tipo de conversaciones pueden ser un factor motivacional más potente que el dinero porque son una forma de reconocer que empodera y transforma.  La capacidad de apertura  y conexión del líder en sus conversaciones es un amplificador del compromiso, del talento y de los resultados organizacionales.

 

Las conexiones humanas se nutren en las conversaciones, con las historias y vivencias compartidas.”

 

No soy de días conmemorativos y señalados, pero si hay uno que me gusta es el de Sant Jordi por lo que celebra: Día Mundial del Libro declarado por la ONU y promovido por la UNESCO con el objetivo de fomentar la lectura, la industria editorial y la protección de la propiedad intelectual por medio del derecho de autor, alentando a todos a descubrir el placer de la lectura y a valorar las irreemplazables contribuciones de aquellos quienes han impulsado el progreso social y cultural de la humanidad.

Si a todo ello unimos que en Sant Jordi se promueve el intercambio de rosas y libros entre parejas y personas queridas se unen dos símbolos importantes, que cada vez es más necesario recuperar: sabiduría y belleza.

Hace poco escribía Diego S. Garrocho en la Revista Ethic sobre la «belleza del pensar», recordando una frase de Platón: «El que piensa bellamente es una bella y excelente persona», que no puedo dejar de conectar con el mentoring porque un mentor, según la etimología de la palabra, es un facilitador del pensamiento. Quiero pensar que al formar mentores y mentoras como facilitadores del pensamiento estamos contribuyendo a un mundo en el que las personas piensan bellamente y son excelentes. No es casual que el título de mi libro sea «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional». 

Si hay belleza en el pensar, más aún la encuentro en el acto de escribir, porque se trata de poner en palabras visibles el pensamiento y, al menos cuando yo lo hago, no puedo dejar de pensar en el otro, en el lector, en quién va a leer mis pensamientos. Me resulta difícil escribir sin entablar un diálogo con el lector, imaginario pero diálogo, una conversación en la que pongo en jaque mis pensamientos, mi manera de expresarlos y compartirlo, tratando de empatizar con el otro, de preguntarme que le puede interesar, que puede necesitar, que le puede ayudar, de todo aquello que yo pienso y escribo, en qué forma podemos conectarnos a través de unos pensamientos, hechos palabras, que tienen que superar la distancia física y temporal para encontrarse. La lectura de cualquier libro no deja de ser un encuentro entre su autor/a y su lector/a, un encuentro del que surgen nuevas ideas, nuevas visiones, nuevas posibilidades. Como decía André Gide, el leer a un escritor no es sólo tener una idea de lo que dice, sino irse con él y viajar en su compañía. Los libros viajan, recorren el tiempo y el espacio para encontrarse con almas, mentes y corazones que los acogen, los cultivan, los repiensan, los reformulan, los hacen renacer. En todo ello hay mucho de sabiduría, de belleza y de amor.

En este día tan especial quiero aprovechar para dar las gracias a todas esas almas, mentes y corazones que han hecho posible que mi libro «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la experiencia personal y organizacional» haya realizado un largo viaje en estos ya 2 años y medio de vida. Que haya visitado más de 16 países en 3 continentes, y pisado muy diferentes escenarios donde poder mostrar la potencialidad del mentoring para construir relaciones, tener encuentros y conversaciones de calidad, que nos permitan inspirarnos, elevarnos, crear, crecer, vibrar y resonar en toda nuestra potencialidad.

Con cada cada viaje y cada encuentro han surgido nuevas posibilidades. Sin ir más lejos este año, cuatro de las personas que están realizando la Certificación Internacional en Mentoring, han llegado a ella porque leyeron mi libro y les susurró que el mentoring era lo que querían en sus vidas. Cuatro personas muy diferentes entre sí, por edad, sexo, cultura, actividad profesional, trayectoria, y de cuatro países distintos, que a través de un libro se encuentran y comparten un propósito común: aprender a ser mentores/as para pensar bellamente y acompañar a otros en el camino de aprender también a pensar bellamente y practicar la excelencia personal y organizacional.

Comencé el viaje de escribir este libro con una frase de Mario Benedetti: “Entonces, te das cuenta de que de eso se trata el amor, de lecciones, de libertad, de aprender y enseñar. De eso se trata, de coincidir con gente que te haga ver cosas que tú no ves, que te enseñe a mirar con otros ojos.”  Y lo termine con el siguiente párrafo: «El mentoring es el aprendizaje de la sabiduría. Dentro de cada mentee hay un aprendiz de sabio, que será el germen de un futuro mentor. Dentro de cada mentor hay un sabio que mantiene viva la llama de eterno aprendiz. » Las separan 264 páginas pero la distancia física no es un distancia emocional pues en ambas resuena un mismo mensaje: aprender juntos, crecer juntos, desarrollarnos juntos, desde la diferencia pero con respeto, sumando y potenciando, apoyarnos unos en otros para construir humanidad a través de la tecnología más revolucionaria que poseemos: la conversación. 

Cada libro te lleva a otro, cuando estas escribiendo viajas al pasado: viajas a la mente de otros muchos autores, pero también al futuro porque inevitablemente se despiertan nuevas ideas, nuevos pensamientos, nuevas posibilidades de belleza, nuevas semillas para nuevos libros y nuevos viajes. Espero que mi libro sobre mentoring siga surcando cielos y mares, y llegando a muchas más almas, mentes y corazones. Espero que contribuya a aprender, todo lo que a mí me ha enseñado el mentoring sobre liderazgo, talento, aprendizaje, cambio, relaciones y conversaciones. Y espero que mi nueva apuesta como escritora, mi nuevo libro, mi nuevo viaje sea tan gratificante y apasionante como el anterior.

 

El 19 de Mayo sale a la venta mi nuevo libro «Alquimia de la motivación: cómo motivar la voluntad para vivir conectado a tu propósito» Ediciones Pirámide 2022,  con el objetivo de reivindicar el papel de la voluntad para tener una vida más plena y satisfactoria. La voluntad forma parte de nuestras funciones ejecutivas, una dimensión del desarrollo que potenciamos a través de la metodología Integral Generative Mentoring, que describo en mi libro sobre mentoring.

La alquimia motivacional, es parte de lo que enseñamos en dicha metodología, y está al servicio de  fortalecer nuestras funciones ejecutivas. Un buen funcionamiento de estas es lo que posibilita que tengamos éxito en el logro de nuestros objetivos, que seamos capaces de resolver problemas complejos para los  que no tenemos una respuesta aprendida previamente y que sepamos adaptarnos y responder ante situaciones novedosas sobre las que carecemos de experiencia previa.

 

La complejidad de nuestra sociedad actual requiere, cada vez más, una voluntad fuertemente motivada en un propósito que sea capaz de ejercer el autocontrol para resistirnos a una vida de inconsciencia e impulsos descontrolados. El estrés, el cansancio, la falta de sueño, las múltiples distracciones y el cambio constante debilitan nuestra voluntad y nos impiden ejercer nuestra libertad para realizarnos y ser felices. En cada uno de nosotros habitan dos versiones de ser humano: el yo controlado que actúa con impulsividad y busca la gratificación inmediata y el yo que controla que domina sus impulsos y sabe postergar la gratificación para proteger sus aspiraciones a largo plazo y el cumplimiento de su propósito. De nosotros depende cuál queremos cultivar y de esa decisión depende nuestra felicidad. Debemos poner en jaque nuestro pensamiento y nuestro comportamiento y reflexionar acerca de cómo estamos abordando el tema de la motivación, porque su exceso y mal uso nos está volviendo personas adictas a ella y a todos los incentivos que se utilizan para activarla. La ciencia de la motivación no puede estar al servicio de mejorar la productividad y el rendimiento, porque el ser humano no es una máquina a la que se pueda programar, cambiar las piezas, amortizar y desechar por el cumplimiento de su vida útil. Somos seres sociales que existimos para la realización personal, la felicidad y la convivencia en sociedad. Ese debe ser el norte de cualquier conocimiento, incluido el nacido en torno a la motivación. Este libro es una invitación a reflexionar sobre cómo estamos viviendo, cómo estamos ejerciendo el control sobre nuestras vidas y qué influencia tiene en ello una hipermotivación extrínseca excesiva en detrimento de una voluntad más fuerte y reflexiva. Tomarnos tiempo para parar, reflexionar y decidir con conocimiento de causa, con propósito, es ganar tiempo para vivir más felices.

Entre ambos libros hay un espacio de 2 años y medio pero están muy conectados, uno no habría sido posible sin el otro. Uno continua el viaje que emprendió el primero. A ambos los une un mismo propósito: pensar bellamente, realizarnos en plenitud, practicar la excelencia y contribuir con ello a sociedades más sanas y felices.

Autora: Mª Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring

“En 1987 ayudé a un grupo de madres solteras en Ruanda a transformar un proyecto de beneficencia en un negocio de panadería para que pudieran obtener independencia económica y llevar una vida digna. Las mujeres ya sabían hornear pan, no había competencia real en dicho sector y existía un mercado para la venta del producto en el centro de la ciudad en el que había muchas oficinas de trabajo donde podía haber demanda del mismo. La cosa parecía fácil pero desde el principio no resultó, porque las mujeres llegaban tarde, robaban de la panadería, no se atrevían a acercarse a las oficinas y ofrecer el producto y cuando conseguían llegar a algún potencial cliente no sabía casi hablar y vender el producto. 

Me llevó mucho tiempo comprender lo que estaba ocurriendo, a pesar de que la oportunidad de negocio existía y puse en marcha, como gerente del mismo, todo lo necesario para que la aprovecharan. No supe ver que estas mujeres no habían salido nunca de su entorno, eran casi analfabetas, nadie les había enseñado a vender, provenían de entornos sin apenas ingresos y eran repudiadas y mal vistas por el resto de la sociedad. Llevaban demasiado tiempo viviendo bajo la idea de no ser dignas de muchas cosas, entre ellas, tener su propio negocio, ganar dinero y ser útiles. Todo ello me llevó a cambiar mi rol en el proyecto, además de gerente me convertí en instructora, animadora, compañera y amiga. 

Comencé a organizar sesiones formativas para explicarles como funcionan los negocios de forma que conectará con sus realidades, no con la mía; practicaba con ellas como presentarse y comenzar una conversación con desconocidos; las acompañe en sus tareas de ofrecer a los tenderos el producto, ayudándolas a convencerlos de que los compraran; cada mañana las recibía en la panadería para celebrar juntas cada nueva venta. Sus dificultades en el negocio de la panadería pasaron a ser las mías, con el objetivo de resolverlas no para ellas, sino con ellas.

Aunque me sentía frustrada a diario, descubrí que me gustaba la persona que yo era cuando estaba junto a estas mujeres. Descubrí formas de sostenerles un espejo ante su belleza interior y su potencial, y ellas me devolvían el reflejo de las mejores partes de mí misma. Nuestras ventas comenzaron a aumentar y el número de mercancías robadas disminuyó hasta cero. Con el tiempo estas mujeres comenzaron a ganar más que la mayoría en trabajos parecidos; mientras desarrollaban un negocio, pudieron tener unos ingresos estables y afianzaron su autoestima. 

Sin saberlo, estaba aprendiendo a practicar el principio del acompañamiento.” Jacqueline Novogratz.

Acompañar implica caminar junto a aquellos a los que queremos guiar, impulsar, ayudar, potenciar o servir. Caminar experimentando con ellos sus circunstancias, sus vicisitudes, vivenciando su situación. Es guiar para que desarrollen la confianza y capacidades que necesitan para recorrer el camino solos, es una caminar empoderante, basado en el aprecio, la comprensión y el estímulo, que acaba transformando a ambos caminantes.

Acompañar es estar ahí cada día que es necesario, sin esperar nada a cambio, ni reconocimiento, ni admiración, ni gratitud, ni relumbre, ni contraprestación alguna. La satisfacción y gratificación del que acompaña proviene de saber que has dado lo mejor de ti para que otro de lo mejor de sí para otros. Acompañar es experimentar que somos parte de una cadena de valor que se renueva constantemente. 

Acompañar es escuchar las historias de los otros sin juzgar, ofreciendo nuestros puntos de vista, recursos y posibles soluciones sin imponer. Es saber ser guía, guiado y seguidor al mismo tiempo, maestro y alumno. Se trata de ayudar a que otros brillen y no de demostrar como brillamos nosotros. El que acompaña no lo hace para deslumbrar sino para alumbrar, como diría Sócrates, la verdad que cada uno lleva dentro. Acompañar es disfrutar de dejarse guiar por la sabiduría interior del otro, escuchándola y dejando que nos susurre hacia dónde quiere que le guiemos, por cual camino y cómo quiere recorrerlo.  

El acompañante no es un salvador, un rescatador o un protector. No es un conductor al volante, sino un copiloto, no es alguien que dirige, sino alguien que se pone al lado, que está presente de forma cercana y empática, conectando con el otro, hermanándose en la humanidad compartida. Cuando esto ocurre se enciende la chispa de la esperanza, la inspiración, la posibilidad de ser y hacer y comienza a movilizarse el cambio. Para cualquier persona que se siente apartada, sola, insegura, desorientada, desmotivada o temerosa ante los nuevos retos da mucha fuerza saber que, aunque es ella la responsable y protagonista del cambio de su situación, hay alguien ahí fuera que cree en ella, le apoya, le estimula a seguir y le acompaña en el trayecto. 

Solo desde el principio del análisis transaccional, “yo estoy bien-tú estás bien”, se pueden crear relaciones de aprendizaje y crecimiento, huyendo de actitudes paternalistas y maternalistas que anulan la potencialidad del otro. Cuando acompañamos desde la distancia de nuestro pedestal “yo estoy bien-tú estás mal” los vínculos se rompen, la empatía desaparece y todo se inunda de prejuicios y ruidos que nos impiden escucharnos, vernos y comprendernos. Solo desde una relación entre adultos plenamente capaces y responsables, que se respetan, se puede verdaderamente acompañar y que este acompañamiento sea empoderante. Lo contrario interpone entre ambas partes de la relación unas distancias ficticias, que crean jerarquías y asimetrías de poder que nos acaban deshumanizando, porque ya solo somos capaces de ver las insignias, las medallas, los cargos, los títulos, los adjetivos y otros muchos ornamentos decorativos que acaban ocultando la esencia personal.  

Las personas somos únicas y, por tanto, diferentes, queremos ser reconocidas como tales, pero también pertenecer a algo más grande. Los seres humanos despertamos a nuestro potencial, nos activamos y ponemos en marcha y prosperamos cuando sentimos que alguien cree en nosotros, está a nuestro lado y nos tiende una mano, para que seamos parte de ese algo más grande. Cuando acompañamos, lo logramos, dejamos de ser solo una isla para formar parte de un archipiélago dentro del gran océano de la vida. En el seno de una relación de acompañamiento, empática y empoderante, se halla la semilla de nuestra humanidad común y el estímulo mutuo necesario para afrontar los retos difíciles. 

“Somos la cosecha del otro; nos ocupamos mutuamente los unos de los otros; somos la magnitud y el vínculo del otro.” Gwendolyn Brooks.

Acompañar es una forma de mantener nuestro compromiso con el éxito de la otra persona. Y no sabemos cuánto impacto puede tener este compromiso. Si Anne Sullivan no hubiera acompañando a Hellen Keller quizás no se hubiera convertido en la primera persona sordociega en obtener un título universitario. Además, el mundo se hubiera perdido a una gran escritora, filántropa y activista por los derechos de las mujeres, los derechos de los trabajadores, las libertades civiles y los derechos de las personas con discapacidad. Acompañar es ir más allá de uno mismo y facilitar que otras personas no solo perseveren, sino que prosperen. Sus logros, sus triunfos, su realización, su felicidad es la nuestra. Acompañar es la vía para la felicidad indirecta, una felicidad más relacional, comunitaria, social, equilibrada y ecológica.

Vivimos en  un mundo que recompensa el dinero, el poder y la fama, hasta tal punto que el éxito y la felicidad se miden y se exhiben por cuanto tenemos de cada uno de ellos. Se nos ha olvidado el valor de contribuir a la seguridad, la confianza, la fe, el coraje, la superación y el logro de las aspiraciones de otros. “Al recompensar solo lo que podemos medir, perpetuamos el sistema que no honra lo que valoramos, y el precio que pagamos es nada menos que el de nuestra alma colectiva. Pero podemos elegir construir nuevos sistemas que se basen en un marco moral cuya premisa es que estamos aquí en la tierra para servir a los demás y conservar nuestro planeta para la siguiente generación” (Novogratz, 2020). Este nuevo sistema comenzamos a construirlo con el simple acto de acompañarnos unos a otros.

El acompañamiento es un concepto jesuita que significa vivir y caminar junto aquellos a los que sirves, haciendo que se sientan valorados y tenidos en cuenta, y que su vida mejore por ese caminar juntos. El principio del acompañamiento debería ser un valor universal. Hoy en día es imprescindible si queremos aspirar a sociedades más inclusivas y solidarias, porque la diversidad, que tanto defendemos, está desembocando en cada vez más desigualdades, más polaridades, más enfrentamientos, discriminación, aislamiento y sufrimiento. Cada vez somos más narcisistas, individualistas y sectarista, a pesar de estar hiperconectados en un mundo globalizado. 

Apoyarnos y acompañarnos es un ethos, una forma de ver a los demás y a nosotros mismos, una forma de entender la vida y de ejercer nuestros distintos roles en ellas. Si practicamos el acompañamiento, si nos comprometemos en ejercerlo de forma excelente, si reconocemos y recompensamos a quienes lo hacen sus resultados se multiplicarán y entre todos lograremos que sea un principio que guíe nuestras vidas y nuestra sociedad.

Todos necesitamos en algún momento, que nos acompañen, todos tenemos el poder de acompañar a alguien que lo necesite. Pedir ayuda puede ser la mejor muestra de acompañamiento que existe, lo mismo que retirarse cuando el otro ya puede caminar solo. 

 

Mª Luisa de Miguel

 

Si quieres aprender a acompañar de manera empática y empoderante en la Escuela de Mentoring te podemos ayudar a través de nuestra metodología Integral Generative Mentoring. Tanto si eres padre, madre, educador/a, líder, directivo/a, consultor/a, mentor/a, coach, counsellor, docente, nuestra metodología puede aportar a tu rol una nueva dimensión en la forma de ejercerlo. Puedes conocerla en el libro “Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional” Maria Luisa de Miguel (2019). Ediciones Pirámide. 

Continuamos con la colaboración en la Revista Capital Humano, a través del espacio cedido a EMCC SPAIN, con un artículo de nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel, bajo el título «Desarrollo Sostenible del Capital Humano», publicado en la Edición de Abril 2022.

En el artículo nuestra Directora Ejecutiva plantea la necesidad de abordar el desarrollo del capital humano desde la idea de sostenibilidad, porque de lo contrario corremos el peligro de sobre explotar las reservas de productividad, ideas, rendimiento, esfuerzo, aprendizaje, adaptabilidad, motivación, compromiso, fuerza de voluntad o resiliencia. de las personas. Debemos ser conscientes de ello y actuar para generar bienestar y prevenir el malestar.

Los datos sobre salud mental un claro indicador de esta sobre explotación: 8 de cada 10 personas consideran que tienen estrés, el consumo de drogas ha aumentado un 30% en 10 años, el de alcohol un 70% desde 1990 y los casos de ludopatía han crecido en un 52% en los últimos 2 años; la depresión es una de las principales causas de discapacidad y ha sufrido un incremento del 28% de casos en el último año; cada año se suicidan 800.000 personas en el mundo y la cifra va en aumento.

Hay que comenzar a intervenir antes, hay que evitar que las personas sufran daños a su salud debido a las exigentes y estresantes condiciones laborales. Las organizaciones deben implementar estrategias y prácticas que favorezcan el funcionamiento humano óptimo, como indicador de bienestar y desarrollo sostenible.

Las organizaciones deben promover un funcionamiento psicológico óptimo de sus trabajadores implementando prácticas como el mentoring que contribuyen al mismo como forma de cultivar la salud de sus trabajadores y evitar que el malestar emocional y el estrés crónico se instale y propague como un virus que deteriora su salud física y mental.

«La salud es la base del desarrollo humano.» Gro Harlem Brundtland

Si quieres leer el artículo completo y conocer como el mentoring puede contribuir al desarrollo sostenible del capital humano en las organizaciones puedes consultarlo en este enlace.

 

Dentro de la sección, que la Escuela de Mentoring, tiene en la Revista ORH ,en el mes de Marzo, nuestra Directora Ejecutiva, Mª Luisa de Miguel escribe un artículo sobre Liderazgo bajo el título «8 preguntas para reformular el liderazgo.»

En el mismo se plantea la necesidad de desmitificar el liderazgo, lo cual no significa quitarle importancia, porque en paralelo reivindica llevarlo más allá, exigirle más. Se trata de un rol en el que la capacidad de influir es inevitable, y esto tiene impactos y consecuencias importantes en el entorno en el que se ejerce y en las personas que forman parte de él. De ahí que liderar implique una gran responsabilidad, personal y social, lo que requiere ser conscientes en todo momento de en qué queremos influir, en quién, para qué, cómo lo estamos haciendo y qué está ocurriendo con ello. Liderar debe ser un ejercicio de consciencia permanente, de autoobservación y observación del entorno, de prestar atención a lo que estamos transmitiendo con nuestra presencia, nuestro discurso, nuestros gestos y la estética de nuestro liderazgo.

En esta línea de exigencia y responsabilidad, cabe plantearse si no deberíamos cuestionarnos la forma en que estamos construyendo, concibiendo, comunicando y desarrollando el liderazgo. Es muy posible que esta excesiva insistencia en convertirlo en una especie de don provisto de unas características específicas, que algunos se han encargado de definir e institucionalizar, haya contribuido a deshumanizarlo hasta convertir al líder en un personaje de novela u obra de teatro, olvidándonos de que el papel lo representa y lo representará siempre una persona, que antes de preocuparse por ser líder debe hacerlo por realizar su plena humanidad y esta no es posible sin tener en cuenta la de los demás. Por todo ello, la autora invita al lector  a reflexionar entorno a 8 preguntas cuyas respuestas pueden llevarnos a reformular el liderazgo:

1.-¿PARA QUIÉN LIDERAMOS?

2.¿DÓNDE PONEMOS EL FOCO DEL LIDERAZGO?

3.¿PARA QUÉ LIDERAMOS?

4.¿LIDERAR DIRIGIENDO O LIDERAR ACOMPAÑANDO?

5.¿Y SI DEJAMOS DE PONERLE APELLIDOS AL LIDERAZGO?

6.-¿LIDERAZGO DE SALÓN O LIDERAZGO ENCARNADO?

7.-¿FORMAR EN COMPETENCIAS O TAMBIÉN FORMAR EN VALORES?

8.-¿LIDERAZGO DE MASAS O LIDERAZGO SELECTIVO?

Si quieres leer el artículo completo y descubrir algunas de las posibles respuestas a estos interrogantes, puedes consultarlo en el número publicado en el nº 176 de la Revista ORH Marzo 2022.  Te invitamos a suscribirte a la misma a través de este enlace y disfrutar de una amplia gama de contenido experto para la gestión del talento.