El pasado 23 de Febrero, tuve el placer de compartir mis experiencias en la implantación del Mentoring en las organizaciones, con las personas que acudieron a la conferencia organizada por AECOP ASTURIAS.
Llevo más de 14 años trabajando en el campo del Mentoring en muy diversos ámbitos y los resultados son siempre excelentes. Desde sus orígenes hasta hoy el Mentoring ha estado vinculado al desarrollo del potencial y a la introduccion en ámbitos nuevos, a través de la figura del ment@r como guía y modelo de aprendizaje. A partir de los años 70, el Mentoring comenzó a introducirse en el ámbito de la empresa, y paso de ser sólo una práctica informal, a convertirse en una potente metodología para el desarrollo de habilidades.
Para mi el Mentoring, es mucho más que una metodología, es una práctica viva, que se enriquece día a día con las experiencias de los mentores/as y de los mentees, y con las aportaciones de distintas disciplinas (filosofía, pedagogía, sociología, management, psicología, antropología, neurociencia….). Por eso defino el mentoring como una práctica, basada en una metodología, consistente en ayudar, desde la experiencia y la sabiduría, a desarrollar todos los recursos y el potencial de una persona para conseguir lograr sus objetivos, incrementando su empoderamiento y su madurez intelectual, emocional, social y espiritual. La ayuda se presta a través de los consejos, la transmisión de experiencias y conocimientos, los modelos de comportamientos, la retroalimentación, la escenificación, las preguntas y el diálogo, generando reflexión, autoconocimiento, cuestionamiento, y pensamiento crítico, para lograr que el mentee cree sus propias respuestas.
Pongo énfasis en la práctica y en el concepto de ayuda, porque el modelo de mentoring que sigo se basa en la relación de ayuda centrada en la persona de Carl Rogers, dándole mayor importancia a la persona que al método. La metodología es importante pero no debe seguirse rígidamente, es importante interiorizarla y hacerla propia, para luego usarla con autenticidad y empatía, y por qué no ciertas dosis de intuición, pensando siempre en adaptarnos a las necesidades del mentee y en prestarle la mejor ayuda posible.
La relación de mentoring es una relación de aprendizaje y crecimiento porque se centra en conversaciones inteligentes, enfocadas a ayudar al mentee a entender que está pasando dentro de él o ella (consciencia y autoconocimiento), que está pasando a su alrededor (empatía y conciencia política), y con ese conocimiento desarrollar su propio criterio para tomar decisiones sabias, que son las únicas que nos conducen a la plenitud y la felicidad. El mentoring es el aprendizaje de la sabiduría.
Y son precisamente esas conversaciones las que lo transforman todo: el pesimismo en optimismo, la desconfianza en confianza, el potencial en talento, la desconexión en compromiso, la desmotivación en ilusión. Y lo hacen, trabajando desde una mirada apreciativa, explorando lo mejor de las personas, su núcleo positivo (fortalezas, sueños, aspiraciones, deseos y motivaciones, potencial y capacidades, emociones positivas), y haciéndolas crecer desde ahí con confianza. Las sesiones de mentoring entre mentor/a y mentee son un espacio de confianza donde se puede explorar sin miedo, experimentar, probar, confrontar, y eso es lo que hace a las personas desarrollar todas sus potencialidades y convertirlas en talento.
“Debemos ser capaces de mirar lo que no se mira y merece ser mirado, las pequeñas, minúsculas cosas, que nos lleven a ese otro mundo posible.” Eduardo Galeano
La confianza es la llave que abre la puerta de la exploración, la inspiración, la creatividad y el aprendizaje. La confianza en una de las necesidades más básicas de las personas, según la famosa Pirámide de Maslow, y a veces se nos olvida que sin esa confianza no es posible realizarnos, dar lo mejor de nosotros mismos. La confianza es la llave del talento.
Gracias a la construcción de relaciones de mentoring, basadas en la confianza y en la mirada apreciativa, y utilizando como herramienta de aprendizaje las conversaciones potenciadoras, focalizadas en un objetivo, y basadas en la escucha global y profunda, y en las preguntas provocadoras, se logran movilizar y gestionar en las organizaciones sus intangibles: la ilusión, el entusiasmo, el compromiso, la confianza, el optimismo, la pasión, la iniciativa, la responsabilidad y la autonomía personal.
La gestion de estos intangibles es clave para las organizaciones actuales, porque solo creando climas organizacionales donde afloren la confianza, la ilusión, el optimismo, el compromiso, etc, será posible hablar de desarrollo del talento, del liderazgo, de la creatividad, y del aprendizaje organizacional. Solo gestionando adecuadamente esos intangibles será posible afrontar con éxito los procesos de cambio y transformación organizacional que nos tocará vivir cada vez de forma más constante.
Las organizaciones necesitan multiplicar el talento, y el mentoring es una de las prácticas que más valor aporta para ello, porque trabaja a nivel de conocimientos, emociones y relaciones, las tres dimensiones clave para el desarrollo de habilidades, de roles profesionales y por tanto del talento. Los programas formales de mentoring son una herramienta muy potente para multiplicar el talento en las organizaciones porque contribuye al incremento del capital psicológico de las personas, al engagement y al desarrollo de la inteligencia cognitiva, emocional y social.
Si llevas tiempo buscando lo que necesita tu organización, si no acabas de encontrar como impulsarla y hacerla crecer, si quieres convertirla en una comunidad, si los procesos de cambio se resisten y el compromiso decae, acércate al mentoring y descubrirás todo el valor que puede aportar a tu organización. Te esperamos.
Acceso a la presentación en Prezi de la conferencia “El valor del Mentoring para la Organización del siglo XXI”.