Hace ya unos meses publique un post sobre la importancia de estar atento a las oportunidades y saber aprovecharlas. En el señalaba la necesidad de estar atento y abierto al entorno, a todo lo que pasa a nuestro alrededor. Cada oportunidad tiene un impacto importante en el desarrollo de nuestra carrera profesional.
La atención no es sólo importante para detectar las oportunidades, lo es aún más para saber evaluarlas, seleccionarlas y dejarlas pasar, porque no todo lo que aparece ante nuestros ojos con sus mejores galas es una oportunidad. No todos los proyectos que nos ofrecen son una oportunidad, no todas las colaboraciones van a derivar en una alianza de crecimiento, no todas las ideas son viables, no todas las propuestas encajan en el momento en el que estoy ahora.
Ver en todo oportunidades es una ceguera tan grande como no ver ninguna.
A veces detrás de esta compulsión a aprovecharlo todo esta la trampa mental de la actividad, que nos lleva a hacer y hacer, sin pararnos a pensar en las prioridades, y en sí lo que hacemos nos acerca o aleja de nuestro objetivo. No tener definida una estrategia, y bien clarificadas nuestras prioridades, también nos puede llevar a involucrarnos en todo lo que llega «por sí estuviera ahí» «por sí se me escapa el tren y ya no vuelve» o simplemente «por sí acaso».
Otras veces el impulsor de la personalidad «date prisa» revolotea por nuestra mente con mensajes del tipo: “siempre andas el último”, “el que da primero, da dos veces”, “si no eres rápido se te van a adelantar”, “si no eres rápido nunca conseguirás nada en esta vida”, y nos lleva a pensar que si no me abalanzo sobre todo lo que llega perderé la oportunidad.
La parálisis por el análisis es tan nefasta, como la inercia sin rumbo por falta de él.
¿Te atreves a poner a prueba tu nivel de consciencia sobre tu relación con las oportunidades?
Te reto a realizar una Auditoría de Oportunidades:
1.-¿Qué proceso seguiste para escoger las oportunidades que te han llevado a estar donde estas hoy o a los proyectos en los que estas involucrado? Descríbelo bien, cómo, cuándo, dónde y de quien surgió la oportunidad. ¿Qué valoraste para tomar la decisión? ¿Tuviste en cuenta los pros y los contras? ¿lo que ganabas y lo que perdías? ¿Si la oportunidad te acercaba o alejaba a tu meta?
2.- ¿Si pudieras volver atrás qué harías? ¿qué oportunidades escogerías y cuales dejarías pasar? ¿Cuales crees que combinadamente de forma estratégica hubieran logrado resultados más satisfactorios o más rápidos?
No te dejes atrapar por la trampa de la disonancia cognitiva, no caigas en la ilusión de creer que tu decisión fue tomada cuidadosamente o que fue una intuición acertada. No te aferres a justificar que fue una decisión para no asumir que quizás te equivocaste. No obvies que quizás no quisiste ver los contra y tomaste la decisión en base solo a los pros. No culpes a las circunstancias externas de las consecuencias no deseadas de tu decisión. No racionalices ahora lo que no racionalizaste en su momento.
Las personas tendemos a comprometernos con el error cuando nos sentimos responsable de él, y nos mantenemos en él justificándolo en vez de asumir que tenemos que cambiar de direccion, aprender de él y dejarlo pasar. No caigas en la trampa de la persistencia, que no es lo mismo que la perseverancia.
3.-¿Cuales son los resultados que has obtenido con las oportunidades que elegiste? ¿Estas realmente satisfecho con ellos? ¿son los que habías visualizado o deseado cuando elegiste la oportunidad? Si los resultados no te convencen, ¿a que se debe? ¿en cuantas de tus respuestas están factores externos? ¿Qué responsabilidad tienes tu en todo ello?
4.– En el aquí y ahora, ¿qué oportunidad que elegiste en el pasado mantendrías y cual dejarías de lado?
Si estas sintiendo una ligera o profunda sensación de incomodidad, cierto enfado y rigidez corporal, tranquilo no pasa nada, estas saliendo de tu zona de confort. Ya estas preparado para aprender nuevas estrategias y nuevos hábitos en la identificación y selección de oportunidades.
Las oportunidades deben estar alineadas con nuestra razón y nuestra emocion
Para mi el saber detectar y elegir las oportunidades adecuadas tiene dos principios fundamentales:
– un profundo autoconocimiento personal y una clara focalización y definición de la meta que quiero alcanzar. Estos son los dos faros que nos guían a la hora de priorizar las oportunidades para decidir cual nos aleja o nos acerca a nuestra meta y cual encaja o no encaja con nuestra esencia.
– una férrea disciplina en la evaluación de las oportunidades, que pasa por indagar, diría incluso hasta diseccionar la naturaleza de la oportunidad (de donde o de quién viene, que carga lleva, a donde lleva, que oculta) y su vinculación con otras oportunidades, con la meta, y con el momento.
Además de estos principios puedes poner en práctica los consejos, preguntas y herramientas que te propongo a continuación:
1.- Resiste con todas tus fuerzas la tentación de entregarte en brazos de la primera oportunidad que te corteja.
2.- Pon el foco en el largo plazo, y no en el corto plazo, para valorar las mejores oportunidades
3.- Ata tu entusiasmo a la hora de decidir y pide ayuda a «tu yo realista» y «tu yo crítico». Aplica la estrategia de Walt Disney.
4.- La oportunidad ¿me acerca o me aleja de mi meta? ¿Cuanto? ¿Cómo? ¿Cómo lo se?
5.- ¿El esfuerzo que supone compensa lo que voy a obtener?
6.- ¿Lo que voy a ganar compensa lo que voy a perder o dejar atrás?
7.- ¿Esta oportunidad me posiciona estratégicamente para captar otra que me acerca más a mi meta?
8.– ¿Puedo considerarla una inversión de futuro? ¿Como lo he medido?
9.– ¿Tengo en este momento los recursos necesarios para poder aprovechar adecuadamente esta oportunidad? Si no los tengo, ¿puedo conseguirlos en un tiempo que no haga inviable la oportunidad?
10.-¿Es el momento para mi de esta oportunidad?
Confieso que estoy en un momento en el que tengo ante mi probablemente una de las grandes oportunidades de mi vida, y que estas reflexiones que comparto me ayudan a no paralizarme y a no precipitarme. Por eso me gusta compartirlas, porque creo que si me ayudan a mi, también pueden ayudar a otros. Son las mismas que muchas veces trabajo en los procesos de Coaching y Mentoring con mis clientes, y también confieso que cuando le tocan a uno mismo no resultan tan sencillas.
Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring