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Es probable que por todo lo que estamos viviendo estes pasando momentos en los que mil preocupaciones se agolpan en tu cabeza, que se te ocurran mil cosas pero dudes cual elegir y cuales no, o que te sientas bloqueado y paralizado sin saber que hacer. No es época para complicarnos más la existencia, tenemos que simplificar y reservar energías porque todavía nos queda muchos retos a los que enfrentarnos.
Pensando en todo ello me viene a la mente un esquema muy sencillo que desde siempre ha guiado mi vida, especialmente, en momentos complicados o más caóticos. Porque es en los que suelo parar y estar especialmente atenta a las 5 preguntas básicas:
1.- ¿Qué necesito en este momento? Adquiere consciencia de ello a través de lo que te dicen tu cuerpo y tus emociones, son los dos grades emisarios de necesidades. Aquí procura distinguir si son necesidades de placer (más puntuales, perentorias y sin proyección a futuro) o de propósito (más profundas, permanentes y con proyección a futuro).
2.-¿Que se y podría hacer? Trabaja tu autoconocimiento para recordar o descubrir capacidades, fortalezas, habilidades. Si estas oxidado te invito a utilizar la herramienta de la entrevista apreciativa a través de una experiencia cumbre.
3.-¿Qué me permiten hacer las circunstancias? Dirige tu mirada al entorno, observa, pregunta, escucha, agudiza tu capacidad perceptiva, profundiza en la interpretación de todas las señales, estímulos, información, indicadores que se están moviendo a tu alrededor, analiza, reflexiona. Estamos ante un cambio de circunstancias sin parangón en la historia, las nuevas circunstancias nos limitan posibilidades pero también nos aportan otras muchas, ten en cuenta ambas perspectivas.
4.-¿Que es lo mejor que, en base a todo ello, puedo hacer en este momento? Usa toda la información extraída de las respuestas anteriores para hacer el mejor matching posible entre necesidades, capacidades y posibilidades.
5.-¿Qué voy a hacer, cuando y que espero lograr? Decide y actúa porque sino tus necesidades quedarán insatisfechas, y eso genera malestar emocional, tus capacidades se oxidarán, perderás oportunidades y todo ello estará frustrando tus metas y tu futuro. Un paso, una acción, la primera, la necesaria para poner en marcha la maquinaria, no te compliques, no quieras abarcar mucho, ni pensar en plazos alejados.
Esto es lo que yo llamo Inteligencia de Guerrilla, actuaciones simples para resultados inmediatos y tangibles, sin complicaciones, sin grandes hazañas. Realmente es un esquema de pensamiento básico que debería de regir nuestra vida y cada toma de decisiones, lo que ocurre es que resulta difícil parar y sentir que es lo que realmente necesito en estos momentos y, más aún, elegir entre todas las necesidades pues suelen ser varias e incompatibles: ¿cual es la más importante ahora? ¿cual es prioritaria?. Responder a estas preguntas requieres consciencia y decisión, porque habrá que elegir por satisfacer una necesidad en detrimento de otras. Creo que este paro obligatorio en la cotidianidad de nuestras vidas puede ser una buena ocasión para comenzar a practicar este esquema. Puedes plantearte hacerlo todos los días e incluso un par de veces al día, y si lo haces por escrito ejercitarás aún más la consciencia, la claridad mental, la focalización y concentración, y con todo ello pondrás a tu inconsciente a trabajar a tu favor y reforzaras tu voluntad y compromiso.
Otras veces el problema puede venir de no ver opciones, de no ver qué posibilidades tengo en el entorno para satisfacer mis necesidades. Aquí la clave es ampliar la mirada, la perspectiva, estimular la imaginación y la creatividad para ampliar las opciones.
Como dice Guy Claxton, en su libro Inteligencia Corporal, todas las personas son a cada instante un hervidero de necesidades, percepciones y posibilidades, la tarea de la inteligencia consiste en convertir ese totum revolutum en una respuesta adecuada a la pregunta ¿que es lo mejor que puedo hacer ahora? El futuro se construye en el presente.
Como consecuencia de la respuesta a la pregunta 5 es posible que te halles inmerso en el curso de acción elegido para satisfacer la necesidad identificada como prioritaria en este momento. Pero todos sabemos que la vida es un continuo fluir, un río de incesantes estímulos que despiertan nuevas necesidades y vuelta a empezar con la rueda de preguntas. Por muy firme y clara que haya sido tu decisión aparecerán nuevas oportunidades, nuevas necesidades que te pueden alejar de ella. Guy Claxton nos recuerda que todo el sistema de decisiones de una persona se reduce a un instante en el que se opta por mantener las prioridades establecidas o explorar nuevas oportunidades que acaban de surgir. La clave está en volver a conectar con nuestras necesidades, que no impulsos, para saber si lo más conveniente a ellas es mantener el curso de acción previamente elegido o abandonarlo para explorar otro mejor. Esto es más relevante aún cuando las necesidades que están satisfaciendo de forma continua son de placer en detrimento de las de propósito. El adecuado equilibro entre unas y otras es fundamental.
Si analizas tu vida desde esta perspectiva verás fácilmente si las elecciones han sido las adecuadas:
-¿inicias e inicias y reinicias, y retomas, y vuelves a iniciar actividades, proyectos, metas y no acabas ninguna? Quizás te has convertido sin saberlo en un cazador compulsivo/a de nuevas oportunidades o un eterno Indiana Jones del placer.
-¿sigues una y otra vez haciendo lo mismo, repitiendo las mismas situaciones, los mismos resultados y no te sientes satisfecho? Quizás estes atrapado en la piel de una avestruz incapaz de sacar la cabeza del agujero.
Para balancear en cada momento hacia el lado adecuado, mantener la prioridad y desechar nuevas oportunidades o bien abandonar la prioridad por nuevas oportunidades, tienes que estar muy conectado a tu propósito vital, tus valores y la necesidad de desarrollar tu potencial. También será importante saber darte los momentos de placer necesarios pero sin que lastren de forma continua los de propósito, salvo que tengas la suerte o habilidad de hacer coincidir propósito y placer, como por ejemplo me ocurre a mí cuando escribo artículos o libros.
Ya lo dijo Maslow la clave de la felicidad y la realización es integrar lo que se es, lo que se quiere ser y lo que se puede ser. Me encantaría contar con tus experiencias y aportaciones sobre ello, puedes dejarme tus comentarios.
Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring
“Cuando la confianza es alta, la comunicación es fácil, instantánea y efectiva”.
Stephen R. Covey
La confianza es una apuesta de futuro. Es creer hoy que mañana algo será posible o realizable, que mañana una persona llevará a cabo el comportamiento que esperamos, que mañana la persona en la que confiamos no nos fallará, y que mañana yo seré capaz de hacer aquello que hoy me propongo.
La confianza siempre está a prueba, se renueva, se da y se quita, se gana o se pierde a cada minuto. Cuando las pruebas son numerosas y continuas, a favor de la confianza, las dudas, suspicacias, y controles decrecen, y el tiempo dedicado a todo ello se puede emplear en otras cosas más satisfactorias. De ahí que la confianza reduzca los tiempos, ahorre energías y facilite las relaciones. La confianza nos permite dejar de pensar, dejar de preocuparnos, y nos ayuda a relajarnos y a fluir con nosotros, con los demás, y con la vida.
La confianza puede reforzarse o debilitarse de acuerdo a las acciones de la otra persona para con nosotros y, viceversa, o en base a nuestras acciones para con nosotros mismos. Es un ciclo continuo, una inversión que hay que cuidar si queremos que perdure.
Con la confianza suele haber dos estrategias diferentes: la otorgo desde el inicio, como regla general, y luego compruebo si son dignos de ella o no; o bien, espero a comprobar si son dignos de ella, y luego la otorgo. En conclusión, que si considero que es bien tratada la doy y la mantengo, y si considero que es maltratada la niego o la quito. Además, existen personas que ven indicios, e incluso los crean, de falta de confianza o traición por todas partes, y los que no ven ninguno aunque se la estén machacando descaradamente. Cuando desconfiamos por sistema, sin base en hechos comprobables, realmente estamos negando a los demás lo que nos negamos a nosotros: nuestra autoconfianza. Cuando confiamos por sistema y sin filtro, estamos pidiendo que otros nos den lo que no nos damos a nosotros mismos. La confianza sana es una confianza inteligente, basada en la realidad, evaluada, fruto del aprendizaje de la experiencia, equilibrada, y sostenible.
Al ser una inversión, el problema está en las expectativas que nos marcamos, más bien en si se cumplen o no, porque muchas veces el que no se cumplan es porque nadie nos lo aseguro, o lo afirmó. Si yo espero y, por tanto, confío en que una persona me va a llamar mañana, cuando no se comprometió expresa y claramente a hacerlo, estoy esperando y confiando en que se produzca un comportamiento de un tercero en base a una expectativa que he creado yo, y no el. No puedo responsabilizar al otro de que no me llame, o de que debería saber que me tendría que llamar. Si quiero que me llame tengo que pedirlo, con el riesgo de que me conteste que no. Ahora bien, si yo pido que me llame y se compromete a hacerlo, o sin pedirlo se compromete también, entonces si tengo una expectativa real de que me llame y será lógico que confíe en que lo hará, si en anteriores ocasiones así lo hizo. Si no lo ha hecho será lógico que no confíe en que lo haga esta vez. Y además, si realmente valoro mi confianza le transmitiré como me siento respecto a su comportamiento.
Lo que está claro es que sin confianza todo se resquebraja. Me da igual que sea por la desconfianza generalizada, por la incapacidad de darla, por la dificultad de recibirla, porque se traiciona, porque se pierde, porque dejo que me la rompan una y otra vez, o porque ni siquiera se tiene en uno mismo. Gozar de confianza propia, de los demás, y en los demás, es un capital personal muy valioso que debemos saber generar y cuidar. Hoy quiero compartir contigo 8 comportamientos clave para lograr un buen capital de confianza:
1.- Empieza por ti mismo
Si quieres que otros confíen en ti, comienza por confiar en ti mismo. No traiciones tus valores, tus propósitos, tus compromisos. Si dices que vas a hacer algo: hazlo, aunque nadie esté mirando. En el momento en que queremos una cosa y hacemos otra, cuando somos de una forma y nos comportamos de otra, cuando decimos (incluso a nosotros mismos) que vamos a hacer algo y no lo hacemos, estamos destruyendo la confianza en nosotros mismos. Nuestra falta de seguridad y confianza está labrada a base de pequeñas traiciones hacia nosotros. Y si no confiamos en nosotros, difícilmente vamos a confiar sanamente en otros, o lograr que confíen en nosotros.
2.- Comunícate a través del ejemplo
La confianza no se construye con palabras se construye y fortalece con acciones, con comportamientos y con hechos. No hay nada que haga más daño a la confianza que decir algo que luego no se corresponde con lo que hacemos, o afirmar que vamos a hacer algo que luego no hacemos. La confianza exige mucha congruencia, coherencia y valentía.
El capital de nuestra confianza aumenta con cada nuevo crédito acumulado, y estos proceden de nuestros compromisos cumplidos. Y cuando no podamos cumplir afrontémoslo con honestidad y responsabilidad, eso sí, si se vuelve un comportamiento reiterado, la acumulación de disculpas no aumentan el crédito de la confianza, más bien lo dejan por los suelos.
3.- Se claro con lo que quieres y con lo que esperas.
Pedir, que no exigir, de forma clara y asertiva evita muchos malos tragos a la confianza. Las personas con las que interactuas deben saber exactamente lo que quieres, e incluso porque lo quieres (para comprenderlo), para decidir si pueden responder o no a tus expectativas. Los demás no pueden conocer los deseos de tu mente, la única manera de relacionarse en un ambiente de confianza es expresando lo que queremos, dandole al otro la oportunidad de que quiera o no contribuir a ello, y exigiéndonos los compromisos mutuos y expresos que cada uno ha asumido. Esperar más de lo que me han dicho o una cosa distinta a ello, es querer engañar a la confianza.
De la misma forma no te responsabilices de las expectativas que otros tienen sobre ti, y tu no has asumido. Si no te piden tú tampoco puedes decidir si dar o no, si hacer o no, y nadie puede exigirte algo que no has comprometido. No dejes que confundan y manipulen a tu confianza.
4.- Deja hacer y espera
Las personas somos diferentes pero todas tarde o temprano nos mostramos, nos revelamos en nuestros actos. Para saber si una persona es digna o no de confianza déjala hacer, déjala que te enseñe quien es con sus actos. Dale un tiempo, algunos tardan más que otros en evidenciarse, porque desconfían, porque son más reservados, más tímidos, las razones pueden ser diferentes, lo importante es que respetes los ritmos de las personas y tengas claros tus límites, es decir, hasta donde estas dispuesto a esperar, aguantar, o comprobar. No juzgues sin hechos, recuerda que la confianza se demuestra con ellos.
5.-Observa, escucha, pregunta
Cuando dudes sobre un compromiso, sobre lo que ha hecho una persona, sobre lo que te ha dicho, antes de negarle tu confianza, pregunta, indaga sobre lo que paso, sobre si hubo una mala interpretación, sobre si asumiste algo que no era, sobre qué llevo a esa persona a decir o hacer lo que te ha resquebrajado la confianza. Escucha profundamente, olvídate de tu ego herido, de tu confianza traicionada, primero escucha con apertura, buscando comprender. Observa cuando la persona te hable, si detectas incoherencias entre lo que dice y como lo dice (lenguaje no verbal), si te mira o no te mira, si te rehuye. Observa si sus actos son un reflejo de sus palabras, de sus compromisos.
Haz lo mismo contigo, obsérvate, pregúntate y escúchate para ver si estas tratando bien a la confianza.
6.- Mantén abierta la puerta al diálogo. Tu tienes su llave.
Expresa lo que quieres, como te sientes, si estas perdiendo la confianza y porque, o si cada día crece más, señala lo que te hace desconfiar o confiar. Pide explicaciones cuando consideres que las necesitas, y asume que a lo mejor no quieren dártelas o no te gustan, a partir de ahí, tu decides a donde llevas tu confianza en esa relación.
No ocultes, no tergiverses, no pases por alto, la confianza se basa en una comunicación sincera y trasparente, en tener abierta la puerta para el diálogo. Incluso el día que quieras cerrar esa puerta, y quitarle la llave de la confianza a alguien, díselo con respeto y sin rodeos.
Cuando la confianza se pierde es extremadamente difícil recuperarla. Siempre que sea posible dale la oportunidad de que se explique.
7.- Defiende tu confianza con respeto y empatía
El grado de confianza que las personas necesitamos en nuestras relaciones es diferente. Es más, los diversos tipos de relaciones requieren distintos niveles de confianza. Las expectativas que tenemos unos sobre otros en las relaciones también son dispares. La manera de comunicarnos, de pedir, de comprometernos es otro comportamiento que nos distingue. El grado de valor que le damos a los compromisos asumidos difiere, el numero de oportunidades que estamos dispuestos a dar tampoco es la misma. Si tienes todo esto presente, las diferencias, que la habrá, no tendrían porque afectar a la confianza, si son adecuadamente gestionadas. Utiliza la empatía para comprender al otro, y a ti mismo, y el respeto para no transgredir tus límites y los ajenos. Lo importante es compartir con el otro las diferencias e indagar hasta que punto se pueden hacer convivir o no.
Si es posible encontrar algún punto de conexión en el que ambas partes ganáis algo que queréis, es decir, experimentáis satisfacción mutua, entonces será posible mantener la confianza. Si no es posible quizás esa relación no tenga sentido, no porque la otra persona no tenga derecho a lo que defiende o pide, sino porque tu no estás dispuesta a dárselo o no lo compartes, o viceversa. Cada uno debe plantearse hasta donde quiere ceder, por qué y para qué, y hasta donde le compensa.
8.- Selecciona bien tus inversiones.
Otorgando mi confianza estoy apostando por una persona, estoy invirtiendo mi tiempo, mi energía, y mi esfuerzo en esa relación, y con esa persona. Si lo hago es porque creo que merece la pena, pero solo el caminar diario entre ambos dirá si ha sido así o no. En todo caso, mientras duró fue bonito, no pierdas de vista nunca la parte positiva.
Esto es una opinión muy particular, pero para mi es vital cuidar bien mis inversiones en otras personas y relaciones. No quiero relaciones desgastantes, insanas, sin sentido, que no me aportan nada. Valoro cada minuto que dedico a otros, como valoro igualmente los que me dedican a mi. A fin de cuentas compartir nuestro tiempo, nuestra atención y nuestro ser con otros es la mayor prueba de amor, porque es lo más preciado que tenemos para darles.
En el momento en que comienzo a sentir insatisfacción en una relación, comienzo a observar, a escuchar, a hacerme y hacer preguntas, a expresar como lo estoy viviendo y entender como lo está viviendo la otra persona. Si no encuentro un punto de conexión, yo reseteo, comienzo a poner distancia, y a llevar la relación a otro nivel, que en algunos casos puede ser de mínimos imprescindibles, si son estrictamente necesarios.
Lamentablemente, no se puede tener garantía de que alguien sea digno de confianza. Confiar es un riesgo que cada uno decide asumir o no, y con diferentes grados y límites, todo dependerá de la importancia que le otorgues a este valor. Si quieres cuidarla mantén un sistema de relaciones en el que se den estos 8 comportamientos, y se riguroso con quien no los cumpla y, por supuesto, contigo mismo. La confianza tiene dos caras, la tuya y la del otro.
Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring
¿Por qué repetimos una y otra vez los mismos comportamientos a pesar de que no nos funcionan? ¿Por qué limitamos nuestro campo de acción a una o dos opciones? ¿Por qué nos cuesta tanto cambiar? ¿Por qué continuamos dando vueltas y vueltas alrededor del mismo lugar?
Todos estos años de trabajo como mentora me han permitido adentrarme en las profundidades del ser humano. Me han servido para entender y comprender muchas de las claves del comportamiento humano y, sobre todo, me han servido para ayudar a que mis cliente comprendan que sus resultados, y lo que les pasa en la vida, tiene mucho que ver con su forma de pensar, con sus procesos cognitivos, y que si cambian éstos podrán cambiar sus comportamientos, y por tanto sus resultados. Esta nueva visión de su existencia, introduce altas dosis de esperanza y posibilidad, les abre un canal de luz por el que es más fácil transitar, y especialmente si van acompañados.
Como escribía hace tiempo en este blog, existe una creencia generalizada sobre el cambio: “la gente no cambia porque no quiere”, pero muchas veces antes de ese NO QUERER hay otros estadios previos que hay que saber trabajar en la forma adecuada: no saber y no poder. Sin embargo, una vez superados estos tres niveles de resistencia, y convencida la persona de que los beneficios del cambio son superiores a su coste, de lo que va a ganar con un nuevo comportamiento, o lo que va a perder si mantiene el actual, todavía queda camino por recorrer para que se produzca la acción deseada.
Entender los procesos cognitivos, que las personas realizan a la hora de elegir las acciones a llevar a cabo para lograr sus objetivos, nos ayudará, como mentores, a diseñar estrategias de intervención para ampliar sus posibilidades de pensamiento y, por tanto, de acción. A mayores posibilidades mayor riqueza de comportamientos, y de resultados.
1.- Intervenir sobre las suposiciones
La mayor parte de nuestros comportamientos no responde a la realidad de la situación, sino a la interpretación de la situación que realizamos. Y esta interpretación suele estar basada en suposiciones automáticas (inconscientes) que generamos en base a experiencias pasadas con carga emocionalmente alta (por como nos impactaron, por el peso en nuestra vida de las personas implicadas), o experiencias más frecuentes o habituales (lo cual se intensifica si nuestros entornos de actuación son limitados).
Las suposiciones que realizamos acerca de una situación limitan la forma en que respondemos a ella, pues nuestra atención se queda atrapada en la suposición y no es capaz de ver otras alternativas.
Si yo creo que en las empresas grandes hay mucha competitividad entre los empleados, y a mi no me gusta la competitividad porque he tenido experiencias negativas en este sentido, ante ofertas de empleo de empresas grandes mi comportamiento será no presentar mi candidatura. Por tanto, me estoy limitando opciones de acceso al empleo, por actuar en base a una suposición, dado que no se si realmente en la empresa que ha lanzado la oferta, existe o no esa competitividad.
Ahora bien, romper con una suposición no se logra pensando en otra alternativa de acción, sino identificando como hemos llegado a generar esa suposición, que se ha convertido en una creencia limitante. Y adicionalmente, practicando el «pensamiento fuera de la caja» o «pensar de nuevo», saliéndonos de las situaciones que han creado las suposiciones, contemplándolas desde otras perspectivas, y generando nuevas posibilidades de interpretación de las mismas.
Las personas desarrollamos suposiciones en base a las situaciones que nos encontramos más habitualmente, y esto nos permite actuar con un menor esfuerzo cognitivo, por eso es la forma más frecuente de pensamientos, porque es más fácil, rápida y consume menos energía. El problema es que cuando los resultados no acompañan a esta forma de actuar, la energía se va perdiendo por la frustración de no lograr lo que queremos.
Hacer una pausa para reflexionar sobre las propias suposiciones acerca de la situación puede hacer que otros rumbos de acción pasen a ser más accesibles. Conocer otros entornos también amplia nuestra percepción de la realidad. En el ejemplo anterior, conocer otras empresas grandes en diferentes lugares, de diferentes sectores de actividad, de diferentes tamaños o filosofía, puede ampliarnos la perspectiva y cambiar nuestra suposición inicial.
2.- Intervenir sobre la autoimagen o sentido de identidad
Si yo me considero una persona «no competitiva» y «colaborativa» e interpretó la competitividad como algo negativo y le asocio comportamientos como mostrar mis logros, hablar de mis cualidades, enseñar lo que puedo hacer por la empresa. Nunca llevaré a cabo este tipo de acciones porque las consideraré incongruentes con mi forma de ser, y las rechazaré. De nuevo estoy limitando mis opciones de actuación y por tanto de resultados.
La persona ni siquiera entra a valorar si lo más conveniente para lograr el empleo es hablar de sus logros, sus cualidades, su diferenciación frente a otros. Simplemente no lo hace porque no lo considera consecuente con la idea que tiene de si mismo.
Aquí la solución no pasa por convencer a la persona de que sea competitivo para lograr su objetivo, o que estos comportamientos no son competitivos. El trabajo a realizar para ampliar las opciones consiste en utilizar la Persuasión Social Positiva, uno de los pilares de la autoeficacia, según Albert Bandura. Se trataría, por tanto, de obtener del cliente resultados positivos que haya logrado siendo colaborativo, e identificar comportamientos llevados a cabo para lograrlos. Reforzar su imagen de persona colaborativa y enlazarla con lo que aporta a una empresa, en base a lo que ha manifestado. Preguntarle sobre lo que pierde una empresa que no cuenta con personas colaborativas, y retarle a que plantee formas para que las empresas sepan que ganan y que pierden por contar o no contar con personas colaborativas. De esta forma se puede cambiar la forma de ver el mismo comportamiento. Ahora el cliente puede llegar a considerar que mostrar lo que logra una persona colaborativa, cuales son sus cualidades y que puede aportar a la empresa, es una forma de defender y/o reivindicar el papel de las personas colaborativas en la empresa, lo cual ya está alineado con su autoimagen y sentido de identidad.
3.- Intervenir sobre la presión social sentida
Si yo considero que mi entorno va a rechazar una acción, que no la va a valorar como quiero, ni siquiera voy a considerar llevarla a cabo. Puedo prometer y prometo, que detrás de muchos escritores frustrados está esta sensación y esta idea. Yo en algunos momentos de mi vida la he experimentado. Para publicar mi primer libro «El Arte de Preguntar en el Mentoring» tuve que pedir, a quien yo consideraba un standard de calidad máxima en materia de psicología, que lo leyera y me diera su opinión. El temor que había detrás era ser juzgada por toda la comunidad del mundo de la psicología por manejar conceptos que no me correspondían por no ser psicóloga. El libro estuvo 1 año en el cajón esperando, hasta que me arme de valor y di este paso. Supongo que si la opinión no hubiera sido buena quizás no lo hubiera publicado, pero si no hubiera dado ese paso tampoco. Sinceramente, no creo que nadie del mundo de la psicología estuviera pendiente de mi libro, pero la mente es muy perversa. La cuestión es que publicar este libro me ha abierto un mundo lleno de posibilidades del que llevo disfrutando más de 3 años. Por esta misma razón, cada vez que en mi camino se cruza una persona a la que le encanta escribir, que lo hace bien, y tiene algo que aportar al mundo, la invito a que lo muestre a través de mi humilde casa.
Para intervenir sobre la presión social y lograr ampliar opciones de comportamiento hay varias estrategias. Comparto aquí algunas de las que yo utilizo en mis procesos de mentoring: Rol playing simulando situaciones en las que se siente esa presión social al desarrollar las conductas que queremos pero no nos atrevemos; experiencias de dominio guiadas en las que acompañamos al cliente en un contexto de actuación en el que puede poner en práctica esos comportamientos que suele esconder; planteamiento de retos en contextos de confianza, seguros, amigables, para que la persona desarrolle los comportamientos y obtenga feedback que refuerce su autoeficacia; impulsar la búsqueda de información de contraste, vamos lo que hice yo en el caso de mi libro (aquí elegir bien al proveedor de la información es fundamental); ayudar a identificar o proveer oportunidades de acción en contextos diferentes a los que son habituales del cliente, en los que no existe la sensación de tanta presión social.
Cuando a lo largo de un proceso de mentoring trabajas todas estas estrategias con el cliente, este aprende a desarrollarlas e implementarlas en su vida. El resultado: aprende a ampliar sus opciones, y con ello sus posibilidades de acción, y sus resultados. Ya está en el camino de explorar toda su grandeza.
Y tu, ¿Quieres seguir encerrado o quieres abrir tu mundo a un mar de posibilidades?
Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora Ejecutiva de la Escuela de Mentoring
Construir la antifragilidad implica inspirar, alentar, impulsar y contribuir a la adquisición y puesta en práctica de hábitos que nos fortalezcan emocionalmente, como personas y como organización. Para ello es necesario establecer unas condiciones mínimas de viabilidad emocional que permitan florecer a las personas, lo que se traducirá luego en un mejor clima laboral, mejor desempeño, más innovación, mejores resultados. Las personas se fortalecen emocionalmente y florecen cuando pueden desarrollar su potencial y ponerlo al servicio de su entorno, es decir, cuando lograr hacer crecer su capital personal a base de inversiones personales y sociales, lo que conocemos como realización personal.
Para mi la antifragilidad se consigue con el fortalecimiento y puesta en valor del capital personal de las personas, que cuando se logra conectar en torno a un propósito común deviene en antifragilidad organizacional.
El capital personal está conformado por 5 capitales: el psicológico, el intelectual, el social, el cultural y el simbólico, que están íntimamente relacionados entre sí. Para que nuestro capital intelectual aumente y se ponga en práctica es necesario tener fortalecido el capital psicológico. Nuestro capital social depende de nuestro nivel de capital cultural y simbólico, que a su vez se retroalimentan entre sí, y están muy influenciados por la combinación de capital psicológico e intelectual.
Cuando hablamos de organizaciones emocionalmente responsables nos referimos a aquellas que se centran en reforzar el capital psicológico de sus colaboradores para hacer crecer su capital personal y que lo pongan al servicio de la organización como vehículo del logro de metas individuales y de realización personal. Este tipo de organizaciones son antifrágiles.
El capital psicológico son las características psicológicas básicas para un óptimo funcionamiento de las personas, y está integrado según Luthans y Avolio por la Autoeficacia, el Optimismo, la Esperanza y la Resiliencia. Más recientemente, algunos autores añaden la Inteligencia Emocional y el Bienestar Subjetivo o Felicidad dentro de dicha noción.
–Autoeficacia: Creencia en las propias capacidades para llevar a cabo las acciones necesarias que nos llevaran a lograr nuestras metas. El desarrollo de un fuerte sentido de autoeficacia es uno de los mayores predictores del éxito, pues como dice Marisa Salanova es el factor que impulsa el desarrollo de las otras variables del capital psicológico. Las creencias de autoeficacia se desarrollan a través de la reflexión, primero guiada, y luego autodirigida de la experiencia para extraer aprendizajes.
–Optimismo: Actitud que nos lleva a pensar que el futuro nos depara cosas buenas y que la adversidad es temporal, lo cual está muy influido por nuestras creencias de autoeficacia.
–Esperanza: Estado motivacional positivo que nos impulsa a fijar metas y objetivos, diseñar planes de acción para alcanzarlos y desarrollar la voluntad para llevarlos a cabo.
–Resiliencia: Fortaleza humana que nos permite superar la adversidad y salir reforzados. Capacidad de resistir, de superarse, de sobreponerse y continuar.
– Bienestar subjetivo: satisfacción con el pasado, el presente y el futuro, que se traduce en experimentación de emociones agradables o positivas en relación a estos tres espacios temporales, tales como, orgullo, plenitud, confianza, alegría, esperanza, con independencia de que todas ellas puedan convivir con experimentación de emocionalidad negativa en ciertos momentos. La clave para el bienestar subjetivo es la capacidad de transformar las emociones negativas en fuente de aprendizaje y materia prima para crear posibilidades de tránsito hacia una emocionalidad positiva.
-Inteligencia Emocional: en lo que se refiere al capital psicológico prefiero hablar de autorregulación emocional como competencia a trabajar para reforzarlo, y de inteligencia social o habilidades sociales (empatía, consciencia política, relaciones, negociación de roles, gestión conflictos), entendidas como capacidad de un aprendizaje inteligente, que es a la vez adaptativo y transformador del entorno, que permite el encaje en el entorno pero también el desarrollo de la esencialidad individual.
Trabajar sobre todas estas variables nos acercará al ideal del ser humano integrado, en el sentido de una persona con un funcionamiento psicológico óptimo, es decir, una persona antifrágil. Todo ello depende del nivel de consecución que alcancemos en las 6 dimensiones propuestas por Carol Ryff, que a continuación detallo de forma reformulada y aportando los aspectos sobre los que trabajamos desde Aquavitacoaching y la Escuela de Mentoring.
DIMENSIÓN | NIVEL ÓPTIMO | Sobre qué trabajar |
Control Ambiental |
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Crecimiento Personal |
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Propósito en la vida |
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Autonomía |
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Autoaceptación |
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Relaciones Positivas con otros |
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Fortalecer el capital psicológico de las personas es una labor de práctica y aprendizaje, y como no, de mucha voluntad y compromiso personal. Las recompensas son infinitas. Son muchos los estudios de investigación en todo el mundo que revelan el impacto positivo que el desarrollo del capital psicológico tiene en el desarrollo del liderazgo, el talento, la creatividad, en la mejora del desempeño y del rendimiento profesional.
En una concepción integral del funcionamiento humano óptimo nunca debemos olvidar la influencia del entorno, por ello es importante entender la dimensión relacional (relaciones positivas con otros) de una forma más amplia y expansiva incluyendo, como señala Corey Keyes, los criterios que determinan el funcionamiento óptimo de la persona en la sociedad. Estos criterios, que relaciono a continuación, pueden entenderse desde el punto de vista organizacional, entendiendo la organización como una micro-sociedad. De esta forma, una organización emocionalmente responsable y que quiere lograr la antifragilidad debe favorecer y contribuir de forma activa a la coherencia, integración, contribución, actualización y aceptación organizacional de las personas, que interactúan en ella y con ella en el día a día de la vida organizacional:
– Coherencia socio-organizacional: las personas deben percibir la organización como un lugar lógico, coherente y predecible, pues esto es lo que les hace sentirse seguras, confiadas. La creación de un clima psicológico de seguridad emocional satisface una de las necesidades humanas más básicas, ya apuntadas por Maslow.
– Integración socio-organizacional: todo queremos pertenecer a algo más grande que nosotros, es otra necesidad humana esencial, la de vínculo, nacida de lo que Erich Fromm denomina el miedo a la separatividad. Ese «sentirse parte de» supone la creencia de que contamos con otros para apoyarnos, para lograr consuelo emocional, alivio, para cooperar, para compartir.
– Contribución socio-organizacional: la necesidad de realizar nuestro potencial la canalizamos desde antiguo a través de la participación en grupos. Las organizaciones son el vehículo a través del cual nos realizamos como personas, por eso necesitamos percibir día a día que nuestro trabajo contribuye a ello y, además, por esa necesidad de ser parte de y pertenecer, que esa contribución tiene impacto en la organización, en su crecimiento, y en la aportación que esta hace a la sociedad. Cuando esa conexión se rompe, porque no la percibimos o no existe, las personas se alienan y las organizaciones se desintegran, ambos son síntomas de fragilidad.
– Actualización socio-organizacional: el ser humano tiene una esencia teleológica, se mueve hacia fines y propósitos, por ello para sentirse realizado, satisfecho necesita saber que progresa hacia ellos. Una organización debe favorecer la sensación de progreso a nivel individual y como grupo humano. Las personas deben sentir que se dan las condiciones para progresar dentro de ella, para seguir siendo el marco desde el que lograr los propósitos individuales alineados con los organizacionales. Esto implica promover experiencias de aprendizajes, reconocer logros, apostar por el desarrollo personal y profesional y dar oportunidades para progresar dentro de la organización.
– Aceptación socio-organizacional: si percibimos la organización como un lugar hostil, donde nos piden y no dan, donde las demandas exceden de los recursos para enfrentarlas, donde se vive en estado de guerra permanente debido a la proliferación de lo urgente frente a lo importante, donde existen privilegios para unos pocos en detrimento de otros, donde no se respetan las diferencias, donde priman los gritos, la agresividad, la gestión por presión, el estrés, el castigo del error, y otras muchos comportamientos nocivos, la salud emocional de las personas estará siendo erosionada constantemente, y las personas aunque sigan perteneciendo físicamente a la organización, ya habrán dejado de hacerlo emocional y mentalmente. Necesitamos sentir que la organización nos cuida, nos aprecia, nos reconoce.
La antifragilidad requiere el logro de un acompasado equilibrio de necesidades individuales y organizacionales, de un funcionamiento individual y social óptimo. Podemos ser tu thinking partner, tu socio acompañante y pensante, para ayudarte a alinear lo individual y lo organizacional e integrarlo de forma que las personas florezcan y se fortalezcan y contribuyan a crear una organización antifrágil.
Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring
Autora libro «Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional»
“El niño es el constructor del hombre y no existe ningun hombre que no se haya formado a partir del niño que fue una vez.” Maria Montessori
Si aprendemos a amar al niño que hay dentro de nosotros, al que guarda como un tesoro su verdadera esencia, hasta el punto de romper en llanto cuando la toca, la siente, se la arrebatan, o la comparte, será posible explorar y desarrollar toda la grandeza de la persona que llevamos dentro.
Durante tiempo he estado formándome en la metodología Montessori con el International Montessori Institute, buscando descubrir las conexiones del método Montessori, con la metodología que he desarrollado a través del mentoring para trabajar con las personas. Cuando comencé a sentar las bases de mi método me inspire en María Montessori, en los escasos artículos y referencias que en aquel momento encontraba sobre su pedagogía, y en experiencias de personas que tenían hijos educándose en colegios Montessori. Durante todos estos años siempre he querido profundizar más en la filosofía educativa de esta gran mujer. Lo que he descubierto es que mi forma de trabajar con las personas adultas, que es mi campo de acción, es igual a la que se utiliza con los niños en los colegios Montessori. Esto puede resultar extraño, pero mi planteamiento es que cuando alguien se enfrenta a un nuevo aprendizaje, al desarrollo de un nuevo comportamiento, un nuevo rol, o una habilidad, realmente con quien hay que trabajar no es con el adulto que tenemos delante, sino con la persona que puede llegar a ser, y ahí el mejor guía de la excelencia es el niño que un día fue.
Lograr que el potencial se convierta en talento, es volver a mirar al niño que fuimos y apreciar en él aquello que no se le ha permitido ser, es brindarle la oportunidad de que lo descubra, lo explore, lo desarrolle y lo comparta con el mundo.
Para mi el método Montessori es la Pedagogía del Amor, y la esencia de mi modelo de mentoring es la mirada apreciativa, la mirada del amor. Y esa mirada apreciativa yo la dirigido al potencial, especialmente al potencial que no se ha podido desarrollar, al niño que no ha podido explorar todo lo que es, porque eso es lo que se interpone en el adulto que realmente quiere ser y mostrar al mundo. La mejor versión de uno mismo, de la que tanto se habla.
Al final se trata de sentir amor por las personas, por lo que son y como son, y que ellas sientan ese mismo amor por ellas mismas, porque solo así, amándose por lo que verdaderamente son, podrán dar amor a otros. Nadie puede dar lo que no tiene, si no tienes amor por ti mismo, dificilmente puedes dárselo a otros. Se trata de que descubran quienes son realmente, y que quieran aquello que naturalmente son, y que no quieran ser como otros, convertirse en algo que no son, sentirse permanente incompletos porque que les falta algo y dedicar toda su vida a buscarlo.
Solo desde el amor por uno mismo se llega a la libertad, a la libertad de ser, y la a libertad de dejar ser a los demás. Y es desde esa libertad, desde la que podemos alcanzar la confianza, primero en nosotros mismos y luego en los demás.
«Generalmente ganamos la confianza de aquéllos en quienes ponemos la nuestra.» Tito Livio
La confianza es la llave del talento, abre las puertas para que se puedan desarrollar una personalidad psicológica óptima, según el modelo de Carol Ryff, que para mi es lo que en la educación montessori es el proceso de normalización del niño. En los procesos de mentoring y de desarrollo del talento trabajamos la reconstrucción y fortalecimientos de estos 6 pilares de la funcionamiento psicológico óptimo, sin los cuales el despliegue del talento no es posible.
1.- Autonomía: autoevaluación y autorregulación de la conducta en base a criterios internos y propios, decisión y determinación, independencia, desarrollo del criterio propio y de la capacidad para resistir y no ceder a las presiones sociales.
Si desde pequeños no nos dejan elegir y decidir, qué queremos comer, aprender, vestir, hacer, etc, etc, etc, nos volveremos adultos indecisos, complacientes y sumisos, cambiantes en nuestras conductas según el patrón externo al que nos sometamos en cada momento. Y después de los años, de repente, llega un momento en el que ya no sabemos quienes somos.
2.- Autoaceptación: actitud positiva hacia uno mismo, quererse y valorarse por lo que se es, y no por los resultados que obtenemos. Aceptar las fortalezas y debilidades, y entender que ambas forman parte de lo que somos.
Insistir en corregir las debilidades, rechazarlas, nos hace vivir en la búsqueda permanente de algo que nos complete. Nunca es suficiente, porque tiene que ser perfecto, y esto conduce a la infelicidad, y no tiene nada que ver con el conformismo, se trata de aceptación, de amor, de la empatía por uno mismo.
3.-Propósito en la vida: encontra nuestro lugar en el mundo, para lo cual es necesario que nos dejen ser y hacer, intervenir desde muy pequeños en el mundo, manipularlo, jugar con él, para ir encontrando poco a poco nuestro sentido personal en él, lo que nos aportará una meta, una dirección y un rumbo. Lo contrario nos lleva a la deriva, al sin sentido, a la pérdida del norte, al descontrol.
4.-Crecimiento personal: sentir el progreso, la evolución de nuestro desarrollo y aprendizaje, el grado de avance en el logro de nuestras metas, nos da confianza para estar abierto a nuevas experiencias que nos engrandecen.
Cuando no nos aceptamos nada es suficiente, y no miramos lo logrado si no lo que falta, y nunca sentimos que mejoramos. Si no elegimos porque no somos libres y autónomos, no sentimos que lo logrado sea nuestro, y esto nos frustra y no nos deja ver nuestros avances.
5.- Control ambiental: sentir que el mundo es un mundo de oportunidades en el que podemos intervenir a través de nuestras elecciones y actos, y podemos crear, aportar, construir. Sentir que con nuestros actos logramos resultados importantes nos hace vernos como personas competentes, con poder personal para hacer. Esto genera la motivacion para iniciar nuevas actividades, para perseverar en ellas. Nos convierte en seres activos, creadores.
Si no confiamos en nuestras posibilidades de hacer, si no nos han dejado desde pequeños elegir, actuar, veremos el mundo como una jaula en la que no tenemos opciones, por lo tanto no lo intentaremos y nos convertiremos en meros espectadores y sujetos pasivos. Adoptaremos el papel de víctimas y encontraremos salvadores por todas las esquinas en los que abandonaremos nuestra libertad, nuestra independencia y nuestro poder personal.
6.-Relaciones positivas con otros: la confianza en uno mismo, el amor por uno mismo, la sensación de ser parte activa del mundo, nos hace más cercanos con los otros, nos empuja a interactuar, a establecer relaciones desde la confianza y el amor mutuos, y no desde la dependencia, el trueque de necesidades, la dominación.
Solo desde una verdadera autoaceptación, autonomía, clara dirección, y sensación de control y progreso se pueden construir relaciones sanas y enriquecedoras con los demás. Como seres sociales que somos, nos desarrollamos y crecemos en nuestros encuentros con los demás, el talento solo existe en un contexto social de interacciones sanas con los otros.
Y es así, como desde la pedagogía del amor, logramos hacer crecer el amor por nosotros mismos, y de ahí nace nuestro poder para dar al mundo lo mejor que somos, y nuestro amor se transforma en obras, en proyectos, porque como decía el poeta Kahlil Gibrán «El trabajo es amor hecho visible.»
Si quieres descubrir y recorrer este camino de la pedagogía del amor, te espero en Escuela de Mentoring.
Dice Nassim Taleb en su -a estas alturas- muy comentado libro Cisne Negro que “el problema de la confirmación es un asunto omnipresente en nuestra vida moderna, ya que en la raíz de muchos conflictos se halla el siguiente sesgo mental: cuando los árabes y los israelíes ven las noticias, perciben historias diferentes en la misma sucesión de hechos. Asimismo, demócratas y republicanos miran a partes distintas de los mismos datos y nunca convergen las mismas opiniones. Una vez que en la mente habita una determinada visión del mundo, se tiende a considerar sólo los casos que demuestren que se está en lo cierto. Paradójicamente, cuanta más información tenemos, más justificados nos sentimos en nuestras ideas”.
Lo cierto es que la psicología viene hablando desde hace décadas del denominado sesgo de confirmación, tan acertadamente descrito por Nassim Taleb en esta cita. Junto al mismo, la pandemia que seguimos sufriendo ha puesto sobre la mesa otro estilo distorsionador que denominaría como de “explicación univariante” (y en la que el sesgo de confirmación actuaría como un pertinaz e interesado confirmador, que seleccionaría solo evidencias a favor de la causa escogida). Esta forma de razonar pretende explicar procesos complejos -como es el caso de la pandemia- desde la incidencia de una sola variable independiente causante de la variable dependiente analizada. Tal es así, que he leído a gente con una contrastada habilidad para pensar de forma mínimamente “sofisticada”, defender la idea de que lo que ha pasado en España se explica (sin más) porque somos un país muy turístico…
Hace algunos años, Joseph O´Connor nos previno de esta tentación univariante cuando afirmaba que “tiene más sentido pensar en factores determinantes que en causas. En el pensamiento sistémico es la relación entre los elementos los que los convierte en causas o efectos, y esa relación depende de la estructura del sistema”.
El concepto de estructura del sistema me parece de enorme interés. Tanto es así, que me he planteado hacer en este artículo una aproximación a qué elementos pueden componerla y que sean explicativos del comportamiento humano. Por tal (estructura del sistema) entiendo -a efectos del presente artículo- el conjunto de factores que interaccionan de manera dinámica para generar experiencias o condiciones que determinan nuestra forma de comportarnos. La evidencia más palmaria de la existencia de esta estructura interaccionante podrá ser comprobada a medida que aborde los elementos que he considerado en la misma. Las menciones a otros elementos serán constantes. Y por una simple razón: es imposible desligar los unos de los otros. Dicho lo cual, el inventario de elementos propuestos no pretende ser, desde luego, exhaustivo.
–Experiencias tempranas. He sido testigo en los últimos años de cómo ha vuelto con fuerza la idea de que los modelos de apego nos determinan en muchos sentidos. En ellos podría estar la clave de procesos de sensibilización al estrés. Muchas de las consultas que se abordan en los gabinetes de psicología clínica tienen que ver con la reactivación de formas de actuar ante la presencia de ciertos estímulos -difusos en muchos casos- que se interpretan, sin embargo, como similares o incluso idénticos a los que estuvieron presentes en ciertos sucesos traumáticos vividos durante la infancia. Así que la respuesta dada por el paciente refleja, en mayor o menor medida, la activada en aquella etapa de su vida. La estrategia terapéutica pasa, precisamente, por “extraer” esas reactivaciones de la cotidianidad del paciente y revivirlas en el contexto clínico. El objetivo es reprocesarlas en condiciones de “seguridad”, atenuando así su capacidad para seguir interfiriendo en nuestra vida.
–Estrés. Dice Robert Sapolsky que el “estrés es el lugar de intersección entre la biología y la psicología”. En el estrés actual hay una especie de “desvío adaptativo” que genera una exagerada producción de corticoides, como es bien sabido. En su producción recurrente y no contingente está la raíz de algunos de los problemas a los que nos enfrentamos. Nos remite también a las experiencias tempranas, por cuanto que la vulnerabilidad (o “susceptibilidad” si se prefiere) genética se encuentra con estímulos diana que activan, por ejemplo, un gen que determina a su vez la degradación temprana de la serotonina. Una cuestión nuclear es saber si la actual naturaleza del trabajo opera a favor de una cronificación del estrés o no. La respuesta que habría que dar es que sí. Las razones pueden ser varias: la reproducción de viejos modelos de producción por distintos medios, el debilitamiento de las redes de apoyo, la pérdida de control sobre las propias tareas, el manejo de ciertas capacidades cognitivas que se ven exigidas al límite y la consecuente experimentación del “sobrepasamiento” etc. Cierto es que no todos estos factores inciden en todas las nuevas ocupaciones, pero en todas ellas sí podemos constatar la presencia -como mínimo- de alguno de ellos.
–Cultura. Podemos concebir la cultura como un conjunto sistemático de costumbres y hábitos, de carácter atemporal y transgeneracional. Así, por ejemplo la cultura askenazi propicia la estimulación temprana hacia actividades ligadas al conocimiento. “Lee, fórmate, prepárate” es algo más que un mantra, que además permite que los jóvenes encuentren en sus comunidades ejemplos y referentes que se constituyen como modelos. Por su parte, la cultura española (y en general la del sur de Europa) es fundamentalmente “extrovertida” y marcada por una intensa interacción, donde la conversación -off y online- es permanente. Eso quizás genera una capacidad para aproximarse y contactar con otros especialmente acentuada, y que considero además históricamente avalada. Podríamos hablar, también, de una “cultura de la violencia” que activa la versión mala del gen MAOA. E incluso de una cultura propiciadora de la atención esmerada y de detalle, como es el caso de ciertas culturas orientales (que precisamente, según algunos autores, ha permitido disponer de filtros preventivos frente a estímulos ambientales potencialmente perniciosos). La cuestión aquí está en determinar si un conjunto sistemático de estímulos activa determinadas versiones (“malas”, pero también “buenas”) de ciertos genes. En la medida en que ello suponga una exposición sistemática a estímulos concretos, la respuesta debe ser que sí.
–Tribu. Con la posmodernidad, las “tribus” ha regresado con fuerza. Es este un asunto donde liberales (tanto de izquierda como de derecha) como Berlin o Popper se enfrentan en su visión -”de facto”- a teóricos de la posmodernidad como Baudrillard, Lyotard o Mouffe. En ese regreso hay una evidente crisis de la racionalidad propiciada por la Modernidad, así como del concepto de ciudadanía y de Estado-nación. La cuestión es, simplemente, por qué ha vuelto. Y podríamos volver la vista de nuevo al correlato orgánico, ya que el sentido de pertenencia (y la ilusión de protección que nos brinda la tribu con la que nos identificamos y a la que incluso nos afiliamos) estaría detrás de la producción de péptidos cerebrales. El efecto anestesiante está servido, y mucha personas lo necesitan para su estrategia de afrontamiento diario de las exigencias que la vida nos impone.
–Inteligencia. Como es sabido, desde hace décadas nos manejamos con modelos que o bien hacen más hincapié en el factor general de inteligencia o, por el contrario, en las denominadas inteligencias múltiples. En cualquier caso, las evidencias de su heredabilidad son abundantes. Su mejora parece haberse detenido en los países más avanzados (lo que supondría de facto un agotamiento del efecto Flynn). Alguien me dijo una vez que “sin fricción no hay posibilidad de progreso”. Quizás entonces cabría preguntarse si escuchar -sin más- un audiolibro hace más por nuestra inteligencia que subrayar pasajes, redactar notas y construir por nuestra cuenta un relato explicativo. El agostamiento de la curva de la inteligencia que han constatado Teasdale y Owen podría significar -quizás- que las condiciones ya han hecho su trabajo y ahora tocar pensar en otra maneras de seguir incentivándola. Y soy de los que piensa que ello pasa por diluir la frontera que separa el trabajo manual del intelectual.
–Alimentación. Siempre se ha dicho que en España se ha tendido a desayunar mal. Muchos expertos en nutrición ya aconsejan el “desayuna como comes o cenas”. Mi experiencia personal al respecto es que la proteína debería de estar presente en nuestro desayuno. La diferencia en cuanto al rendimiento intelectual que te ofrece es incuestionable. Sabemos que el funcionamiento cerebral es claramente dependiente de la metabolización de la proteína. Pero no solo. La necesidad de fabricar insistentemente colágeno también. Lo que nos deriva a la evidencia de que sin condiciones óptimas, no hay funcionamiento óptimo. Lo contrario sería llevarnos a la falacia de “el fantasma en la máquina”. Por cierto, ciertos estudios atribuyen la mejora en el coeficiente de inteligencia de los niños japoneses durante las últimas décadas al incremento del factor proteico en su dieta.
–Conciencia. Como bien dice Eric Kandel, la conciencia es la “última frontera” en el conocimiento de cómo funciona nuestro cerebro. Nadie hasta el momento ha propuesto un modelo lo suficientemente convincente de dónde reside o cuáles son los mecanismos que la subyacen. Pero lo cierto es que en muchos procesos de mejora y aprendizaje el factor conciencia es central. Y lo es porque se ha de estar continuamente “provocando” el cerebro de tu cliente para que traiga de nuevo a conciencia recursos no tenidos en cuenta en el momento presente (y esto es algo que te hacen ver frecuentemente como un impulsor definitivo de su avance). El fenómeno de la conciencia también nos deriva hacia la cuestión de la “calidad de la experiencia”, concepto tan bien retratado por Mihaly Csikszentmihalyi en sus trabajos. Se trata, a su vez, de un concepto indirectamente vinculado al de la fragmentación de la experiencia postulado desde la posmodernidad. Ante esa evidencia, queda el recurso a una experiencia gobernada-desde-la-conciencia, que impone el orden y el concierto necesarios para seguir teniendo opciones de una vida que valga realmente la pena.
–Carácter y temperamento. Definir bien los términos tiene en este caso una especial importancia y transcendencia. Por ejemplo, Mariano Sigman define temperamento como un “término vago que incluye aspectos como la emotividad, la persistencia o el foco” (entre otros). Otros apuntan a que el carácter seria lo propio, lo idiosincrásico, que determina patrones de respuesta más o menos estables ante la presencia de determinados estímulos. Quizás, entonces, el carácter y temperamento pueda determinar la intensidad (asociada a esa persistencia y ese foco anteriormente mencionados) con la que profundizamos en ciertas actividades o aficiones. El ser un experto podría ser la consecuencia de un temperamento-carácter empeñado en dominar todas las técnicas, argucias y habilidades vinculadas a una determinada actividad. El porqué precisamente en ésa y no en otra podría podría estar relacionado con la propia naturaleza de la actividad. Y seguramente con experiencias tempranas que crearon un vínculo íntimo con las mismas que, como ningún otro, es síntoma de una motivación netamente intrínseca -y de un cierto “enamoramiento” de la relación creada-. Ese vínculo, además, no está lejos del concepto de flujo del que precisamente nos hablaba Csikszentmihalyi.
–Contexto tecnológico. Hoy en día, posicionarse en contra de los excesos de la presente revolución tecnológica es pasaporte seguro, en determinados ambientes, a que seas etiquetado como un ser retrógrado o fuera simplemente del tiempo. Considero que esta es una argucia magníficamente desarrollada para generar la menor disidencia posible al respecto. Lo cierto es que el actual contexto tecnológico no es inane: los cambios profundos que está generando ya se puede observar por doquier. Nicolas Carrha hablado profusamente sobre ello. La cuestión aquí es si renunciamos a ejercer nuestra inteligencia o la seguimos usando, aun cuando ésta esté sometida a las distorsiones que ciertos estados emocionales (por ejemplo) le infligen. Lo que no llevaría a debatir si es más rentable la perfección o la imperfección. O, si la perfección vendría a ser algo así como “el fin de la historia” y la imposibilidad de cualquier dialéctica superadora.
–Guiones o “bucles”. Paradójicamente, hablar de guiones o “bucles” podría formar parte de mi propio guión. En cualquier caso, y asumiendo esa posibilidad, si hay algo que he constatado desde la razonable distancia que te da observar otros comportamientos de personas con las que tratas habitualmente, es la contumaz tendencia a reproducir ciertas fijaciones, ciertos tics, ciertas obsesiones. La pregunta que hay que hacerse entonces es si no estaremos interpretando el mismo papel de la misma obra, y sin tener consciencia de ello. Queda en el limbo de lo desconocido saber si algunos “incidentes” o sucesos críticos de nuestra infancia nos llevaron a adoptar ese guión. Mi intuición me dice que sí.
A modo de conclusión. Haber profundizado en el comportamiento humano a lo largo de décadas ha supuesto abrirme a la evidencia de que cualquier interpretación causal basada en una sola variable supondrá indefectiblemente caer en un reduccionismo absurdo. La tentación de seleccionar datos que avalen una hipótesis predeterminada -desconsiderando al mismo tiempo evidencias que la cuestionen o directamente la invaliden- es una tentación muy presente en los diseños de investigación. Mi convicción es que el comportamiento humano ha de ser lugar de encuentro de muy diversas disciplinas que sepan anteponer la ambición por mejorar nuestras vidas a cualquier otra posible consideración.
Autor: Lucas Ricoy Riego
Psicólogo
Equipo de mentores de la Escuela de Mentoring
El contexto laboral no es ajeno a estas reglas. El modelo Cynefin nos ayuda a comprender como las estrategias en la búsqueda de empleo, la mejora de la empleabilidad y el desarrollo de la carrera profesional han cambiado y necesitamos resetear actitudes, comportamientos y hábitos, si verdaderamente queremos impulsar el talento, especialmente, de los más jóvenes.
1. Contexto laboral simple: las reglas están claras, son conocidas por todos y no sufren alteraciones. Es el reino de lo obvio. En estos contexto están establecidas unas prácticas estandarizadas que se repiten dentro de una serie de pasos lógicos que se ejecutan de forma reiterada, una y otra vez. Se sabe como actuar, qué hacer y cómo, y se hace de forma automática. Serían aquellos tiempos en los que para cada puesto de trabajo existían unos estudios reglados concretos. Si querías trabajar en un despacho de abogados estudiabas derecho, terminabas la carrera, buscabas ofertas en la prensa, te escribías en la oficina de empleo, usabas algún contacto próximo a la familia, enviabas el cv y esperabas a que te llamaran para una entrevista, que más o menos todo el mundo sabía en que consistía y era estructurada. El agente mediador solía ser el Estado a través de las oficinas de empleo.
2. Contexto laboral complicado: los problemas y las demandas son más o menos las mismas y se repiten, pero existen múltiples soluciones correctas, por lo que la clave es identificar bien las situaciones y aplicar buenas prácticas, que se han ido aprendiendo en base a la experiencia previa. Los expertos adquieren protagonismo en estos contextos, pues son buenos en identificar las situaciones, investigar diferentes alternativas y planteen la solución en base al conocimiento técnico y la experiencia. Me estoy refiriendo al momento en el que surgen nuevos canales de oferta de empleo (web, rrss, portales de empleo, medios comunicacion), las entrevistas por competencias, los diferentes formatos de cv en cuanto a la configuración de la información, la aparición de nuevos agentes mediadores, como las empresas de trabajo temporal o de reclutamiento. Esto comienza a demandar la existencia de profesionales especializados en la orientación profesional que establecen las pautas a seguir para realizar el cv, enfrentarse a una entrevista de trabajo, diseñar estrategias para la búsqueda de empleo, creando un conjunto de buenas prácticas en materia de empleabilidad.
3. Contexto laboral complejo: los problemas, las situaciones comienzan a ser diversas, cambiantes, múltiples y, por tanto, los resultados de cada alternativa son más impredecibles. No existen ni mejores ni buenas prácticas catalogadas para las situaciones frente a las cuales nos podemos encontrar. Una solución es útil hoy y mañana no, valorada en un sector y en otro no. Este es el dominio de las prácticas emergentes. La complejidad requiere más experimentación que, conocimiento y técnica, creatividad, innovación, interacción, movilidad y comunicación. No sabemos con anticipación si una determinada solución va a funcionar o no, es el terreno de la prueba, del ensayo y error, hay que poner en práctica algo sin saber si va a funcionar y aprender de los resultados de forma ágil. Es el mundo en el que vivimos desde hace años, en el que siguen aumentado los canales de oferta y demanda de puestos de trabajo (RRSS, Páginas Web de las empresas, Portales de Empleo generales y especializados); los formatos de los cv se vuelven creativos (videos, power point, relatos, infografías…); los procesos de selección se sofistican con chabot, simuladores, plataformas virtuales; las entrevistas y pruebas cada vez son más diversas y buscan el efecto sorpresa (escape room, juegos de rol); se crean puestos de trabajo continuamente algunos de los cuales ni sabemos en qué consisten; los agentes mediadores cada vez son más (múltiples entidades con fines sociales desarrollando programas para la empleabilidad, diversos organismos públicos, agencias de colocación, talleres de empleo, planes de empleo); las competencias le ganan la batalla al título académico en el CV y éste pasa de ser único a múltiple, uno para cada sector, perfil puesto, etc. Se multiplican los expertos que intervienen en el apoyo a la búsqueda empleo (expertos en RRSS, en marca personal, en elaboración de cv, orientación laboral, orientación profesional, rrhh…)
4. Contexto laboral caótico: Se llega a ellos normalmente por crisis repentinas, requieren respuestas inmediatas que restablezcan el orden y el equilibrio para salir del caos. Es más importante la inmediatez que la calidad, el cumplimiento del procedimiento o el análisis exhaustivo. Una vez fuera del caos se evaluará los resultados y se refinarán las respuestas para darles mayor solidez. En estos contextos la improvisación es una competencia clave, lo que implica una alta tolerancia a la ambigüedad y la incertidumbre. A nadie se le escapa que hemos vivido recientemente un contexto caótico provocado por la crisis del «coronavirus», que ha puesto patas arriba, entre otras muchas cosas, todo lo relacionado con el trabajo (teletrabajo, ERTES y ERES masivos, prevención de riesgos laborales, cobro de prestaciones….). A medida que se va controlando la situación vamos pasando a un contexto complejo, lo que está ocurriendo con la regulación del teletrabajo es un ejemplo: primero se paso a la virtualización masiva y repentina del trabajo como respuesta rápida ante el confinamiento y ahora se va a comenzar a regular esa medida en base a las experiencias adquiridas durante su puesta en práctica.
5. Contexto laboral desordenado: Nos movemos en el espacio desordenado cuando no sabemos en qué dominio estamos, es como vivir en estado de incompetencia inconsciente. Lo que suele ocurrir es que actuamos en base a preferencias personales, creencias muy arraigadas del pasado, y que nuestros esquemas mentales, valores, creencias, auto-concepto limitan nuestra percepción e interpretación adecuada de cual es el contexto y la respuesta. El gran peligro del dominio desordenado es actuar de manera diferente a la que se necesita para resolver los problemas que surgen. Es lo que ocurre cuando estamos en un contexto complejo y respondemos a él desde estrategias propias del contexto simple. Cuando nos encontráramos en el espacio de lo desordenado, la estrategia es parar, observar, ampliar la percepción e identificar cual es el contexto en el que realmente estoy y moverme hacia él utilizando sus reglas. En crisis del Covid-19 estabamos inicialmente en un contexto desordenado y no entendimos que era un contexto caótico y pretendimos responder a él primero desde lo simple, luego desde lo complicado y ahora estamos comenzando a asumir que es complejo.
Por mi experiencia, trabajando en la mejora de la empleabilidad y desarrollo de carrera profesional de los jóvenes que se encuentran en la búsqueda de su primer empleo o con el objetivo de mejorar un primer o segundo empleo infracualificado, siento que se encuentran en el terreno de lo desordenado. Las sensaciones que comparten es que no entienden lo que pasa y que todo lo que saben o les dijeron ya no sirve: El pasaporte tradicional para el acceso a un empleo de mayor calidad, el título universitario, ahora solo es un elemento de criba, lo que valoran las empresas son comportamientos como la proactividad, la creatividad, la inteligencia emocional, el trabajo en equipo, la flexibilidad, la capacidad de adaptación, y la comunicación, ¿y donde se aprende todo eso? ¿En la Universidad? ¿como se demuestra? ¿En el cv ? ¿con el título de un curso en habilidades de comunicación, liderazgo o similar? Yo estudie ingeniería para ser ingeniero/a y ahora resulta que tengo que ser líder, ser comunicador, etc. Nuestros jóvenes están desorientados, confundidos. No deberíamos olvidar que fueron educados por personas que han vivido la mayor parte de su vida en un contexto simple a complicado, y la educación que reciben apenas les prepara para un contexto complicado. De repente se ven abocados a un contexto laboral complejo aunque siguen operando con prácticas obvias o buenas prácticas, que en la mayor parte de los casos se han quedado obsoletas, y para colmo no solo han vivido la crisis económica del 2008 sino que les ha tocado de lleno el caos de la reciente crisis sanitaria mundial debida a la situación de pandemia.
Es probable que estemos ante un nuevo Renacimiento y que todos necesitemos «Atrévernos a ser, pensar y actuar como Leornardo Da Vinci»y eso requiere muchos cambios a nivel emocional, mental y conductual.
Como mentores podemos convertirnos en los guías de nuestros jóvenes para navegar en los mares de la incertidumbre y la complejidad, ayudándoles a identificar el norte, su propósito, conectar con él, y poniendo a punto su brújula y su radar.El mundo de la complejidad es un mundo sin certezas y esto para el ser humano genera una gran ansiedad, el propósito personal y vital será la única y gran certeza a la que aferrarnos, la que dará sentido a nuestra existencia y nos guiará en la toma de decisiones. El propósito es el norte, y este se irá concretando en metas y objetivos, esto es lo que permite salir del desorden y el caos y poder entrar a manejar la complejidad y la incertidumbre.
Podemos ayudarlos a cultivar la curiosidad, la experimentación práctica, la versatilidad, la empatía, la intuición, con el objetivo de que puedan hacer un matching efectivo entre sus aspiraciones, sus motivaciones, sus capacidades individuales (potencial + características personales) y las oportunidades que el entorno ofrece para que puedan desarrollarse y lograr sus metas. En la combinación adecuada de esos cuatro elementos está la intersección del éxito de cualquier carrera personal y profesional. Para ello será necesario que les impulsemos a explorarse y explorar el entorno, a comprenderse y comprenderlo, a experimentar e ir identificando las estrategias que les ayudan a progresar y lograr sus objetivos. Es importante incentivarles a adoptar una actitud de conspiración proactiva en el mercado de trabajo: conversar, empatizar, co-crear, experimentar, reflexionar, aprender. Establecer un diálogo fluido con el contexto laboral preguntándolo que necesita, escuchando de forma reflexiva, identificando tendencias, creando y experimentando lo creado, aprendiendo de la experiencia para ir adaptándonos a los cambios que emergen, llevar a cabo, lo que en antropología se llama, una observación participante, seguida de una inmersión práctica activa en base a ella.
1.- Rol acompañante: comprender lo que está pasando fuera y comprender lo que está pasando dentro de ellos, sus preocupaciones, frustraciones, aspiraciones, motivaciones.
2.-Rol Indagador: Cuestionar y cuestionarse muchas de las creencias y dogmas en las que fueron educados, la primera de todas ellas que el título no les define porque son mucho más que un título.
3.- Rol Explorador y Amplificador de opciones: Estimular la creatividad, ampliar las perspectivas, amplificarlas alternativas y opciones, como comenzar a mirar más allá del título y explorar que competencias me ha aportado y donde pueden ser necesarias y valoradas.
4.-Rol Informador, Consejero y Proveedor de Recursos: Amplificar el conocimiento y expandir el aprendizaje sobre cómo funciona el mundo laboral, las empresas, qué hay que entender y saber, donde obtenerlo.
5.- Rol Impulsor: Activar la motivación, movilizar a la acción y la experimentación. Cada día se valora más la experiencia y esa no la dan los títulos ni las formaciones. Es importante que los jóvenes adquieran experiencia para poder adquirir competencias y ambos no solo se obtienen en los trabajos remunerados. Ayudarles a identificar oportunidades para experimentar y animarles a hacerlo.
6.- Rol Conector: Visibilizar el talento de los jóvenes, tejer redes de apoyo y crecimiento.
7.- Rol Modelo de Comportamientos: Inspirar a través de historias compartidas y el ejemplo, modelar comportamientos, que no es lo mismo que modelar personas.
Todos tenemos un proyecto personal que da sentido a nuestra vida, descubrirlo y realizarlo lo cambia todo. Nuestros jóvenes necesitan rescatar esa ilusión y esa esperanza, nuestra misión como mentores es inspirarlos y guiarlos para lograrlo. Somos #Rescatadores de Esperanza
El pasado 29 de Mayo celebramos el 5º Encuentro Virtual de Mentoring Grupal by Escuela de Mentoring «Conversaciones con Propósito» bajo el título de #Mentores del Talento De nuevo nos reunimos un grupo diverso de personas de diferentes países, esta vez España, Suiza, Portugal, Argentina para compartir inquietudes, ideas, aspiraciones y sobre todo compromisos de acción para actuar como #agentesdecambio en nuestros entornos a través del mentoring.
En esta ocasión el grupo estaba conformado por todos los 10 participantes en el Curso Online «Iniciación al Mentoring» que comenzamos el 1 de Abril y finalizamos el 31 de Mayo. De nuevo el encuentro comienza con una pregunta: ¿Qué queremos lograr como futuros mentores? Las respuestas fueron variadas, pero en todas ellas se apreciaban algunos puntos de conexión: como transmitir toda la potencialidad del mentoring, como hacer ver la diferencia frente a otras prácticas o metodologías, cómo aplicarlo a mi trabajo diario, cómo enriquecer mi rol a través del mentoring. En el grupo confluían personas del ámbito de la orientación laboral, de la consultoría, de la formación de idiomas, apoyo a emprendedores, tercer sector, formación.
Tras esta primera parte llega el momento de ponerle foco a la sesión y explorar opciones en torno a él: ¿Qué ideas proponeis para contribuir a la difusión del mentoring y sus beneficios en vuestros diferentes ámbitos Y las ideas empezaron a brotar:
Se habla de la importancia de sistematizar nuestras experiencias vitales al afrontar retos como la reinvención profesional, la adaptación a vivir en un nuevo país, comenzar un negocio o proyecto nuevo, para que sirvan de verdadero aprendizaje para aquellos a los que queremos acompañar como mentores. Todos coinciden en la necesidad de tener muy claras las diferentes dimensiones del rol de mentor y cultivar aquellas que son más específicas de este rol como informador, consejero, proveedor de recursos, conector y modelo de comportamientos porque contribuyen a enriquecer muchos los procesos de mentoring. Estas dimensiones son un elemento diferenciador que aporta mucho valor a otros y es importante trabajarlas estando al día de conocimientos, herramientas, recursos, siendo conscientes de cómo influimos en otros a través de nuestro comportamiento, o diversificando nuestros contactos y relaciones.
Pero pensar no es suficiente, desear no es suficiente, los cambios solo se producen en la acción, los objetivos solo se logran en la realidad, actuando. Así que llego el momento de plantear la pregunta que suele cerrar toda sesión de mentoring: ¿Que vas a hacer a partir de mañana para contribuir a impulsar la figura del mentor/a? De todo ello surgieron acciones precisas y con propósito, compartimos algunas de ellas.
- Publicar un artículo sobre las diferencias entre mentoring y coaching desde una visión de la experiencia personal en ambos roles.
- Publicar un artículo sobre como el mentoring puede contribuir en el aprendizaje de un nuevo idioma.
- Diseñar un curso de formador de formadores basado en la metodología del mentoring
- Escribir un artículo sobre una experiencia concreta de aplicación del mentoring en el acompañamiento a emprendedores
- Incluir en los perfiles de linkedin, cv, bio y demás soportes la formación en mentoring recibida y darle relevancia al rol de mentor/a
El mentoring es aprendizaje de la experiencia a través de la reflexión y la conversación. Es co-creación de aprendizaje entre personas diferentes, cuando lo elevamos al nivel grupal los hallazgos se multiplican.
Un nuevo encuentro muy enriquecedor, lleno de reflexiones, ideas y aprendizaje, pero lo más importante de compromisos de acción para liderar cambios en nuestros entornos. Muchas gracias de nuevo a todos los participantes.