Construir relaciones enriquecedoras es para mi una máxima en la vida, no entiendo las relaciones de otra forma. Hace unos días, para hablar de la Inteligencia Relacional en la formacion que estaba impartiendo en la 1º Certificación Internacional en Mentoring en Perú, puse esta maravilla de frase de Carl Rogers que habla sobre las relaciones de ayuda, acompañamiento y aprendizaje, porque esta es para mi la definición de una relación de mentoring y de cualquier relación.
“Toda relación en la que al menos una de las partes intenta promover en el otro el desarrollo, la maduración y la capacidad de funcionar mejor y enfrentar la vida de manera más adecuada”.
Uno de los alumnos comento que para él esta era la definición del amor, a lo cual conteste que efectivamente, que el mentoring es una relación de amor, de amor por el ser humano, y que cuando construimos relaciones como las que describe Carl Rogers lo que estamos es dando amor, y estamos demostrando amor por el otro. Solo desde el amor se puede florecer y crecer como personas, por eso debemos cambiar la forma en que nos relacionamos y conversamos, si queremos crear más amor en el mundo, y que las personas puedan cumplir su deseo innato de desarrollarse y realizarse.
La Inteligencia Relacional forma parte del talento, sin desarrollar la primera es imposible lograr que nuestro talento florezca y brille. Los mentores y los coach creamos relaciones de aprendizaje y crecimiento que permiten hacer brotar el talento y hacerlo crecer. En este post quiero compartir contigo lo que para mi son las 12 Habilidades de la Inteligencia Relacional, que practicamos en nuestro modelo de coaching y mentoring para crear relaciones con engagement.
1.- Practicar el silencio: saber cómo permanecer callado, cómo evitar intervenir en el discurso del otro, no interrumpir, no querer llenar el espacio que deja el silencio.
Acompañar en el silencio es abandonarme en los brazos del otro y olvidarme de mi ego, de mi necesidad de satisfacer el sentirme útil, resolver, aconsejar, demostrar mi gran conocimiento y experiencia, o mi necesidad de reconocimiento.
No dejar espacio al silencio impide al otro la posibilidad de desvelar sus estados internos y explorarlos para elevar su autoconocimiento y comprensión.
2.- Acoger: El silencio en combinación con la escucha global y profunda, ayudan a acoger activa y cálidamente, comprender y aceptar las ideas y modelos de pensamiento del otro, sus emociones, reacciones, afirmaciones, dudas, tal y como son. Acoger significa no evaluar, no juzgar, no se trata de estar de acuerdo o en desacuerdo, ni de comparar, es simplemente recibir y acoger lo que el otro nos comparte.
Acoger con el cuerpo, con el alma, con el corazón y con el pensamiento, acoger con todo nuestro ser para ofrecer al otro el espacio de confianza y apertura que necesita para explorar su potencial.
3.- Mirar: La mirada junto con una postura abierta, es el recurso más valioso para acoger, generar confianza, crear apertura y conexión en una relación. Cuatro minutos de conexión de miradas generar una mayor intimidad en las relaciones, y esto tiene efectos sorprendentes.
Las personas percibimos de forma instantánea cualquier ruptura del contacto de la mirada, lo que desencadena una ruptura de la conversación, y probablemente una ruptura de la conexión en la relación. La mayor parte de las rupturas en la mirada provienen de nuestro diálogo interior, cuando nos atrapa, atrapa nuestra atención, y la desvía de la atención del otro. Ya no estamos con él, ya no conversamos con él, estamos inmersos en una conversación interminable con nuestro ego.
4.- Acompañar, de forma verbal y no verbal, a través del asentimiento con la cabeza o la mirada, de la sonrisa, o a través de sonidos o palabras. Asentir con la cabeza de forma natural en consonancia con las palabras de otra persona le transmite que estamos presentes para él y que le aceptamos. Si además lo acompañamos con expresiones verbales del tipo “que interesante, continúa” o interjecciones como eh, eh, sí, sí, ¡guau!, ¿en serio? ¿y? ¿entonces? etc., se sentirá aún más acompañado.
Eso si, sin pasarse, sin invadir su espacio, debemos tener en cuenta si es una persona extrovertida, que necesitan manifestaciones más continuas de la presencia, o introvertida, que suelen suelen sentirse bastante cómodos con una menor presencia e intervención.
Otra forma muy eficaz de acompañamiento verbal es repetir la última palabra o las palabras más importantes o significativas del otro, esto hace que la conversación se convierta en un verdadero baile sincronizado.
5.-Reforzar positivamente: el refuerzo positivo fortalece a la persona, la impulsa a seguir, la motiva a continuar. Comentarios del tipo «Buen trabajo , “Gran trabajo”, “Te felicito por todo tu trabajo y los resultados conseguidos” o “Admiro tu afán de superación”,“Qué buena idea”, Qué interesante!, mantienen la relación viva, conectada y al cliente fortalecido, siempre que sean auténticos y oportunos.
6.-Validar: facilitar al cliente que pueda darse permiso para aceptar su propia realidad, emociones, ideas, pensamientos. La idea es que no se sienta culpable por tenerlos, que pueda ver que los experimentan más personas, que no es algo que le pase solo a él. Por ejemplo, si el cliente menciona “Tengo dificultades para confiar en la gente en mi entorno de trabajo” , puede ser validado diciendo “entiendo a veces las relaciones en el trabajo son dificiles”, ¿con que tipo de personas te ocurre?
Este tipo de respuesta de validación sirve para desdramatizar el problema y conseguir una mayor apertura para que el cliente explore la situación sin sentimientos de culpa o miedo a ser juzgado.
7.- Practicar el Humor: El humor es una habilidad que hay que saber manejar de una forma muy certera, y auténtica. El humor forzado y a destiempo rompe la relación y desconecta al cliente. El humor bien empleado sirve para rebajar tensión, para permitir al otro un reencuadre de la situación y contemplar otras formas para superar un bloqueo, para ampliar la perspectiva, para aportar positividad inteligente. La dosis adecuada de humor en el momento preciso puede ayudar al cliente a distanciarse saludablemente del problema descrito, y activar su creatividad, su amplitud de pensamiento, y una mejor y más amplia perspectiva.
8.-Pedir permiso: Las relaciones de aprendizaje respetan el espacio del cliente para que reflexione y hable de sus cosas. De la misma manera que se debe llamar a la puerta antes de entrar en una casa ajena, debemos pedir permiso antes de introducirnos en la vida, y el marco de pensamiento del otro, en las distintas habitaciones de su mente, de su experiencia vital, y de su emocionalidad. Algunas de las expresiones que podemos utilizar para pedir permiso son:“¿Puedo interrumpirte?”, “¿Puedo hacerte una pregunta?”, “¿Puedo compartir contigo mi sensación en este momento?”, “Me gustaría decirle lo que pienso, ¿me permites?”.
Pedir permiso es una muestra de respeto hacia el otro que refuerza la relación. Además, pedir permiso enfoca la atención sobre lo que se va a compartir y esto hace la conversación mucho más fluida.
9.-Invitar: Otra habilidad, que muestra consideración y respeto hacia el otro, es invitarle a que decida, opine, aporte su visión, etc. Invitar supone poner en el centro al otro, darle su sitio, hacerle protagonista, y fomenta la toma de responsabilidad.
«¿Por dónde quieres empezar a trabajar?» es una invitación abierta para que el cliente comience a hablar.
“Te invito a trabajar sobre esto a través de la siguiente dinámica…podría ser una forma de sugerir al cliente a explorar otras vías de trabajar su objetivo o situación.
10.- Desnudarse: Esta habilidad empática consiste en compartir nuestros sentimientos con el cliente, o nuestras vivencias más personales, en momentos en los que el cliente necesite una mayor cercanía, proximidad y conexión en la relación, encontrar a un hermano en la relación, para sentirse acompañado a un nivel más profundo. Algunas formas de hacerlo pueden ser:“Me ha tocado el corazón lo que acabas de decir”, “Me gustaría compartir contigo una vivencia personal, que puede ayudarte a comprender lo que te está pasando. Te gustaría conocerla?
Los que acompañamos a personas debemos aceptar y amar nuestra vulnerabilidad, porque además de ayudarnos a aceptar la de otros, comprenderla y ayudarles a reconciliarse con ella, nos servirá para humildemente asumir nuestros límites y compartirlos con el cliente, sin vergüenza, cuando sea necesario. La expresión de una emoción intensa o admitir un sentimiento difícil que surja en una sesión puede ayudar a afianzar la relación, a recuperar el estado necesario para seguir, y aportar un ejemplo de gestión emocional al cliente.
Desnudarse implica también arriesgarse a compartir nuestras percepciones e intuiciones con el cliente sobre lo que nos está relatando, para ayudarle a tomar conciencia de algo que ha escapado a su atención. Compartirlas supone asumirlas como propias y la posibilidad de que sean equivocadas, pues siempre deberán ser confirmadas por el cliente.
”Tengo la impresión de que esta última opción que has propuesto no es la que más te motiva. ¿Estoy en lo cierto?”
“Creo intuir cierta emoción en tus palabras. ¿Me equivoco? ¿Qué estas sintiendo?
11.-Reformular: consiste en volver a expresar con las propias palabras una idea compleja o extensa desarrollada por el cliente y, después, preguntarle sobre la exactitud de la respuesta. Una buena reformulación transmite al otro que le escuchamos con total atención, le comprendemos y estamos ahí con toda nuestra atención para ayudarle. Por respeto hacia el otro, toda reformulación debe ser validada por él.
Reformular sirve también para hacer de espejo con el cliente, al ponerle delante sus reflexiones y palabras y poder contemplarlas con distancia.
12.- Asumir lo propio y no apropiarse de lo ajeno: cuando comunicamos debemos hacerlo desde el yo, asumiendo nuestras ideas, intuiciones, reformulaciones, etc., y no atribuírselas al cliente, a otra persona, o a no se sabe quien (el famoso «dicen», «la gente»…). También debemos devolverle al cliente todo lo suyo y no apropiarnos de sus decisiones, sus logros, sus responsabilidades. Expresiones como “Podría estar equivocado pero…”,“No estoy seguro de su comentario pero…”,“No sé si le he entendido bien pero…”,“No estoy seguro de estar siguiéndole pero…”,“Esto podría ser una interpretación mía pero …”, etc., son algunas maneras de introducir un punto de vista, una reformulación o una percepción, al tiempo que damos al cliente la oportunidad de rechazarla, aceptando y admitiendo que nuestra aportación o percepción no ha sido útil para el cliente.
Si practicas estas 12 habilidades construirás relaciones enriquecedoras, estimulantes y gratificantes, que no sólo redundarán en tu crecimiento, sino en el de los demás. Si quieres empezar a trabajar en ello te esperamos para acompañarte a través de nuestra metodología Integral Generative Mentoring.