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Andaríamos mejor si no fuera porque hemos construido demasiados muros y no suficientes puentes. Dominique Georges

¿Por qué necesitamos puentes?

Los puentes, desde antiguo han sido indispensables para el desarrollo de la vida. Porque en la vida, cuando queremos avanzar y lograr un objetivo, aparecen obstáculos en el camino y para sortearlos el ser humano ha ideado la construcción de los puentes.

Un puente es un símbolo de la motivación, la inteligencia y el esfuerzo del ser humano:

-La motivación por querer alcanzar algo que está más allá de nosotros, por superarnos, por ampliar nuestros horizontes vitales. 

-La inteligencia de buscar como pasar desde donde estamos hasta donde queremos estar, de buscar la mejor manera de hacerlo, de construir la solución que nos permite realizar ese tránsito con fluidez y eficacia. 

-El esfuerzo por construir las estrategias que nos ayudarán a superar las dificultades, contratiempos y obstáculos del camino y perseverar en seguir caminando. 

El puente simboliza el triunfo de la voluntad humana, del deseo de superarnos y del coraje y el compromiso de hacerlo. Es la victoria del ser humano sobre las circunstancias.

El mentor como puente

El desafío de llegar al otro lado es amenazante, arduo, nos pone a prueba continuamente y resulta mucho más difícil y doloroso cuando no se cuenta con apoyos para afrontarlo. Afloran muchas emociones como la rabia, el miedo, la frustración, la desesperanza, la desmotivación, y la impotencia. Por eso no es lo mismo cruzar al otro lado solo que acompañado, no es lo mismo hacerlo acompañado por cualquiera, que acompañado por alguien que sabe lo que hay al otro lado, que ya ha cruzado muchos puentes. 

Muchas personas pueden estar  en un momento de su vida en el que buscan acceder a su primer empleo o mejorar el actual para hacer realidad sus aspiraciones profesionales y personales. A veces ese primer empleo o esa mejora de empleo también es un puente para una vida mejor: poder independizarse de los padres, crear una familia, tener casa propia, ir a vivir al extranjero, cumplir algún otro sueño, disfrutar de una vida más tranquila y holgada económicamente. 

En este camino un mentor ayuda a construir puentes y a caminar por ellos para lograr  metas, porque él ya ha pasado por ahí: ya sabe lo que es buscar y lograr el primer empleo, lo que es toma la decisión de dejar el actual para encontrar otro mejor; sabe lo que es cambiarse de ciudad para mejorar profesionalmente, arriesgar una situación laboral cómoda por perseguir un sueño, comenzar en una nueva empresa o en un nuevo puesto de trabajo.

Porque ha atravesado muchos puentes con éxito ha podido acumular todas esas vivencias, conocimientos, información, experiencia, recursos, contactos y habilidades que va a compartir con otros para que puedan llegar al otro lado del puente con más seguridad, confianza, rapidez, eficacia y éxito.

Un mentor te ayuda a ver donde no ves

Imagina que vas solo de noche por una carretera con el objetivo de llegar a casa y solo puedes utilizar las luces cortas del coche. ¿Cómo te sentirías? ¿Cuánto tardarías? ¿Cuánto aumentarían las posibilidades de tener una accidente? 

Las luces largas son los mentores, nos ayudan a ver donde no vemos. Saben encenderlas y apagarlas cuando corresponde. Ver donde no vemos es muy importante para tomar buenas decisiones porque si no estarán limitadas por nuestro conocimiento actual, el que tenemos a la entrada del puente. Pero para vivir bien hay que tener información adecuada y esos son los puentes que crea el mentor.

Los puentes que ayuda a construir y cruzar un mentor

  • Pasar de la dispersión y la duda al foco, de no tener claro lo que quieres, de no saber hacia dónde encaminarte profesionalmente, a qué puesto o empresas postular, a tener claro dónde está tu sitio y cómo llegar a él.
  • De la inconsciencia a la consciencia, al autoconocimiento sobre tus fortalezas, potencial y talento y dónde puede aportar más y saber como mostrarlo a las empresas que te interesan. También a ser conscientes de tus historias y tus guiones de vida y como influyen en tus expectativas, relaciones, actitudes y comportamientos para que no te gobiernen. Es bastante habitual que los mentees se den cuenta de como su perfeccionismo o su alto nivel de exigencia les hace ser rígidos y que esta actitud choca con la flexibilidad y la versatilidad que hoy quieren las empresas.
  • De una visión corta a una visión ampliada, de verte solo como periodista, porque has estudiado esa carrera y trabajado en medios de comunicación a vislumbrar que también puedes trabajar en departamentos de comunicación de las empresas e, incluso, llegar a ser director de comunicación de alguna de ellas.
  • Del desconocimiento al conocimiento, como por ejemplo conocer que es lo que valoran más las empresas en una entrevista de selección y como responder a determinadas preguntas para hacerles ver eso que valoran. 
  • De la limitación a las posibilidades, aprendiendo a identificar oportunidades y aprovecharlas. Desde hace 3 años desarrollamos un programa de mentoring para investigadores pre-doc con IMDEA ENERGÍA para prepararlos A dar el salto al mercado de trabajo tras lograr presentar su tesis doctoral y convertirse en doctores. Al inicio del programa casi todos se enfocan en buscar trabajo en institutos de investigación similares a IMDEA y nadie se plantea hacerlo en empresas, los mentores les ayudan a ver todas las posibilidades que hay para investigadores en el mundo empresarial y cómo acceder a él.
  • De la inacción a los resultados, cambiar el perfil de linkedin, hacerlo más atractivo y comenzar a ser visibles para quienes pueden contratarnos es una pequeña acción que puede cambiar tu futuro profesional.
  • De la idealidad a la realidad, porque muchas veces idealizamos trabajos y puestos y sufrimos un choque con la realidad cuando accedemos a ellos, que nos hacen tardar mucho tiempo en adaptarnos a ellos o darnos cuenta de que no son los adecuados para nosotros.
  • De la incompetencia a la competencia, desarrollando habilidades como presentarse a diferentes personas en un evento de networking, a través de la experiencia y el ejemplo del mentor.
  • De la oscuridad a la visibilidad, porque un mentor sabe como hacer visible tu talento, dónde hacerlo brillar.

El mentoring es acción

El mentor ayuda a construir el puente: a que los mentees establezcan objetivos claros, a que se conozcan mejor para saber mostrar todo su talento, a aprender a gestionar el estrés, afrontar situaciones difíciles, ser resilientes, gestionar la motivación, a entender el entorno de las empresas, del mercado laboral y saber como moverse en él para tomar decisiones sabias. 

Las sesiones y conversaciones con el mentor sirven para construir todos esos puentes y para estar más preparados para atravesarlos. También acompañará en el camino, pero el camino, el puente lo tiene que cruzar el mentee.

El mentoring es acción, son conversaciones que se transforman en decisiones, decisiones en acciones y acciones en resultados. La conversación la facilita el mentor, pero la acción la tiene que poner en práctica el mentee. Si no lo hace, si no experimenta, si no se reta a hacer cosas nuevas y diferentes, si no pasa a la acción, nunca lograrán cruzar el puente y lograr sus metas. Los mentores no son conseguidores, son facilitadores. No consiguen trabajos, ayudan a encontrarlos.

El puente más difícil de cruzar

Dentro de ese camino ayudan a cruzar el puente más difícil de atravesar, que no suele estar fuera, sino dentro de nosotros. Es el puente que nos hace dejar el miedo atrás para invertir todo nuestro tiempo, esfuerzo, recursos y energía en alcanzar aquello que amamos.

El puente más difícil de cruzar es el que va del miedo al amor. El puente entre eso que deseamos y queremos, pero no conocemos, esto que está por vivir, por crear, por lograr (lo nuevo) y lo que tememos perder, lo que somos, lo que nos cuesta dejar atrás, lo que conocemos (lo viejo) y también lo que tememos no lograr, no llegar a ser, no llegar a vivir. 

Si yo no hubiera cruzado el puente de autopublicar mi primer libro en Amazon, que llevaba un año encerrado en un cajón, hoy probablemente no estaría trabajando en más de 14 países diferentes, con grandes multinacionales, fundaciones y entidades públicas, no habría publicado 3 libros más, varias guías y un estudio de impacto socio-económico del mentoring. Si no me hubiera apoyado en un mentor para hacerlo a lo mejor nunca lo hubiera cruzado o habría tardado mucho más tiempo. 

Se lo que es el miedo a no poder lograr eso que es lo que más quieres, en mi caso escribir, publicar libros y compartir lo que significa el mentoring en la vida de una persona. Sé lo difícil que es atravesar determinados puentes, se lo que es contar con el apoyo y guía de un mentor para hacerlo, por eso los he buscado y los sigo buscando en mi vida cuando necesito pasar al siguiente nivel. Por eso creo tanto en el valor del mentoring y me dedico a compartirlo con otros. 

Al final del puente

Hace una semanas una mentee, participante en uno de los programas de mentoring que se expusieron en Bilbao Mentoring Conference, definió su experiencia con su mentora y su proceso de mentoring como: aliento y empoderamiento. El aliento es lo que tendrá cada mentee al comienzo del proceso y en cada paso del camino para cruzar el puente y empoderamiento será lo que experimentará al llegar al otro lado, al lograr su meta al final del proceso. 

El mentor experimenta lo que significa trascender, renacer a través de otro, renovarse como persona a través de las decisiones y los logros de otro, lo que es dejar huella, plantar una semilla y verla crecer. Lo que es ser parte del cambio.

Experimentar el poder de atravesar el puente, de vencer obstáculos, de descubrir nuevas posibilidades en uno mismo, de lograr lo que te propones es transformador, para el mentee y para el mentor, empodera y permanece como un aprendizaje que nunca se olvida.

Dicen que quien construye un puente gana la inmortalidad, porque el puente seguirá siempre ahí, resonará en el mentee en cada experiencia y nuevo reto a enfrentar y en el mentor cada vez que acompañe a construir nuevos puentes. 

Un proceso de mentoring es un puente que unirá a mentor y mentee de por vida, porque es una experiencia compartida, genuina, única, gratificante, enriquecedora y empoderadora.

Al final del puente hay muchos aprendizajes, mucha motivación, mucha resiliencia, mucho fortalecimiento y crecimiento como persona y una inteligencia expandida que nos ayuda a caminar por la vida con más fluidez y confianza. 

Somos la suma de los puentes que construimos, los puentes que cruzamos y las personas que nos han ayudado y ayudaremos a atravesarlos. 

Autora: María Luisa de Miguel

Directora de la Escuela de Mentoring

«El Camino del Artista» es uno de los libros que más han influido en mi vida. Encontrarlo, en una de mis visitas a los «templos libreros», fue un descubrimiento lleno de sorpresas, que llego en el momento preciso, en ese momento en que mi alma artista estaba pidiendo a gritos que la escucharán.

Julia Cameron, su autora, es guionista de cine y televisión en Hollywood, productora y directora, escritora, periodista en el Whashintong Post, New York Times y muchos más, pero sobre todo es una artista dedicada a ayudar a recuperar el alma creativa que todos tenemos, rompiendo los bloqueos que la impiden respirar.

Si sientes que en ti vive un artista que suspira por salir, te invito a que hagas el «Camino del Artista» y a que te des la oportunidad de recuperar tu naturaleza creativa, esa con la que todos nacemos y que la educación y la sociedad se empeña en anular. Y como dice Julia Cameron, «lo primero que necesitas para rescatar tu creatividad es saber donde encontrarla».

La creatividad vive en nosotros, a veces de forma inconsciente y acallada por nuestra mente lógica, calculadora y racional, que muchas veces se convierte en un censor crítico implacable de nuestrsa ideas, ocurrencias, inventos y sueños, hasta el punto de no creer en ellos. Para qué esto no ocurra Julia Cameron dice que hay que «enviar al cerebro lógico al banquillo para que entre en juego nuestro cerebro artístico». Y para ello propone escribir todos los días 3 páginas matutinas y tener una cita semanal con nuestro artista interior.

Las páginas matutinas serán nuestra primera acción al despertar, donde dejamos total libertad a nuestra mente creativa e inconsciente, volcando al papel todo lo que surja sin ningún tipo de censura y no volverlo a leer. En estas páginas plasmaremos todo nuestro flujo de conciencia, sin pensar, escribiendo todo lo que sale sin mas, sin buscar escribir bien, ni darle forma, pura naturaleza sin aditivos. Probablemente en esas páginas se alojen muchas quejas, emociones reprimidas, miedos, enfados, que son precisamente la maleza que se interpone entre nosotros y nuestra creatividad. Son pura actividad expresiva.

Las páginas matutinas son la liberación del artista.

La cita semanal con nuestra artista interior supone planear un momento a la semana solo para ti, donde estés completamente solo contigo mismo durante al menos una hora. Se trata de una hora dedicada al placer, al disfrute en soledad buscando hacer cosas que puedan nutrir a tu artista: dar un paseo al lado del mar, sentarte en un parque, visitar un museo, ir al teatro, visitar un mercadillo, ir a la playa, a la montaña, al cine. Las opciones pueden ser múltiples, la única condición es que las hagas solo y que sea un regalo de tiempo propio y disfrute  que te das solo para ti.

Las citas con el artista son el reencuentro con tu alma creativa.

Ahora que ya sabes como liberar a tu artista y como reencontrarte con tu creatividad, es el momento de emprender el camino para rehabilitar a tu artista interior. Este camino es un trabajo de 12 semanas en el que tendrás que comprometerte por completo y sin fisuras a realizar todas las pruebas necesarias para lograr tu recuperación y vivir todas las sensaciones que necesita un artista para dar rienda suelta a su creatividad:

El camino del artista

 

Primera semana: Recuperar una sensación de seguridad

El miedo a nuestro yo creativo es el miedo a lo desconocido, a lo diferente, a lo que se sale de la norma. Es el miedo a perder el control. La primera semana del camino estará dedicada a perder ese miedo y a confiar en tu creatividad.

Segunda semana: Recuperar una sensación de identidad

A menudo por complacer, por seguir a los demás o por miedo a quedarnos solos,nos plegamos a las demandas y necesidades de otros y olvidamos nuestra propia identidad. Durante esta semana recuperas tu identidad creativa prestando atención plena a lo que tu eres, tu quieres y tu necesitas, rodeándote de personas que te dan eso que necesitas y huyendo de todas las que anulan, desprecian o reprimen tus necesidades creativas.

Tercera semana: Recuperar una sensación de poder

Muchas veces reprimimos nuestro enfado y nuestra rabia por no poder hacer lo que queremos, por aguantar lo que no toleramos o por estar en sitios ajenos. La ira es un mensajero al que debemos escuchar porque nos indica qué nos esta robando nuestro poder personal y a qué parte de nosotros estamos traicionando.

En esta semana recuperarás tu poder creativo y aprenderás a buscar y crear espacios de protección para mantenerlo a salvo.

Cuarta semana: Recuperar una sensación de integridad

A partir de esta semana dejarás de ser políticamente correcto, abandonarás las frases hechas, la expresión de emociones socialmente aceptables o convenientes y empezaras a sentir y expresar lo que es auténticamente tuyo de forma asertiva y responsable. Dejarás de negarte a ti mismo para reafirmarte.

Quinta semana: Recuperar una sensación de posibilidad

¿A cuantas cosas renuncias porque te dices que no pueden ser? ¿Cuanto tiempo llevas aplazando tus sueños porque no es el momento? ¿Cuantas cosas has dejado de probar o de intentar porque te dices no son para ti o piensas en lo que puedes perder?

Se acabaron las negaciones, las privaciones y los no puedo, empiezas a enfocarte en las posibilidades y a darte permisos.

Sexta semana: Recuperar una sensación de abundancia

A menudo somos tacaños con nosotros mismos, en tiempo, en cuidados, en regalos, en espacios de disfrute y todo eso anula nuestra creatividad. Crear exige generosidad: para dar también hay que recibir. La creatividad es dar a luz, pero antes del alumbramiento hay todo un periodo de gestación en el que es necesario darnos cuidados, descansos, nutrirnos bien, etc.

En esta semana aprenderás a darte con abundancia para poder crear en igual medida.

Séptima semana: Recuperar una sensación de conexión

Julia Cameron dice que «Crear no es idear, es escuchar lo que ya hay dentro» Por eso esta semana estará dedicada a conectar nuestro mundo interno con el mundo externo. De esa conexion surgirán nuestras mejores creaciones.

Octava semana: Recuperar una sensación de fortaleza

Ahora debes prepararte para asumir las pérdidas y fracasos que se dan en toda carrera artística, pues no todo son éxitos. Afrontar la pérdida de tu orgullo por un trabajo no valorado, la pérdida de dinero por tener tiempo expresivo y «no productivo» en términos económicos, la pérdida de esperanza cuando no encuentras la inspiración y la pérdida de fe en ti mismo cuando te bloqueas te hará más fuerte y evitara que dejes de crear. Para salir reforzado de una pérdida debes experimentarla abiertamente, expresarla y lamentarla sin censuras.

Novena semana: Recuperar una sensación de compasión

Si te bloqueas, si sientes miedo, si te da vergüenza, si dudas de ti, si te sientes culpable, deja de machacarte y emplea toda tu energía en ser amable y compasivo contigo mismo, y si no es suficiente pide ayuda. Todos necesitamos una mano amiga que nos sostenga cuando flaqueamos.

Décima semana: Recuperar una sensación de autoprotección

El proceso creativo tiene peligros que lo acechan: el exceso de trabajo, los malos hábitos, la comida sin control, el alcohol, las malas relaciones y otros muchos excesos, cuyo único objetivo es llenar un vacío interior. En esta semana aprenderás a descubrir cuales son tus devoradores creativos y a auto protegerte de ellos para estar libre y poder crear.

Undécima semana: Recuperar una sensación de autonomía

Y llegó el momento del camino en que te dices SOY ARTISTA. Y lo soy porque creo, y porque pongo todo mi ser en todo lo que hago. Eso es ser artista, y no tiene nada que ver con ser reconocido, tener éxito o ganar dinero. Tu autonomía como artista te la da lo que creas y el hecho de que nace de ti, no lo que ganas con ello, ni los resultados que obtienes de ello. Crea para crear y para nada más, esa será la fuente de tu autonomía artística.

Duodécima semana: Recuperar una sensación de fe

Y llegados al final del camino lo que te queda a partir de ahora es tener fe en ti mismo y comprometerte a ser fiel contigo. Confía en ti y ten presente en cada momento todo lo aprendido y recuperado en el camino de tu rehabilitación artística. Este camino es el que te recordara que si una vez pudiste hacerlo, nada te impedirá volverlo a hacer.

Este post es un tributo a un libro que me ha permitido recuperar a mi artista interior, por eso he querido compartirlo y despertar en ti las ganas de hacer ese camino. Si lo he conseguido no dejes de leer el libro y de hacer todos los ejercicios y prácticas que plantea. Lo he utilizado acompañando a muchas personas, como mentora, que quería también recorrer este camino y los resultados son sorprendentes.

 

Autora: Maria Luisa de Miguel

Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring

¿Te gustaría contar con el acompañamiento de un mentor/a para trabajar tu desarrollo profesional? La Escuela de #Mentoring (España y Latam) y la Red We-Evolution-Vital Voices Miami (Estados Unidos) continuan para el 2023 con su acuerdo de colaboración para permitir que esto sea posible, sin coste para ti.

 

Fieles a nuestro compromiso de impulsar el Liderazgo de las Mujeres la Escuela de Mentoring ha establecido un acuerdo de colaboración con la Red We Evolution-Vital Voices Miami para dar acceso a sus miembros a procesos de mentoring pro bono desarrollados por la Escuela de Mentoring. Fruto de este acuerdo, si eres miembro de la Red We Evolution-Vital Voices Miami, puedes contar con el acompañamiento de un mentor/a para trabajar tu desarrollo profesional durante 7 a 8 sesiones entre Mayo y Diciembre del 2023.

Las condiciones para participar en esta colaboración «Procesos de mentoring pro bono» son las siguientes:

Cupos disponibles: 10
Sin costo para miembros de la Red We Evolution-Vital Voice Miami
Plazo límite de inscripción: 15/05/2023
Fecha aproximada del inicio de los procesos de mentoring: Finales de Mayo.

Enviar el formulario que a continuación te puedes descargar a admon@escueladementoring.com.

Registro e inscripción:  a través de la Red We Evolution-Vital Voice Miami. DESCARGAR FORMULARIO

El mentor/a que, en su caso, se le asignará dentro de este acuerdo son personas de amplia trayectoria profesional en diferentes campos y sectores de actividad que están cursando su formación como mentores profesionales con la Escuela de Mentoring. Dentro de dicha formación para ser mentor/a profesional deben realizar sesiones prácticas de mentoring supervisadas por el equipo de la Escuela de Mentoring para obtener su titulación. Los procesos de mentoring pro bono se enmarcan dentro de este contexto de prácticas profesionales supervisadas.La solicitud presentada no significa la obligación de asignación de mentor/a puesto que la misma está supeditada a la existencia de un mentor/a que se ajuste a sus necesidades y características. Por tanto, una vez recibida su solicitud procederemos a la selección de su mentor/a en el plazo más breve posible y le comunicaremos el resultado de este proceso vía correo electrónico lo antes posible.  Los procesos desarrollados bajo la iniciativa “mentoring pro bono” siguen el protocolo ético y de calidad de la Escuela de Mentoring, se realizan bajo el principio de confidencialidad y se ejecutan bajo el marco de un acuerdo previo entre las partes en el que consta dicha confidencialidad.

 

Mucha suerte si vas a participar de esta excelente oportunidad de hacer crecer tu desempeño profesional.

«Cada palabra es una extraña isla

varias palabras son un archipielago

uno flota entre ellas y las piensa

y también las asume como propias

cada palabra viene con presagios

y con algún enigma entre sus letras

y por supuesto marcas indelebles

de los que alguna vez la pronunciaron

cada palabra pasa entre silencios

repartiendo demandas inocentes

dispuestas a colgarse en los oídos

de los protagonistas del paisaje

cada palabra viene con la historia

que le otorgó matices y sentido

sílaba a sílaba y bien ordenadas

con el acento donde corresponde

es una isla es claro es una isla

aquí me quedaré no se hasta cuado

y mientras tanto solo dejaré

que me acompañe la melancolía.»

Mario Benedetti

Somos guardianes de palabras, pues con ellas podemos crear islas, archipiélagos, territorios, realidades y mundos. Somos guardianes de palabras porque somos responsables de las que emitimos, de las que no pronunciamos y del mundo que estamos creando con ello.

Somos guardianes de palabras, de un inmenso mar  de palabras que lanzamos al mundo para poder vivir en él, para poder estar con otros, para poder crear con otros. En cada palabra que pronunciamos dejamos una huella, de nosotros depende la palabra que elegimos, el momento para decirla, la persona a la que va dirigida, la forma de unirla a otros palabras. De nosotros depende la huella que dejamos.

Todos somos guardianes de palabras y debemos ejercer este rol con consciencia y responsabilidad y, especialmente, los que nos dedicamos a trabajar con el lenguaje para acompañar a las personas en sus procesos de transformación y desarrollo, los que utilizamos la conversación como herramienta de aprendizaje y los que facilitamos la creación de islas de palabras para que otros puedan crear sus archipiélagos y conquistar sus sueños.

Como mentores nuestra misión es crear islas de palabras que sirvan de refugio a otros para reflexionar, para buscarse, para encontrarse, para reconocerse, para mirarse de otra forma, para despertar, para recuperar su poder creador, para volver a enamorarse de lo que son y, con todo ello, poder conquistar un  nuevo mundo, su mundo, el mundo que ellos quieren crear a su alrededor. Tenemos la responsabilidad de proteger, cuidar, cultivar esas islas de palabras, pues con ellas otros pueden encontrar el lugar donde quieren vivir.  Somos responsables de construir un mundo mejor a través de las palabras.

Con cada palabra que pronunciamos ejercemos o cedemos nuestro poder. No es lo mismo decir que «el mentoring me ha cambiado la vida», que decir, «yo he cambiado mi vida a través del mentoring». Lo primero supone otorgarle al mentoring un poder, que no solo no le corresponde, sino que arrebata el poder a sus verdaderos propietarios: las personas que con sus decisiones y acciones cambian su comportamiento, logran sus objetivos y crean una nueva realidad. Cuando decimos el mentoring, el coaching, un libro, u otra persona me ha cambiado la vida nos estamos desapropiando de nuestro logró y de nuestro poder y, lo que es peor, estamos otorgando el poder a otros, me da igual que sea el mentoring, un mentor, el coaching o la ultima tendencia de moda. El poder de cambiar la vida que queremos llevar es solo nuestro, no debemos cederlo, ni regalarlo, debemos ejercerlo y reconocernoslo.

El mentoring por definición ayuda a las personas a empoderarse, a ser conscientes de su poder y a ejercerlo, porque es suyo, no se lo da el mentoring,  ni los mentores. El lenguaje crea la realidad y la realidad que estamos creando con este lenguaje de «el mentoring te cambia la vida», «todos necesitan un mentor en su vida», es una realidad que no pone en el centro a las personas, si no al mentoring, es una realidad donde importa más vender que crear o dar. Este lenguaje no es el del mentoring, es el de la venta del mentoring, que pone al mentoring por encima de la persona, o lo que es peor, a los mentores y mentoras que lo vende como una mercancía. Si no somos consciente de cómo estamos contribuyendo a ello con nuestras palabras estamos perdiendo la perspectiva y, con ella, el sentido de una práctica que encierra muchos valores, más allá del negocio, la fama y otras veleidades.

Miriam Ortiz de Zarate en su libro «No es lo mismo» nos habla del poder de las palabras: “el lenguaje nos proporciona la capacidad de distinguir aquello que nombramos”, “cuando distinguimos algo nuevo, adquirimos un aprendizaje que amplía nuestra mirada y que, por tanto, modifica nuestra capacidad de acción”, “sólo somos capaces de observar aquello que podemos distinguir o separar en el lenguaje como algo diferente”Lo que se nombra tiene poder, posibilidad, lo que no se nombra no. Si el mentoring te cambia la vida, el poder lo tienen el mentoring y nuestra capacidad de acción no se ve ampliada, porque para cambiar siempre necesitaremos al mentoring. Ahora bien, si el mentoring me ha ayudado a cambiar mi vida, la perspectiva es muy distinta, puesto que yo he aprendido a como realizar cambios en mi vida, y como ya se hacerlo, puedo hacerlo en el futuro sólo,  porque lo he aprendido a través de un proceso de mentoring. Por eso me gusta tanto la definición que usamos en la Escuela de Mentoring sobre esta práctica: conversaciones que se transforman en decisiones, decisiones en acciones y acciones en resultados. La conversación la propicia el mentor/a, a través de la inteligencia conversacional, ahora bien, las decisiones y las acciones las realiza el cliente, el mentee.

Las palabras tienen el poder de describir la realidad y de transmitir nuestras emociones, de informar, de comunicar, de enseñarnos, de conectar, de despertar, de crear. El poder de las palabras es tan poderoso que pueden transformar la forma en la que percibimos la realidad, pueden emocionarnos, inspirarnos, descubrir matices que estaban ocultos. Lamentablemente también pueden socavar nuestra confianza, herirnos y herir, maltratarnos, encerrarnos, limitarnos.  Por eso, debemos tener cuidado en la elección de las palabras, en conocer bien su significado y su sentido, en emplearlas adecuadamente, en tener en cuenta no solo el mensaje consciente que pueden transmitir, sino también el mensaje inconsciente. Las palabras pueden abrir nuevas opciones y favorecer que una nueva realidad emerja.

Cada vez que vayas a pronunciar una palabra, piensa si es para dar poder o para quitarlo, piensa si vas a aportar claridad o confusión, piensa si estas ayudando con ella al otro, o estas curando tus propias heridas, piensa si engrandeces o empequeñeces, piensa si creas o destruyes, si amplias o reduces. Piensa en cada palabra que haces tuya porque detrás de cada una de ellas hay un ejercicio de amor por uno mismo y por los otros.  

Autora: Maria Luisa de Miguel

Directora Escuela de Mentoring

“En 1987 ayudé a un grupo de madres solteras en Ruanda a transformar un proyecto de beneficencia en un negocio de panadería para que pudieran obtener independencia económica y llevar una vida digna. Las mujeres ya sabían hornear pan, no había competencia real en dicho sector y existía un mercado para la venta del producto en el centro de la ciudad en el que había muchas oficinas de trabajo donde podía haber demanda del mismo. La cosa parecía fácil pero desde el principio no resultó, porque las mujeres llegaban tarde, robaban de la panadería, no se atrevían a acercarse a las oficinas y ofrecer el producto y cuando conseguían llegar a algún potencial cliente no sabía casi hablar y vender el producto. 

Me llevó mucho tiempo comprender lo que estaba ocurriendo, a pesar de que la oportunidad de negocio existía y puse en marcha, como gerente del mismo, todo lo necesario para que la aprovecharan. No supe ver que estas mujeres no habían salido nunca de su entorno, eran casi analfabetas, nadie les había enseñado a vender, provenían de entornos sin apenas ingresos y eran repudiadas y mal vistas por el resto de la sociedad. Llevaban demasiado tiempo viviendo bajo la idea de no ser dignas de muchas cosas, entre ellas, tener su propio negocio, ganar dinero y ser útiles. Todo ello me llevó a cambiar mi rol en el proyecto, además de gerente me convertí en instructora, animadora, compañera y amiga. 

Comencé a organizar sesiones formativas para explicarles como funcionan los negocios de forma que conectará con sus realidades, no con la mía; practicaba con ellas como presentarse y comenzar una conversación con desconocidos; las acompañe en sus tareas de ofrecer a los tenderos el producto, ayudándolas a convencerlos de que los compraran; cada mañana las recibía en la panadería para celebrar juntas cada nueva venta. Sus dificultades en el negocio de la panadería pasaron a ser las mías, con el objetivo de resolverlas no para ellas, sino con ellas.

Aunque me sentía frustrada a diario, descubrí que me gustaba la persona que yo era cuando estaba junto a estas mujeres. Descubrí formas de sostenerles un espejo ante su belleza interior y su potencial, y ellas me devolvían el reflejo de las mejores partes de mí misma. Nuestras ventas comenzaron a aumentar y el número de mercancías robadas disminuyó hasta cero. Con el tiempo estas mujeres comenzaron a ganar más que la mayoría en trabajos parecidos; mientras desarrollaban un negocio, pudieron tener unos ingresos estables y afianzaron su autoestima. 

Sin saberlo, estaba aprendiendo a practicar el principio del acompañamiento.” Jacqueline Novogratz.

Acompañar implica caminar junto a aquellos a los que queremos guiar, impulsar, ayudar, potenciar o servir. Caminar experimentando con ellos sus circunstancias, sus vicisitudes, vivenciando su situación. Es guiar para que desarrollen la confianza y capacidades que necesitan para recorrer el camino solos, es una caminar empoderante, basado en el aprecio, la comprensión y el estímulo, que acaba transformando a ambos caminantes.

Acompañar es estar ahí cada día que es necesario, sin esperar nada a cambio, ni reconocimiento, ni admiración, ni gratitud, ni relumbre, ni contraprestación alguna. La satisfacción y gratificación del que acompaña proviene de saber que has dado lo mejor de ti para que otro de lo mejor de sí para otros. Acompañar es experimentar que somos parte de una cadena de valor que se renueva constantemente. 

Acompañar es escuchar las historias de los otros sin juzgar, ofreciendo nuestros puntos de vista, recursos y posibles soluciones sin imponer. Es saber ser guía, guiado y seguidor al mismo tiempo, maestro y alumno. Se trata de ayudar a que otros brillen y no de demostrar como brillamos nosotros. El que acompaña no lo hace para deslumbrar sino para alumbrar, como diría Sócrates, la verdad que cada uno lleva dentro. Acompañar es disfrutar de dejarse guiar por la sabiduría interior del otro, escuchándola y dejando que nos susurre hacia dónde quiere que le guiemos, por cual camino y cómo quiere recorrerlo.  

El acompañante no es un salvador, un rescatador o un protector. No es un conductor al volante, sino un copiloto, no es alguien que dirige, sino alguien que se pone al lado, que está presente de forma cercana y empática, conectando con el otro, hermanándose en la humanidad compartida. Cuando esto ocurre se enciende la chispa de la esperanza, la inspiración, la posibilidad de ser y hacer y comienza a movilizarse el cambio. Para cualquier persona que se siente apartada, sola, insegura, desorientada, desmotivada o temerosa ante los nuevos retos da mucha fuerza saber que, aunque es ella la responsable y protagonista del cambio de su situación, hay alguien ahí fuera que cree en ella, le apoya, le estimula a seguir y le acompaña en el trayecto. 

Solo desde el principio del análisis transaccional, “yo estoy bien-tú estás bien”, se pueden crear relaciones de aprendizaje y crecimiento, huyendo de actitudes paternalistas y maternalistas que anulan la potencialidad del otro. Cuando acompañamos desde la distancia de nuestro pedestal “yo estoy bien-tú estás mal” los vínculos se rompen, la empatía desaparece y todo se inunda de prejuicios y ruidos que nos impiden escucharnos, vernos y comprendernos. Solo desde una relación entre adultos plenamente capaces y responsables, que se respetan, se puede verdaderamente acompañar y que este acompañamiento sea empoderante. Lo contrario interpone entre ambas partes de la relación unas distancias ficticias, que crean jerarquías y asimetrías de poder que nos acaban deshumanizando, porque ya solo somos capaces de ver las insignias, las medallas, los cargos, los títulos, los adjetivos y otros muchos ornamentos decorativos que acaban ocultando la esencia personal.  

Las personas somos únicas y, por tanto, diferentes, queremos ser reconocidas como tales, pero también pertenecer a algo más grande. Los seres humanos despertamos a nuestro potencial, nos activamos y ponemos en marcha y prosperamos cuando sentimos que alguien cree en nosotros, está a nuestro lado y nos tiende una mano, para que seamos parte de ese algo más grande. Cuando acompañamos, lo logramos, dejamos de ser solo una isla para formar parte de un archipiélago dentro del gran océano de la vida. En el seno de una relación de acompañamiento, empática y empoderante, se halla la semilla de nuestra humanidad común y el estímulo mutuo necesario para afrontar los retos difíciles. 

“Somos la cosecha del otro; nos ocupamos mutuamente los unos de los otros; somos la magnitud y el vínculo del otro.” Gwendolyn Brooks.

Acompañar es una forma de mantener nuestro compromiso con el éxito de la otra persona. Y no sabemos cuánto impacto puede tener este compromiso. Si Anne Sullivan no hubiera acompañando a Hellen Keller quizás no se hubiera convertido en la primera persona sordociega en obtener un título universitario. Además, el mundo se hubiera perdido a una gran escritora, filántropa y activista por los derechos de las mujeres, los derechos de los trabajadores, las libertades civiles y los derechos de las personas con discapacidad. Acompañar es ir más allá de uno mismo y facilitar que otras personas no solo perseveren, sino que prosperen. Sus logros, sus triunfos, su realización, su felicidad es la nuestra. Acompañar es la vía para la felicidad indirecta, una felicidad más relacional, comunitaria, social, equilibrada y ecológica.

Vivimos en  un mundo que recompensa el dinero, el poder y la fama, hasta tal punto que el éxito y la felicidad se miden y se exhiben por cuanto tenemos de cada uno de ellos. Se nos ha olvidado el valor de contribuir a la seguridad, la confianza, la fe, el coraje, la superación y el logro de las aspiraciones de otros. “Al recompensar solo lo que podemos medir, perpetuamos el sistema que no honra lo que valoramos, y el precio que pagamos es nada menos que el de nuestra alma colectiva. Pero podemos elegir construir nuevos sistemas que se basen en un marco moral cuya premisa es que estamos aquí en la tierra para servir a los demás y conservar nuestro planeta para la siguiente generación” (Novogratz, 2020). Este nuevo sistema comenzamos a construirlo con el simple acto de acompañarnos unos a otros.

El acompañamiento es un concepto jesuita que significa vivir y caminar junto aquellos a los que sirves, haciendo que se sientan valorados y tenidos en cuenta, y que su vida mejore por ese caminar juntos. El principio del acompañamiento debería ser un valor universal. Hoy en día es imprescindible si queremos aspirar a sociedades más inclusivas y solidarias, porque la diversidad, que tanto defendemos, está desembocando en cada vez más desigualdades, más polaridades, más enfrentamientos, discriminación, aislamiento y sufrimiento. Cada vez somos más narcisistas, individualistas y sectarista, a pesar de estar hiperconectados en un mundo globalizado. 

Apoyarnos y acompañarnos es un ethos, una forma de ver a los demás y a nosotros mismos, una forma de entender la vida y de ejercer nuestros distintos roles en ellas. Si practicamos el acompañamiento, si nos comprometemos en ejercerlo de forma excelente, si reconocemos y recompensamos a quienes lo hacen sus resultados se multiplicarán y entre todos lograremos que sea un principio que guíe nuestras vidas y nuestra sociedad.

Todos necesitamos en algún momento, que nos acompañen, todos tenemos el poder de acompañar a alguien que lo necesite. Pedir ayuda puede ser la mejor muestra de acompañamiento que existe, lo mismo que retirarse cuando el otro ya puede caminar solo. 

 

Mª Luisa de Miguel

 

Si quieres aprender a acompañar de manera empática y empoderante en la Escuela de Mentoring te podemos ayudar a través de nuestra metodología Integral Generative Mentoring. Tanto si eres padre, madre, educador/a, líder, directivo/a, consultor/a, mentor/a, coach, counsellor, docente, nuestra metodología puede aportar a tu rol una nueva dimensión en la forma de ejercerlo. Puedes conocerla en el libro “Mentoring, un modelo de aprendizaje para la excelencia personal y organizacional” Maria Luisa de Miguel (2019). Ediciones Pirámide. 

“Los líderes relevantes serán los que recuperen la ilusión colectiva” Antoni Gutiérrez-Rubí

La pandemia nos obligó a parar, nos mantuvo aislados de muchos estímulos, nos sacó de la inercia del día a día. Todo ello hizo emerger conflictos latentes, emociones incómodas, pensamientos, preguntas y debates existenciales. El maldito virus amenazó nuestra salud, nuestra economía, la estabilidad social y el futuro. Nos puso enfrente de nuestra vulnerabilidad y fragilidad.

Llevábamos tiempo sometidos a una espiral de estrés continuada, consecuencia de  tantos cambios tecnológicos, tanta disrupción en los modelos de negocios, una desigualdad social en aumento y la automatización del trabajo que desafía nuestra competencia e identidad. Todo ello se ha visto agravado por la crisis de la COVID-19 y nos está poniendo al límite. Son muchas las personas que presentan síntomas de agotamiento, desmotivación, desesperanza, pesimismo, falta de energía, ilusión y ansiedad.

La desilusión y la desesperanza afecta a nuestra energía, a nuestra visión del presente y del futuro y a nuestra confianza. Nos estamos volviendo descreídos, nos vemos impotentes, nos desentendemos y el compromiso con nuestro trabajo, con nuestras metas, con nuestros semejantes comienza a hacer aguas por todas partes. Así lo evidencia una reciente publicación de Harvard Business Review sobre liderazgo : “el mundo profesional atraviesa una crisis de compromiso y credibilidad. Los estudios demuestran que la mayoría de los trabajadores confían poco en sus superiores y se comprometen escasamente con sus compañías”. Algo que no es de extrañar a la luz de lo que arroja otro estudio publicado por Gallup: el 85% de los colaboradores considera que el liderazgo que se ejerce en sus compañías no genera entusiasmo sobre el futuro. 

En medio de una crisis energética por el alza de los precios en el gas o la electricidad, no estamos atendiendo a otra más profunda que se está produciendo en el seno de las organizaciones: se están inundando de personas cansadas, agotadas, desilusionadas, se están quedando sin batería, sin savia. La famosa “Gran Deserción” o la “Gran Renuncia” es solo un reflejo más de todo ello. El desánimo se está apoderando del ambiente como un virus que se propaga sin control. 

Por suerte para este virus también hay vacuna: la inspiración y el compromiso son los mejores antídotos para el virus del desánimo. Es urgente desarrollar un liderazgo inspirador que revitalice las organizaciones y la sociedad porque las personas inspiradas están más motivadas, son más creativas, están más comprometidas y son más productivas. Y ahora más que nunca necesitamos de todo nuestro ingenio, todo nuestro tesón y toda nuestra energía para salir juntos de esta situación. 

Inspirar es dejar entrar el aire en los pulmones, es dejar entrar la vida, es llenarnos de fuerza, es elevar el ánimo. Cuando nos inspiramos o inspiramos a otros estamos activando energía, elevando la esperanza y el entusiasmo, impulsamos pensamientos y acciones con una fuerza que nos invita a ir a más, a explorar toda nuestra grandeza. La inspiración también activa nuestro lado más imaginativo, creativo, atrevido y arriesgado porque nos llenamos aporta vigor, valor, potencia y poder. Despierta a nuestro héroe interior. Porque cuando inspiramos se elevan nuestras aspiraciones y las de los demás. Un líder inspirador hace brotar lo mejor de sus colaboradores, les incita a soñar, a pensar en grande, refuerza su confianza y los ayuda a alcanzar metas.

Para inspirar a otros hay que estar inspirado por eso un líder debe conocer muy bien cuáles son sus fuentes de inspiración para saber activarlas cuando las necesite, algo que también deberá enseñar a hacer a sus colaboradores. Las fuentes de inspiración son principalmente los valores, los sueños, el propósito, la visión, las emociones, nuestras contribuciones o legado, las oportunidades y posibilidades de hacer, de ser más, los retos que superamos, las historias de superación y el héroe o heroína que queremos ser y todos llevamos dentro o admiramos en otros.

También nos inspira la naturaleza, el arte, los viajes, las experiencias que nos nutren y engrandecen, la lectura y, por supuesto, como señala la experta en liderazgo Kristi Hedges, autora del libro «El código de la inspiración», una buena conversación. Esas conversaciones que nos elevan, nos enriquecen y nos transforman porque en ellas está presente una conexión genuina y cercana con el otro, que produce la chispa que nos llena de energía, nos conecta a nuestros valores, fortalezas y propósito, nos abre posibilidades, nos reta, nos incita a movernos en busca de lo que queremos. 

Inspiramos a través de nuestros mensajes, nuestra comunicación, nuestro comportamiento y nuestras conversaciones. Y lo hacemos cuando en ellas están presentes los elementos anteriores. Cuando hablamos y ejemplificamos con nuestras acciones los valores que defendemos, el propósito por el que nos movemos, los sueños que perseguimos, las visiones que creamos, las aportaciones y contribuciones que hacemos, las oportunidades que vislumbramos, los retos que superamos. Nos inspiramos e inspiramos a otros cuando rememoramos a nuestros héroes, a nuestros referentes, esas personas a las que admiramos y nos sirven de modelo. Y todo ello lo hacemos con autenticidad, con emoción, con franqueza, con convicción, porque creemos en ello, nos importa, nos apasiona. Sin imposturas, sin querer ser o parecer lo que no somos, sin pretender ser todopoderosos y perfectos. 

¿Cómo inyecta energía en una organización el liderazgo inspirador? Principalmente a través de cinco intervenciones: visión, sentido, alineación, clima y relato. 

¿Cómo lo hace? Con confianza, con autenticidad, con positividad, con convicción, con valentía, con curiosidad y empatía, empoderando a otros  y predicando con el ejemplo.

Los líderes inspiradores tienen claro su propósito y saben crear una visión compartida en torno a él. El propósito es la razón de su liderazgo, su causa, el motivo de sus desvelos, sus esfuerzos, su energía y su valentía. La valentía de lidiar con lo desconocido, de delegar y transferir el control a otros, de comunicar verdades incómodas, especialmente, cuando se trata de poner límites para no transgredir valores. Saben comunicar, transmitir y contagiar esa visión porque creen en ella, y esta convicción interior es la que moviliza a otros para que se unan en torno a ella, se comprometan a alcanzarla y hacerla realidad. 

El propósito es el hilo argumental de su vida, el norte de sus decisiones y sus acciones. Lo revelan en cada una de ellas, precisamente por ello son creíbles, confiables e inspiradores. Gracias a esa vivencia del propósito personal saben como despertarlo en otros, como ayudarlos a conectarse con él, a través de conversaciones que aportan sentido y significado, dos elementos clave para manejar la incertidumbre. El significado genera confianza, eficacia y resistencia, especialmente cuando las circunstancias son adversas porque  nos permite comprenderlas y gestionarlas mejor. Conectarse con el propósito no solo es energizante, sino que también ayuda a priorizar estratégicamente, a focalizarse y moverse con más agilidad.  

El propósito ayuda a dar sentido a nuestro trabajo, a nuestra vida, a las circunstancias, a los éxitos y los fracasos, a los buenos y malos momentos. Todo lo podemos conectar a él para encontrar un significado que nos permita trascender, conectarnos a algo más grande, elevarnos por encima del aquí y ahora y seguir avanzando y creciendo en la vida. 

En 1962 el presidente de Estados Unidos, John F. Kennedy, le preguntó a un conserje de la NASA cuáles eran sus tareas: “Ayudo a llevar al hombre a la Luna”, fue su respuesta. Este es un claro ejemplo de estar conectado al propósito. Se trata de ver nuestro trabajo en términos de aportación y contribución a algo más grande: el sueño, la visión, la meta…, en lugar de verlo en términos de “lo que hacemos”. Es la diferencia entre el qué hago y para qué lo hago, entre enfocarse a presente o enfocarse a futuro, en estar centrado en el yo y el hacer o estar centrado en el entorno y el fin. Cuando lo hacemos nos alineamos individual y colectivamente. 

El mayor enemigo de la inspiración es el estrés, el agobio, las presiones constantes de hacer, hacer, las demandas infinitas. Todas estas situaciones generan espirales de emociones como el miedo, la culpa, la vergüenza, la frustración y sensaciones de no llegar, de nunca ser suficiente, de no valer. Todas ellas son un cortafuegos para la creatividad, restringen la visión de futuro, reducen nuestro foco y nuestra claridad mental, nos contraen en lugar de expandirnos. Nos desconectamos, nos encerramos en nuestro yo, en nuestros problemas y dejamos de mirar fuera, de empatizar con el entorno y con nuestros compañeros de trabajo o de vida. Nos distanciamos de los demás, de la vida, de las fuentes de energía. Por eso, una de las funciones del liderazgo inspirador es crear un clima de emocionalidad expansiva, comenzando por sí mismo para resonar en esa onda energética y contagiar al resto de la organización. 

Inspiramos cuando trascendemos, cuando proyectamos, cuando movemos a la acción, cuando resonamos positivamente. El líder inspirador crea un efecto Pigmalión, ayuda a otros a creer en sí mismos, a reforzar sus creencias de autoeficacia que son claves para la confianza y la motivación. Y lo hace empoderándolos a través de estimular su capacidad de pensar, de crear y de hacer. Para ello un lidera utiliza más las preguntas que las respuestas o las instrucciones, porque las preguntas dan al otro el poder de pensar, de crear sus propias ideas, respuestas y soluciones, le convierten en protagonista. Cuando preguntamos al otro ¿Qué podrías hacer para solucionar este problema? le estas diciendo que confías en su criterio, que crees que puede encontrar la solución. Al preguntar colocamos al otro en posición de creador y responsable de sus circunstancias, situaciones, opciones, esto activa la responsabilidad personal y el compromiso. 

Preguntar es el primer indicio de delegación y está también es empoderante. Cuando delegamos también estamos transmitiendo que confiamos en el otro, que le creemos capaz de hacerlo. En cierta forma delegar es posibilitar que otros continúen nuestro legado, nuestra contribución, es una forma de seguir haciendo realidad nuestro propósito a través de otros que también creen en él. El liderazgo se desarrolla en muchas personas porque son inspiradas por las acciones, el ejemplo y el legado de otros. 

Tendemos a creer que un líder es aquel que ejerce influencia directa sobre muchas personas pero a veces la influencia es directa en una sola e indirecta en otras muchas. Porque el poder de creer en alguien es expansivo. Annie Sullivan creyó en Hellen Keller, la instruyo, la educó e hizo germinar en ella una fuerza que le ayudó a superar todas sus dificultades y lograr ser la primera persona sordociega en obtener un título universitario, además de convertirse en escritora, activista y filántropa reconocida, ayudando a muchas otras mujeres y personas con discapacidad. Por todo ello el presidente estadounidense Lyndon Johnson le otorgó la Medalla Presidencial de la Libertad en 1964.

La potencia inspiracional de un líder nace de sus propias experiencias vitales y de cómo saber narrarlas, construir un relato y una historia a partir de ellas. Una entrevista a 125 líderes de todo el mundo revela que el liderazgo se desarrolla a partir de un crecimiento personal basado en la reflexión y el aprendizaje de las propias experiencias de vida, tanto negativas como positivas, siendo especialmente conscientes de sus historias de superación. Los líderes inspiradores saben encontrar la parte de héroe que hay en sus vivencias y saben comunicarla con autenticidad, cercanía y resonancia. Dale Carnegie considera que la comunicación inspiradora es vivida y dramática y que el mayor desafío del liderazgo inspirador es la habilidad de hacer el papel de héroe, para lo cual hay que vivir las experiencias de manera épica. Se trata de encontrar en todas ellas el reto a afrontar, el sueño a perseguir, los obstáculos que se vencen, los villanos con los que hay que luchar, las hazañas logradas, cómo se consiguieron, como nos han traído hasta donde estamos y explican quienes somos, y que hemos aprendido de todo ello: la moraleja, el gran mensaje. 

También es importante saber comunicarlas con autenticidad, mezclando en nuestros mensajes la competencia y la vulnerabilidad, porque realmente estamos hechos de ambas: hacemos cosas muy bien y otras no tanto, somos fuertes y a veces débiles. La clave está en mostrar ambos lados pero de forma consciente y oportuna a cada situación. No tenemos que contar todos nuestros éxitos y fortalezas, pero tampoco todos los fracasos y debilidades. Como siempre en el equilibrio está la virtud. Nuestra historia está llena de unos y otros, pero podemos contarla de forma que resulte valiosa, que sirva de inspiración, de acicate para otros o para nosotros mismos. 

La comunicación de un líder inspirador es integral, combina mensajes, gestos, símbolos, estética y comportamientos de forma alineada y congruente. Un ejemplo de ello podemos verlo en el manejo de la crisis por el atentado supremacista contra dos mezquitas en Nueva Zelanda en el 2019, que llevó a cabo la Primera Ministra Jacinda Arden: palabras de consuelo a las víctimas de una religión diferente a la suya, ataviada con un hiyab (pañuelo islámico) abrazando a las familias afectadas por la masacre y empleando palabras propias de su cultura y religión; endurecimiento de las leyes que permiten la posesión de armas; condena contundente del atentado, su negativa sistemática a nombrar al terrorista y como alentó de manera reiterada a los medios de comunicación a que no le dieran publicidad y protagonismo nombrándole o reproduciendo el vídeo de la matanza. 


Con todo ello consiguió que menos de un mes después de los atentados, el Gobierno de Wellington logró aprobar casi por unanimidad en el Parlamento una ley que endurece la tenencia de armas semiautomáticas en Nueva Zelanda; que su mensaje reconciliador fuera ampliamente compartido en redes sociales se crearía un hashtag en Twitter con una de las frases pronunciadas en él: #TheyAreUS (#EllosSonNosotros); algunos neozelandeses entregaron sus armas voluntariamente a la policía después del ataque; Youtube anunció que retiró «decenas de miles» de vídeos de su plataforma que mostraban el atentado y Facebook también eliminó cerca de millón y medio de copias del video; cientos de mujeres en Nueva Zelanda, entre ellas presentadoras de televisión, periodistas y hasta agentes de la Policía, lucieron en la misma semana  el velo islámico o ‘hiyab’, para solidarizarse con la comunidad musulmana, aunque este gesto también haya sido criticado y no compartido por otros. 

Cuando nuestras palabras, nuestros mensajes, nuestros gestos, nuestros símbolos estéticos y nuestros comportamientos y acciones,  forman un relato coherente es bastante probable que inspiremos a otros para actuar de la misma forma. No se trata de que nos sigan o nos imiten, ese no es el propósito del liderazgo inspirador, sino de que continúen, expandan y engrandezcan el mensaje que se pretende transmitir, el propósito y la causa noble por la que se lucha porque ellos también creen en ella y la hacen suya. 

“Si tus acciones inspiran a otros a soñar más, aprender más, hacer más y ser mejores, eres un líder.” Jack Welch