¿Cuántos pensamientos y acciones, que llevamos a cabo habitualmente, atrapan nuestra atención, nuestro tiempo y nuestra energía? ¿Cuanto nos desvían del logro de nuestras metas?
Todos caemos día a día en nuestras propias trampas mentales, pero ¿sabemos cuales son? En este primer post te descubro las que he ido identificando a lo largo de mis años de experiencia como coach y mentora. Seguro que hay alguna más, aunque si logras liberarte de las 7 que aquí te muestro estarás más cerca de alcanzar tus metas.
-La trampa de la persistencia
-La trampa del exceso
-La trampa de la fijación
-La trampa de «debería haber hecho»
-La trampa de la procrastinación
-La trampa de la multitarea
-La trampa de la actividad
Las trampas mentales son patrones de pensamiento y hábitos de conducta que repetimos inconscientemente día a día, que no nos reportan ninguna utilidad y nos alejan de nuestros objetivos. Son formas de pensamiento improductivas y absolutas pérdidas de tiempo. Sin embargo, nos resulta díficil deshacernos de ellas porque tienen tres características que las hacen muy resistentes:
– son inconscientes, no nos damos cuenta de que están ahí.
– son aparentemente inocuas, no vemos el perjuicio que nos causan o no nos parece lo suficientemente importante.
– son familiares, llevan mucho tiempo con nosotros y hasta les hemos agarrado cariño y confianza. Se han convertido en un hábito.
Son estas tres características las que explican por que el mentoring es una metodología muy eficaz para combatirlas. Al trabajar la CONSCIENCIA las hacemos visibles, nos damos cuenta de su existencia. Luego tomamos RESPONSABILIDAD sobre ellas y reconocemos el perjuicio que nos causan y su inutilidad, así como el beneficio que nos reporta deshacernos de ellas, activando los recursos necesarios para hacerlo. Y por último, tomamos la determinación de expulsarlas de nuestras vidas y emprendemos las ACCIONES necesarias para ello.
Veamos como descubrir cada una de estas trampas mentales:
1.- La trampa de la persistencia: continuar con una actividad o un proyecto que ha dejado de tener sentido o valor para nosotros.
Ejemplo: nos asociamos con otras personas para llevar a cabo un proyecto que nos ilusiona. Van pasando los meses y debido a la diversidad de opiniones se van incorporando modificaciones al proyecto hasta convertirlo en algo muy distinto al inicial. El proyecto ya no nos ilusiona, ni nos motiva y no tiene nada que ver con nuestros intereses, y aún así, seguimos involucrados e invirtiendo nuestro tiempo en él, aunque dejarlo no nos suponga ningún perjuicio.
Cuando iniciamos el proyecto o la actividad si tenía un valor, pero en el camino dejo de tenerlo. A pesar de ello, seguimos insistiendo, persistiendo por no ver que ya no nos aporta valor o no querer asumirlo. Persistir es una trampa mental porque nos lleva a seguir dando nuestro tiempo y esfuerzo en algo que ha dejado de tener sentido o de contribuir al logro de nuestros intereses y objetivos.
Persistir es muy distinto de perseverar, que implica firmeza en la consecución de los objetivos a pesar de las dificultades y los obstáculos.
Detrás de la persistencia está la creencia limitante de que hay que acabar todo lo que se empieza. También está la idea de que abandonar implica fracasar o perder todo lo invertido (tiempo, dinero, trabajo) hasta la fecha en el proyecto o actividad, cuando la pregunta es ¿y lo que voy a seguir invirtiendo sin ninguna utilidad? ¿Y lo que voy a perder de emplear en actividades más productivas o más conectadas con mi meta?
También nos engañamos pensando únicamente en los perjuicios de abandonar, sin prestar atención a los beneficios. Es nuestra manera de justificar la persistencia.
Lo que te desconecte, te aleje o te desvié de tu meta y tu propósito ha perdido su valor, abandonalo y no dejes que te atrape.
2.-La trampa del exceso: invertir más esfuerzo, dinero o tiempo del necesario en una actividad, cuando esa dosis extra no aporta más rentabilidad, más beneficio, significado o no es necesario para lograr el objetivo. Los medios exceden lo necesario para lograr el fin.
Ejemplo: revisar por cuarta vez un informe que estaba muy bien, dedicar 4 horas a pedir y valorar presupuestos de algo en lo que el ahorro de costes puede ser de 30 euros, hacer el enésimo curso sobre metodologías ágiles para comenzar a implementarlas porque nunca me parece estar lo suficientemente preparado para ello.
Detrás de esta trampa mental está la creencia de que hay que ser perfecto, de ten cuidado que puede fallar algo, faltar algo. También está la necesidad de tener una certeza absoluta para estar seguros de algo, lo cual es una ilusión inalcanzable.
Hay un momento en el que hay que decidir parar, porque sino siempre se podrá hacer algo más, mirar algo mas, comprobar algo mas. Ese momento es cuando el beneficio es menor a la inversión. Si sientes que trabajas mucho y obtienes poco, o no avanzas mucho, a lo mejor estas atrapado por el exceso.
3.-La trampa de la fijación: continuar fijado en el logro de un objetivo o tarea cuando su avance esta detenido en espera de la intervención de un tercero, sobre lo que no tenemos ningún control directo.
Ejemplo: Estamos organizando una reunión en la que vamos a intervenir para las 15 horas y a las 14:15 lo tenemos ya todo listo y terminado. La tarea se completará cuando intervengamos en la reunión, hasta ahora todo lo que dependía de nosotros esta hecho y lo que falta para concluir el trabajo es que se celebré la reunión, que depende de que llegue la hora prevista para la misma y los asistentes, lo que escapa a nuestro control directo.
En estos casos lo que hacemos es volver a repasar todo lo concerniente a la reunión, estar mirando el reloj para que llegue la hora, impacientarnos, anticipar escenarios de la reunión, preocuparnos por lo que pueda suceder, etc. Lo más productivo seria aprovechar esos 45 minutos para pensar en otras cosas, para ir a dar un paseo y despejarnos, dejar nuestra mente errante y aprovechar ese tiempo sin tener que hacer nada para divagar, todo lo cual favorece la creatividad. O simplemente podemos realizar otras tareas pendientes y adelantar trabajo.
La fijación nos puede atrapar durante días y semanas, y nos impide disfrutar del tiempo libre, de aprovecharlo adecuadamente. Es estar pensando en todo lo que tengo que hacer el lunes, cuando hoy todavía es domingo.
Detrás de esta trampa mental están las creencias de que estar ocioso es de vagos, que hay que estar siempre ocupado, que tenemos que tener el control sobre todo lo que nos rodea. La fijación es además una mala gestión de la atención, pues implica no saber cambiar el foco para detectar oportunidades.
Si no tienes control directo sobre lo que tiene que pasar para lograr el objetivo o cumplir tu trabajo, olvídate de ambos y concéntrate solo en lo que depende de ti aquí y ahora.
En este otro artículo puedes seguir descubriendo nuevas trampas y como combatirlas.
Autora: Maria Luisa de Miguel
Directora Escuela de Mentoring