Mientras recorría la exposición fotográfica de Tim Parchikov, llego a mi mente una idea, que ya hace tiempo me ronda por la cabeza: ¿qué relación existe entre el mentoring y la fotografía?
Desde que me dedico al mentoring ha nacido en mi un verdadero interés e inquietud por la fotografía. Acudo con frecuencia a exposiciones fotográficas buscando desarrollar otra forma de mirar, un ir más allá del simple ver, para poder llegar a contemplar a la vez la esencia y el universo de detalles, que encierran los objetos y las personas.
Una fotografía no debe mirarse, sino que debe contemplarse desde distintos enfoques, porque encierra muchos matices, expresiones y significados. A través de una fotografía el fotógrafo hace visible lo invisible, muestra una realidad que a menudo no vemos, o la muestra de una forma que no vemos.
Por eso contemplar fotografías nos ayuda a desarrollar esa capacidad de ver más allá, de hacer visible lo invisible. Porque al darle un espacio y un tiempo le estamos preguntando qué más hay en ella, qué nos quiere decir, qué no muestra, a donde nos lleva… Este proceso es muy similar al que lleva a cabo un mentor con su cliente, ayudándole a hacer consciente lo inconsciente, ampliando su mirada.
Una fotografía explica cosas, pero no las cuenta todas, solo aquellas que es capaz de captar quien la mira. El significado que le damos a una fotografía depende de nuestros más profundos deseos, necesidades, sentimientos, recuerdos y experiencias. Es esa parte de nosotros, de la que no somos conscientes, la que interpreta la fotografía y le da un significado.
Contemplar fotografías nos pone en contactos con nuestro inconsciente, y lo hace aflorar a través de la intuición, de ahí que sea una práctica muy recomendable para incrementar la consciencia, el autoconocimiento y el desarrollo de la intuición.
Como mentores, ante una fotografía podemos reflexionar acerca de ¿Qué tipo de observador estoy siendo frente a ella? ¿En qué estoy fijando mi atención? ¿Qué busco? ¿qué interpretación hago de lo que veo? ¿De donde viene esa interpretación y qué me dice? Las respuestas a estas preguntas pueden ayudarnos a construir mejores relaciones de mentoring.
Minor White hablaba de la teoría de la equivalencia, expresando que lo que sucede en la mente del espectador cuando mira una fotografía se corresponde con algo que él sabe de sí mismo. La fotografía nos adentra en un juego de revelación-ocultación que activa nuestra imaginación, nuestra intuición y nuestra empatía, para lograr integrar el contenido que no explica.
Nuestro cerebro piensa en imágenes, representa en su interior a través de imágenes la realidad exterior que captan nuestros sentidos. Esas imágenes quedan grabadas en nuestra mente y condicionan nuestra manera de pensar y actuar, son una foto fija a la que a veces no le hemos dado el tiempo necesario de contemplación. La imagen mental es una representación codificada de la realidad.
Al entrar en contacto con una fotografía debemos darle un tiempo y un espacio para que se manifieste, para que se abra a nosotros y nos hable. Nuestra única función como espectadores es estar presentes, esperando ese momento de conexión en el que nos revela algo que puede generar un dialogo significativo entre ambos.
Esta misma actitud de espera, presencia y apertura a lo que llegue, es la que debe tener un mentor con su cliente. El mentoring no es solo el arte de preguntar, es también el arte de saber estar presente y saber esperar el momento adecuado para iniciar la conversación con nuestro cliente. Además, con ello, el mentor le esta dando a su cliente la oportunidad de contemplar esas fotos fijas de su mente, para extraer su significado, para descodificarlas, observando otros matices y aplicando otros filtros.
En un proceso de mentoring ayudamos a nuestro cliente a contemplar la imagen que tiene de la realidad de otra forma diferente, que le aporte mayor riqueza y expanda su potencial. Le ayuda a ampliar su imagen mental de la experiencia para contemplar más opciones, y con ello tener más capacidad de acción para generar cambios.
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Tim Parchikov | Suspense | Paris 4e. Maison européenne de la photo
En esta foto puedo ver solo una silla en el medio de un bosque de noche. Puedo mirar que es una silla simple, incluso pobre, abandonada en un bosque lleno de maleza. Si la escucho, quizás pueda sentir e intuir la soledad, la sensación de estar en el centro de un abismo lleno de miedos e incertidumbres, esperando que algo salte desde lo oscuro de la noche sobre mi. O puedo sentir el placer de un momento de silencio en medio del todo, un momento de estar sentado solo conmigo mismo y en comunión con la naturaleza.
Cuando un mentor logra crear una relación con su cliente como la que se puede llegar a crear con una fotografía, pasa de ver y mirar, a contemplar.
VER es simplemente registrar lo que pasa delante de nuestros ojos.
MIRAR requiere intención, elección y selección. Escogemos donde mirar, qué mirar, cuándo y por cuanto tiempo. Lo que queda fuera de nuestra mirada no existe para nosotros. Hay siempre una motivación de búsqueda, e incluso de posesión en el mirar. Por eso lo que miramos revela mucho de lo que pensamos, valoramos, sentimos, y de nuestro ego.
CONTEMPLAR es vaciarse de ego, de nuestros pensamientos y emociones, y abrirse a lo que llegue del entorno por la vía de la intuición. Cuando contemplamos estamos viendo y sintiendo desde nuestra esencia, y por eso somos capaces de ver la esencia de los demás.
Solo desde el contemplar podemos llegar a la consideración empática de nuestro cliente y comprender exactamente lo que sus experiencias significan para él. Solo así lograremos que el cliente se exprese y revele totalmente, y pueda llegar también a contemplarse en su singularidad y totalidad.
Aprender a contemplar fotografías y dejar que nos hablen e, incluso, escribir lo que nos dicen, puede ser para un mentor un trabajo muy valioso de desarrollo de la intuición, la empatía, la escucha reflexiva, la creatividad y la formulación de preguntas.
Al contemplar una fotografía no tratamos sólo de interpretar lo representado, sino más bien lo reprimido en esa representación. En una sesión de mentoring no se trabaja solo con lo que el cliente expresa explícitamente, sino también con lo que implícitamente expresa a través del lenguaje no verbal, al que solo se llega por la intuición
Además, las fotografías son una herramienta muy potente para usar en las sesiones de mentoring. Yo utilizo con frecuencia el uso de collages de imágenes creados por mis clientes con diversos objetivos: visualizar situaciones actuales, construir proyectos futuros, definir objetivos, visualizar cambios y sueños, entre otros.
Las reacciones del cliente hacia las fotos incluidas en su collages,revelan mucho acerca de si mismos, si el mentor sabe formular las preguntas adecuadas. Esas fotos elegidas simbolizan aspectos concretos de sí mismos, que silenciosamente ofrecen respuestas que son más difíciles de expresar verbalmente.
Asimismo, al contemplar una fotografía podemos favorecer el trabajo emocional, pues al interactuar con ella el cliente entra a participar en un mundo que no es real, sino imaginario. Este distanciamiento emocional de la realidad le permite ser más libre para sentir e imaginar acciones, relaciones, e incluso confrontar situaciones, favoreciendo una mayor apertura a la experiencia.
Autora: María Luisa de Miguel
Directora Ejecutiva Escuela de Mentoring