El título de este artículo puede resultar aparentemente fácil, sin embargo, es toda una declaración de intenciones y todo un ejercicio de inteligencia. Hasta el punto que podríamos hablar de un talento para la felicidad, que vendría a ser algo así como lo que expresa Jose Antonio Marina “la inteligencia que elige bien sus metas”.
Toda nuestra vida se dirime entre dos grandes metanecesidades: por una parte, la supervivencia y, por otra, la felicidad, entendida como realización personal, eudaimonía. Las personas necesitamos respirar, comer, beber para seguir viviendo físicamente hablando, pero también necesitamos sentirnos bien, para que nuestra vida tenga sentido. No hemos venido al mundo solo para respirar, hay algo más que dota de sentido a nuestra existencia y supervivencia: satisfacer la necesidad de realizarnos, de ser lo que somos, de aportar lo que tenemos, lo que queremos dar. Ese sentirnos bien, tiene más que ver con la plenitud, el equilibrio, que con el simple placer o complacencia. Y ese sentirnos bien es muy personal, muy particular, es decir, la manera en que cada persona se siente bien es diferente, porque la realización personal, es eso, personal, diferente, única e intransferible.
Creo, además, que esa necesidad de realizarnos está conectada con los demás, pues al realizarnos contribuimos a la realización de otros, nos unimos a los otros. Según Erich Fromm, el mayor miedo del ser humano es la soledad, en el sentido de separatividad, es decir, sentir que no pertenecemos a nada, que no estamos conectados con nada. El instinto de pertenencia es junto con el de supervivencia otro de los instintos básicos, lo que revela que la existencia no es individual es social, que nuestra realización personal no se satisface si no está conectada con nuestros semejantes.
A modo de resumen podríamos decir que nos sentimos vivos, emocionalmente hablando, cuando nos realizamos y al realizarnos nos conectamos con los demás. Así sería como el ser humano logra la homeostasis física y existencial. El equilibrio físico se logra cuando tengo sed (necesidad) y bebo. Ahora bien, el equilibrio, llamémoslo emocional o en palabras de W. B. Cannon, equilibrio psicológico, se logra cuando satisfacemos necesidades de tipo emocional o psicológico: autosuficiencia, autoestima, conexión, pertenencia, afecto, amor, vinculo emocional, seguridad, diversión, y un largo etc.
La vida es, por tanto, una búsqueda constante del equilibrio dinámico entre nuestras necesidades y su satisfacción, y la forma en que tenemos de lograrlo es nuestro comportamiento, pues actuamos para colmar nuestras necesidades y alcanzar con ello nuestro equilibrio vital. Con la dificultad añadida de que en la satisfacción de nuestras necesidades tenemos que tener en cuenta como afectamos al equilibrio de los demás, puesto que, dado que el instinto de pertenecía es también una necesidad, a veces atender nuestras necesidades en detrimento de las ajenas puede acabar resultando insatisfactorio. El ansiado equilibrio requiere de altas dosis de negociación entre diferentes necesidades, que muchas veces son incompatibles entre si. El equilibrio es, por tanto, todo un ejercicio de malabarismo, donde nuestras herramientas principales serán el diálogo, la elección, la acción, y la evaluación-aprendizaje sobre los resultados. Diálogo entre nuestras diferentes necesidades, entre estas y las de los demás, y diálogo sobre los resultados de nuestra elección para aprender a elegir mejor en el futuro.
En cierta forma, el arte del equilibrio vital es el arte de la diplomacia, o lo que es lo mismo la capacidad de defender, proteger, satisfacer nuestros intereses (necesidades) frente a otros, dentro de una relación de concordia, amistad, y conexión. En definitiva, lograr satisfacer nuestras necesidades sin perder la conexión, sin separarnos del otro, que tiene también sus necesidades, las quiere satisfacer, y pueden no coincidir con las nuestras.
Cada día, sentimos diferentes necesidades, es más a lo largo de un mismo día podemos sentir varias: afecto, autosuficiencia, control, etc. Muchas de ellas incompatibles entre sí.
Cuando sentimos una necesidad nuestro organismo busca instintivamente satisfacerla y, para ello, establece una meta, un objetivo, aquello mediante lo cual va a lograr aplacarla. En cuanto tenemos el objetivo, el objeto de nuestro deseo que va a saciar nuestra necesidad, ese deseo mueve nuestras acciones hacia la consecución de la meta. Comenzamos a movernos en su dirección y a actuar.
El equilibrio solo se logra si este circuito se cierra satisfactoriamente. Y aquí está el quid de la cuestión de toda la felicidad humana, en el sentido de sensación de bienestar y satisfacción.
Si no elegimos bien la meta, el objetivo, estamos condenados a la insatisfacción. Pero la cosa no es tan simple, porque en la elección de la meta se incluye también las aciones para lograrla y porque para elegir bien la meta es preciso, no solo, ser conscientes de nuestras verdaderas necesidades, sino también saber priorizarlas adecuadamente en cada momento.
Quiero compartir contigo gráficamente lo que sería vivir dentro de un circuito satisfactorio que aporta equilibrio dinámico y, por tanto, felicidad, y lo que sería vivir dentro de uno insatisfactorio. Así como, mostrarte en que fases del circuito puede aparecer la insatisfacción, o visto de otra forma más positiva, en qué fases debes trabajar para lograr que la satisfacción este presente a lo largo de todo el circuito.
Para comprender el circuito de la satisfacción humana y su relación con la felicidad es preciso clarificar previamente algunos conceptos. Cuando hablo de satisfacción no hablo de una sensación de placer puntual y efímera, sino de un estado de energía o emocionalidad positiva (alegría, paz, amor propio, confianza, seguridad) y de plenitud (realización, sentido y significatividad), que tiene unos efectos más duraderos en el tiempo. Una energía que nos ayuda a seguir queriendo lograr nuestro equilibrio vital y que nos aporta la confianza y la perseverancia para hacerlo. Cuando hablo de necesidades me refiero a necesidades que están conectadas con nuestros valores y motivaciones personales, y con la necesidad de realizar nuestro potencial. Hablo de necesidades como el sentimiento de competencia, de diferenciación, de justicia, de libertad, independencia, afecto, seguridad, y otras tantas, que más o menos compartimos los seres humanos, pero cuya intensidad y priorización varía de unos a otros. Esto es precisamente lo que nos hace diferentes, y lo que hace diferente la vía o el camino de nuestra realización/satisfacción personal y, por tanto, las metas y el camino que elegimos para ello.
Llegados a este punto se hace preciso aclarar otras cuestiones acerca de cómo hacer conscientes las necesidades, de cómo elegir bien las meta, y las acciones que nos ayudarán a alcanzarlas.
-Consciencia sobre las necesidades: para ser consciente de nuestras necesidades debemos conocer quienes somos realmente, qué nos importa, cuales son nuestros valores, nuestras verdaderas motivaciones, aceptarlas y quererlas. La consciencia y el autoconocimiento son la clave para reconocer al instante cuándo nos visita una necesidad, o poner orden entre todas las que experimentamos. Por ejemplo, detrás de la necesidad de reconocimiento, mucha veces no aceptada, se esconde una necesidad de autoestima. El problema surge cuando me marco como objetivo lograr un premio (los me gusta y halagos de las redes sociales, hoy funcionan como los premios) o un puesto, o un proyecto, para satisfacer mi necesidad de reconocimiento, y lo logro, pero la satisfacción dura el tiempo que dura el halago o el reconocimiento, y luego viene la insatisfacción, especialmente, cuando el esfuerzo empleado para lograr el proyecto, excede con mucho del momento de gloria experimentado con el halago. La razón de la insatisfacción es que el proyecto me ha dado el reconocimiento pero mi verdadera necesidad es la autoestima, el amor hacia uno mismo, y esa no me la ha satisfecho el proyecto o el premio. La consecuencia es que al sentir la insatisfacción, mi organismo se activa de nuevo en busca del equilibrio, y como sigue sin ser consciente de la verdadera necesidad a satisfacer, repite el circuito ya conocido del placer, búsqueda de otro proyecto, relación, objetivo que me aporte el reconocimiento lo antes posible, y así quedamos atrapados en el circuito de la insatisfacción, que a medida que se repite y se perpetúa en el tiempo va dando origen a emocionalidades negativas de rabia, frustración, desesperanza, etc.
-Elección adecuada de metas: para elegir adecuadamente una meta, lo primero es ser consciente de la verdadera necesidad a satisfacer, porque solo son adecuadas las metas que satisfacen dichas necesidades. El siguiente paso, es que puede haber varias metas a elegir y varias necesidades a satisfacer, con lo que priorizar aquella que es más importante para mi en el momento vital en el que estoy, y que además mejor satisfacer mi necesidad, es la clave para asegurarnos la satisfacción. Para facilitarte el trabajo de elegir bien las metas, te dejo la herramienta «Objetivos con encaje» que utilizamos en la metodología Integrar Generative Mentoring.
-Elecciones de las acciones que me acercan al logro de la meta elegida: hay muchos caminos para llegar a la meta, elegir el más adecuado para mi y en cada momento es todo un arte, más teniendo en cuenta la variedad de alternativas que se nos pueden presentar, el sin fin de aparentes oportunidades que nos asaltan, la atracción por la novedad o lo último que tiene nuestro cerebro. Hay acciones que nos acercan y otras que nos alejan de nuestra meta, mantener nuestra atención y voluntad concentradas en las primeras es la clave para no comprometer nuestra satisfacción. Además, en la elección será importante volver a tener en cuenta si el camino elegido también satisface nuestras necesidades, y está en consonancia con nuestros valores, motivaciones, propósito y potencial, pues en caso contrario se nos estará escapando la satisfacción en cada esquina.
El circuito de la satisfacción, de la felicidad, de la vitalidad humana, es un proceso de autorregulación, de autogestión y de autodominio personal. Las emociones son la información que nuestro organismo envía para darnos el mensaje de que hay un desequilibrio o equilibrio. Así, las llamadas emociones positivas nos suelen informan de que estamos en un estado predominantemente satisfactorio, en equilibrio, y las denominadas negativas, en un estado de insatisfacción. A partir de aquí, será nuestra mente consciente la que tenga que hacer preguntas para descubrir la causa de nuestra insatisfacción, hacerla consciente y diseñar el plan adecuado para satisfacerla: elección de meta y acciones para satisfacerla, y auto-evaluación constante del encaje decisión-acción-resultado-satisfacción, para mantener el rumbo si es satisfactorio o cambiarlo sino no lo es. Eso, si procura preguntarle siempre a tu emoción para averiguar si estas viviendo en la satisfacción o no, y si está es ajustada o está disparada. La euforia es una emoción derivada de la alegría que puede ser origen de muchas insatisfacciones, especialmente, si decides una meta presa de ella.
La clave de un estado más o menos estable de felicidad, no está en estar todo el tiempo contento, divirtiéndose, sintiendo placer, sino en estar el mayor tiempo posible realizando nuestras metas en consonancia con nuestras necesidades, y que además ello nos permita estar conectados con los demás, especialmente, con las personas que realmente nos importan, que curiosamente son las que nos aportan algo que en cierta forma también satisface nuestras necesidades. Con lo que elegir bien nuestro ecosistema de relaciones, personales y profesionales, es en sí una meta que también influye en nuestra felicidad. Si quieres ahondar en el arte de ser feliz incluso en los momentos más duros de la vida, en esos en los que la tristeza y el dolor te inundan, te invito a leer mi libro «Vine a ser Feliz, no me distraigas. Bitácora de la Felicidad». También recuerda que “no es feliz quien más tiene sino quien menos necesita”, porque este refrán popular encierra en sí mismo mucha sabiduría. Demasiadas necesidades, especialmente materiales o externas a la persona, suelen ser un mensaje de que dentro hay mucho vacío existencial.
El apego al deseo y el sufrimiento es una gran fuente de infelicidad.
Si quieres aprender a elegir bien tus metas y vivir en el circuito de la felicidad te invito a conocer y practicar el arte de La Alquimia Motivacional: como motivar la voluntad para vivir conectado a tu propósito», que describo en mi último libro publicado por Ediciones Pirámide en Mayo 2022.
Autora: Mª Luisa de Miguel
Directora Escuela de Mentoring.